Cuando ya no sabes que hacer, aun hay una esperanza
En el comienzo de la sección denominada Beshalaj se narra la salida victoriosa del pueblo de Israel de Egipto. Como está escrito: Sucedió que cuando el Faraón envió al pueblo, que Dios no lo condujo por camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca, pues Dios dijo: «Tal vez el pueblo cambie de opinión cuando vea guerra y retorne a Egipto». Dios dirigió al pueblo hacia el camino del Desierto, en dirección al Mar de Cañas. Los Hijos de Israel estaban armados cuando salieron de la tierra de Egipto. Moshé tomó los huesos de Iosef José con él, pues había hecho jurar a los Hijos de Israel, diciendo: «Ciertamente Dios os recordará y subiréis de aquí mis huesos junto con vosotros».
Ellos se trasladaron de Sucot y acamparon en Etam, al borde del Desierto. El Eterno iba delante de ellos, de día en una columna de nube, para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego, para iluminarlos, para que pudieran marchar de día y de noche. Y no quitó de delante del pueblo la columna de nube durante el día ni la columna de fuego durante la noche (Éxodo 13:17-22).
Después de esta salida triunfal, acontece un hecho inesperado, Moshé, el comandante de toda la congregación, ordena al pueblo regresar en dirección a Egipto. Este hecho a primera vista parecería ser un paso a atrás, pero en realidad ocultaba una razón valedera, trascendental y significativa. Como está escrito: "El Eterno habló a Moshé , diciendo: «Habla a los Hijos de Israel y que regresen y acampen delante de Pi hajirot, entre Migdol y el mar, delante de Baal Tzefon; acamparéis enfrente, junto al mar. El Faraón dirá acerca de los Hijos de Israel: "Están perplejos en la tierra, el desierto los ha encerrado". Endureceré el corazón del Faraón y él os perseguirá, y Yo Me glorificaré a través del Faraón y de todo su ejército, y Egipto sabrá que Yo soy El Eterno». Y así lo hicieron.
Se le dijo al rey de Egipto que el pueblo había huido; y el corazón del Faraón y sus siervos cambió respecto del pueblo, y dijeron: «¿Qué es esto que hemos hecho, que hemos enviado a Israel, que nos servía?».
Él alistó su carroza y tomó a su pueblo con él. Tomó seiscientas carrozas selectas y todas las carrozas de Egipto, con oficiales sobre todas ellas. El Eterno endureció el corazón del Faraón, rey de Egipto, y éste persiguió a los Hijos de Israel, y los Hijos de Israel salían triunfantes.
Egipto los persiguió y los alcanzó, acampados junto al mar, todos los caballos y las carrozas del Faraón y sus jinetes y su ejército, junto a Pi hajirot, delante de Baal Tzefon. El Faraón se aproximó; los Hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que Egipto venía tras ellos. Y tuvieron mucho miedo; los Hijos de Israel clamaron a El Eterno. Le dijeron a Moshé : «¿Acaso no había tumbas en Egipto que nos trajiste para que muramos en el desierto? ¿Qué es esto que nos has hecho al sacarnos de Egipto? ¿Acaso no es esto lo que te dijimos en Egipto, diciendo: "Déjanos, y serviremos a Egipto"? pues mejor es que sirvamos a Egipto y no que muramos en el desierto».
Moshé le dijo al pueblo: «No temáis. Fortaleceos y ved la salvación de El Eterno, que Él hará hoy por vosotros; porque como habéis visto hoy a Egipto jamás los volveréis a ver. El Eterno librará batalla por vosotros y vosotros permaneceréis en silencio».
El Eterno le dijo a Moshé : «¿Por qué clamas ante Mí? Habla a los Hijos de Israel y que marchen. Y tú, levanta tu vara y extiende tu brazo sobre el mar, y pártelo; y los Hijos de Israel entrarán en medio del mar, sobre tierra seca. Y he aquí que endureceré el corazón de Egipto y vendrán tras ellos; y Yo Me glorificaré a través del Faraón y a través de todo su ejército, a través de sus carrozas y a través de sus jinetes. Egipto sabrá que Yo soy El Eterno, cuando Me glorifique a través del Faraón, sus carrozas y sus jinetes».
