30 diciembre 2005

parashah: Parashát Mikéts - Janucáh, por Abraham Leib Berenstein

Parashát Mikéts - Janucáh, por Abraham Leib Berenstein
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Friday, 30 de December de 2005, 00:58
 PARASHA MIKETZ-JANUKA

por Abraham Leib Berenstein

"y el Faraon mando a llamar a Iosef y lo sacaron rapidamente del
pozo" (bereshit 41,14)

Iosef despues de haber sido vendido a Egipto, despues de haber estado doce
anios en la carcel por fin el dia de su liberacion llego.
Al haberse hecho famoso en la carcel interpretando suenios, el Faraon lo
mando a llamar, al ver que ninguno de sus brujos le podia interpretar los
suenios que tuvo. Como dice el versiculo "lo sacaron rapidamente".
El Jofetz Jaim uno de los mas grandes Tzadikim que vivio hace unos 80 anios
aproxim. y que escribio numerosos libros de etica judia como asi el famoso
Mishna Brura el principal libro de halajot de los judios, comenta sobre este
versiculo que cuando llego el tiempo de liberar a Iosef de la prision no fue
despacito sino rapidamente. El momento es el preciso, ni un segundo antes ni
un segundo despues. De la misma forma dice el Jofetz Jaim, sera la redencion final, tan pronto como llegue el momento de la redencion final del pueblo de
Israel, inmediatamente van a ser liberados del exilio.
En cada momento dificil de nuestras vidas uno tiene que saber que muy
rapidamente se puede dar vuelta todo. Asi como Iosef despues de haber estado varios anios en prision y por un motivo que no entendia, el sabia que todo era manejado por Hashem y que todo era para bien.
Asi fue que despues de haber estado en prision tanto tiempo, paso a  convertirse en el segundo hombre con mas poder en el mundo, ya que Egipto
era en ese momento el imperio mas grande que existia.
Muchas veces nos pasan cosas que no entendemos por que, y despues de un
tiempo nos damos cuenta que era lo mejor que podia habernos pasado. Por eso es muy importante tener en cuenta dos cosas: una que cada detalle de
nuestras vidas esta supervisado por Hashem y como esta escrito si de arriba
no autorizan la persona no puede mover siquiera un dedo. Y lo segundo es
saber que todo es para bien por mas que no lo veamos ahora.

Para agregar algo de Januca hay que saber que las dos principales bases que
crearon los Griegos fue la de adoracion al cuerpo de la persona y la
filosofia.
La persona que piensa que ella es lo principal y todo gira alrededor de
ella, no escucha, no le importa nada solo su propia persona.
La persona es el centro de la creacion y por lo tanto tiene que ser hermosa,
perfecta, admirable, fuerte, etc, sino nada sirve, es mirada con malos ojos.
Por otro lado esta la filisofia que se encarga de decir "lo que yo no
entiendo no lo acepto".
Eso es lo que trataron de asimilar en los judios y lamentablemente muchos se
perdieron a traves de la historia detras de esa filosofia griega, hasta el
dia de hoy.
Una de las cosas que quisieron prohibir al pueblo judio fue Shabat. Ellos
decian no me van a decir cuando descansar, yo descanso como quiero , cuando quiero, a mi manera, si quiero sabado y sino domingo,etc.
La filosofia griega es vivir con la razon y entendimiento.
Los judios dijimos cuando aceptamos la Tora "haremos y escucharemos".
Quien puede decirle a otra persona, lo que me pidas voy a hacer?
Nadie normal diria algo asi, primero diriamos decime que queres, y despues
te digo si lo hago o no.
Nosotros cuando recibimos la Tora, sabiamos que la recibiamos del Creador
del mundo entero, y sabiamos que asi como nos creo, tambien creo el manual
para que aprovechemos del mundo y de nosotros mismos lo mejor de lo mejor.
Por lo tanto queda claro por que dijimos en el monte Sinai "haremos y
escucharemos".
Todo comienza con el Ego de la persona, buscando siempre todo tipo de
razonamientos y excusas para  no cumplir lo que Hashem nos dice y poder
seguir subyugados a su ietzer hara (instinto del mal).
La gente sigue a la moda, donde la gente va, yo voy, la ropa de moda, yo me
pongo, lo que se escucha, yo escucho, sin darse cuenta que en verdad no
elige nada simplemente se deja llevar por la moda.
Cuando prendemos las velas de Januca demostramos que toda esa filosofia
griega es mentira y que el judio tiene que romper el Ego y saber que hay
alguien que esta por encima y que controla absolutamente todo, y asi como
nos salvo con milagros durante toda la historia, nos demuestra que quiere lo
mejor para nosotros iluminando nuestras vidas con cada ensenianza de la
Tora.
Aprovechemos estos ultimos dias de Januca para iluminar un poco mas nuestras vidas como judios.

SHABAT SHALOM
A.L.B

29 diciembre 2005

parashah: Parashát Mikéts, por Rav Daniel Oppenheimer - "Ioséf, ¿por qué?"

Parashát Mikéts, por Rav Daniel Oppenheimer - "Ioséf, ¿por qué?"
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 29 de December de 2005, 15:09
 
Parashát Mikéts
IOSEF: ¿POR QUÉ?

