MIQUETZ - La Problemática del Poder, por Malcah Canali 5767 de Josefina Navarro - Thursday, 6 de December de 2007, 04:10 | |
De Malcah para la Kebutzah
Madrid a 21 de Diciembre de 2006 30 de Kislev de 5767 6º de Janucah Rosh Jodesh de Tevet
LA PROBLEMÁTICA DEL PODER
Queridos Amigos:
La parashah de Miquetz que leeremos pasado mañana, si Haqadosh Baruj Hu nos lo permite, empieza por el célebre sueño de las vacas gordas y de las vacas flacas. Esta vez el soñador es el mismísimo Faraón, quien, sin tener el tiempo suficiente para reponerse de la impresión, vuelve a dormirse y sueña con siete espigas raquíticas devorando a siete espigas lozanas y gruesas. Como es natural, al carecer de la perspicacia psicológica de nuestro patriarca Yaacov, que interpretaba sin vacilar los sueños de José, el atribulado soberano llama a sus magos de confianza para que descifren el contenido de ambos sueños. Interviene entonces el sumiller imperial para mencionar la existencia de Yosey y subrayar su conocimiento de los arcanos oníricos. Se había callado durante dos años, a pesar de haber prometido lo contrario al joven hebreo La Torah siempre nos describe a los seres humanos tales y como son, nunca tales como nos gustaría que fueran para poder aplaudirles o demostrarles según nuestros deseos. Que el sumiller imperial es un ingrato, no hay quien lo dude. Piensa y se expresa como tantos vecinos con quienes nos cruzamos a diario ¿Por qué se habría ido él a facilitar a Faraón una información que éste no le pedía? ¿Y si al irascible soberano le exasperaba que se metiera en sus asuntos un joven, un mocoso, hebreo, o sea extranjero un inmigrante de estos que vienen a comer el pan de los trabajadores honrados (os ahorro el rollo sobre los inmigrantes moros, sudacas, etc en aquel entonces era "hebreos" porque me imagino que lo conocéis) y además de mocoso y hebreo, esclavo? El sumiller, con gran prudencia y mediana cobardía, se había callado.
Queridos Amigos, os ruego que aceptéis un consejo de abuela bienintencionada: si algún judío o algún gentil indignado os comenta lo abyecto que fue el sumiller, sobre todo no os preguntéis qué habría hecho el indignado en su lugar, porque ¡igual os contestáis!
Bueno, pues cuando piensa que ya ha llegado la oportunidad de lucirse ante el Faraón ("¡Mira que yo conozco a gente !) y de pagarle la deuda a José, el buen hombre cambia la copa de mano, deja la jarra de vino al alcance de la urgencia y se lanza, con precauciones: "Mira, Gran Mandamás, yo conozco a un un humanoide joven, hebreo y esclavo, que sabe "
Todos conocemos la historia: Faraón manda llamar a José. Éste llega y explica el misterio: es el Eterno el D.os Único Quien cuida del Faraón enviándole anuncio del acontecer futuro
No es difícil ponerse en el lugar de ambos personajes, el Faraón y José, porque ellos están en nuestros corazones. No cuesta ningún esfuerzo recogerse un instante y vivir la escena: Faraón mira al joven hebreo Faraón es un hombre de poder, lleva años reinando, gobernando, juzgando, pensando y decidiendo. Conoce a los hombres. Este joven hebreo es sincero, honrado (mientras Yosef se afeitaba le han traído la información los sabihondos de su servicio de inteligencia) y sabe cosas. Putifar, que es un hombre inteligente, le tiene estima e incluso afecto a pesar del numerito que ha montado la muy cursi de su esposa la mujer de Putifar sí, sí, una guapetona que estuvo en un baile de la corte y se lo tiene muy creído bueno, este joven hebreo vale para gobernante y debe de gustarle el poder ¡pobrecillo!
Faraón no reniega del poder, pero la corona le empieza a pesar, ¡tantas historias de estarlo siempre organizando todo, de no poder olvidarse un instante de la dichosa corona, y cuando crees tenerlo todo previsto, todo en orden, con las fronteras controladas y el desierto respetando al Nilo y el Nilo al desierto, en fin todo bajo control, te acuetas tan tranquilo y, en vez de dormir tranquilo en brazos de tu hermana la Faraona, te pones a soñar. ¡No hay derecho!
Faraón miraba a Yosef. El joven hebreo le caía bien. Puede que fuera ambicioso, incluso en la cárcel se las había arreglado para tener un puesto de mando. De todas formas los muchos sufrimientos le habían hecho madurar. No era frívolo ni superficial. Además tenía por su D.os el Eterno una veneración indiscutible. Sería un buen ministro.
Yosef miraba al Faraón y veía a un hombre preocupado por el bienestar de su pueblo, por la estabilidad de su reino, por la persistencia de su dinastía, por el realce de su corona, pero ya cansado de tantas preocupaciones y de tantos desvelos.
Se entendieron, se comprendieron, se estimaron y lo arreglaron todo bien.
Y Yosef se convirtió en Primer Ministro y se casó con quien convenía y la bendición de Hazme fueron dos hijos que se querían, que nunca se traicionarían ni se envidiarían el uno al otro.
Yosef gobernó. Aprendió a no tener ego, a ser una función antes que un "basar vedam" (carne y sangre). Se dedicó al bienestar colectivo de este pueblo egipcio que le había dado el sustento en las peores y en las mejores condiciones, a este pueblo que le veneraba mientras era poderoso pero que le hubiera escarnecido sin piedad en otras circunstancias. Él no era egipcio ni podía sentirse egipcio, pero a los egipcios, los quería y los protegía, cuidaba de ellos.
Un buen día vio llegar a sus hermanos porque había hambruna en Canaán. Su corazón se emocionó. Recordó sus sueños y pensó: "El Eterno es grande, siempre realiza lo que anuncia. Pero él era Primer Ministro, un hombre de poder, con el ego aherrojado, como debe ser, y pensó en proteger al pueblo egipcio que contaba con él para estar a salvo. No trató a sus hermanos como lo hubiera hecho en otras circunstancias. A ellos los conocía, sabía de qué eran capaces, así que los trató como un gobernante responsable lo hubiera hecho con "elementos presuntamente indeseables".
Yosef actuó como un hombre justo, un hombre de gobierno que pone siempre por delante el interés de la colectividad que le ha entregado el poder.
Cuando, más tarde, se reconcilió con sus hermanos, lloró y los abrazó, lo hizo en la soledad de un aposento privado. Durante un tiempo se apartó de sus conciudadanos y se entregó al cariño familiar.
Pero un gobernante no puede tener ego. Envió a la familia a sobrevivir holgadamente al norte del país, lejos d elos focos cortesanos de discordia y conspiraciones, y él siguió siendo un gobernante agradecido a su país de acogida. Hizo algo que no está de moda hoy día: puso su deber por encima de sus afectos y así atrajo la bendición sobre su familia y del país que gobernaba. Hubo paz y prosperidad. Todo un ejemplo.
Shabbat Shalom y feliz final de Janucah La Luz de la januquiah nunca se apaga en nuestros corazones. Sed felices.
Malcah
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