23 noviembre 2005

parashah: Parashát Vaierá, por Rav Menajem Abdeljak: La luz al fondo del túnel

Parashát Vaierá, por Rav Menajem Abdeljak: La luz al fondo del túnel
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Wednesday, 23 de November de 2005, 16:14
 

Parashát Vaierá
LA LUZ AL FONDO DEL TUNEL

por Rav Menajem Abdeljak 

Estimado lector: feliz de volvernos a reencontrar por este medio, quiero pedirle disculpas por la discontinuidad que afectó a esta publicación este último mes. Esto se debió a problemas principalmente técnicos. Y espero con la ayuda de Hashem poder empezar un nuevo ciclo sin obstáculos.

Estamos leyendo Jumash Bereshit, el manual práctico de todo Iehudí. En este libro se puede encontrar en cada palabra enseñanzas y recomendaciones que nos transportarán a través del sendero transitado y acreditado por nuestros antepasados.

Cuando leemos sobre las puestas a prueba de Hashem para con nuestro padre Abraham, queda en evidencia su convicción y su lealtad hacia su creador.

¿Tienen todos los túneles luz al final? ¿Cómo se ve? ¿Podremos nosotros verla? ¿Existe alguna receta para poder vislumbrarla? Con sólo observar detenidamente algunos de los detalles de la “Akedat Isjak – la prueba en la cual Hashem le pide a Abraham sacrificar a su hijo preferido Isjak”, podremos aprender el secreto de nuestro gran patriarca.

Ya antes del nacimiento de Isjak, Hashem le prometió a su padre que el mismo sería origen de una gran nación y un pueblo elegido. Sin embargo, al momento de esta prueba, Isjak aún no estaba casado. Nuestros sabios en el Midrash nos dan a entender que la principal prueba que implicaba para Abraham sacrificar a su hijo era la aparente contradicción entre este pedido y la promesa de instaurar desde Isjak un gran pueblo.

Más aún se agudiza la supuesta contradicción. Cuando Abraham divisa el sitio donde debía erguir el Altar para su hijo, la Torá dice lo siguiente: “Vaisá Abraham et enav vayar et hamakom merajok – y alzó Abraham sus ojos y divisó el sitio a lo lejos”. Este lugar que Abraham estaba viendo, era el mismo que sobre él iba a ser construido el Bet Hamikdash por la descendencia de Isjak. ¿Y cómo podía ser todo esto real si Isjak estaba a punto ser sacrificado?

Sin embargo, en este mismo versículo podemos hallar la repuesta. La Torá puntualiza: “Merajok – a lo lejos”, él tuvo la capacidad de ver algo que aún estaba a la distancia, algo completamente remoto. Él vio, con su convicción, que todos los planes de Hashem tienen un buen final. En esto no le quedaban dudas. Y en realidad vemos que luego de atravesar valientemente esta prueba, Hashem le comunica el nacimiento de Rivká, la futura mujer de Isjak. O sea, que justamente luego que él actúa íntegramente, sin cuestionarse qué será de la descendencia prometida a Isjak, recibe la noticia de que ya esto estaba contemplado en el plan Divino.

Rabí Natán de Breslev, el gran discípulo de Rabí Najman, se vio involucrado en una oportunidad en una discución contra un judío incrédulo que negaba la existencia de un creador al mundo. En un momento dado, Rabí Natán exclamó exasperado: ¿Cómo me vas a querer negar algo que yo he visto? ¡Yo he visto a D-ios! Ante tal afirmación, su adversario desistió y aceptó su posición. Más tarde le preguntaron sus discípulos ¿porqué aseveró algo que no era cierto? ¿O acaso realmente había visto a Hashem? A lo que él respondió: “Yo creo en él y creer es mucho más que ver”. Y agregó: el profeta Iejezquel dijo (Iejezquel 1:1): “Niftejú Hashamaim Vaer`e Mar`ot E-lohim – se ha abierto el cielo y he visto visiones celestiales” Las iniciales de esta frase Alef, Mem. Vav, Nun y He, forman la palabra Emuná - fe. La fe es equivalente a una visión divina a cielo abierto.

Con esta fe, con una fuerte convicción en la bondad de Hashem, con una clarividencia sobre la benevolencia del creador, no hace falta ver el desenlace para saber que todo estará en orden. No es menester esperar hasta el final. Podemos desde este mismo instante descansarnos en sus favores y en la mejor solución a todas nuestras cuestiones.

Todo esto ocultó la Torá en: “vayar et hamakom merajok – y vio el sitio a lo lejos”. Indicándonos con esto que a pesar de estar aún lejos de cumplirse la promesa de Hashem sobre su descendencia, Abraham ya pudo ver “el sitio”, o sea el Bet Hamikdash que los nietos de Isjak construirían.


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