por Rav Daniel Oppenheimer

Iosef, el protagonista principal de las lecturas de Vaieshev, Miketz y Vaigash, es uno de los personajes que más nos cuesta entender (si es que pudiéramos decir que entendemos a los demás personajes de otras épocas…).
Por un lado, Iosef es conocido y tildado como “Iosef haTzadik” (el justo), un atributo que no se le aplica a ninguna otra eminencia de la Torá - a pesar que se mencionan muchos Tzadikim (hombres justos) en ella.
De aquello que la Torá nos cuenta, no faltan razones para dedicarle semejante reconocimiento: en primer lugar, demostró poseer una fuerza y una firmeza íntegra al sostenerse frente a los embates libertinos de la esposa de su patrón Potifar.  Luego, manifestó una perfecta honradez cuando le fue conferida la difícil tarea de distribuir los escasos víveres a los egipcios y a los habitantes de los demás países durante los años de la hambruna.
En ese puesto, se pudo reconocer nuevamente porqué tanto el ministro Potifar, como el jefe de la cárcel lo habían valorado tanto como para confiarle la total responsabilidad de lo que sucedía en cada uno de sus lugares de trabajo.
Cuando el Faraón lo llamó para interpretarle los sueños, lejos de atribuirse honor por el don que lo caracterizaba, Iosef suscribió a D”s lo que Le corresponde, sin intentar beneficiarse personalmente con lo improcedente.  Años más tarde, cuando ya estaban sometidos a los egipcios, no escatimó esfuerzos para cumplir con la voluntad última de su padre en el sentido de acompañar sus restos para darles sepultura en la tierra de Cnaan (Israel).
Finalmente, cuando el padre había fallecido, y los hermanos sospecharon que Iosef tomaría venganza en contra de ellos, por haberlo vendido como esclavo a una caravana que lo llevó a Egipto, fueron ellos y se arrodillaron pidiéndole que tomara retribución alguna en su contra.
Nuevamente Iosef exhibió su rectitud al quitar toda duda de deseo o intención de desquite, y los mantuvo a ellos y a sus familias durante el resto de su vida.
 
Ante tal actitud diáfana, hay hechos que no llegamos a entender: Iosef amaba profundamente a su padre Iaacov, del mismo modo en que Iaacov lo amaba a Iosef.  La separación forzada, había sido dolorosa para ambos.  Durante los primeros años de su vida en Egipto, siendo Iosef esclavo y prisionero, obviamente no podía dar a conocer su paradero a su padre.  Sin embargo, una vez que Iosef había sido declarado libre, y era segundo en el poder de Egipto: ¿por qué no mandó avisar a su padre acerca de su situación?
Es más: dado el hambre reinante, los hermanos se vieron obligados a ir a Egipto a procurar alimento para sus familias.  Era el momento ideal para que Iosef mande decir a su padre que él era virrey de Egipto.  Sin embargo, nada de eso.
Justo por lo contrario: Iosef recordó los sueños en los que se le había hecho saber proféticamente que él sería rey y gobernante (Bereshit 42:9).  Al llegar ante él, Iosef los trató con una dureza poco característica de él.  Siendo el “hombre fuerte” de Egipto (Bereshit 42:6), los acusó de ser espías, encarceló a Shimón impidiéndole su regreso a su hogar y les prohibió que aparezcan a comprar más comida, a pesar que la hambruna estaba destinada a demorar 6 años adicionales.  Si bien los hermanos se arrepintieron (Bereshit 42:21), Iosef mantuvo su actitud severa.
¿Por qué? ¿Será realmente un acto de venganza?
Y, si fuese tan duro y quisiera tomar represalia contra sus hermanos: ¿por qué tuvo que retirarse para llorar a solas tantas veces durante los encuentros con ellos?
Claramente, Iosef recordaba a su familia con honor y respeto, tal como lo demuestra en los nombres que puso a sus hijos cuando nacieron.
 
Lo que sigue, no es una justificación en defensa de Iosef.  Ni Iosef, ni ninguno de los Tzadikim de la Torá, necesitan que nosotros aprobemos de ellos.
Ni siquiera pretendemos "ponernos en su lugar".  Aun en ese intento, erraríamos totalmente, pues hablaríamos de puras conjeturas.
 
Asimismo, aun después que presentemos ciertas explicaciones acerca de lo que pueden haber sido las verdaderas intenciones de Iosef, esto no significa que nosotros podamos actuar de la misma manera en lo que sentiríamos que son situaciones análogas (en nuestra propia vida).
Sin embargo, la Tora nos enseña ciertas "historias" de nuestros antepasados, para que aprendamos enseñanzas vitales.
 
Si bien nuestra historia demostró que el pueblo de Israel se mantuvo bastante unido a través de las épocas (aun habiendo, lamentablemente, diferencias y peleas), cuando todo era aún incipiente, en aquella época cuando vivían Iosef y los hermanos, el futuro de Israel como nación unificada, estaba en riesgo.  Iosef era virrey de un país poderoso, mientras que los hermanos eran simples inmigrantes extranjeros.  La secesión podía haber ocurrido en aquel mismo momento, más así considerando que Iosef había sido tan maltratado por sus propios hermanos. Los 22 años de separación podían haber profundizado los prejuicios y el odio entre ellos de manera tal, que jamás esa brecha se hubiera cerrado.  ¿Cómo curar la herida, sin que queden cicatrices?
 
Sin embargo, tal como podemos observar a partir del relato de la Torá, en la próxima generación - fueron todos iguales: todos esclavos de los egipcios.
 
El artífice de esta reconciliación completa fue Iosef. A él le toco la dura tarea de recomponer la confianza mutua y recuperar la fraternidad entre hermanos.
A fin de alcanzar este objetivo, había que quitar todos los prejuicios que podían teñir su futura relación.
Iosef debía poder quitar de su mente el concepto de que sus hermanos eran tan crueles que estaban dispuestos a vender a un hermano si creyeran que la situación lo requeriría.  Recién cuando pudieron ofrecer quedarse junto a Biniamín (“somos todos esclavos, tanto quien tiene la copa, como el resto de nosotros" - Bereshit 44:17), después de que él había sido acusado injustamente de robar la copa del Virrey, aun permitiéndosele a ellos volver a casa con la comida que sus familias necesitaban desesperadamente, desapareció de su mente el estigma que ellos eran crueles, y se demostró que su arrepentimiento era total.
 
Por otro lado, Iosef necesitaba modificar el concepto que ellos tenían de él.  Mientras ellos pensaran que Iosef podría utilizar el poder para dominarlos - si lo tuviera - tal como habían sospechado cuando Iosef era joven (razón por la que lo vendieron en primer lugar), se mantendría el recelo inicial  Recién cuando Iosef les demostró que tenia en sus manos el poder total de hacer lo que quisiera, y que, sin embargo, no tenía el más mínimo deseo ni intención de dañarlos, pues realmente los amaba como hermanos, quedaría definitivamente resuelto el conflicto.
(adaptado del comentario de R.Sh.R. Hirsch sz"l)
 
Es tan fácil caer en el prejuicio, y es tan sencillo quebrar la confianza, y es - por otro lado - tan complicado remediar los males y resolver disputas - especialmente los conflictos familiares, que por eso, esta historia, en la que Iosef tuvo que dejar de lado sus sentimientos de amor de lado (recordemos que Iosef había estado solo en Egipto tantos años sin ver sus caras familiares...), nos da una lección de vida: cuidar y alimentar los vínculos con nuestros seres queridos.  Y si surge algún malestar, resolverlo cuanto antes.

