13 enero 2006

parashah: Parashát Vaiejí, por Abraham Leib Berenstein: ¿Que deseo le pedirias a Hashem?

Parashát Vaiejí, por Abraham Leib Berenstein: ¿Que deseo le pedirias a Hashem?
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 12 de January de 2006, 23:46
 
PARASHA VAIEJI
¿Que deseo le pedirias a Hashem?

por Abraham Leib Berenstein

En esta parasha vemos como Iaacov bendice a todos sus hijos antes de morir.
Aunque como dice Rashi, uno de los comentaristas, Iaacov no murio.
Claro que es un tema largo pero entre varias de las explicaciones, la mas
facil de comprender es el legado que dejo en cada una de las doce tribus de
Israel, que como se sabe cuando la persona deja hijos, nietos, etc que
continuan su camino, la persona sigue presente,tanto en este mundo, como en
el mundo venidero.
Antes de morir Iaacov reune a los hijos para darles una bendicion a cada
uno. Entre ellos estan Isajar y Zebulun que como se sabe eran socios.
Zebulun trabaja e Isajar estudiaba Tora y no solo eran socios en este mundo
sino tambien en el mundo venidero.
Zebulun recibe la bendicion de Iaacov para que tenga exito en su comercio e
Isajar para su estudio de Tora.
Mas adelante Moshe Rabeinu tambien les da una braja y les dice "Alegrate,
Zebulun en tu salida e Isajar en tus tiendas" (devarim 33,18). La simple
explicacion es que Zebulun tenga exito en su salida al mar ya que comerciaba
en los mares e Isajar en sus tiendas de estudio, o sea en el Beis Amidrash.
Sin embargo el Rab Eliahu Lopian z"l explica que Zebulun tiene de que
alegrarse en su salida de este mundo, por que? Porque Isajar esta estudiando
Tora. Cuando se vaya de este mundo no tiene que preocuparse que lugar tendra en el mundo venidero, sino alegrarse de su lugar en el Gan Eden, ya que Isajar estudia Tora, y Zebulun fue el que hizo posible que estudie Tora.

Dicen los sabios que la vida pasa como una sombra, pero no como la sombra de una pared solida, ni como la sombra de un arbol, sino como la sombra de un ave pasajera, que viene y se va.
Todos sabemos que no viviremos para siempre. Sabemos que sin lugar a dudas
algun dia nos vamos a morir, pero actuamos de acuerdo a eso o no?
Nuestros patriarcas siempre eran conscientes del hecho de que eran pasajeros
en este mundo, tratando de usarlo como un medio y no como un fin.
Antes de los tiempos de Abraham todas las personas eran parecidas y
permanecian jovenes hasta su muerte.
Abraham le pidio a Hashem que le diera seniales de vejez, para que cuando un padre y un hijo entraran a un lugar, sepan a quien respetar.
Hashem dijo, pediste algo bueno comenzare contigo.
Antes de los tiempos de Itzjak la gente no sufria dolor. Itzjak le dijo a
Hashem que si la persona se moria sin dolores se le aplicara la severidad de
la sentencia celestial, ya que el dolor en este mundo expia y exime a la
personas de sufrimientos en el mundo venidero. Hashem se lo concedio y de
este forma Itzjak enceguecio antes de su muerte.
Iaacov pidio por enfermedad. Dijo, si un hombre muere repentinamente no
podra dar instrucciones a sus hijos con anticipacion para resolver los
asuntos, y Hashem le concedio el deseo.
Hasta los tiempos del Rey Jizkiahu nadie se recuperaba de una enfermedad
fatal. Jizkiahu le dijo a Hashem, si un hombre permanece saludable hasta su
muerte olvidara su teshuva(arrepentimiento). Pero si alguien esta enfermo
hara teshuva con la esperanza de recuperarse.
Hashem le dio la razon y el Rey Jiszkiahu estuvo muy enfermo hasta que se
recupero.

SI UNO PODRIA PEDIR UN DESEO CUAL SERIA?

Juventud, mas plata, felicidad, un auto mas grande, ser campeon de tenis,
ver el mundial, una casa con mas cuartos, viajar, etc.
Sin embargo el Midrash nos dice que todos nuestros patriarcas pidieron lo
contrario: verse viejos, sufrir, enfermarse, etc.
Por que?
La respuesta es que nosotros le damos mas importancia a este mundo y a todo
el bienestar que podamos tener. Sin embargo nuestros patriarcas eran muy
conscientes de que el objetivo es el mundo venidero. Todo lo que pidieron
era lo mejor para el crecimiento espiritual de ellos, para la elevacion de
sus almas, que solo en este mundo se puede lograr.

Eso no quiere decir que uno tiene que sufrir y pasarla mal, ya que la Tora
es un  manual de como la persona puede aprovechar al maximo este mundo,
enseniandonos lo que es realmente bueno tanto para el cuerpo como para el
alma,  sabiendo que lo principal es como dicen los sabios: "este mundo es un
pasillo donde nos preparamos para entrar al palacio" real.


SHABAT SHALOM

parashah: Re: Parashát Vaiejí, por Rav Daniel Oppenheimer: Viejos son los trapos (II)

Re: Parashát Vaiejí, por Rav Daniel Oppenheimer: Viejos son los trapos (II)
de Jose Zuccoli - Thursday, 12 de January de 2006, 22:54
 

Muy bonito relato sobre la educacion que debemos dar a nuestros hijos. Gracias


12 enero 2006

parashah: Parashát Vaiejí, por Rav Daniel Oppenheimer: ¿Estará vivo mi padre?

Parashát Vaiejí, por Rav Daniel Oppenheimer: ¿Estará vivo mi padre?
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 12 de January de 2006, 02:43
 Parashát Vaiejí
¿Estará vivo mi padre?


