16 noviembre 2006

parashah: Jaie Sara

Jaie Sara
de Patricia Starkloff - Thursday, 16 de November de 2006, 00:51
 

BS"D

Jaie Sara

Sara vivió 127 años.

Y la Parashá que relata su desaparición física, se llama "La vida de Sara".

El Tania explica que cuando el alma del Tzadik se desprende de su cuerpo para volver a su Fuente, entonces el Tzadik está más "vivo" influyendo de manera más intensa en todos sus discípulos y a todos quienes se apegan a sus enseñanzas.

En un mundo donde se apuesta a "alargar" los años de vida, debería estar lleno de gente "feliz", sin embargo las caras que vemos en las calles y, lamentablemente también en nuestro entorno más íntimo, no son precisamente, caras de "alegría".

¿Qué pasó? ¿Tiene sentido "tanta cantidad" de vida si repetimos nuestras horas rutinariamente? ¿Si las arrugas que adquirimos con el paso de los años no nos hacen más sabios, qué justificación tenemos para desear vivir mañana? Permanecer "eternamente joven" parece más un sueño de un embalsamador egipcio, que el deseo de un heredero de Abraham de elevar el mundo y hacer de sí mismo una nueva creación día a día...

¿Cuál es diferencia entre nuestra Matriarca Sara y las mujeres de nuestra generación?

Sara estaba viva, y está viva aún, aunque nuestros ojos no la puedan ver.

¿Cómo vive?

Cuando intentamos emular su grandeza, ella "es" a través de nuestros actos, palabras y pensamientos.

Alguien que se asocia a Di-s para cumplir Su voluntad, que genera un proyecto de vida que revoluciona todo lo establecido, que hace de su transitar el mundo algo valioso, aún, cuando desaparezca físicamente, está vivo.

Alguien que abandona el hogar de sus padres, para unirse a su esposo, para seguirlo y amarlo hasta el punto de desear que él pueda concretar el tener hijos a costa de que no sean de ella, es una mujer única que ha llevado al máximo de expresión, todo lo que Di-s le dio.

Sara nos enseña cómo una mujer se convierte en constructora de hogar, ama incondicionalmente y también sabe poner límites, es fiel a Di-s, a su esposo y a su hijo, y algo fundamental, es fiel a sí misma. Sara es una mujer entera, es una reina.

Cada segundo de su vida se vuelve significativo.

Es una de las mujeres más bellas, y guarda ese don como un diamante. Permanece recatada y, como todos los justos, en su humildad resplandece su hermosura.

Sara, nos enseña que el sustento aunque en lo aparente, llega a través de las manos masculinas, es generado en el cielo.

Separa la Jalá, (una parte de la masa destinada a los cohanim), Le devuelve a Di-s parte de lo que Él le da y siembra la abundancia eterna en su hogar.

Enciende velas de Shabat y Iom Tov, y garantiza que su luz ilumine, a toda su descendencia, aún en los momentos más negros de nuestra historia.

La Presencia Divina descansa en su morada, pues ella cuida las leyes de pureza familiar, elevando así la intimidad matrimonial a una unión Santa y a una renovación constante y plena.

Sara es nuestra madre, ninguna mujer judía puede argumentar que no tiene "modelo", allí están Sara junto a Rivka, Rajel y Lea, cada una de ellas enseñándonos a confiar en Di-s, a construir un hogar, a amar, a educar, a opinar, a actuar, a sentirnos fuertes, hermosas, nos enseñan a ser creativas, rebeldes, fieles, ricas y eternas.

Podemos seguir tratando de correr detrás de reconocimientos profesionales, detrás de la juventud artificial, o de parches múltiples para tener motivos para sonreír, pero la verdadera sonrisa llega desde adentro.

Cuando nos unimos a Di-s a través del cumplimiento y estudio de Su Torá, casi sin darnos cuenta, como una metamorfosis, nos convertimos en las reinas, descendientes de reinas, que vinimos a ser desde el Principio.

Que Di-s nos ayude y nos Bendiga en ese camino.

Amen

Patriicia (Déborah) Starkloff

 


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