28 diciembre 2005

parashah: Parashát Mikéts, por Rav Menajem Abdeljak: Una historia con final feliz

Parashát Mikéts, por Rav Menajem Abdeljak: Una historia con final feliz
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Wednesday, 28 de December de 2005, 08:42
 
Parashát Mikéts
Una historia con final feliz

por Rav Menajem Abdeljak

No hace mucho, conversando con alguien que me manifestaba sus dificultades, me comentó: Si yo supiese que esto es momentáneo, no me preocupa tanto. El tema es ¿esto terminará alguna vez?, parece que no, aparentemente sufriré siempre.
 
Seguramente creyó haberme puesto en jaque. Y claro, porque en realidad lo que más cuesta de los problemas es creer que “no termina más”, pensar que la angustia será eterna. Nadie tiene reparo en soportar por un tiempo determinado si tan sólo sabe cuando comienza y cuándo termina.
 
¿Usted que cree? ¿Mi amigo terminará de sufrir alguna vez? Veremos…
 
Imagine la siguiente escena. Un hombre justo, honesto y temeroso de Hashem. De esos que todos estamos de acuerdo que merecen lo mejor. Y efectivamente, le va muy bien. Siete hijos y tres hijas. Siete mil cabezas ovinas, tres mil camellos, mil vacunos, quinientas mulas y una cuantiosa producción agraria. No le falta nada.
 
Hasta que un día… Lo pierde todo. Hijos, ganados, campos, todo. En cuestión de horas. Y para colmo de males, al poco tiempo, enferma de lepra. Parece salido de una película dramática. Pero no, le estoy hablando del famoso Iyob (Job).
 
Iyob tenía tres amigos. Y no lo abandonan en su tragedia, sino que vienen con intención de confortarlo. Sin embargo, el dolor es tal, que no pueden abrir la boca. Luego de un largo silencio de siete días, es él mismo quien comienza la charla, maldiciendo el día en que nació.
 
Recién en ese momento comienzan a intentar consolarlo. Desde aquí, contamos en el Tanaj treinta y cuatro capítulos de conversación entre ellos, más cinco entre Hashem e Iyob.
                                                                                                
Nuestros sabios no llegaron a la unanimidad acerca de si Iyob realmente existió o es una parábola escrita por Moshé Rabenu. De cualquier modo, la única función de este libro, de los veinticuatro que componen la Torá escrita, es enseñarnos a comprender, descifrar y llevar adelante de manera correcta, los retos de a vida.
 
Entre tantas entendidas palabras encontramos la siguiente frase: “A las tinieblas, pone final y a todo, un término” (28:3). La oscuridad tiene final feliz. Es cuestión de creer y esperar con paciencia.
 
Si, pero mi interlocutor no se satisfizo con esta respuesta. Él quería entender cómo. Necesitaba entender cómo se puede esperar un desenlace feliz de esta situación que no parece tener salida.
 
Lo mismo podía haber pensado Iosef. Secuestrado y vendido como esclavo en tierra ajena y alejado de su familia y amigos. Para más, ahora pesa sobre él una condena de tiempo indefinido en prisión egipcia. ¿Qué “final feliz” puede preverse para éste pobre joven desterrado? En un momento confió en el ministro de copas, pero éste olvidó de interceder por él ante el Faraón. (Bereshit 40: 14 y 23).
 
Y ahí está, sólo y abandonado. Hasta que… de pronto…al Faraón se le ocurre nada más y nada menos que… soñar con vacas y espigas. Entonces, el rey lo manda a buscar a Iosef  en carácter de urgencia para interpretar sus sueños y muy de prisa lo sacan del calabozo.
 
Y como en un abrir y cerrar de párpados, todo comienza a girar aceleradamente como la perinola de Janucá, hacia un nuevo rumbo. Iosef es lavado y ataviado adecuadamente, de interpretador de sueños pasa a asesor real y en breve a virrey de la primera potencia mundial. En cuestión de minutos pasa de ser un esclavo y un ignorado recluido al pináculo del poder. Seguidamente encuentra su pareja y constituye su familia.
 
Los caminos de Hashem son misteriosos, no nos da aviso sobre sus planes, pero los concibe minuciosamente. Mientras corresponda atravesar el aprieto, lo hacemos en silencio y con fe. Entre tanto, Él prepara la salvación de manera sorprendente e inesperada. Nosotros no podemos, porque no estamos capacitados para ello, entender cómo se gesta la solución y cuándo llega el momento de hacerse realidad.
 
Es exactamente como la gestación de un hijo. La futura mamá, más allá de la alegría de ser madre, lleva adelante el embarazo con las complicaciones y dolencias típicas del mismo. Pero ninguna pensaría que sería mejor dar a luz unos meses antes, ya que se es consciente que es necesario nueve meses para que todo esté en orden.
 
Si queremos apurar los procesos y querer ver los resultados hoy, seguramente daremos a luz prematuramente. Con paciencia, permitiendo que cada proceso tome el tiempo que la Sabiduría Divina decretó, obtendremos frutos buenos y terminados.
 
Y así lo sintetiza el Midrash: “A las tinieblas, pone final y a todo, un término” (Job 28:3). Un tiempo preestableció Hashem cuántos años debe estar Iosef en la prisión. Al llegar el momento, soñó el Faraón.
 
No se si mi amigo se convenció. Yo, en todo caso, salí reconfortado de la charla y se lo quise transmitir.
 
SHABAT SHALOM

27 diciembre 2005

IeshivahNet: En el judaísmo ¿las relaciones íntimas son solo para concebir ? ¿Y el placer?