por Rav Daniel Oppenheimer

El pequeño Matitiahu, estudiaba en una escuela primaria judía de Brooklyn. “Estudiaba” es un decir, pues la mayoría del tiempo, su mente estaba vagando por donde sus pensamientos lo llevaran. Su nombre era Matthew (en la escuela lo llamaban Matitiahu), y quien lo envió a ese colegio era la abuela, que se preocupó para que tuviera una enseñanza judía. Su madre se había vuelto a casar después de divorciarse del padre de Matitiahu, cuando el niño tenía apenas cinco años. Nunca volvió a ver a su padre, quien tampoco se preocupó en que eso ocurriera. La relación de Matitiahu con su padrastro no era buena, y su asistencia a la escuela era apenas un respiro del drama que vivía en casa.
Tenía poca relación con sus compañeros y se ubicaba retraído y apocado en el fondo del aula
. El maestro, Rabino Silver, intentaba levantarle el ánimo e integrarlo a la clase formulándole preguntas que lo interesaran en el estudio, pero Matitiahu se mantenía aislado de la sociedad escolar.
Los días viernes, el maestro solía relatar y explicar algunos párrafos de la porción semanal de la Torá, y en el transcurso de la lección, solía cuestionar a los alumnos para que aporten con sus ideas y enriquecer así el dictado de la clase.
Aquel día estaba narrando la historia de la Parshá Vaigash, que trata de la reunión de Iosef y los hermanos después de más de dos décadas de separación. El maestro describió el crítico momento en el que apareció la copa de Iosef en el bolso de Biniamín, el menor de los hermanos, lo que llevó a que se acusara a Biniamín de ladrón. Ante esa situación Iehudá hizo una larga y detallada argumentación ante el Virrey - que en realidad era el propio hermano Iosef – obviamente sin que sepan que se trataba de su propio hermano a quien le estaban hablando. Iehudá, garante de Biniamín, pidió, rogó, suplicó – y hasta amenazó al Virrey. En su alegato, la defensa de Biniamín y el pedido de dispensa – permitiendo que Iehudá quedara como esclavo en lugar de Biniamín - se centraba en el dolor y la angustia que el padre Iaacov sentiría de no volver a ver a Biniamín con sus hermanos. Iaacov literalmente moriría si Biniamín quedase demorado en Egipto. A esa altura de los acontecimientos, Iosef hizo salir a todos sus guardaespaldas y al estar solo con sus hermanos, se dio a conocer. Llorando exclamó a sus hermanos: “¡Yo soy Iosef! ¿está vivo mi padre?” – y sus hermanos quedaron atónitos
. Los alumnos estaban absortos, escuchando el relato del maestro. El Rabino Silver interrumpió el relato, y preguntó
: “Hay algo que no se entiende en este relato. ¿Porqué Iosef preguntó acerca del padre? ¡¿Acaso el manifiesto de Iehudá no estaba fundamentado en el dolor que se provocaría al padre, quien esperaba ansiosamente el retorno de Biniamin?! ¡¿Cómo podía dudar si el padre aún estaba en vida?!
Toda la clase quedó en silencio pensando la pregunta que había formulado el maestro. El Rabino Silver observaba la clase, mientras los alumnos reflexionaban. De repente observó que Matitiahu había levantado su mano para responder. Curioso, el maestro lo invitó a compartir su intuición.
“La pregunta de Iosef no era sobre si el padre estaba vivo. Iosef preguntó si “MI padre está aún vivo”. Iosef quería saber si el padre era aún SU padre y se preocupaba por él. Después de tantos años de separación - ¿me sigue considerando su hijo? ¿le sigue importando mi vida?”.
El Rabino Silver tuvo que secarse las lágrimas que le asomaban al escuchar la respuesta de Matitiahu. Comprendió lo que para los alumnos del aula era aún difícil de entender. Matitiahu no estaba respondiendo únicamente por Iosef, sino por aquel niño que estaba sentado solitario el fondo del aula. Hablaba de sí mismo...
(extraído del libro “Around the Maggid´s table”, del Rav Paysach Krohn)

La bendición de un padre
El Dr. Netanel Breningstall, muy reconocido por su trayectoria en el campo de la neurología pediátrica, era un asiduo conferencista en congresos internacionales que se llevaban a cabo anualmente en distintos países.
En 1987, el Congreso Internacional que trata la Epilepsia, se realizó en Ierushalaim, y el Dr. Breningstall asistió como de costumbre. Siendo una persona observante, lucía su Kipá con orgullo, y era respetado por su integridad y conocimiento, aun por quienes no profesan la religión judía. Las reuniones anuales siempre eran concurridas por personas de la carrera, que vestían y se mostraban de modo profesional clásico.
Así que el Dr. Breningstall se extrañó cuando vio que entre el público había sentada una persona con atuendo típico de Ierushalaim. Después de la conferencia, el Dr. Breningstall se le acercó y le preguntó si era médico.
“No. Tengo una hija que sufre de Epilepsia, y vine aquí del mismo modo en que asisto a cada lugar en el que me puedo informar acerca de los adelantos que hay en el tratamiento de la enfermedad, para poder atender mejor a mi niña”.
El Dr. Breningstall quedó impresionado por la seriedad y dedicación de este padre, y ambos entablaron amistad y se volvieron a ver varias veces en el transcurso del congreso. El último día de las sesiones fue un viernes y el nuevo amigo del Dr. Breningstall le preguntó dónde iba a pasar el Shabbat.
“La verdad es que no había planificado nada. Me iba a quedar en el hotel” – respondió el galeno
. “Si Ud. nos quiere dar el honor de comer con nosotros, va a pasar un Shabbat inolvidable” – lo invitó el asistente Ierushalmi (jerosolimitano).
Acordaron encontrarse en cierta sinagoga a la noche después de Arvit. Camino a casa después de rezar, el Ierushalmi le dijo al Dr. Breningstall: “En nuestra casa todo transcurre normalmente. Todas nuestras cinco hijas participan de todo y no creo que va a poder distinguir cual de ellas es la que está afectada por la enfermedad”.
“Veremos” – respondió el Dr. Breningstall.
Llegaron a casa, cantaron, e hicieron todo lo que corresponde en una mesa de Shabbat. El padre bendijo a sus hijas, recitó el Kidush, se lavaron las manos para el pan. Las hijas ayudaron a servir la comida y levantar los platos y dijeron lo que habían aprendido en la escuela sobre la Parshá de la semana.
En cierto momento, cuando las niñas no estaban prestando atención, el papá le hizo una seña al médico para ver si intuía quien era la hija aquejada por el mal. Con mucha discreción, el médico señaló a una de ellas.
El padre estuvo sorprendido. ¡¿Cómo lo había descubierto?!
“Cuando Ud. le dio la Brajá (bendición) a sus hijas, con ella demoró y se concentró más que con las demás...”

(extraído del libro “Reflections of the Maggid”, del Rav Paysach Krohn)

Desde estas páginas hemos tratado de llegar a los lectores en muchas ocasiones con una opinión acerca de temas vinculados a la educación de los niños, armonía matrimonial y conductas de relación interpersonal, basadas en la lectura de autores respaldados por conocimiento de Torá y de su aplicación en las distintas circunstancias de la vida.

El tema que nos convoca hoy es sin duda polémico, y no lo estaría barajando si no fuera porque observé un desconocimiento generalizado en el área y por contar también en este caso con el soporte intelectual de quienes entienden en la cuestión desde un ángulo consustanciado con la Torá. Son los “niños especiales”, quienes por las circunstancias de la vida requieren una atención personal, específica e individual.

