28 diciembre 2005

parashah: Parashát Mikéts, por Rav Menajem Abdeljak: Una historia con final feliz

Parashát Mikéts, por Rav Menajem Abdeljak: Una historia con final feliz
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Wednesday, 28 de December de 2005, 08:42
 
Parashát Mikéts
Una historia con final feliz

por Rav Menajem Abdeljak

No hace mucho, conversando con alguien que me manifestaba sus dificultades, me comentó: Si yo supiese que esto es momentáneo, no me preocupa tanto. El tema es ¿esto terminará alguna vez?, parece que no, aparentemente sufriré siempre.
 
Seguramente creyó haberme puesto en jaque. Y claro, porque en realidad lo que más cuesta de los problemas es creer que “no termina más”, pensar que la angustia será eterna. Nadie tiene reparo en soportar por un tiempo determinado si tan sólo sabe cuando comienza y cuándo termina.
 
¿Usted que cree? ¿Mi amigo terminará de sufrir alguna vez? Veremos…
 
Imagine la siguiente escena. Un hombre justo, honesto y temeroso de Hashem. De esos que todos estamos de acuerdo que merecen lo mejor. Y efectivamente, le va muy bien. Siete hijos y tres hijas. Siete mil cabezas ovinas, tres mil camellos, mil vacunos, quinientas mulas y una cuantiosa producción agraria. No le falta nada.
 
Hasta que un día… Lo pierde todo. Hijos, ganados, campos, todo. En cuestión de horas. Y para colmo de males, al poco tiempo, enferma de lepra. Parece salido de una película dramática. Pero no, le estoy hablando del famoso Iyob (Job).
 
Iyob tenía tres amigos. Y no lo abandonan en su tragedia, sino que vienen con intención de confortarlo. Sin embargo, el dolor es tal, que no pueden abrir la boca. Luego de un largo silencio de siete días, es él mismo quien comienza la charla, maldiciendo el día en que nació.
 
Recién en ese momento comienzan a intentar consolarlo. Desde aquí, contamos en el Tanaj treinta y cuatro capítulos de conversación entre ellos, más cinco entre Hashem e Iyob.
                                                                                                
Nuestros sabios no llegaron a la unanimidad acerca de si Iyob realmente existió o es una parábola escrita por Moshé Rabenu. De cualquier modo, la única función de este libro, de los veinticuatro que componen la Torá escrita, es enseñarnos a comprender, descifrar y llevar adelante de manera correcta, los retos de a vida.
 
Entre tantas entendidas palabras encontramos la siguiente frase: “A las tinieblas, pone final y a todo, un término” (28:3). La oscuridad tiene final feliz. Es cuestión de creer y esperar con paciencia.
 
Si, pero mi interlocutor no se satisfizo con esta respuesta. Él quería entender cómo. Necesitaba entender cómo se puede esperar un desenlace feliz de esta situación que no parece tener salida.
 
Lo mismo podía haber pensado Iosef. Secuestrado y vendido como esclavo en tierra ajena y alejado de su familia y amigos. Para más, ahora pesa sobre él una condena de tiempo indefinido en prisión egipcia. ¿Qué “final feliz” puede preverse para éste pobre joven desterrado? En un momento confió en el ministro de copas, pero éste olvidó de interceder por él ante el Faraón. (Bereshit 40: 14 y 23).
 
Y ahí está, sólo y abandonado. Hasta que… de pronto…al Faraón se le ocurre nada más y nada menos que… soñar con vacas y espigas. Entonces, el rey lo manda a buscar a Iosef  en carácter de urgencia para interpretar sus sueños y muy de prisa lo sacan del calabozo.
 
Y como en un abrir y cerrar de párpados, todo comienza a girar aceleradamente como la perinola de Janucá, hacia un nuevo rumbo. Iosef es lavado y ataviado adecuadamente, de interpretador de sueños pasa a asesor real y en breve a virrey de la primera potencia mundial. En cuestión de minutos pasa de ser un esclavo y un ignorado recluido al pináculo del poder. Seguidamente encuentra su pareja y constituye su familia.
 
Los caminos de Hashem son misteriosos, no nos da aviso sobre sus planes, pero los concibe minuciosamente. Mientras corresponda atravesar el aprieto, lo hacemos en silencio y con fe. Entre tanto, Él prepara la salvación de manera sorprendente e inesperada. Nosotros no podemos, porque no estamos capacitados para ello, entender cómo se gesta la solución y cuándo llega el momento de hacerse realidad.
 
Es exactamente como la gestación de un hijo. La futura mamá, más allá de la alegría de ser madre, lleva adelante el embarazo con las complicaciones y dolencias típicas del mismo. Pero ninguna pensaría que sería mejor dar a luz unos meses antes, ya que se es consciente que es necesario nueve meses para que todo esté en orden.
 
Si queremos apurar los procesos y querer ver los resultados hoy, seguramente daremos a luz prematuramente. Con paciencia, permitiendo que cada proceso tome el tiempo que la Sabiduría Divina decretó, obtendremos frutos buenos y terminados.
 
Y así lo sintetiza el Midrash: “A las tinieblas, pone final y a todo, un término” (Job 28:3). Un tiempo preestableció Hashem cuántos años debe estar Iosef en la prisión. Al llegar el momento, soñó el Faraón.
 
No se si mi amigo se convenció. Yo, en todo caso, salí reconfortado de la charla y se lo quise transmitir.
 
SHABAT SHALOM

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