En el judaísmo ¿las relaciones íntimas son solo para concebir ? ¿Y el placer?
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Tuesday, 27 de December de 2005, 02:08
 

En el judaísmo ¿las relaciones íntimas son solo para concebir ? 
¿Y el placer?

por Rav Eliezer Shemtov
tomado de http://www.jai.com.uy/pregjabadplacer.htm

Uno de los fundamentos del judaísmo es que no hay nada fuera de la 
jurisdicción de D-os. Todo fue creado por El y está para servirLo. Aun 
aquellas cosas que uno hace en la privacidad de su casa pueden o no concordar 
con la voluntad Divina. La conexión con D-os no se realiza solamente en la 
sinagoga, sino también y principalmente en los actos de la vida cotidiana. 
Está en uno elegir invitarLo a D-os a sentirse cómodo en la vida personal de 
uno u optar por negarLe la entrada.

Así que uno puede conectarse con D-os por medio de su plato de comida como 
también en su relaciones íntimas.
"Por lo tanto el hombre deberá abandonar a su padre y a su madre y se juntará a su mujer y serán una sola carne" (Génesis 2:24)

Las relaciones íntimas ente el hombre y la mujer se pueden entender de varias maneras.

Hay quienes ven en las relaciones íntimas entre el hombre y la mujer algo impuro o 'animal'. Entienden que para lograr un nivel espiritual alto, es posible solo por medio de la abstención. Para quien no pueda aguantar la abstención, se 'tolera' las relaciones íntimas dentro del marco del matrimonio. 

Por el otro lado hay quienes ven en las relaciones íntimas algo 'natural', sin culpas y vergüenzas. Lo que se le ocurren a dos adultos hacer en su privacidad está OK.

¿Qué opina el judaísmo al respecto?

El judaísmo opina: Depende. Las relaciones íntimas entre el hombre y la mujer pueden expresar lo más elevado del hombre como lo más bajo. Depende de varias cosas.

La palabra hebrea por 'matrimonio' es Kidushin, o sea 'consagración'. El judaísmo ve en la relación correcta entre la pareja la expresión máxima de divinidad, santidad y de espiritualidad.

En el judaísmo es una obligación casarse y está prohibido mantener relaciones íntimas fuera del contexto de matrimonio.

Dentro del marco del matrimonio, las relaciones íntimas se permiten no solo con el objetivo de procrear. Es una obligación que el hombre tiene de satisfacer las necesidades de su esposa, independientemente de la procreación posible. Por ejemplo, aun cuando consideraciones de salud indiquen que haya que tomar medidas para prevenir el embarazo (solo están permitidas los métodos que utiliza la mujer), mantener relaciones íntimas para satisfacer a la esposa sigue siendo una Mitzvá (deber religioso) de la más alta prioridad.

Se entiende que la unión entre la pareja no es solo una condición física o emocional, sino una unión de almas en todos los niveles. Es un acto que tiene el objetivo de unir dos esencias. 

Pero ese nivel de unión no se logra así nomás.

Para que las relaciones íntimas adquieran una dimensión de santidad y de elevación espiritual tienen que realizarse de acuerdo a las normas que la Torá nos indica.

Las normas básicas son: 1) que se realicen exclusivamente dentro del marco del matrimonio; y 2) que las relaciones entre la pareja se realicen conforme a las leyes de 'Pureza Familiar', o las leyes de 'Mikve', absteniendo de contacto físico durante el período de la menstruación y durante una semana después y resumiendo las relaciones luego de la inmersión de la mujer en la Mikve; 3) que las relaciones íntimas respeten las normas de pudor delineadas en la Ley Judía.

La diferencia entre el hombre y el animal es que mientras el animal responde solamente a sus instintos y no los puede modificar ni controlar, el hombre es capaz de dominar a sus instintos y canalizarlos. El animal piensa solo en si mismo mientras que el hombre es capaz de pensar en lo que es correcto e incorrecto y en las necesidades y beneficios del prójimo. 

Pensar solo en el placer personal es un instinto y comportamiento animal. Preocuparse por asegurarle el placer a la pareja conforme a las normas establecidas por D-os es lo que transforma el acto en un acto sublime y de verdadero amor.

Así que en resumen podríamos decir que el judaísmo ve como objetivo prioritario la satisfacción y el placer dentro las relaciones íntimas de la pareja casada, siempre y cuando se realizan de acuerdo a las normas estipuladas por D-os que sirve para elevar al hombre a un nivel superior a los ángeles en lugar de bajarlo a un nivel inferior a los animales.

parashah: Parashát Mikéts, por Rav Daniel Oppenheimer: Entre hermanos

Parashát Mikéts, por Rav Daniel Oppenheimer: Entre hermanos
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Tuesday, 27 de December de 2005, 00:54
 
Parashát Mikéts
ENTRE HERMANOS...

por Rav Daniel Oppenheimer

Uno de los aspectos más relevantes de la vida actual es la explosión del avance de la tecnología. Hoy tenemos máquinas para todo. Y una de las cosas más interesantes es que los artefactos son cada vez más pequeños. Un pasa-casetes, que antes requería que se lo sostenga con ambas manos, ahora cabe en el bolsillo de la camisa, el teléfono que antes ocupaba un lugar importante en la mesa, hoy cabe en la palma de una mano y una calculadora cabe dentro de la billetera.
Por otro lado, los manuales de instrucción de los dispositivos que antes podían consistir en una sola hoja, hoy se convirtieron en compendios complejos de instrucciones. Lamentablemente nuestros hijos no nacen con un manual de instrucciones y, aun si así ocurriera, este contaría con muchos tomos que nunca llegaríamos a leer. De todos modos, hay un aspecto de la crianza que confunde a muchos padres más que cualquier otro: la rivalidad entre los hermanos.
 
“Dijo Rabba bar Majasia en nombre de R. Jama bar Guria en nombre de Rav: Una persona nunca debe tratar a un hijo en forma diferente que a los demás, pues por el peso de dos monedas adicionales que gastó nuestro patriarca Ia’acov (por la túnica de colores que adquirió para Iosef a diferencia de sus hermanos), estos lo envidiaron y esto condujo a que nuestros padres terminaran esclavizados en Egipto” (Talmud Shabbat 16sonrisa. Los Tosafot (comentaristas franceses y alemanes del Talmud de los siglos XII y XIII) explican que, dado que D”s ya había vaticinado a Avraham que sus descendientes serían siervos en tierra ajena, los judíos hubiesen estado esclavizados en Egipto de todos modos, pero, motivada por esta envidia, esa aflicción llegó a ser mayor de la que hubiese sido de otro modo.
 