El ángel de Dios que había estado yendo al frente del campamento de Israel se trasladó y fue tras ellos; y la columna de nube se trasladó de delante de ellos a detrás de ellos. Se colocó entre el campamento de Egipto y el campamento de Israel, y esa noche había nube y oscuridad, e iluminó la noche para el Pueblo de Israel, y nadie se acercó al otro durante toda la noche. Moshé extendió su mano sobre el mar y El Eterno movió el mar con un fuerte viento del este toda la noche, y corrió el mar a tierra húmeda, y las aguas se partieron. Los Hijos de Israel entraron al mar, sobre tierra seca; y el agua era un muro para ellos, a su derecha y a su izquierda.
Egipto los persiguió y fue tras ellos, todos los caballos del Faraón, sus carrozas, y sus jinetes, en medio del mar. Y sucedió al amanecer que El Eterno acometió contra el campamento de Egipto con una columna de fuego y nube, y provocó el desconcierto en el campamento de Egipto. Quitó las ruedas de sus carrozas e hizo que condujeran con dificultad. Dijo Egipto: «Huiré de Israel, pues El Eterno está librando guerra para ellos en contra de Egipto».
El Eterno le dijo a Moshé : «Extiende tu mano sobre el mar y el agua volverá sobre Egipto, sobre sus carrozas y sobre sus jinetes». Moshé extendió su mano sobre el mar, y hacia la mañana el agua recuperó su fuerza inicial, cuando los egipcios huían en dirección a ella; y El Eterno sacudió a Egipto en medio del mar. El agua retornó y cubrió las carrozas y los jinetes de todo el ejército del Faraón que venían detrás de ellos en el mar, y no quedó ni uno solo de ellos. Los Hijos de Israel anduvieron sobre lo seco en medio del mar; el agua era un muro para ellos, a su derecha y a su izquierda.
Aquel día, El Eterno salvó a Israel de la mano de Egipto, e Israel vio a los egipcios muertos en la costa del mar. 31 Israel vio la gran mano que El Eterno infligió sobre Egipto; y el pueblo temió a El Eterno y tuvieron fe en El Eterno y en Moshé , Su siervo (Éxodo 14:1-30).
El mensaje de esta cita es evidente, los Hijos de Israel volvieron en dirección a Egipto para glorificar completamente el nombre de Dios. Y ello estaba sujeto a la realización de numerosos milagros, como se lo menciona en los versículos. Observemos lo acontecido en la fantástica travesía por el medio del mar, donde los prodigios fueron increíbles.
En el Midrash se describen los diez milagros que Dios hizo a los integrantes del pueblo de Israel en el mar:
- Se partieron las aguas para que el pueblo pase. Como está escrito: "Las aguas se partieron". (Éxodo 14:21)
- Se formaron túneles en medio de las aguas, quedando parte de ellas suspendidas a manera de techado, y parte de ellas a la izquierda y a la derecha. Como está escrito: "El agua era un muro para ellos, a su derecha y a su izquierda". (Éxodo 14:29).
- La superficie del mar se tornó seca. Como está escrito: "Los Hijos de Israel anduvieron sobre lo seco en medio del mar". (Éxodo 14:29)
- La superficie del mar después de que pasó el pueblo de Israel se tornó fangosa, dificultando el paso de los egipcios.
- El mar se dividió en doce pasajes, de modo que cada tribu pase por uno independiente. Como está escrito: "Dividió el mar en pasajes". (Salmos 136:13)
- Las aguas se congelaron permaneciendo duras como rocas. Como está escrito: "Quebrantaste cabezas de taninim –egipcios– en las aguas". (Salmos 74:13)
- Las aguas que formaron las paredes no eran una solo pieza, sino múltiples, similar a las piedras de una construcción. Como está escrito: "Fragmentaste el mar con tu poder". (Ibíd.)
