18 enero 2006

parashah: Parashát Vaiejí, por Rav Menajem Abdeljak: ¿Efraím o Menashé?

Parashát Vaiejí, por Rav Menajem Abdeljak: ¿Efraím o Menashé?
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Wednesday, 18 de January de 2006, 18:36
 
Parashát Vaiejí
¿Efraím o Menashé?

por Rav Menajem Abdeljak

Se acerca el final de la vida material de Iaakob y quiere despedirse de su descendencia bendiciéndolos. De esta manera nos relata la Torá (Bereshit 48:13 en adelante) un episodio curioso que ocurre ciando bendice a los hijos de Iosef.
 
Y extendió Israel su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraim, siendo el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Menashé, colocando así sus manos intencionalmente, aunque Menashé era el primogénito.
 
Y asió (Iosef) la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraim a la cabeza de Menashé. Y dijo Iosef a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.  Mas su padre se negó y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.
 
Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Hashem como a Efraim y como a Menashé. Y puso a Efraim antes de Menashé.
 
¿Será solamente una anécdota? Desde ya que no. En la Torá no hay historias propiamente dichas. Lo que sí hay son lecciones de vida en base a la conducta de sus personajes. Por eso todos ellos son buenos o malos, no hay intermedios.
 
Sin duda, este hecho de cambiar la posición natural de las manos de Iaakob, comprende muchos de loas secretos de la Torá. Nosotros citaremos uno de ellos.
 
Cuando Iosef da el nombre a sus hijos, lo hace con un sentido. Como la Torá explica: Y designó Iosef el nombre del primogénito, Menashé; porque dijo: Hashem me hizo olvidar todo mi agobio y (el dolor de) la casa de mi padre. Y llamó el nombre del segundo, Efraim; porque dijo: Hashem me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción. (Bereshit 41:51,52)
 
Los nombres Menashé y Efraim hacen alusión a dos palabras hebreas “Neshiá-abandono” y “Piriá-incremento”.
 
A Iosef le tocó vivir situaciones muy duras. Odiado por sus propios hermanos, es secuestrado de la casa paterna y vendido como esclavo. Luego va a prisión sin culpa alguna. Pero finalmente llega la luz para Iosef y comienza una nueva etapa de honores y prosperidad en todo aspecto. Todo el dolor y la congoja quedaron en el pasado.
 
Es a eso que hace referencia cuando da el nombre a sus hijos. En primer lugar Menashé, deja atrás el pasado. Luego llega la prosperidad.
 
Sin embargo, el mensaje que esto deja a posteriores generaciones no complace a Iaakob. Y veremos por que.
 
Dijo David Hamelej en el Tehilim (34:14): “Sur Merá Vaasé Tov- abandona el mal y haz el bien”. Dos deberes de cada ser humano, pero en un orden preestablecido. Primero abandonar los errores, las imperfecciones y recién en ese momento podemos acceder al bien.
 
Digamos que éste es el camino y procedimiento ideal. Debemos reparar nuestros errores y cambiar nuestras actitudes negativas y viciadas para poder luego cumplir las Mitzvot de forma pura y aceptable.
No obstante, tal como lo enseñó e insistió muchísimo el Baal Shem Tov, nuestros tiempos no son aptos para este método. Como lo dijo el Arizal y otros grandes Tzadikim, una pequeña Mitzvá en nuestros tiempos equivale a una grande de Tzadikim en generaciones pasadas.
 
Las dificultades, la debilidad mental y física, la ofuscación ideológica, las grandes tentaciones y muchas cosas más, dificultan notablemente el desarrollo óptimo de la vida adecuada del Iehudí.
 
Nuestros antepasados estaban de pie a primeras horas de la madrugada para comenzar largas horas de preparación a la Tefilá mientras que nosotros apenas logramos hacerlo para llegar a horario. Nuestras madres educaron una decena o más de hijos cumpliendo a pulmón con todas las obligaciones hogareñas y familiares. Hoy, prácticamente no existe mamá que se las arregle ni siquiera con tres hijos sin la empleada doméstica. Y sin hablar de la educación.
 
Y qué decir de nuestras calles pervertidas. El pudor y el buen gusto quedaron en la historia para cederle su lugar al libertinaje y el descontrol. Mi madre nos describe como era la vida en su ciudad natal, el antiguo Mlah (Guetto) de Marrakech, en Marruecos. Sus portones se abrían de mañana para el ingreso de los comerciantes no judíos. Pero sólo los hombres tenían permitido el ingreso, para preservar así la pureza de la vida del pueblo. Al caer la noche, las calles eran rastreadas por los vigilantes del Mlah para asegurarse que ninguna persona no autorizada pernocte en él.
 
Todo esto se contempla al momento de evaluar nuestros méritos y defectos. Hashem toma en cuenta nuestras dificultades y se compadece con nosotros maximizando el mérito de nuestras Mitzvot.
 
Es a esto que hacíamos referencia anteriormente cuando decíamos que el Baal Shem Tov decía que en estos tiempos el orden de la corrección y el arrimo al buen camino es diferente. Para ser más exacto, es inverso.
 
Si esperamos hasta que enmendemos todos nuestros errores, cosa que muy difícilmente conseguiremos en épocas como estas, quedaremos sumidos en el mal de por vida. Por eso, dijo el Baal Shem Tov, la interpretación del consejo de David Hamelej es la siguiente: “abandona el mal” déjalo de lado, dalo por olvidado “y haz el bien” dedica tus fuerzas a hacer el bien. El mal se esfumará de por sí.
 
Es esto lo que le dijo Iaakob a su hijo. A Menashé, simbolizando el abandono del error, en realidad la corresponde la primera instancia. Pero Iaakob, viendo el final de la historia, pudiendo divisar la situación actual, alega a que en primer lugar está Efraim.
 
“Pero su hermano menor será más grande que él”, dijo el patriarca. La fórmula “efraimiana” abarca más. Es accesible y aconsejable para todos, no sólo para privilegiados.
 
Y finalizó: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Hashem como a Efraim y como a Menashé. Efraim primero.
 
SHABAT SHALOM

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