El Dr. Meir Wikler (Partners with HaShem – Mesorah/Artscroll), trae en su libro cuatro valiosas reflexiones acerca de este tema basadas en esta sentencia de los Sabios, que quiero aportar a continuación. Sin embargo, antes de continuar es menester hacer saber que nosotros no tenemos analogía o aproximación a la vida espiritual de nuestros patriarcas y que cuando los Sabios hacen alusión a una falla en su conducta se refieren a una mínima hendidura en su carácter, que en nuestra conducta cotidiana de grandes altibajos, ni siquiera se hubiera percibido. No obstante, como veremos a continuación, no dejaron de hacernos saber esta cuestiones para ayudarnos a corregir nuestras conductas a partir del ejemplo de sus vidas íntegras y virtuosas.
 
Responsabilidad de los padres
En primer lugar, hace alusión a que si los Sabios nos dicen que Ia’acov tuvo ingerencia en la situación, es porque como padres debemos tener en cuenta que está en nuestras manos hacer algo al respecto. Cada uno de los hijos ocupa una posición distinta en la familia, que ellos no eligieron: alguno es el mayor, otro es el menor. El mayor tiene ciertos privilegios que no tienen los demás que aún no llegaron a su edad. El menor, por otro lado, goza de cierta condescendencia que suele ser desaprobada por sus hermanos mayores que se sienten molestos por las dispensas que se le otorga por ser el bebé. Los que suelen estar en una posición aun más complicada son los hijos del medio, o los llamados “hijos sándwich” (en familias numerosas, este título puede aplicarse a varios de los niños en distintas etapas de la vida). Siendo que no poseen las libertades de los mayores ni las franquicias de los menores, se sienten automáticamente relegados. Para que esto no ocurra, bien pueden los padres adelantarse a los hechos y hacerles sentir que, bajo ninguna circunstancia se los olvida a ellos. Dedicarle un tiempo especial y único a él, brindarle elogios por el esfuerzo que hace y felicitarlo por los logros aun si fuesen pequeños, encomendarle tareas para que se sienta importante y útil, son algunas de las posibilidades.
 
Consecuencias a largo plazo a causa de la rivalidad entre hermanos
El hecho que los Sabios expusieron una relación entre los sucesos acaecidos en el hogar de Ia’acov y la posterior esclavitud en Egipto, a pesar de tantos años que transcurrieron entre un incidente y el otro, nos hacen ver la repercusión que tienen nuestras acciones (que frecuentemente no estamos dispuestos a reconocer). En su actividad de terapeuta, el Dr. Wikler nos relata de una situación corriente: una señora adulta, con un cargo directivo (en este en una escuela), que guardaba una complicada relación con cierta maestra y que, después de varias sesiones, pudo remontarse a un vínculo mordazmente competitivo de su niñez entre sus hermanas y ella..
 
Universalidad de la rivalidad
“El problema de muchos, es medio consuelo” (Sefer HaJinuj 331) – en estas tierras se suele decir “consuelo de tontos”. Mientras los padres sospechen que la rivalidad entre sus hijos es una excepción y perciban vergüenza y frustración por la situación doméstica, casi seguro que este desengaño conduzca a que se sientan culpables y quieran forzar la situación, causando aun más dolor a los propios hijos. Conocer la generalidad de este fenómeno, permite a los padres tomar una actitud más objetiva y tranquila, ayudando así a sus hijos a encontrar una solución viable a sus “peleas”.
 