Ante todo, quiero aclarar que verdaderamente la Torá posee las respuestas a todas las cuestiones de la vida. Si supiéramos buscar en la Torá en los lugares adecuados, y con nuestro corazón sensible a las necesidades particulares de los niños, encontraríamos las respuestas a muchas de las insuficiencias que pueden padecer. Por axioma, los judíos sabemos que la Torá es completa y que nada necesario para la vida puede faltar en ella. El estudio de la sicología no nació con Freud, por lo que existe una sabiduría propia de la Torá en todo lo que respecta a las fuerzas internas y encubiertas del alma del ser humano, en sus actitudes y tendencias.

Al contraer matrimonio, todas las parejas desean recibir la bendición de D”s: poder tener hijos y educarlos. D”s determinó que deben existir niños y grandes con menesteres distintos y exclusivos, y los proveyó, en casi todos los casos, de padres especiales que tengan la fuerza para dedicarse a estos niños. ¿Es una vergüenza que esto suceda? No, si uno lo considera como una condición concedida por D”s.

Lo que seguramente no deberán hacer los padres es permitirse caer en un facilismo, por medio del cual disimular o eludir su responsabilidad (“Ya se va a enderezar solo”). El amor genuino requiere honestidad, no encubrimiento.
¿Por qué es importante no dejar pasar las cosas?
Pues lo que no se resuelve activa y conscientemente, cuando los niños son aún pequeños, en la mayoría de los casos vuelve a surgir en la vida de adulto con características agravadas. A diferencia de lo que muchos creen, gente “normal” también requiere asistencia. La tendencia a estigmatizar a quien acude en búsqueda de ayuda, o sentirse que uno sería mal mirado por ello, es un error. Todos confiaríamos más en una persona que modestamente se permite auxiliar en caso de necesidad – reconociendo sus debilidad, que quien en forma soberbia cree que nunca debe ser ayudado por otros.

Dado que los padres tenemos limitaciones subjetivas en lo que hace a las conductas de nuestros hijos, necesitamos habitualmente de la asistencia de profesionales.
Este punto es importante aclararlo: el terapeuta no reemplaza al Rav a quien uno sigue. El profesional – con la práctica específica de su área – asesora, asiste y complementa al guía espiritual que enseña a la persona, para complementar en aquello que excede el conocimiento o la experiencia del Rabino.

Si todo es tan obvio, Ud. se preguntará: ¿Por qué tanta gente “se deja estar”? Pueden ser los facilismos de los que ya hemos hablado. Sucede también que hay personas que creen que si una situación que requiere asistencia terapéutica se vuelve “conocida”, ese hijo (y quizás toda la familia) “quede marcada” de por vida. En algunos casos, existen personas que se excusan bajo un manto “religioso”, que les “prohibe” tener contacto con sicólogos, porque supuestamente “todos” esos profesionales están en contravención con las leyes de la Torá. Efectivamente, yo no estoy firmando un aval a todos los que ostentan un título o quienes ejercen una profesión. Ciertamente es indispensable averiguar sobre los antecedentes del entendido que uno elige, para que su intervención sea útil y provechosa para la familia. A su vez, es importante destacar que es muy útil que el mismo profesional sea observante y siga la misma línea de conducta que su paciente. ¿Porqué?
En primer lugar, esto permitirá que se pueda identificar con el entorno que rodea a la persona (nuestra vida difiere esencialmente de la vida mundana occidental - valor del hogar, roles, etc.). Asimismo, el profesional que cumple con la Torá, conoce mejor sus propios límites y sabrá mejor consultar con autoridades rabínicas en casos que sabe complicados.

El tema que tocamos es espinoso. No sabemos el porqué de muchas situaciones a las que estamos expuestos. Sin embargo, espero haber aportado en algo al esclarecimiento del mismo.

parashah: Parashát Vaiejí, por Rav Daniel Oppenheimer: ¡MASHÍAJ, MASHÍAJ, MASHÍAJ, a, ia, ia, ia, ia, ia,!

Parashát Vaiejí, por Rav Daniel Oppenheimer: ¡MASHÍAJ, MASHÍAJ, MASHÍAJ, a, ia, ia, ia, ia, ia,!
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 12 de January de 2006, 02:40
 Parashát Vaiejí
¡MASHÍAJ, MASHÍAJ, MASHÍAJ, a, ia, ia, ia, ia, ia,!

por Rav Daniel Oppenheimer

Quien haya participado de una fiesta judía en esta época, seguramente sintió que en algún momento se pasó una canción que como texto lleva las palabras de uno de los trece artículos fundamentales de la creencia judía, más conocidos por las palabras que abren cada una de las afirmaciones "¡Ani Ma'amin!" (Sé con certeza que...).
En esta conocida canción, con las palabras del duodécimo “Ani Ma'amin”, declaramos que “vendrá el Mashíaj, y aun si se demorara, anticipo su llegada diariamente”. Es decir, la creencia y el deseo de la llegada del Mashíaj son parte íntegra del ser judío. La súplica por la pronta venida del Mashíaj forma parte de nuestra Amidá (el rezo central) tres veces por día y, cuando una persona llegue a estar parado frente al Tribunal Celestial, se le preguntará, entre otras cosas: “¿Ansiaste la salvación (Di-vina)?” (Esta pregunta no se limita al anhelo por la venida del Mashíaj, sino que se refiere a toda circunstancia cotidiana, donde el judío debe tener la certeza que no hay "salvación" ni solución alguna a ningún "problema" si no fuese por la Asistencia Di-vina.)
La razón por la cual dedicamos el espacio de nuestra hoja semanal a este tema es precisamente porque la Parshá de esta semana (Vaiejí), nos trae una de las citas bíblicas que fundamentan este concepto: “No se apartará el cetro de Iehuda ni el sabio de entre sus descendientes hasta que Shiló llegue y suya será la asamblea de las naciones; Atará a la vid su burro, y a las ramas de la vid su borrico...” (La palabra "Shiló" se refiere al Mashíaj, pues la autoridad y los homenajes - "shai ló", serán de él – “sheló” = de él, un mortal nacido de una “shiliá”). “Hasta que llegue”, significa que con él la humanidad logrará su máxima gloria.
Dadas las múltiples interpretaciones equivocadas del concepto Mashíaj (hubo en la historia muchos impostores que se auto-declararon "Mashíaj” que causaron mucho dolor y alejamiento entre las masas de los judíos), sería importante conocer qué es lo que los Sabios nos enseñaron sobre el tema a través de las generaciones. Quiero adelantar que el sabio Ramba"n (Najmanides), como otros en distintas épocas, debió polemizar públicamente para aclarar algunos de los puntos a los cuales nos referimos. Ese caso fue en Barcelona en julio del año 1263 por exigencia del rey Jacobo I y su corte en presencia de un gran público enfrentándose con el apóstata Pablo Cristiani de Montpelier.
La palabra "Mashíaj” significa "ungido”, y se utiliza en el Tana"j en forma indistinta para referirse a los Kohanim (sacerdotes) y a los utensilios del Mishkán (santuario), a los reyes (p.ej. Shaul) como así también lo tenemos en la Tefilá matutina refiriéndose a los Patriarcas ("al tig'u bimeshijai"). Según el Ialkut, el Mashíaj, será también ungido por el profeta Eliahu.
Cuando hablamos del Mashíaj no estamos aludiendo solamente a una "era mesiánica", sino a un rey judío, ser humano de carne y hueso (hijo de un papá y una mamá como cualquiera de nosotros), “superior a todos los reyes que le precedieron... un rey de suma importancia, reconocido por todas las naciones, más aun que el rey Shlomó, con quien todas las naciones hagan las paces y le sirvan - por su gran integridad y por las maravillas que se produzcan por medio de él. Y todo aquel que se levante en su contra - D"s lo entregará en sus manos...” (Ramba"m en su comentario de la Mishná).
“y cuando surgiera un rey de la casa de David, estudioso de la Torá y dedicado a las Mitzvot como David su padre, en la Torá escrita y en la Torá oral...”, y cuando gobierne... “llevará la monarquía de la casa del rey David a su gloria anterior, construir el Bet HaMikdash y reunirá los diseminados de Israel” (Ramba"m - Hiljot Melajim).
“y exigir a Israel obedecer la Torá... unir al mundo para servir juntos a D"s... enseñar a todo le pueblo el camino de D"s y vendrán todas las naciones a prestarle atención...” (Ramba"m - Hiljot Teshuvá ).
 
