13 setiembre 2006

[Ieshivah.Net] Matók MiDvásh #92 - Nitsavim / Vaielej 5766 - Has de ser la luz que estoy buscando

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Matok MiDvash
Edicion No. 92 - Elul 5766 - Nitsavim / Vaielej
(Devarim -Deuteronomio- 29:9 a 31:30)

"... y os Icé sobre alas de aguilas, y os traje hacia Mi..."

Todos para uno, y cada uno para Todos
Has de ser la luz que estoy buscando

Esta edicio'n esta' consagrada a activar la bendición para todos a quienes bendecimos con amor, y a la irrupción de Luz evidente y plena en la realidad de todas las buenas almas, para que accedan a la deleitable maravilla de la Teshuváh, y un tiempo de verdadero Shalóm abra sus puertas al mundo.

Javerím, queridos amigos, Shalóm:

Todas las enseñanzas sobre la parasháh que acompañan a esta edición, se hallan disponibles en el curso "La Parasháh de la Semana", parashát Nitsavím

Atiende a la clase que dimos hace dos días en el ciclo de Introducción a la Cabaláh
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Entre el lunes y el miércoles de la próxima semana, daniEl Ginerman se encontrará en la ciudad de Barcelona. Para solicitar entrevistas o sugerir un encuentro, por favor enviar e-mail, o comunicarse al +972-525-801088


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"Vosotros estáis presentes hoy, todos vosotros, ante Hashém vuestro E-lokím", está diciendo Moshéh al inicio de parashát Nitsavím (Devarím -Deuteronomio- 29:9). La palabra "nitsavím" (nun-tsadik-bet-iod-mem), que hemos traducido por "presentes", significa también "comisionados"; ésto es: "vosotros estáis adquiriendo responsabilidad por una misión, hoy, todos vosotros, ante Hashém", dirá Moshéh al presentar al pueblo de Israel el pacto definitivo con el Creador, un día antes de despedirse de este mundo, entre los aprontes del pueblo para cruzar finalmente el río Iardén -Jordán- e ingresar a nuestra tierra.

El Or HaJaím HaKadósh se pregunta por el sentido preciso de esa misión que adquiere el pueblo todo, y responde: El compromiso es de responsabilidad recíproca de cada integrante de Israel por cada uno de los demás. A partir de ahora y para siempre, un iehudí que se ha extraviado del camino de la Toráh, es responsabilidad de todos y de cada uno; o dicho en palabras del Or HaJaím: "para que se esfuerce cada uno en pro de su compañero, para que éste no transgreda la palabra de Hashém", y entonces, serán también responsables ante el Firmamento el uno por el otro.

El alcance de esta responsabilidad, que rige hoy de modo mucho más urgente acaso que entonces, es vasto y profundo. La Toráh advierte: "todos vosotros"; nadie queda fuera. Y el mismo verso continúa especificando: "vuestros jefes, vuestras tribus, vuestros ancianos y policías, todo hombre de Israel", y luego, "vuestros niños, vuestras mujeres, y el guér -prosélito- (...)". De esta enumeración detallada deduce el Or HaJaím que la responsabilidad rige de acuerdo al grado, habilidad y capacidad de cada uno, como lo advierte la Guemará (Tratado de Shabát, hoja 54b): Todo quien tiene capacidad de reclamar -de atraer de retorno hacia la Verdad- al mundo entero, es juzgado por la conducta de todo el mundo; todo quien tiene capacidad de reclamar a los pobladores de su ciudad, es juzgado en lo Alto por las acciones de toda su ciudad; y todo quien tiene capacidad de reclamar a los integrantes de su hogar, es juzgado por las acciones de ellos.