Tratar a los hermanos con justicia
“¡¿Por qué siempre me pedís a mí que lo haga y nunca se lo pedís a él?!” “¡¿Por qué a mi siempre me castigas y nunca a él?!” Estas quejas suelen ser comunes “en los mejores hogares”. Los niños no dejan de responsabilizar a sus padres tildándolos de injustos cuando se sienten que no “les tocan” las mismas ventajas que presumen que gozan los hermanos. Como padres nos preguntamos: ¿acaso no es eso lo que se nos enseña a partir de la historias de Iosef: la obligación de ser justos con nuestros hijos?
Sin duda. Los padres debemos ser justos con respecto a nuestros hijos. Sin embargo, esto no significa que podamos hacer que nuestros hijos sean iguales uno al otro. La diferencia de edad, capacidad, contexto, etc. hace que no se pueda tratar la circunstancia de uno del mismo modo que la del otro. Los Sabios no nos dijeron que tratemos a todos de modo uniforme, sino que le demos a todos la misma reflexión e importancia. Cuando es posible, se debe repartir los manjares de modo parejo. Lo cual no quita que cada uno de ellos piense que el otro recibió una porción más generosa. (Esto se puede resolver dándole a uno de ellos la oportunidad de cortar la torta en partes iguales y darle a los demás la posibilidad de elegir primero la porción que quieran...)
Sin embargo, cuando por alguna razón no es posible darles el mismo trato, los padres no deben sentirse culpables del tema y deben obrar de acuerdo a lo que la situación exige. Esto no quita que intenten hacer participar a los niños de los motivos que causan las diferencias y brindar las explicaciones pertinentes para bajar el nivel de ansiedad. Si los padres mantienen esta postura con aplomo, se les permitirá a los niños darse cuenta que “justo”, no necesariamente significa “igual”.
Sin embargo, existe un tema que es más dificultoso que el anterior. Se trata de las peleas entre los niños. Uno de ellos acude al papá o a la mamá exigiéndole que interceda o castigue a su hermano por alguna razón.
Los padres creen que es su obligación juzgar el diferendo que surgió entre los chicos y poner la casa en orden. El problema es que los padres no estuvieron cuando ocurrió la pelea y siempre ambos aluden a que “el otro la empezó”. Y aun si estuviesen presentes cuando sucedió la pelea, esto no significa que ellos supieran los sucesos anteriores que provocaron el incidente. (Tampoco ven lo que sucede debajo de la mesa...). Los niños (como los grandes) tienen códigos muy personales e íntimos por medio de los cuales se comunican y se saben ofender.
Digamos que los padres supusieran que sí tienen una idea clara de lo que aconteció, ¿podrían en ese caso arbitrar la discusión entre los hijos?
Seguramente que no. Los niños especulan en estos casos, para ver de qué manera los padres encararán la situación. Todos los niños desean ser amados por sus padres continuamente. Sin embargo, ellos no cuentan con un censo del “rating” que tienen a ojos de su padres. En situaciones en que por alguna razón ese amor podría cuestionarse (como por ejemplo, en caso que no le brindaran la suficiente atención, los niños pueden llegar a ponerse en una posición en la cual “obligan” a sus padres a demostrar que sí les importa los vaivenes de su vida. Cuando un padre decide en una situación de conflicto a favor de uno de los hijos y en contra del otro (a quien castiga), aun así el primero seguramente creerá que no fue favorecido lo suficiente mientras que el otro creerá que fue castigado arbitrariamente. A su vez, esto provoca que el primero repita el ejercicio del conflicto para lograr más atención de sus padres.
La respuesta, dice el libro “Zriá uBinián beJinuj” de R. Shlomó Wolbe shlit”a, consiste en permitir que los niños arreglen su situación por sí mismos (cita la opionión del Ros”h que dice: “no intervengas en una discusión que no te pertenece. Las partes terminarán arreglándose solas, mientras que tú saldrás con la disconformidad de ambas”). La “buena atención” de los padres deberá brindársele por otros medios para evitar que busquen ser notados por este medio negativo. (Esto también tiene sus límites y se aplica con niños que ya tienen cierta comprensión y no con bebés. A su vez, esto no libera a que los padres puedan o deban separar a las partes cuando hay agresión física o verbal, sin por eso decidir a favor de uno o de otro.)
Muchas veces los padres pueden estar tentados a tratar de indagar a partir de la conversación con sus hijos acerca de los “porqués” de la pelea. Sin embargo, estos debates no suelen conducir a buen puerto. Ningún niño querrá acusarse a si mismo, ni tampoco debiéramos incentivarlo a que lo haga (al estilo inquisitorio). Es muy posible que ni siquiera se acuerde exactamente de cómo se dio la situación de la riña. Más importante sería platicar con ellos acerca de cómo se puede evitar estas situaciones en el futuro, de cómo emplear mejor el tiempo (en lugar de pelearse), de si realmente queremos llevarnos bien como hermanos.
Lo más importante en todo esto, es el llamado de atención de los hijos hacia los padres en el sentido del interés que deben recibir de ellos por medios razonables y no desafiantes.
El Rav A. Twersky shlit”a (“Positive Parenting” Mesorah/Artscroll), subraya que el núcleo familiar es el primer microcosmo de la sociedad a la que ingresa el niño. En ese espacio, en donde se educa para el futuro, se encontrará con personas que ocupan distintos roles. Con ellos se relacionará en la manera más variada. En ese ambiente singular, coexisten simultáneamente la aproximación, los roces y la competencia entre las partes, intromisiones en zonas “particulares”, poder, status y modelos mejores y peores.
Cuando posteriormente las personas alegan que “se llevan mal con la familia, pero que afuera están bien”, tengo mis serias dudas. ¿No será que ese “llevarse bien con gente de afuera” se trate de vínculos superficiales y efímeros? El manejarse bien con la familia inmediata, va mucho más lejos que simplemente “portate bien con tu hermano”. Es la base del futuro matrimonio en el cual la durabilidad del afecto y del compromiso es un ingrediente esencial. Es el Shalom Bayit, la paz hogareña que se debe construir con mucho esmero y amor.

parashah: Parashát Mikéts, por Rav Daniel Oppenheimer: En la época de las vacas flacas

Parashát Mikéts, por Rav Daniel Oppenheimer: En la época de las vacas flacas
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Tuesday, 27 de December de 2005, 00:52
 
Parashát Mikéts
EN LA EPOCA DE LAS VACAS FLACAS
por Rav Daniel Oppenheimer

“La mano nunca vino tan dura...” - comenta mi amigo a un pariente que acaba de llegar del exterior. “Esta vez, las cosas andan mal de verdad...” - dice otro que participa de la conversación…
Y, como siempre, no están muy lejos de la realidad que acompaña a muchos de los argentinos de hoy. No son pocos los que viven en departamentos, manejan autos y lucen ropa que pudieron adquirir en tiempos mejores. Los días del “¡déme dos!”, de una casa en la Capital y otra en el country, de las vacaciones por tres meses y de los viajes al exterior, son cosa del pasado para muchos que debieron ajustar sus gastos a las entradas que menguaron considerablemente, o peor...

Rodeados de souvenirs de un “glorioso pasado” un tanto más cómodo que el estado actual, estos recuerdos aportan al dolor y a la angustia por no poder mantener el nivel de vida y el confort de antes. Acostumbrados a pensar que las cosas jamás habrían de ir tan mal, nos encontramos con el doble desafío: la carencia de lo acostumbrado y la falta de preparación para poder vivir más ajustados. Si sumamos a esta situación el hecho de que nuestra sociedad castiga al no exitoso por su fracaso, marginándolo y alejándolo de sus antiguas amistades (por si acaso que dé “yeta” y se contagien), el sufrimiento se multiplica, convirtiéndose en un duelo interminable por la incertidumbre (porque nunca se sabe si ya se “tocó fondo”, o si la cosa va para peor). “No hay nada nuevo bajo el sol” reza Kohelet (Eclesiastés), y esta triste situación no es una excepción a aquella regla. También en Egipto, tal como interpretó Iosef el sueño del Faraón de siete vacas gordas y siete flacas y, luego, de siete espigas sanas y otras siete raquíticas en la lectura de esta semana, hubieron siete años de abundancia, seguidos de los años de escasez y hambruna.

¿Qué nos cuenta la Torá al respecto? Nos dice que apenas comenzaron los siete años de penuria, quedó olvidada totalmente la riqueza de la cual habían gozado pocos días antes.
“Y el hambre fue sobre toda la faz (lit.‘la cara’) de la tierra”. “La cara” - se refiere a los adinerados (Rash”i) -aquellos (“ricos y famosos”, cuya cara todos conocen, o quieren conocer...) de quienes nunca se creyó que llegarían a tal situación de mendicidad. (Es decir: pobres los hubo siempre, pero algunos suponían que la pobreza era “cosa de otros”..., que ellos estarían más allá de eso...). También es posible que los que habían estado bien, no tomaron conciencia del hecho que realmente eran afortunados, porque siempre optaban por mirar a otros que poseían más fortuna que ellos. Sin embargo, al momento de caer, se dieron cuenta de lo que habían tenido - y ahora ya no.