¿Habrán modificaciones en las leyes naturales del cosmos? En este tema, el Ramba"m opina como Shmuel del Talmud en el sentido que "no hay diferencia entre el mundo presente y los días del Mashíaj, sino la desaparición del yugo de las naciones". Las profecías de Ieshaiahu en las cuales se habla de distintos animales depredadores que van a convivir en paz con sus habituales víctimas son metáforas de que los seres humanos van a lograr vivir en armonía sin envidiarse ni destruirse mutuamente.
El Ramba"n aclara que en la época del Mashíaj, la humanidad volverá al estado en el cual se encontraba previo al pecado de Adam y el deseo de hacer el bien será natural en cada persona. "Y D"s va a circuncidar tu corazón..."(D'varim), es decir, que no te sentirás tentado hacia el mal, aun cuando no desaparezca el libre albedrío y la posibilidad y opción de pecar.
Si bien, como también lo aclara el Ramba"m, hay muchos detalles que están ocultos de nosotros (entre ellos la fecha precisa) y no los sabremos hasta el momento en que se concrete su llegada, está claro que habrá paz entre los seres humanos como lo dice en Ieshaiahu, que "sus espadas se tornarán en elementos de arado". Asimismo, dice Ieshaiahu que "la tierra se colmará con el conocimiento de D"s...".
¿Qué significa "esperar diariamente la llegada del Mashíaj"? ¿Podemos vivir una vida "normal" de trabajo y de proyectos a largo plazo como sería comprar una casa, etc.? La respuesta es afirmativa. Si bien hubieron personas santas que tenían sus vestimentas especiales preparadas para estrenar en cuanto llegara el momento de recibir al Mashíaj, esto no es una exigencia generalizada. Sin embargo, el deseo por que se cumplan estas profecías sí pasa por intentar vivir en la manera que ansiaríamos vivir con él. Lo cual nos lleva a una pregunta lógica:
¿Queremos realmente que venga el Mashíaj? ¿Estamos dispuestos a recibirlo? Por allí pasa el desafío de no sólo decir y rezar que venga, sino desearlo con el corazón. Ahora, si uno dice que anhela vivir sin celos ni envidias y, por otro lado, demuestra en los hechos que sólo cree materialmente en su fuerza física o en el músculo del dinero, pues entonces no se puede decir que realmente esté ansiando al Mashíaj.
El Mashíaj se describe en el Tana"j como un "Aní rojev al jamor" (un pobre montado sobre un burro). "Pobre" significa que será modesto. "Montado", quiere decir que estará en dominio absoluto del "jamor" que, no sólo significa burro sino todo lo material (jomer = materia). Es decir, que se trata de una persona a quien lo material no le afecta pues para él, la materia está totalmente sumisa al espíritu del servicio a D"s que es lo trascendental. El Ramba"m termina diciendo que la razón por la cual los profetas desearon presenciar la llegada del Mashíaj no fue para dominar a otras naciones ni para poder comer mejor sino para estar tranquilos para estudiar y conocer mejor al Todopoderoso.
¿Por qué es tan importante el concepto del Mashíaj? ¿Por qué, para otros, se vuelve tan difícil creer en su llegada? Los últimos dos mil años fueron años de persecución para el pueblo judío. Más de una vez la situación no sólo fue injusta sino desesperante. En aquellos momentos, la fuerza de la convicción en que el bien va a prevalecer en última instancia, le brindó energía a los judíos para no flaquear ante los sables, espadas y hogueras y seguir firmes en sus creencias. Pero más allá de eso, contemplando la miseria humana que sigue sin disminuir a pesar de todos los intentos e ideologías que supuestamente debían salvar a la humanidad, la certeza en que fué D"s Quien creó a los seres humanos, no abandonará su creación hasta que se cumpla el cometido de que el bien prevalezca por sobre el mal, es esencial para toda la cosmovisión del judío.
Este mundo, en su estado actual de mezquindad, envidia y competencia, niega la Existencia Di-vina y casi todos participamos de aquellas mismas reglas de juego viviendo con estas mismas terribles características y repitiéndolas. Si todo siguiera así, sin freno, terminaríamos auto-destruyéndonos con el arsenal nuclear. Con la llegada del Mashíaj, se une realmente la humanidad en su deseo de que el bien prevalezca. Aquel momento de la historia será pues la mayor aspiración que podamos alcanzar.
Los sabios nos prohibieron especular con fechas estimativas de la llegada del Mashíaj y todos los intentos de hacerlo sólo causaron desilusión en las masas cuando estas expectativas no se terminaron de cumplir. En cierto momento, Rabí Akiva creyó que Bar Kojvá sería digno de ser el Mashíaj. Cuando éste demostró su debilidad moral y fue, por consiguiente, derrotado por los romanos quedó claro que había embaucado al pueblo. Aun así, la esperanza no desapareció; justo por el contrario, cuanto más tiempo transcurre con el pueblo de Israel en pie a pesar de todo, sabemos que, cuando D"s lo disponga, se cumplirá todo como está previsto por Él. Que sea pronto en nuestros días.

