Iehudi tov Simon Wiesenthal - por Pilar Rahola de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Sunday, 25 de September de 2005, 13:02 | |
Articulo publicado en lengua catalana en el diario "Avui" de Barcelona el día 22-09-2005, por Pilar Rahola - Traducción al español de Es-Israel.org
OPINIÓN: Iehudi tov Simon Wiesenthal - Pilar Rahola
La conciencia del mundo no es abstracta, ni se forja por generación espontánea, como si se tratase de una clase de conciencia universal que se situase por encima de la voluntad precisa y terca en crearla. Bien al contrario, la historia está llena de ingratos episodios de gran perversidad que no han tenido nunca quien los relatase. Hace falta que un ser humano, situado por encima de la miseria del momento que vive, muy por encima del miedo y la locura, se ponga en pie y construya, con férrea convicción, una conciencia que nos llama y nos concierne a todos. De hecho, hace falta que este ser humano nos desvele, hurgue y tal vez nos construya la propia conciencia.
El iehudi tov Simon Wiesenthal, el "buen judío" que sobrevivió a todo el recorrido del horror nazi, que contempló la muerte de 89 de sus familiares, que intentó suicidarse por dos veces y que, cuando fue liberado de Mauthausen del último campo de exterminio por las tropas americanas, pesaba 45 kilos, ha sido, en cierto modo, la conciencia del Holocausto. No estrictamente la conciencia de las víctimas, tan intensamente representadas por cada superviviente que lucían el brazo marcado para siempre jamás con el número de la maldad, sino sobre todo la conciencia de la justicia. Fue él quien forjó el lema "justicia y no revancha" y, en aras de dicha justicia que merecían las víctimas, dedicó su larga vida a encontrar, identificar, perseguir y finalmente condenar a los verdugos nazis.
Pero la gesta más paradigmática de Wiesenthal, en su lucha contra la impunidad de los criminales nazis, fue el hallazgo del arquitecto de la Endlösung (la "solución final"), el nazi Adolf Eichamnn, localizado en Buenos Aires en 1954, secuestrado por el Mosad, juzgado en Jerusalem y finalmente condenado a la horca, sentencia que se cumplió el 1962. Sus cenizas se lanzaron fuera de las aguas territoriales israelíes para que no ensuciaran tierra judía. El hombre que había planificado la deportación y la muerte en masa de millones de judíos dejaría para la crónica del horror aquello que Hannah Arendt tipificaría como "la banalidad del mal", una personalidad mediocre y banal y una "naturalidad" en la ejecución de las órdenes. "No perseguí los judíos con avidez, ni con placer. Fue un gobierno quien lo hizo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia". El asesino más grande de la historia de Europa, no era gran cosa...
Densa, comprometida, moral y honrosa, la biografía de Simon Wiesenthal obliga a una seria crítica sobre el papel de Europa y del mundo con respeto a la impunidad de los crímenes nazis. Es cierto que tras la Segunda Guerra Mundial el mundo condenó el nazismo, y que los juicios de Nuremberg son su consecuencia más relevante. Pero también es cierto que tras esa catarsis colectiva momentánea muchos países del mundo devinieron el refugio paradisiaco de los criminales nazis, dejaron de perseguirlos, y cuya inmensa mayoría no han sido juzgados. Quede en la vergüenza colectiva el papel de Argentina, Chile o Brasil como refugios de nazis, países que no han realizado nunca la obligada autocrítica, y que aún hoy no reconocen su explícita complicidad con los criminales. Quede también constancia de la ausencia rotunda de autocrítica de Austria, país que llegó a tener como presidente a un hombre de pasado nazi, Kurt Waldheim, y que nunca ha recordado su absoluta entrega, como país, a la causa de Hitler.
(*) Apellido de la Familia protagonista del film "La Novicia Rebelde".
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