- El mar se tornó trasparente como el cristal, para que unos puedan ver a los otros que cruzaban por el túnel adyacente.
- Surgía agua dulce, apta para ser bebida.
- Luego de beber y saciarse, las aguas se congelaban, antes de que lleguen a tierra firme, y se convertían en montículos. Como está escrito: "Con un soplo de Tus fosas nasales las aguas se amontonaron; erguidas como un muro se pararon las aguas corrientes, las aguas profundas se congelaron en el corazón del mar". (Éxodo 15:8) (Tanjuma Beshalaj; Avot de Rabí Natán 23; Avot 5:4, Maimónides).
Medida por medida
Lo acontecido a los Hijos de Israel en la travesía por el medio del mar es sorprendente; sin embargo, al apreciar todos estos prodigios que tuvieron lugar, uno pregunta: ¿Cómo lograron los Hijos de Israel ameritarse que se les partiese el mar y así tuvieran lugar todos estos milagros?
El sabio Iaakov Baal Haturim lo explica: fue en mérito de Abraham. Pues acerca de este patriarca está escrito: "Y fue después de estos hechos que Dios puso a prueba a Abraham, y le dijo: «Abraham», y él respondió: «Heme aquí». Y Él dijo: «Toma por favor a tu hijo, a tu único hijo, a quien amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriá; ofrécelo allí como ofrenda sobre una de las montañas que te diré». Y Abraham se levantó temprano a la mañana y ensilló su asno; llevó con él a sus dos jóvenes y a Isaac, su hijo; partió leña para la ofrenda y se paró y fue al sitio acerca del cual le había hablado Dios (Génesis 22:1-3). Y se dispuso a ofrendara su hijo, como está escrito: "Llegaron al sitio acerca del cual Dios le había hablado; Abraham construyó allí el altar y dispuso la leña; ató a Itzjak (Isaac), su hijo, y lo colocó sobre el altar, encima de la leña. 10 Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo" (Génesis 22:9-10). Y en ese momento: "Un ángel de El Eterno lo llamó desde los Cielos, y dijo: «¡Abraham! ¡Abraham!». Y él dijo: «Heme aquí». Y dijo: «No extiendas tu mano contra el joven ni le hagas nada, pues ahora sé que eres temeroso de Dios, pues no Me has negado a tu hijo, a tu único hijo». Y Abraham alzó sus ojos y vio un carnero después, atrapado en el arbol por los cuernos; Abraham fue y tomó el carnero y lo elevó como ofrenda en lugar de su hijo (Génesis 22:11-13).
Abraham había superado la prueba y recibiría una retribución acorde. Como está escrito: "El ángel de El Eterno llamó a Abraham por segunda vez desde el Cielos, y dijo: «Juro por Mí Mismo, palabra de El Eterno, que, como has hecho esto y no negaste a tu hijo, a tu único hijo, ciertamente te bendeciré y aumentaré enormemente tu descendencia como las estrellas de los Cielos y como la arena de la costa; y tu descendencia heredará la puerta de su enemigo. Y todas las naciones de la tierra se bendecirán en tu descendencia, porque escuchaste Mi voz» (Génesis 22:15-18).
Para que esta formidable bendición se cumpliese, era necesario que su simiente llegue a salvo a la tierra que les había sido asignada, la Tierra de Israel. Y para ello debían ocurrir milagros tales como la partición del mar, para que pudiesen pasar y salvarse. Y aquí se requería un mérito importante, que haría las veces de llave para abrir las puertas de este milagro. Fue entonces cuando actuó el acto de Abraham al partir la leña, como está escrito: "partió leña para la ofrenda..." (Génesis 22:3). En mérito de ello Dios partió el mar para los Hijos de Israel al salir de Egipto.