parashah: Parashát Vaiejí, por Rav Daniel Oppenheimer: Viejos son los trapos (II)

Parashát Vaiejí, por Rav Daniel Oppenheimer: Viejos son los trapos (II)
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 12 de January de 2006, 02:38
 
Parashát Vaiejí
VIEJOS SON LOS TRAPOS (II)

por Rav Daniel Oppenheimer

Hace unos cuantos años, trabé conocimiento con un muchacho que provenía de una clásica familia ashkenazí argentina. Los padres, ambos muy ocupados con las vicisitudes de su comercio, se sentían muy judíos, participaban ocasionalmente de un Kabalat Shabbat, iban a un club de judíos, comían matzot en Pesaj, enviaban a sus hijos a un Shule, les hicieron su “bar” y “bat” respectivamente, los mandaron a Israel en el plan Tapuz, activaban ayudando a obras de beneficencia judías, etc. Sin embargo, el nivel de su observancia judía en las cuestiones prácticas de día a día era un tanto relajada.
En una de las primeras conversaciones con el muchacho, que intentaba comer “casher” a su manera, le pregunté de dónde le surgía el interés por profundizar su conocimiento y la observancia del judaísmo. Me respondió que ese interés se lo debía al Zeide (abuelo). El abuelo había sido el que se había preocupado por transmitirle al nieto el amor intenso por el judaísmo, el mismo que los padres no le pudieron dar. B”H, en el interín, el muchacho progresó, y, si bien el abuelo ya está en un mundo mejor, su esfuerzo y dedicación por comunicarle la enseñanza judía auténtica al nieto no quedó desaprovechada.
 
Esta historia me quedó grabada a pesar que ya transcurrieron varios años desde que la conocí. En el mundo estructurado en que vivimos, se entiende bajo el término “educación” una cantidad de cosas muy variadas. Las más conocidas son: los modales dentro y fuera del hogar (p.ej. sentarse bien a la mesa, hablar de manera respetuosa, etc.) y la preparación “para que se pueda defender en la vida” (= ser más rápido y vivo que los demás para ganarse el pan o que no se lo roben). Esto último está incluso “regido” por un “Ministerio de Educación” (no vaya a creer por un momento que allí adentro no se usa un idioma vulgar) que implementa ciertas pautas a las distintas instituciones que se ocupan de educar. Sin embargo, todo eso tiene poco que ver con la educación auténtica, que, en realidad, consiste en transmitir enseñanzas morales y la sabiduría y la experiencia de vida.
 
¿Quién debe educar? ¿A quién se debe educar? La sociedad, siempre tan sabia, supone que la educación es tarea exclusiva de los padres. De aquel que no se conduce con cortesía, se dice que es un “mal educado” con una implicancia directa a la falencia de sus progenitores. ¿A quién? Pues, ¡a los niños! (antes que se les “vayan de las manos”). ¿Verdad? La Torá entiende distinto. “Del mismo modo que es obligatorio enseñar a su hijo, es una Mitzvá enseñar al hijo de su hijo, pues así dice el versículo: ‘Y la enseñarás a tu hijo y al hijo de tu hijo’ (Dvarim 4:9), y no solo al nieto, sino que se considera una Mitzvá para todo Sabio en Israel enseñarle a sus alumnos, quienes, asimismo, se consideran ‘hijos’...” (Shulján Aruj, Ioré De’á, 245:3). De modo que, si bien los primeros responsables son los propios padres, la educación del prójimo no deja de ser competencia de toda la nación judía.
 
Sin embargo, al analizar la cita del Shulján Aruj, no dejamos de sorprendernos por la especial mención a los abuelos en su obligación de atender la necesidad de educar a los nietos. A su vez, en la Torá, cuando se habla de las coyunturas por las que atraviesa la nación, recomienda a los judíos: “pregúntale a tu padre y te dirá, tus ancianos (abuelos) y te comunicarán” (Dvarim 32:7).
 
En la perspectiva habitual de la gente, los abuelos visitan y reciben a los nietos, con más o menos frecuencia, de acuerdo a la distancia que los separe unos de los otros. Los abuelos se encargan de agasajar a los nietos con golosinas y mimarlos con obsequios, darles muchos besos y disfrutarlos sin la carga de tener que ocuparse de disciplinarlos, levantarlos a la mañana, ocuparse que estudien y hagan los deberes, enviarlos a la cama, llevarlos al médico, etc. En pocas palabras, pueden tener la satisfacción sin el peso que esto implica. La edad y las limitaciones físicas también hacen lo suyo. No están siempre con toda la energía para correr como lo pueden hacer los propios padres.
 
No obstante, como vimos, los abuelos, si aprovechan el acercamiento que tienen con sus nietos, pueden aplicar esa cercanía para transmitirles mucho de aquello que no le pudieron o supieron dar a sus hijos, padres de la criatura, en su momento. La sociedad de los años cincuenta, sesenta y setenta, confundió mucho a la gente bien intencionada que creía que los “Shules” y los “clubes judíos” iban a garantizar la continuidad judía de su familia. Cuando se dieron cuenta que las instituciones en quienes confiaron eran superficiales, ya era demasiado tarde. Sus hijos habían crecido y les habían inculcado otras ideas que creían más “actualizadas” y progresistas. Evidentemente, y como era de esperar, no podía salir nada positivo de otras corrientes. Si, como en el relato con el que comenzamos, los abuelos tienen la oportunidad de hacerlo, no deben desperdiciar su conocimiento y su experiencia de vida para brindarle a sus nietos lo que los padres no están capacitados de darles: el aprendizaje que dan los años de vida, los recuerdos del pasado, el amor por el judaísmo.
El Talmud trae una cita en la cual dice que “todo aquel que enseña Torá a su nieto, es considerado como si la hubiese recibido del Sinaí” (Kidushín 30.). Bienaventurado aquel quien se le da la fortuna de no dejar de ser un eslabón en la transmisión de la Torá, aunque fuese llegando directamente a su nieto.
 
Sin ir más lejos, el Midrash (Tanjuma 6, y lo cita Rash”i en Parshat Vaiejí 48:1) nos cuenta que Efraim, hijo de Iosef, virrey de Egipto, se estableció en forma estable en la casa del abuelo Ia’acov para estudiar Torá con él, cuando este vino con la familia y vivió en Egipto sus últimos años.
 