Este nuevo y último Pacto entre Hashém e Israel tiene por objeto "erigirte hoy como pueblo para El, y El será para tí E-lokím" (o sea, pondrá sobre tí su Hashgajáh=supervisión y su Hanhagáh=conducción). El Or HaJaím advierte que la imposición de un peso tan enorme -como es el de la responsabilidad por las acciones de los otros- sobre cada quien, conforma precisamente el cimiento sobre el que podremos "erigirnos en pueblo para El". Porque de no mediar esta responsabilidad, sucederá que Israel retrocederá y descenderá espiritualmente: cada uno por su parte realizará transgresiones mínimas al inicio y más sustantivas luego, y comenzarán a extraviarse almas de Israel lejos de la Toráh, hasta que el pueblo entero se hallará en la oscuridad. Tras unas pocas generaciones de haberse esfumado casi por completo esa responsabilidad espiritual suprema, de cada iehudí por el otro, la situación espiritual de gan parte de Israel es de ignorancia y desapego respecto de la Toráh y de la misión de Israel en el mundo; tal como nos fuera advertido. Urge recuperar esa responsabilidad solidaria: enseñar, difundir, cultivar, educar, aclarar, incidir para Bien en todos quienes nos rodean.

Esta responsabilidad solidaria, constitutiva de la cualidad espiritual de Israel, no está limitada a la generación nacida en el desierto. Así nos aclara Moshéh (29:13-14): "Y no sólo con ustedes yo realizo este Pacto (...); sino con quien se encuentra aquí con nosotros de pie hoy ante Hashém nuestro E-lokím, y con quien no se encuentra aquí con nosotros hoy". El Or HaJaím revelará que estas palabras no sólo indican la vigencia del Pacto para todas las generaciones futuras, sino también la responsabilidad de cada generación por la que la sucede -ésto es: tu responsabilidad solidaria por las acciones de tu hijo a todo lo largo de su vida, etc.-. Del conjunto de esta Ley, vital para la existencia del pueblo de Israel, deducimos inmediatamente un principio que se aplica a cada uno de nosotros: independientemente de cuánto hayamos logrado u nos haya sido dado avanzar y crecer en el conocimiento y la práctica de la Toráh, somos responsables de que nuestros hijos, nuestros discípulos, nuestros pares, nos alcancen y nos superen; y que así sea labrará también nuestro propio camino personal de Redención.

Sentada esta base, y advertido que (Devarím -Deuteronomio- 29:28) "lo oculto pertenece a Hashém nuestro E-lokím" (y por consiguiente, no somos juzgables por ello), en tanto "lo revelado es nuestro y de nuestros hijos por todo el tiempo del mundo, para hacer todo lo dicho en esta Toráh", Moshéh continúa y abre ante nosotros el abanico de nuestro propio tiempo (Devarím -Deuteronomio- 30:1): "Y será cuando lleguen a tí (...) la bendición y la maldición", cuando estemos por fin ante las elecciones vitales, y debamos optar con conocimiento real de hacia dónde nos guiará cada opción, entonces (30:2) "y retornarás hasta Hashém tu E-lokím y atenderás a Su voz". En el verso siguiente: "Y retornará Hashém tu E-lokím y te liberará de tu prisión, y se apiadará de tí, y te reunirá de entre todos los pueblos (...)". En tercer término (30:6): "Y quitará Hashém el prepucio de tu corazón y del corazón de tu descendencia, para que ames a Hashém tu E-lokím con todo tu corazón y toda tu alma, por tu vida"; ésto es: así como el prepucio del hijo varón es seccionado en su octavo día de vida, y con ello se le libera del mal que allí se aferra y se le bienviene al Pacto de la Toráh, otro tanto sucede con el corazón-alma del hombre, que debe ser liberado de las cáscaras que le envuelven para ser capaz del más alto amor. Por fin (30:8), "Y tú retornarás y atenderás a la voz de Hashém, y harás todas sus mitsvót (...)".

Nos recuerda en este punto el Or HaJaím que hay tres etapas en el camino que conduce a la "brajáh"=bendición (cual las hay en el camino que conduce a la "klaláh"=maldición). La primer etapa consiste en el apego a la Toráh, por vía del estudio y la profundización en ella. La segunda: el cuidado de las mitsvót de abstención (ésto es: abstenerse de transgredir las prohibiciones de la Toráh). La tercera: el cuidado de las mitsvót positivas (o sea: la realización de las acciones que la Toráh ordena hacer). Y las tres en conjunto conforman el camino de la Teshuváh, que conduce al verdadero Shalóm.