Lo cual nos lleva al tema de Janucá. Quien lee los textos, se verá un tanto mareado por la aparente contradicción en los rezos. En el “Al HaNissim” que se agrega en la Amidá y en Bircat HaMazón, se hace referencia a los milagros que concedió D”s en las guerras que libraron los Jashmonaím, que eran numéricamente inferiores a los griegos de Antioquía contra quienes lucharon. Por otro lado, en el Talmud se menciona que la fiesta de Janucá se celebra porque, al querer volver a inaugurar el servicio del Bet HaMikdash, se encontraron con tan sólo un frasco de aceite puro y apto para el encendido de la Menorá (sagrado candelabro) que alcanzaba para un solo día. Sin embargo, este óleo duró por ocho días hasta que pudieron preparar aceite nuevo. ¿Cuál fue, entonces, el milagro? - ¿la guerra desigual que ganaron, o el aceite maravilloso?
El Maharal de Praga (Jidushé Agadot - Shabbat 21.) responde que el milagro verdadero fue la victoria sobre fuerzas dispares. No obstante, dado que habrían personas que, al no estar preparados a reconocer la Mano de D”s, no apreciarían la Providencia Di-vina en la victoria, D”s hizo que ocurra el milagro adicional y sobrenatural del aceite. Lo cual nos debería llevar a una reflexión. ¿No será que nosotros tampoco estamos sincronizados a ver la Mano de D”s en nuestro sustento? ¿Sería posible suponer que, por darle exagerada importancia a nuestras pretensiones materiales, olvidemos reconocer y agradecer todo lo demás, de lo cual, a D”s gracias, “no hay de qué quejarse”?

Ese sería, entonces, el motivo y objetivo de recitar Hallel (cántico de alabanzas) en Janucá: aprender a agradecer aun por las cosas que suponemos que son “naturales” y no demuestran Intervención Di-vina obvia.
En el Talmud (Tratado Nidá 31.) encontramos que R. Iosef refiere al versículo: “Agradezco D”s que Te has enojado conmigo” (Ieshaiahu 12) la siguiente historia: Dos comerciantes partían hacia sus negocios. Uno de ellos se clavó con un cardo y se vio impedido de viajar, por lo cual, maldijo su situación. A los pocos días se enteró que su barco había naufragado. En aquel momento, comenzó a agradecer por su salvación... es lo que dijo R. Eleazar... “aun quien fue objeto de un milagro, no lo reconoce...”.
La lección que nos deja este párrafo del Talmud es: más que estar ocupados continuamente con lo que creemos que nos falta, bien haríamos en ver y reflexionar todo lo bonito y grato que D”s nos otorgó - que no es poco - aun cuando nos pareciera que “todo está mal” y “peor no podría ser”.

¿Vergüenza porque los negocios van mal? ¿Porque uno no tiene el status que poseía antes...?
¡Sr. lector!: ¡Sépalo! Vergüenza debería tener aquel cuya conducta con el Todopoderoso o con sus semejantes es inmoral. Sin embargo, la humillación por lo que no se posee está totalmente fuera de lugar en el judaísmo. ¿Acaso no creemos que “D”s da y D”s lleva” (I’yov) y que no está en nuestras manos el perpetuar los bienes para que estén eternamente a nuestra disposición?

En la lectura adicional (Haftará) de Janucá que surge del profeta Zejariahu, leemos acerca del significado de la Menorá. “No por esfuerzo ni con el poder, sino por Mi espíritu’ - dice el Se-ñor de las Hues-tes”. Otros pueden creer que el valor del ser humano reside en su capacidad por generar dinero. El profeta afirma lo contrario. Ni el poder, ni las posesiones. Esas vienen y van de acuerdo a lo que D”s dispone (y nos prueba). ¡Si sólo fuésemos lo suficientemente éticos para utilizar correctamente lo que nos brinda!

En el judaísmo, el valor del ser humano nunca estuvo indexado a lo que había en su bolsillo.
¿Qué es, entonces, lo que sí nos hace valer como personas? Es el espíritu de D”s, si lo nutrimos en nuestras almas. En ese punto somos todos iguales. Todos tenemos acceso al alma pura que D”s nos obsequió. Ahora, antes que Ud. piense que la espiritualidad a la que hacemos referencia sea algún curso de meditación oriental, un viaje exótico a las montañas del Himalaya, la soledad del encierro en un lugar remoto haciendo votos de silencio o el juego “cabalístico” de una numerología misteriosa - sepa que no es así (por lo menos, en la Torá).

La verdadera espiritualidad radica en el cumplimiento minucioso y concienzudo de cada uno de nuestros deberes como judíos
. “Las necesidades materiales del otro, son mis necesidades espirituales”, decía un Sabio de la escuela del Mussar (introspección moral). Colocarse diariamente el Tefilín, ayudar a un niño a hacer su tarea escolar, encontrar trabajo o un préstamo para una persona que lo necesita e invitar huéspedes para Shabbat, serían algunos ejemplos de verdadera espiritualidad.
Tristemente, dada la ignorancia generalizada de un sector muy vasto de judíos, los “cursos de cábala” proliferaron haciendo creer a la gente que están estudiando escritos “profundos”, cuando ni siquiera conocen las propias bases del judaísmo.

Ahora bien, es verdad que existe una mística profunda en la Torá. Sin embargo, a ella accedieron históricamente, solo aquellas personas que en su vida cotidiana obedecieron toda la Torá y quienes, en su estudio de la Torá, habían cubierto todos los aspectos “abiertos” (Niglé) del Talmud. Al haber alcanzado ese nivel de conocimiento y pureza moral, sumaron el estudio de la mística a su profundo vínculo con D”s. Esto no tiene nada que ver con los cursos de “cábala” que se ofrecen hoy, que difícilmente se podrían denominar “judíos”, por hecho en si, que no ven en el cumplimiento práctico de las Mitzvot el eje central del judaísmo.