Un mérito futuro
Asimismo, los Hijos de Israel estaban dispuestos a aceptar lo que el Eterno les impusiere, entre ello, lo que está escrito más adelante acerca de la construcción del Santuario. Ya que Dios les ordenó donar a cada uno medio ciclo de plata, y ellos lo hicieron sin que nadie desoyere la ordenanza. Como está escrito: "La plata del censo de la comunidad eran cien talentos, mil setecientos setenta y cinco siclos, del siclo sagrado, una beka por cabeza, un medio-siclo del siclo sagrado por todo el que haya pasado por los que toman el censo, a partir de veinte años en adelante, para los seiscientos tres mil quinientos cincuenta. Los cien talentos de plata fueron para moldear los zócalos sagrados y los zócalos de la Partición; cien zócalos por cien talentos, un talento por zócalo Y de los mil setecientos setenta y cinco hizo ganchos para las columnas, cubrió sus partes superiores y las conectó" (Éxodo 35:25-28). Esta palabra asignada al medio siclo, "beka", significa "partido". Es decir, un ciclo partido, o lo que es lo mismo, medio ciclo. Pero se utiliza este término para indicar que esta acción fue determinante en la partición del mar.
Obsérvese que tanto en lo referente a Abraham cuando partió la leña, como en el pago del medio siclo, y en la partición del mar, se utiliza siempre la expresión hebrea "beka". Indica que la partición del mar tuvo lugar por el acto de Abraham al partir la leña, para ofrendar a su hijo, y de la voluntad de los Hijos de Israel, que en el futuro aceptarían donar medio siclo cada uno para conformar las bases del Santuario.
La herramienta de los milagros
Ya conocemos el mérito que permitió el milagro de la partición del mar, pero aun no sabemos cuál fue la herramienta utilizada para que ello aconteciere concretamente.
Para dilucidar este misterio observemos la palabra "beka" que aparece en el versículo que relata la partición del mar. Se utiliza una expresión compuesta de esa raíz y otras letras que actúan como modificadores. Pues está escrito: "El Eterno le dijo a Moshé: «¿Por qué clamas ante Mí? Habla a los Hijos de Israel y que marchen. Y tú, levanta tu vara y extiende tu brazo sobre el mar, y pártelo -ubekaehu-; y los Hijos de Israel entrarán en medio del mar, sobre tierra seca (Éxodo 14:15-16).
Analicemos este concepto: "y pártelo" -ubekaehu-. En hebreo está escrito de este modo:
Estas mismas letras cambiadas de orden dan lugar a esta expresión:
La primera parte, "beka" ya sabéis que significa: "partir".
¿Y qué significa la segunda palabra que se ha formado?
Se trata de uno de los 72 nombres sagrados de Dios. Enseña que mediante este nombre sagrado, el mar se partió en mérito del patriarca Abraham y el medio siclo donado voluntariosamente por los Hijos de Israel (Baal Haturim Éxodo 14:16).
El misterio de alterar la naturaleza
Hemos visto cómo se puede alterar la naturaleza y conseguir un milagro para una congregación entera. Veamos ahora a partir de esta enseñanza cómo una persona individual puede acceder a un milagro de este tipo:
Citemos los versículos más relevantes de nuestro suceso narrado para analizarlos. Cuando los Hijos de Israel habían vuelto y marchaban en dirección a Egipto está escrito: "Se le dijo al rey de Egipto que el pueblo había huido; y el corazón del Faraón y sus siervos cambió respecto del pueblo, y dijeron: «¿Qué es esto que hemos hecho, que hemos enviado a Israel, que nos servía?». Él alistó su carroza y tomó a su pueblo con él. Tomó seiscientas carrozas selectas y todas las carrozas de Egipto, con oficiales sobre todas ellas (Éxodo 14:5–7).
Posteriormente está escrito: Egipto los persiguió y los alcanzó, acampados junto al mar, todos los caballos y las carrozas del Faraón y sus jinetes y su ejército, junto a Pi Hajirot, delante de Baal Tzefon (Éxodo 14:9).