De tal modo, "y retornarás hasta Hashém tu E-lokím y atenderás a Su voz": esa "voz" es la de la Toráh que expresa cuanto Hashém ha revelado en tus manos para que sepas hacia dónde te conducirá cada elección. Ante la magnitud de la libertad en que te encontrarás ("puedo hacer lo que quiera"...), si sabes comprenderla, no hallarás sensatez sino en retornar hacia la fuente de tu libertad e inquirir su verdadero sentido en la Toráh. Y ese, como hemos visto, es el primer paso en el camino Real de la Teshuváh: saber que la Toráh provee el mapa verdadero del laberinto vital, y que la Halajáh -la normativa práctica que los sabios de Israel dictaminan a partir de la Toráh- equivale a un dispositivo GPS: un sistema de posicionamiento inteligente que sabe el mapa y también sabe dónde estás tú, y eso le capacita para guiarte paso a paso hasta donde debes llegar.

La tierra de Israel se "perdió" de nosotros "porque abandonaron Mi Toráh" (Irmiáh -Jeremías- 9:11-12). Por consiguiente, el primer resultado de nuestro retorno al estudio de la Toráh (el de todos, el de cada uno) es que "retornará Hashém tu E-lokím y te liberará de tu prisión, y se apiadará de tí, y te reunirá de entre todos los pueblos", de modo tal que el pueblo de Israel completo pueda volver a edificarse sobre su tierra con seguridad y prosperidad. De suyo, entonces, que nada sino el estudio y la enseñanza de Toráh será herramienta hábil para atraer a nuestra tierra sagrada ese Shalóm, del que tanto se habla y tan poco se comprende. Porque la tierra de Israel sólo puede acoger armónicamente vidas arraigadas en la Toráh; y así ha sido siempre: no hay Shalóm en nuestra tierra si falta en ella el cultivo de la Verdad.

El siguiente paso en nuestras manos es aplicar el conocimiento recibido para prevenirnos del mal, emprendimiento que nos conduce al cumplimiento de las 365 mitsvót de abstención (que nos "desconectan" de cuanto pueda atraer mal sobre nosotros). Esta desconexión nuestra respecto de toda tumAh, de toda contaminación de mal, está representada por la circuncisión del corazón que vimos en el verso 30:6: desconectarnos del mal es romper y descartar esa cáscara que se interpone entre la luz de la Kedusháh y nosotros, y nos impide amar de modo pleno al Creador y gozar de su brajáh. Por fin, en última instancia, el camino nos dirige hacia la acción de Toráh en la senda de las 248 mitsvót positivas, bajo cuyo impulso "retornarás y atenderás la voz de Hashém", en teshuváh completa, en integración de tu mente con tu alma y tu cuerpo, libre de todo mal y apegado a la fuente de todo Bien.

"Teshuváh" (tav-shin-vav-bet-hei) es traducible ya como "retorno" o como "respuesta", lo que alude con precisión a su esencia: se trata de "retornar a La respuesta", a la única respuesta fundamental de la Creación; y mapa en mano, rectificar el camino. Entonces, cada mitsváh positiva que realizas es una nueva conexión entre tí y las puertas de la Redención que aguardan entreabiertas en lo Alto. Y cada vez que te abstienes concientemente de algo que la Toráh prohibe, estás desconectando un cable mediante el cual tu vida alimenta a las "klipót", a las cáscaras que se interponen entre tí y la verdadera Luz. O sea: a medida que el mapa se hace carne de tí, a medida que la Toráh va tomando parte de tu pensamiento, de tu sentir, de tu habla y de tu acción, vas ensanchando los canales que te nutren de bendición física y espiritual, al tiempo que vas estrangulando las sondas a cuyo través el instinto de mal te vampiriza. Eso es lo que se llama que "la Toráh te da forma": te da la forma adecuada para la cima del Shalóm, la forma adecuada para la GueUláh, que implica la irrupción en tu vida de la luz más clara, esa que hace ver lo objetivamente verdadero y disuelve toda delusión.

