* Contenidos en texto y video de esta semana- abajo *
¡Shalóm, Javerím!
Llegamos baruj Hashém a parashát Beshaláj, cuyo inicio nos hallará ante la prueba de una "emboscada": el ejército de Faraón detrás nuestro, nos lanza sin éxito sus flechas, sus kassams, sus katiushas. Frente a nosotros, el mar al que desean arrojarnos, y en el que nos quisieran sepultar, Hashém no lo permita. Hoy como ayer. Ayer, para que sepamos conducirnos hoy.
Venimos de un proceso de puras maravillas: diez azotes terribles propinó Hashém a Mitsráim; diez portentos que subvirtieron lo que percibimos como naturaleza; así caigan las pestes otra vez sobre los asesinos vocacionales de Israel. Prestamente fuimos conducidos al desierto, a emprender el camino que nos develará el núcleo de Verdad proactiva, en que se habrá de sustentar nuestra nueva vida en Libertad.
Estamos entusiasmados: cual sobre alas de águilas nos desplazamos sin cansarnos; cual si nos mecieran suavemente entre las fragancias de un paisaje pastoral. Mas he aquí la prueba: de pronto, el nubarrón del miedo nos oscurece la conciencia. Un ejército furioso en la retaguardia, y el mar bravío ante nosotros. ¿Qué hacer? ¡¿Qué hacer?!
Cuenta la Guemará (Ta'anít, 25a) que una noche de shabát halló Rabí Janináh ben-Dosá a su hija sumida en la tristeza. Interrogada que fue, la hija respondió: "Algo terrible me sucedió, padre. Confundí una vasija de vinagre con una de aceite,... y como consecuencia, encendí una vela de shabát, en vez de con aceite, con vinagre. ¿Y cómo va a arder, entonces? ¿Cómo va a perdurar esa llama hacia dentro de nuestro shabát? ¿Cómo atraerá bendición?".
"¿De qué te preocupas?", respondió su padre: "El que ordena al aceite arder, ordenará arder al vinagre".
Rabí Janináh ben-Dosá se ubica muy por encima de nuestra conciencia "normal". El sabe que no hay realmente tal cosa como una "naturaleza". El no espera un milagro inusual que haga arder al vinagre, tal como arde naturalmente el aceite. Es mucho más que eso. Rabí Janináh sabe que hay un milagro colosal y apasionante cada vez que el aceite arde. Sabe que no hay más razón que la Voluntad del Creador para que arda el aceite. No se maravillará especialmente cuando Hashém, en esa emboscada en el desierto entre las furias respectivas de un ejército y un mar, divida al mar en doce senderos en los que crecen súbitamente árboles frutales para nuestro placer. El ya está maravillado desde antes, desde siempre. Rabí Janináh comprende cada día, cuando contempla el mar en su estado "natural", que de un milagro son testigos sus ojos; que las reglas estadísticas que asumimos por naturales no son sino la re-creación constante de la Voluntad de Hashém. Y sabe también cuanto estudiamos esta semana en el Zohar (ver los shiurím de Zohar diario, en www.KolIsrael.TV ), acerca de que cada palabra que sale de mi boca, cada acción y cada omisión en mi conducta, despiertan fuerzas en lo Alto, ya para bien, ya para mejor. Y sabemos qué palabras y qué acciones despertarán lo que necesitamos con urgencia que despierte, cuando nos quieren aplastar con gran armamento desde la retaguardia, y frente a nuestros ojos parece presto a devorarnos el ancho mar.
Por eso, Rabí Janináh puede decir: "El que ordena al aceite arder, ordenará arder al vinagre". Nosotros, tenemos aún mentalidad de esclavos. Así como Faraón, tras cada uno de los azotes, rehusaba sacar conclusiones inteligentes (Hashém convirtió todo el agua de Mitsráim en sangre, y Faraón se dijo: acaso ésto es todo lo que puede hacer, y más nada. Hashém le inundó de ranas en una invasión colosal, y Faraón se dijo: bueno, puede convertir el agua en sangre y concentrar un montón de ranas; acaso eso sea todo; y así sucesivamente...; y por ello merecía, una tras otra, todas las demostraciones que recibió); así nosotros, vimos y nos alzamos en alas de los milagros; mas ante el primer nubarrón, olvidamos lo aprendido, y vemos sólo lo que "naturalmente" (allá abajo) es posible ver. Y entonces, se esfuman de nosotros la alegría y la gratitud, protestamos llenos de pavor, reclamamos a Moshéh: "¿por qué debías traernos a morir en el desierto?".
Una vez más, como tantas sucederá a lo largo de 40 años y hasta hoy, Moshéh debe dominar la furia que le inspira la necedad de los reclamos, y respondernos: "Hashém luchará en vuestro lugar; y vosotros callad". Esto es: ¿Cómo se les ocurre, tras cuanto han vivido, que la situación no sea resoluble? ¿No se dan cuenta de que, tal como Hashém ordena al aceite arder, así puede ordenar al vinagre otro tanto? Y entonces, comienza a partirse el mar, ante nuestros ojos atónitos. Y pasamos en formación militar, caminamos sobre terreno seco en el lecho del mar, y ni bien emergemos más adelante en la misma orilla, vemos al mar furioso y "natural" desplomarse sobre Faraón y los suyos. U observamos cómo los enemigos de Israel comienzan patéticamente a exterminarse entre sí. Otra vez nos maravillamos y entonamos un canto de alabanza desde el corazón. Pero aún no aprendemos. Pero aún no aprendimos, y entonces, no estamos listos para la GueUláh. Falta que comprendamos que el milagro es constante, que el mar calmo es un milagro, y su partición otro, y otro el tsunami, y otro aún el "mero" hecho de que una semilla seca y diminuta, al pudrirse dentro de la tierra, engendre un árbol poderoso que dará miles de frutos a lo largo de los años.
Esa vela que encendió la hija de Rabí Janináh ben-Dosá con vinagre por error, nos cuenta la Guemará que ardió durante todo el shabát, y aún fue posible tomar fuego de ella para la Havdaláh, ya en la noche siguiente. Quiera Hashém que hoy, por fin, cuando la sabiduría se revela ante nosotros y los portentos que subvierten la "naturaleza estadística" nos favorecen sin cesar por el Jésed infinito de Hashém, aprendamos el ejemplo, aprendamos la lección, nos afirmemos en la alegría más pura y franca, en el tikún=enmienda de nuestra realidad por las líneas que traza la verdad deleitable de la Toráh, y nos tornemos aptos por fin, para una GueUláh, una Redención completa que urge. Que, como aprendimos en el Zohar (ver shiúr 4 de parashát Beshaláj en el canal "Jok leIsrael - Zohar diario"), salgamos al encuentro del Shabát y lo convoquemos hacia nosotros, salgamos al encuentro de la realidad del Mashíaj y la atraigamos a estos días nuestros, para que sea Shalóm y Luz plena, y sepamos con gratitud inmensa que hemos participado de su construcción.
Shabát shalóm para todos.
con brajót,
daniEl
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