De un modo u otro, es importante que no haya un discurso contradictorio entre los padres y los abuelos. El Rabino Abraham Twerski M.D. (Positive Parenting Artscroll/Mesorah) advierte al respecto y menciona que ocurre reiteradamente, que los padres de un niño tomaron un camino algo distinto al estilo más liberal de vida que tuvieron los abuelos y que deciden intensificar la práctica de su judaísmo. Esto implica que en su casa se coma casher, que se observe el Shabbat con cuidado de los detalles, que los niños no estén expuestos a las sugestiones de los medios y otras características de la vida que los diferencian de sus progenitores pero que no dejan de ser vitales en una educación judía. ¿Qué espacio tienen los abuelos en tal circunstancia? Aun si los abuelos no comparten el estilo de vida de sus hijos, no pierden su rol y su lugar desde el cual pueden y deben apoyar, sin contradecir, la educación que los padres le brindan a los hijos. Los abuelos, a menudo, tienen la serenidad que los padres, debido a sus constantes corridas y obligaciones carecen. En estos casos, los abuelos cuya experiencia de vida ya les enseñó que agitarse y trastornarse por las circunstancias es perjudicial y contraproducente, pueden ejercer un efecto moderador en los sinsabores de la vida que viven los nietos ayudándoles a obrar con tranquilidad y sensatez. En el versículo que antes mencionamos (“pregúntale a tu padre...”) se percibe la diferencia en la respuesta de ambos. Respecto al padre dice: “Veiaguedeja”, que en hebreo tiene una connotación de respuesta dura, mientras que respecto al abuelo, dice. “Veiomrú”, que sugiere una contestación suave.
 
Por otro lado, el Shulján Aruj (Ioré De’á 240:24) indica que los nietos tienen la obligación de respetar a sus abuelos. A su vez, el tener a los abuelos cerca, permite a los padres la oportunidad de mostrarle a sus hijos una Mitzvá que frecuentemente es difícil enseñar: el respeto a los padres. Muchos padres no saben cómo instruir a sus hijos para cumplir esta Mitzvá que pertenece a los diez mandamientos. Muchos creen que exigir a sus hijos que los respeten es una clase imposición a la subordinación al mejor estilo militar. Su sentimiento democrático se rebela ante tal enseñanza, y, de este modo privan a su hijos de la autoridad moral que necesitan. Los hijos realmente necesitan modelos de vida a quienes seguir y los padres deben intentar convertirse en esos buenos modelos. Cuando un hijo observa a su padre respetar al abuelo, podrá aprender y emular este buen ejemplo y respetar a su padre.
 
¿Qué nos queda para finalizar? La bendición que impartió Ia’acov a su nietos: “Que por ti bendiga Israel, reptiendo: ‘Que D”s te ubique como Efraim y Menashé’” Que todos tengamos estas satisfacciones de nuestros hijos.
 

"DON QUIJOTE" Y LOS JUDIOS (más pistas del espíritu sagrado con que escribió Cervantes su obra magna)

"DON QUIJOTE" Y LOS JUDIOS
(más pistas del espíritu sagrado con que escribió Cervantes su obra magna)

publicado por Efraim en http://es.groups.yahoo.com/group/CJHNE-2/

Los puentes del judaísmo

La obra magistral de Cervantes esconde tantas pistas del conocimiento
bíblico, talmúdico e incluso cabalístico del autor, que invita al
análisis de la novela desde el punto de vista del judaísmo marginal y
reprimido en España.

"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha
mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga
antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que
carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados,
lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos,
consumían las tres partes de su hacienda".

Detengámonos: ¿los sábados duelos y quebrantos? ¿En qué consistía la
comida sabática preferida de Don Quijote? Francisco Rico asevera que
quizá se trata de "huevos con tocino o chorizo", pero no explica por qué.

Y la explicación es necesaria ya que, aunque era muy habitual, el
cerdo brilla por su ausencia en la dieta que establece Cervantes para
su caballero en el primer párrafo de la obra: carnero, guisado, pollo,
lentejas, y punto.

Para Angelina Muñiz-Huberman podría referirse simbólicamente al "duelo
y quebranto" derivados de tener prohibida la celebración del Shabat.
También esta acotación viene sin explayes, y entre el jamón del primer
comentarista y el Shabat de la segunda, se cifra el destino exegético
del Quijote: desde soslayar sus presuntas raíces judías, hasta exaltarlas.

Rico es un renombrado editor de obras hispánicas y ha editado la
edición de este año que conmemora el cuarto centenario de la novela.
Es de lamentar que tanto él como la Real Academia Española hayan
optado por la primera de las dos alternativas planteadas, y han
salteado de este modo lo que viene resultando necesario durante los
últimos tres cuartos de siglo: un abordaje a la probable judeidad
ancestral de Miguel de Cervantes.

Que el prólogo de Mario Vargas Llosa haga caso omiso al asunto no
sorprende, ya que el autor peruano viene exhibiendo cada vez más su
palmario distanciamiento del pueblo judío, pero es una pena que
también la Asociación de Academias de la Lengua Española haya estimado
que lo hebraico-cervantino no tenía lugar en una edición tan vistosa y
elaborada.

Otro libro ha cumplido este año un importante aniversario: Pensamiento
de Cervantes (1925) del filólogo Américo Castro Quesada.

Éste, apenas declarada la república española, fue su embajador en
Berlín, en donde el ascendiente monstruo terminó exilándolo a los
EE.UU. en cuyas universidades enseñó literatura.

A partir de la década del treinta, y habiendo leído las entrelíneas
del Quijote, Castro fue desarrollando una novedosa visión de
Cervantes: ya no se trataba de un contrarreformista y altivo católico,
sino de un reformador reprimido por la autocracia política y la
censura social españolas.

Durante medio siglo Américo Castro impidió la reimpresión de su
mentado libro, ya que aquella clásica aproximación a Cervantes había
sido superada por la nueva que proponía el propio Castro. De ésta
emergía un Cervantes converso o "cristiano nuevo", con antepasados
judíos, una condición a la sazón bochornosa y causa de discriminación,
que puede fundarse tanto en la biografía del bardo como en el texto de
su obra.

Ha explicado Ruth Fine que algunos de los antepasados de Cervantes,
quien provenía de una familia de origen cordobés, fueron médicos y
recaudadores de impuestos, profesiones usualmente destinadas a los
judeoconversos o cristianos nuevos.

Dicho origen ha sido comprobado tanto en el caso de su esposa,
Catalina de Salazar, como en el de su amante Ana Franca de Rojas.
Asimismo, a Cervantes le fue denegado por Felipe II el acceso al cargo
de gobernador en Potosí, función que requería "limpieza de sangre". En
suma, no escasean en su biografía datos que podrían haber sido
obstáculos para integrarse socialmente.