La situación en la que se encontraban los Hijos de Israel era tétrica, trágica, sombría, desesperada. Rodeados por los cuatro flancos: por un lado centenas de soldados egipcios fuertemente armados, por otro flanco montañas que les cerraban el paso, hacia el tercer flanco desierto, y en el cuarto flanco mar. No había ninguna salida. Los Hijos de Israel estaban perdidos. Sólo un gran milagro podía salvarlos.
La desesperación reinante era evidente. Tal como está escrito: El Faraón se aproximó; los Hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que Egipto venía tras ellos. Y tuvieron mucho miedo; los Hijos de Israel clamaron a El Eterno. Le dijeron a Moshé: «¿Acaso no había tumbas en Egipto que nos has traído para que muramos en el desierto?» (Éxodo 14:10–11).
Sin embargo Moshé creía que era posible triunfar y conseguir la libertad definitiva. Él estaba seguro que ocurriría un milagro y se salvarían. Como está escrito: Moshé le dijo al pueblo: «No temáis. Fortaleceos y ved la salvación de El Eterno, que Él hará hoy por vosotros; porque como habéis visto hoy a Egipto jamás los volveréis a ver. El Eterno librará batalla por vosotros y vosotros permaneceréis en silencio» (Éxodo 14:13–14).
En ese momento: El Eterno le dijo a Moshé: «¿Por qué clamas ante Mí? Háblales a los Hijos de Israel y que marchen» (Éxodo 14:15).
Esta era la clave que necesitaban saber. La expresión citada encierra un misterio esencial. Revela como conseguir un milagro cuando la situación apremia y no se vislumbra ninguna salida posible.
En otras palabras, a través de esta declaración, Dios le comunicó a Moshé que se requiere un despertar desde lo Bajo para que el milagro se despierte en lo Alto y acontezca en lo Bajo. Este no era momento de orar prolongadamente, sino de actuar. Debía hacerse algo que atraiga la fuerza de lo Alto con el fin que se produzca un milagro que los salvase. Es por eso que Dios le dijo: «¿Por qué clamas ante Mí? Habla a los Hijos de Israel y que marchen». Les indicaba que actúen, que se metan en el mar demostrando su fe en Dios, y Éste haría el resto.
En el pueblo hubo introspección inmediata y la tribu de Benjamín asumió la iniciativa. Najshón, el hijo de Aminadav se internó en el mar, y los demás integrantes de su tribu lo imitaron. El agua les llegaba al cuello, pero ellos seguían avanzando, sin vacilar. Al contemplar este acto, Dios ordenó a Moshé realizar una maniobra clave para alterar la naturaleza y atraer el milagro Divino. Como está escrito: «Y tú, levanta tu vara y extiende tu brazo sobre el mar, y pártelo; y los Hijos de Israel entrarán en medio del mar, sobre tierra seca» (Génesis 15:16).
Esta heroica acción de la tribu de Benjamín producía sus frutos. Como está escrito: Moshé extendió su mano sobre el mar y El Eterno movió el mar con un fuerte viento solano toda la noche, y corrió el mar a tierra húmeda, y las aguas se partieron. Los Hijos de Israel entraron al mar, sobre tierra seca; y el agua era un muro para ellos, a su derecha y a su izquierda (Éxodo 14:21–22).
De este modo los Hijos de Israel pudieron salvarse y obtuvieron la libertad definitiva.
Se deduce de aquí algo magnífico, excepcional, extraordinario: Quien desea que Dios le haga un milagro, o lo que es lo mismo, que modifique por él la naturaleza, debe él primeramente modificar su propia naturaleza en su servicio a Dios y estará en condiciones de obtener lo que desea. Entonces su situación se asemejará a lo acontecido con la partición del mar, que requirió un milagro notorio, incluyendo la modificación de la naturaleza (Reshit Jojmá, Ahavá 8:6
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