18 julio 2007

parashah: Parshat Devarim - Justicia y Diplomacia, por Jana Simon

Parshat Devarim - Justicia y Diplomacia, por Jana Simon
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Wednesday, 18 de July de 2007, 00:22
 
Parshat Devarim: Justicia y Diplomacia
 
Queridos amigos:
 
 La Parshá Devarim estambién de las leyes de la ocupación de Israel, nuestra nueva casa. En términos humanos esta Parshá está más cercana al pueblo que los cuatro primeros libros de la Torá.
 
 Moshé habla a dos niveles. Cuando está hablando al pueblo de Israel nos está dando Mussar, amonestación y censura por los años de rebelión contra HaShem y por los pecados comunes que cometieron. Sin embargo a otro nivel, las mismas palabras pero dirigidas a HaShem son una defensa de Israel y una explicación del por qué de sus transgresiones. En el primer versículo la frase "V'di Zahav" se interpreta de dos maneras; hablando a Israel: "Pecásteis terriblemente al hacer el becerro de oro" y hablando a HaShem: "Tú les causaste que pecaran dándoles tanto oro y plata" (Berajot, 32a). Moshé revisa los numerosos milagros que HaShem ha hecho para Israel y revela nuevos conocimentos y enseñanzas que se pueden aprender de los eventos del pasado. Moshé cuenta en detalle su milagroso triunfo sobre Og, el rey de Bashán, el increíble gigante que lanzaba montañas sobre Israel y al que Moshé pudo vencer a pesar de llegarle sólo al tobillo. Se le enseña a la Nación que deben estar orgullosos de ser el Pueblo Elegido con los privilegios y responsabilidades que eso implica. Moshé también vuelve a repetir la historia de los espías, con sus nefastos resultados.
 
  Cuando Moshé recuenta todos estos eventos, Israel ya ha empezado a capturar sus nuevos territorios; así que Moshé les tiene que recordar lo que tienen que hacer para mantener el favor de HaShem. Una de las frases en el Deuteronomio que tiene aplicación universal (Devarim, 1:17) es "No haréis excepción de personas en los juicios, sino que oiréis tanto al pequeño como al grande, sin temor a nadie, porque el juicio es de HaShem", lo que significa que no hay que tener favoritismo al juzgar. Hay un Midrash que nos cuenta que Rav Shmuel de Babilonia estaba cruzando un río sobre una tabla, cuando alguien le ofreció apoyo para atravesar. Más tarde, cuando Rav Shmuel se enteró de que esta persona quería que él fuera el juez en una disputa, Rav Shmuel le tuvo que decir que lo sentía mucho pero que no podía juzgar, porque la cortesía que había tenido con él le haría parcial. "Tanto el pequeño como el grande se refiere a que cosas pequeñas deben ser juzgadas con la misma atención que las grandes. El Juez es un representante de HaShem y sus decisiones son como actos religiosos. Según el Talmud, un Juez es un "socio de HaShem". En el versículo (Devarim 1:16) "atended los pleitos entre vuestros hermanos y juzgad con rectitud entre todo hombre y su hermano y el extranjero que mora con él", la Gemará nos enseña que uno no debe oir a un lado sin que el otro esté presente, y también la referencia al converso en el texto nos enseña que hay que hacer la conversión al judaísmo a través de un Beit Din (corte rabínica). Si un no-judío decide por sí mismo que desde ahora en adelante va a ser judío, eso no es una conversión, ya que se requiere el dictamen de un Beit Din.
 
 Este Shabbat se llama Shabbat Jazón porque la primera palabra de la Haftorá es Jazón. En esta Haftorá aprendemos sobre la destrucción de Jerusalén, y en su final leemos cómo Zión, Jerusalén, será redimida con justicia y a través de la Tzedaká volveremos del exilio para recostruirla. Parece extraño que en el Shabbat antes de Tishá b'Av, el día que conmemora la destrucción de los dos templos, leamos este pasaje de Isaías. Parecería más apropiado leer un pasaje de Jeremías, porque Isaías fué más un profeta de esperanza que de destrucción; además fue en tiempos de Jeremías cuando se destruyó el Primer Templo, pero Isaías salvó a Jerusalén. Estos dos profetas nos traen mensajes opuestos. Jeremías nos dijo que debemos someternos al enemigo, mientras que Isaías nos dice que debemos luchar, aunque ambos están en lo correcto según las respectivas circunstancias de sus días. Es difícil saber cuándo tenemos que luchar hasta conseguir la última pulgada de terreno y cuando debemos estar dispuestos a un compromiso.
 
 Cuando Moshé manda a los espías Kalev y Yehoshua, Kalev Ben Yefuna era de la Tribu de Yehudá y un diplomático. Yehudá sabía cómo ser un líder y muchas veces ésto requiere diplomacia, ya que sin diplomacia no se pueden acercar los divergentes puntos de vista que se encuentran entre gente que tiene la misma meta. La diplomacia intenta encontrar los puntos en los que uno está de acuerdo para poder actuar unidos. Cuando Yehudá quiso salvar a Yosef, argumentó que no era correcto tener la sangre de su hermano en sus manos y que era mejor venderlo a los Ishmaelitas. Por otra parte, Yehoshua Ben Nun representa a la tribu de Efraim hijo de Yosef que no era famoso por su diplomacia. Yehoshua creía que había que pelear. Moshé sabía que Yehoshua se vería obligado a pelear con los otros espías y por eso mandó también a Kalev, el diplomático, ya que él podría hablar con los otros espías sin confrontarlos. Pero la diplomacia también tiene sus faltas, tal como hemos visto recientemente, que se puede acabar entregándolo todo.
 
 Nuestros Rabinos nos enseñan que cuando los espías entraron a Israel dicen, "Y fueron al Negev y él llegó a Jevrón". ¿Por qué la Torá cambia del plural al singular?, porque Kalev fue a Jevrón a rezar ante la tumba de los Patriarcas para asegurarse de que con su celo por la diplomacia y el compromiso no fuera caso que también comprometiera los valores judíos básicos. La historia judía está llena de estos dos tipos de liderazgo, a veces se requiere uno y otras veces otro. Los Macabeos fueron correctos al luchar, mientras que los Zelotas se equivocaron al confrontar a Roma. Curioso ver que en nuestros tiempos, David Ben Gurión, que estaba a favor de la diplomacia, fué quien en 1948 decidió confrontar a los árabes y proclamar la Independencia de Israel; mientras que Menájem Bégin, que siempre se decantaba por la confrontación, fue quien dió el Sinaí a cambio de paz con Egipto.
 
 Yehoshua al final se convirtió en el líder de Israel porque no se podía tratar con los canaanitas de otra manera que no fuera la guerra; sin embargo Salomón, el más sabio de todos los reyes judíos, usó sólo la diplomacia con el resto del mundo (Rabí Radinsky). Esperemos que Israel sepa determinar correctamente si es tiempo o no para la diplomacia, teniendo presente que Kalev nunca dejó que su diplomacia comprometiera los valores espirituales de los judíos.
 
 Mi Brajá de esta semana es que a nivel personal HaShem nos ayude a confrontar a nuestros enemigos de manera adecuada y que sepamos escoger nuestro modo de acción basándonos en la justicia, tanto para grandes como para pequeños.
 
 ¡Shalom desde Yierushalaim!

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