A partir de que Castro mostrara al gran autor como un converso,
permitió que Don Quijote se entendiera como una obra aún más crítica,
en la que el caballero andante encarna al cristiano nuevo, idealista,
patriótico, austero y pensador, en contraste con su escudero que
encarna al cristiano viejo, ignorante y goloso.

En la visión de Castro, que fue recogida por Marcel Bataillon en
Erasmo y España (1937), la hispanidad resultaría de la conjunción de
ambos protagonistas. Cervantes, como Erasmo, se habría opuesto a la
vida monástica, al concepto de autoridad religiosa, y aún más a los
oficios y a la pompa.

Pero junto a ello, la posición marginal de Cervantes puede intuirse
también de las sutiles aseveraciones que expresa en Don Quijote y
otras, en las que incluso hay personajes judíos, si bien fugaces y
residentes fuera de España (en Argelia, Constantinopla e Italia).
Aparecen en las comedias Los baños de Argel y La gran sultana, en la
novela ejemplar El amante liberal y en su novela póstuma Los trabajos
de Persiles y Sigismunda.

En las cuatro obras el tratamiento de los israelitas es cuando menos
ambiguo: pasan del rol de víctimas a tomar iniciativas y mostrar sus
aspectos positivos.

La nueva tesis de Américo Castro se fundamentaba en que el Siglo de
Oro Español había sido en efecto una edad conflictiva, en la que la
sociedad se polarizaba entre cristianos nuevos y viejos, en
competencia para "demostrar origen impoluto".

Los hombres de letras podían denunciar dichas circunstancias sólo por
medio del doble lenguaje, la sutileza y el sarcasmo. En el caso del
Quijote, también por el hecho de que se presenten tipos opuestos que
encarnan el conflicto: el pícaro y el místico.

En junio de este año, Moshé Shaul publicó en la revista en ladino Aki
Yerrushalayim, un artículo de Leandro Rodríguez en el que se muestra
cómo los sentimientos de los cristianos nuevos de esta época, se
expresaban de "manera velada por miedo de la Inquisición". Rodríguez
afirma también que Cervantes no habría nacido en Alcalá de Henares
sino en Sanabria, donde habían residido muchos judíos.

Castro deduce que sólo si era un "nuevo cristiano" en la periferia
social, podía Cervantes animarse como lo hizo, a criticar la
intolerancia de la España de marras. También se atrevió en las dos
mentadas comedias a presentar la visión de la religión judía y, en
boca de los personajes Humillos y Jarrete (Los alcaldes de Daganzo)
supo despreciar el concepto de "pureza de sangre".

La tradición de ocultamiento que los nuevos cristianos heredaban, se
expresa en Quijote en que mientras Sancho hace reiteradamente gala de
su "limpieza de sangre", el caballero permanece silencioso en cuanto a
sus orígenes. Cervantes rechazaba la discriminación contra los nuevos
cristianos.

Incluso en su rol de autor del libro, Cervantes se oculta, y le
atribuye la obra a un supuesto Cid Hamet Benengeli. Según el capítulo
IX de la Segunda Parte, la novela sería la traducción de un manuscrito
descubierto en Toledo, escrito o bien en lengua árabe, o bien "en una
lengua más antigua", una probable referencia al hebreo, que no habría
sido extraño en Toledo, donde los criptojudíos lo conservaban.

La mención explícita de los judíos en el Quijote es sarcástica. Un
capítulo anterior al mencionado (el VIII) comienza con varias
bendiciones a Alá por parte del misterioso Benengeli, quien allí nos
relata cómo Don Quijote decide ir al Toboso para pedir la bendición de
Dulcinea. En ese viaje, Sancho se pregunta si el autor del libro le
perdonará sus defectos a la hora de describirlo, y supone que así
habrá de ser ya que, además de carecer de bienes y por lo tanto no
poder ser objeto de envidia, luce una virtud que compensa sus defectos
de "algo malicioso con asomos de bellaco". Para el escudero es
suficiente "cuando otra cosa no estuviese sino el creer, como siempre
creo, firme y verdaderamente en Dios y en todo aquello que tiene y
cree la santa Iglesia Católica Romana, y el ser enemigo mortal, como
lo soy, de los judíos, debían los historiadores tener misericordia de
mí y tratarme bien en sus escritos".
De los judíos al judaísmo

Más allá de los personajes judíos y de las circunstancias de los
conversos, hay en el Quijote menciones explícitas de fuentes judías.
Otro artículo de Ruth Fine muestra que en la obra se suceden
personajes bíblicos como Adán y Eva, David, Goliat, Sara, Lot, Sansón,
Salomón, Matusalén y las doce tribus, y se citan o aluden una decena
de libros de la Biblia hebrea: Génesis, Levítico, Deuteronomio,
Jueces, Reyes, Ezequiel, Jonás, Salmos, Proverbios y Cantares, "lo
cual revela un significativo conocimiento de los mismos, por parte de
Cervantes".

En 1988 Bernardo Baruch publicó un interesante vínculo textual entre
el Quijote y nada menos que el Talmud. El capítulo 45 de la novela
recoge un relato que aparece en el tercer capítulo (Arbaah nedarim)
del tratado talmúdico De los juramentos (Nedarim 25A) y que se conoce
como "la caña de Rabá" (÷ðéà ãøáà): un deudor, antes de jurar que ya
ha pagado, le pide al demandante que le sostenga su caña (en la que
había ocultado el dinero). Cuando entonces jura que ha entregado el
dinero, en el sentido literal ya no está mintiendo. Después del
juramento, el acreedor enojado rompe la caña y, al desparramarse el
dinero en el suelo, se prueba con ello que en efecto había pagado
engañosamente.

Así lo escribe Cervantes en el Quijote:

Ante el gobernador se presentaron dos hombres ancianos; el uno traía
una cañaheja por báculo, y el sin báculo dijo: Señor, a este buen
hombre le presté días ha diez escudos de oro en oro… no solamente no
me los vuelve, pero me los niega y dice que nunca tales diez escudos
le presté, y que si se los presté, que ya me los ha vuelto… El viejo
del báculo dio el báculo al otro viejo, que se le tuviese en tanto que
juraba, como si le embarazara mucho, y luego puso la mano en la cruz
de la vara, diciendo que era verdad que se le habían prestado aquellos
diez escudos que se le pedían, pero que él se los había vuelto de su
mano a la suya… Viendo lo cual el gran gobernador… tomó el báculo y,
dándosele al otro viejo, le dijo:

- Andad con Dios, que ya vais pagado.

-¿Yo, señor? -respondió el viejo-. Pues ¿vale esta cañaheja diez
escudos de oro?... Y mandó que allí, delante de todos, se rompiese y
abriese la caña. Hízose así, y en el corazón della hallaron diez
escudos en oro; quedaron todos admirados y tuvieron a su gobernador
por un nuevo Salomón.