Estamos al borde de Rosh HaShanáh, en que al tiempo que en lo Alto se lleve a cabo un balance de nuestras vidas, deberá estar listo ya nuestro balance propio, de tal modo que nuestras propias conclusiones sean consideradas en la sentencia de lo Alto. En estos días previos, debemos esforzarnos en el análisis minucioso de cómo el bien y el mal, lo bello y lo feo, la Verdad y la mentira, hallaron expresión en nosotros durante el último año todo. Debemos abordar los puntos oscuros, hurgar hasta su raíz, y extirparla de nosotros. Lamentar que allí haya estado hasta hoy, y prometernos que nunca más se alojarán la desidia, la ociosidad, la incredulidad, la vanidad, y ninguna otra de las malas cualidades, dentro de nosotros. Debemos adquirir "derej-Erets"="el camino de la tierra", que equivale a decir que debemos aprender a ser buenas personas, porque hemos aprendido que una vida ética es condición previa al verdadero apego a la Toráh.

Si al valor numérico 515 de "dérej-Erets" (dalet-reish-kaf Alef-reish-tsadik) le sumamos los 96 de "tsáv" (tsadik-vav) -que es el verbo de que se sirve Hashém para instituir las mitsvót-, obtenemos el número 611: el valor numérico de la palabra "Toráh" (tav-vav-reish-hei). El camino hasta la Toráh se abre, también, desde la certeza moral del dérej-Erets, de las mitsvót de moralidad que realizamos instintivamente por voluntad de hacer bien, toda vez que tomemos conciencia de que ese bienhacer es mitsváh, es voluntad suprema del Creador, y que su trascendencia va mucho más allá de la sensación de bienestar pasajero, o de coherencia filosófica, que nos permite experimentar. Con ello, y con la Toráh-mapa en nuestras manos, debemos aún preguntarnos en estos días acerca de cada mitsváh que omitimos y cada mitsváh que transgredimos; debemos desconectar las conexiones indebidas -aquéllas a cuyo través las "cáscaras" del mal instinto reciben alimento de nosotros-, y ensanchar los canales de la brajáh.

El valor 515 de "dérej-Erets" es compartido por la palabra "tefiláh" (tav-pei-lamed-hei) = "plegaria". Porque sin la Misericordia de Hashém que la plegaria está llamada a despertar, es muy difícil que el hombre pueda cumplir íntegramente sus propósitos de enmienda personal, y no vuelva a caer e incurrir en los mismos errores una y otra vez. La tefiláh eleva hasta Hashém la voluntad sincera del hombre de completar su propio tikún=enmienda, y convoca al auxilio de parte de Hashém a cada paso, cual si alguien sostuviera para tí una linterna para que no te separes del camino transitable, entre las sombras nocturnas de un bosque tupido.

Tres son las claves del trabajo que pende sobre cada uno en estos días. La primera es la Teshuváh: el análisis, el arrepentimiento y la lamentación por el mal pasado, el compromiso vital con su reparación y con la acción de Bien y de Toráh. A continuación, la Tefiláh, que como hemos visto, es herramienta imprescindible y gozosa de la Teshuváh. En tercer término, la Tsedakáh: el acto de dar a quien debe recibir, no en nombre de la propia "generosidad" sino en nombre del Tsédek="justicia". La diferencia entre caridad y Tsedakáh estriba precisamente en ese punto: cuando damos Tsedakáh, estamos haciendo lo que es Bien de acuerdo a la Verdad; ésto es: estamos sumando los 515 de dérej-Erets a los 96 de "tsáv", para alumbrar en nosotros mismos la Toráh. Y también quien analice la relación entre estas tres claves, y las tres etapas de la Teshuváh vista globalmente que nos instruyó el Or HaJaím, y medite profundamente a su respecto, advertirá sin duda maravillas.

Sea Voluntad de Hashém que cada día de éstos que estamos transitando, despertemos a la conciencia y la necesidad de Teshuváh, de Tefiláh y de Tsedakáh; que nos esmeremos en la propia reparación y el pulimiento de nosotros mismos, que nos comprometamos con el Bien y supliquemos ayuda de lo Alto para sostenernos en nuestro compromiso, y hagamos el Bien; y que atrayendo, cada uno hacia sí, Luz verdadera, sepamos todos compartirla, brindar de ella, enseñarla, contagiar de su anhelo y de su brillo; sabiéndonos responsables solidarios los unos por los otros con amor; atrayendo todos juntos la GueUláh completa y desde allí, esa sonrisa soñada en nuestro anhelo de Shalóm.

con brajót,

daniEl I. Ginerman
Editor
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