Volviendo a nuestras vacas flacas. Es muy probable que Ud., querido lector, conozca en su círculo a personas que sufren por la pérdida de su fuente de ingresos. Es muy factible, incluso, que esa gente esté mal con su familia o que se sienta deprimida. ¡Déle una mano! Si puede, discretamente, a nivel material. Si no fuese posible, déle ánimo y hágale sentir que tiene tanto para aportar como persona... Y no se olvide: las velas de Janucá nos enseñan que aun en las cosas que no aparece evidente, la Mano de D”s que nos cuida está siempre presente y que debemos agradecer por todo lo que sí hay.

parashah: Parashát Mikets, por Rav Pynchas Brener: Comportamiento de Reuvén y Yehudá

Parashát Mikets, por Rav Pynchas Brener: Comportamiento de Reuvén y Yehudá
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Tuesday, 27 de December de 2005, 00:46
 Mikets – Comportamiento de Reuvén y Yehudá
por Rav Pynchas Brener
31/12/2005
 
La relación entre Yosef y sus hermanos es el pivote sobre el cual gira la narración de estos capítulos que forman una unidad con los capítulos anteriores y los posteriores. La narrativa es fundamental porque nos encontramos en los albores de la conformación de la nación hebrea que se origina en el escenario familiar de la casa del tercer patriarca Yaacov. No hay duda que el primer patriarca Avraham fue el gran iconoclasta que trazó una nueva ruta para su descendencia por intermedio de su fe en la existencia de un Creador único del universo. Por otro lado, el segundo patriarca Yitsjak fue el eslabón que dio continuidad a este proyecto espiritual, no obstante que tuvo un desempeño menor al de los otros patriarcas. Sin embargo, el hecho de que nunca abandonó la Tierra Prometida destacó la importancia crucial que esta tierra tendrá para el desarrollo del pueblo judío. A diferencia de su padre y descendientes, Yitsjak tuvo una sola esposa quien aseguró la continuidad del mensaje a través de Yaacov, el menor de sus mellizos. Pero quien coloca las bases para la creación de un naciente pueblo es el tercer patriarca Yaacov. Los celos y la rivalidad inicial entre los hermanos, finalmente dan curso al entendimiento y al reconocimiento de la causa común que es el bienestar del colectivo, la descendencia del patriarca.
Si apartamos por un momento la personalidad de Yosef quien se encontraba en la corte egipcia, la rivalidad dentro del seno de los hermanos se manifestó a través de Reuvén el primogénito de los hermanos y Yehudá, el hijo número cuatro que demostró cualidades excepcionales de liderazgo.
Yonah Bar Maoz contrasta las características de estos dos hermanos y sugiere cuáles son sus fortalezas y debilidades. Recordamos que el conflicto entre los hermanos se manifestó de manera hostil y antagónica cuando Yosef los encuentra en Dotán, lugar hacia donde habían acudido en búsqueda de pasto para sus rebaños. Pensaron tal vez que los perseguía para poder contarle al padre sus infidelidades y desaciertos que cometían porque desconocían que Yosef estaba siguiendo las instrucciones del padre. Su reacción se torna agresiva ante la presencia de Yosef y deciden acabar, una vez por todas, con las impertinencias del joven. Su decisión es matarlo. En ese momento crucial interviene Reuvén con el argumento que era preferible arrojarlo a un pozo para que la naturaleza se encargue de su muerte y se evite así que los hermanos tengan que manchar sus manos con sangre.
No hay duda que los sueños de grandeza de Yosef tenían como blanco específico a Reuvén. Por su condición de primogénito debería ser el líder natural de los hermanos, posición que Yosef ahora deseaba asumir. La Torá menciona que la intención de Reuvén había sido la de rescatar a Yosef del pozo y enviarlo al hogar paternal para protegerlo de la ira ilimitada de los hermanos, aunque su muerte hubiera eliminado al retador de su liderazgo. De esta manera, Reuvén se muestra como una persona responsable por la integridad física de Yosef. Puede ser que esa era una manera de congraciarse con el padre por el pecado que había cometido con Bilhá, una de las concubinas de Yaacov.
La idea de la “venta” de Yosef proviene más bien del cuarto hermano Yehudá, quien en una hábil demostración de táctica, permite que su sugerencia dé expresión a la furia de los hermanos, pero al mismo tiempo salva a Yosef de una muerte segura. Sin embargo, la esclavitud no constituía una garantía de vida, al contrario lo más probable era que la muerte fuese el destino final.
Cuando Yosef insiste que Binyamín se haga presente en la próxima visita para la compra de alimentos, Reuvén no logra convencer al padre, incluso cuando ofrece la vida de sus propios hijos como garantes. En cambio Yehudá presenta un argumento que obtuvo el consentimiento del anciano padre. Yehudá argumenta que será personalmente responsable por la integridad física de Binyamín porque su presencia permitirá que la familia continúe con vida y no sucumba frente a la hambruna. En este sentido, se ofrece como esclavo cuando Yosef insiste que su hermano menor debe ser encarcelado por hurtar su copa, elemento utilizado en aquellos tiempos para el encanto y la adivinación. Yehudá demostró arrojo y valentía en la presencia de Yosef que todavía no había revelado su identidad. Osadía que podría costarle la vida. Porque era muy posible que Yosef utilizase esta circunstancia para vengarse de sus hermanos por el vil trato que había sufrido de sus manos. El drama puede ser visto desde diferentes puntos de vista, pero sin embargo, se puede observar como se agiganta la figura de Yehudá.
El paréntesis dramático con la historia de Yehudá y Tamar sirve para ilustrar la fortaleza del carácter este hermano que asume la responsabilidad por su conducta en un momento cuando podía haber ocultado su dudosa actuación. Reconoce que es el padre de la criatura que está en las entrañas de Tamar quien no debía haber tenido relaciones con otro hombre porque estaba destinada a ser la mujer del hermano menor de su difunto esposo.
Aunque Yehudá sobresale, Reuvén no es desechado. Por un lado, Yaacov afirmará “Lo yasur shévet miYehudá”, “el mando no se apartará de Yehudá”, pero también se expresará con “Yejí Reuvén veal yamut” que según los exégetas debe interpretarse como “Yejí Reuvén”, “Reuvén vivirá en este mundo”; “Veal yamut” “Y no morirá en el mundo por venir”. “Vivirá” por salvar a Yosef, y “no morirá” por el pecado con Bilhá.