Claro que una sola cita no bastaría para probar algún conocimiento
talmúdico por parte de Cervantes, pero el contexto general y el modo
en que salpican la novela tanto menciones bíblicas como otras que son
singularmente apologías de la tolerancia, han llevado a
interpretaciones más radicales. Por ejemplo, para el mentado Leandro
Rodríguez, Dulcinea sería una metáfora de la judaica 'Shejiná', la
presencia divina, y por ello Don Quijote insiste en que los que
encuentra en su viaje le rindan homenaje.

Similarmente, Kenneth Brown, de la universidad canadiense de Calgary,
cita un documento del siglo XVII que considera al Quijote "un libro de
martirologio judío".

Pero quien ha llevado la exégesis místico-judaica del Quijote a su
extremo es Dominique Aubier, quien dedicó su vida a explicar la novela
por medio de la Cabalá, a fin de decodificar el texto y revelar su
sentido oculto.

Para Aubier, Cervantes esconde en efecto, un mensaje en su texto, "en
una legua antigua". La raíz aramea "Q'shot" -como se habría
pronunciado la voz "quijote" hace cuatro siglos- significa "verdad":
la críptica verdad que el autor se habría propuesto transmitir desde
el título mismo por medio de códigos cabalísticos. La obra de la
Aubier halla símbolos de esa índole en las palabras, eventos y
personajes del Quijote.

Aun si no fuéramos tan lejos, evitar el análisis que ha abierto
Américo Castro acerca de las intenciones de la novela desde un punto
de vista del judaísmo marginal y reprimido en España, es sacrificar un
aspecto enriquecedor de la obra maestra.

09 enero 2006

parashah: Parashát Vayejí, por Rav Pynchas Brener: El legado de Yaacov

Parashát Vayejí, por Rav Pynchas Brener: El legado de Yaacov
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Monday, 9 de January de 2006, 19:48
 
Vayejí – El legado de Yaacov
por Rav Pynchas Brener

La reconciliación de los hermanos pedrmitió que Yaacov se despida de este mundo en paz, con la conciencia que la semilla que sembró a través de su descendencia, florecerá y que engendrará una nación en un futuro no muy lejano. Aunque la adversidad puede conducir a la depresión, en el caso del patriarca la lucha y la angustia, el enfrentamiento y la decepción, se convierten en los peldaños que le permiten escalar hacia la madurez emocional y espiritual. Presenta rasgos comunes con Yosef, su hijo predilecto. Tal como Esav odió a Yaacov y quiso asesinarlo, de igual manera los hermanos odiaron e intentaron eliminar a Yosef. Compartió con Yosef la inclinación por soñar, porque ambos eran visionarios. Pero a diferencia de los primeros patriarcas, en última instancia supo mantener unida a la familia, siendo selectivo con el cariño y el reproche, sin llegar a expulsar del hogar paternal a ningún hijo.
Reúne a sus hijos alrededor del lecho de la muerte, identifica las aspiraciones y las deficiencias de cada uno de ellos con la esperanza de que puedan ocuparse de los aspectos deficientes de sus personalidades para finalmente dar a luz a un pueblo que llevará el mensaje del monoteísmo a la humanidad.
Estos capítulos no empiezan con un nuevo párrafo en el texto escrito de la Torá, como suele ser en otros casos. Los jajamim desearon comenzar con la palabra Vayejí, “Y vivió”, que se encuentra en el medio de un párrafo, para insinuar que Yaacov realmente no falleció, continúa con vida. En el caso de Avraham e Yitsjak, el texto afirma: “Y expiró y murió”. En cambio, en el caso de Yaacov el texto reza: “Y expiró y se unió a su gente”. No se menciona que murió.
De acuerdo a Rabí Yojanán: “Nuestro padre Yaacov no murió. Le dijo alguien: ‘Entonces fue en vano que enlutaron por él, lo embalsamaron y enterraron’. Respondió Rabí Yojanán que se trataba de una interpretación alusiva de acuerdo a la frase: ‘Y tú, no temas mi siervo Yaacov…, te salvaré de lugares distantes y a tus descendientes de la tierra de su cautiverio…’”. Al hacer un paralelismo entre Yaacov y sus descendientes, se puede afirmar que tal como su descendencia vive, igualmente Yaacov vive. De acuerdo al Talmud, Yaacov fue embalsamado porque creían que había muerto, pero en realidad continúa con vida.
Los jajamim interpretaron la frase yoshev ohalim: quien reside en carpas, como una alusión a los estudios que realizó en las escuelas de Shem y Éver, los dos grandes eruditos de la época. En este sentido, la tradición enseña que Yaacov transmitió a su descendencia la importancia del estudio, indicación que recoge la Mishná cuando afirma ‘Talmud Torá kenégued kulam’: el estudio tiene preferencia a otras virtudes. Esta es la gran enseñanza de Yaacov.
En segundo lugar sugerimos el valor de la integridad de la familia. No obstante la presencia de cuatro esposas, Yaacov logró el entendimiento y la lealtad entre sus hijos. Está claro que esta relación afectiva fue precedida por una larga trayectoria que incluyó la envidia y los celos, el odio y la agresividad entre los hermanos. Tal vez el episodio del viaje a Egipto en búsqueda de alimentos y la confrontación con el gobernante egipcio que era realmente su hermano Yosef, a quien no reconocieron, fue el agente catalítico para acercar a los hermanos. Pero sobre todo, sirvió para que reconozcan los errores que habían cometido en el pasado, especialmente con su hermano Yosef. El crecimiento emocional y espiritual exige la valentía y coraje de enfrentar el error, el pecado en el lenguaje bíblico.
Kol Israel arevim ze lazé: en el colectivo de Israel cada uno es responsable por el prójimo. Esta tercera máxima es un corolario de lo antedicho. Tal como Yaacov terminó sus días en el exilio egipcio, su descendencia sufrió del Galut durante milenios. Tal vez por ello, por tener que enfrentar el peligro de lo desconocido y el rechazo de los habitantes nativos de las diferentes tierras que habitaron donde fueron considerados como forasteros incluso después de siglos de permanencia, desarrollaron un profundo espíritu de solidaridad que les permitió enfrentar la discriminación y el odio que un intolerante, inexplicable y enigmático antisemtismo desató contra ellos.
Estas cualidades que Yaacov dejó como legado a su descendencia, permiten considerar que el patriarca continúa con vida porque son los elementos fundamentales que han permitido que mientras colosales civilizaciones desaparezcan del escenario de la historia, el pueblo judío haya logrado sobrevivir a todos quienes intentaron exterminarlo.