27 junio 2008

parashah: BEHA'ALOTJAH - El Encendido de la Menorah, por Malcah 5768

BEHA'ALOTJAH - El Encendido de la Menorah, por Malcah 5768
de Josefina Navarro - Friday, 27 de June de 2008, 18:49
 

B''H

Shalom queridos amigos, continuando con la recuperación de comentarios atrasados de este año, aquí les comparto el correspondiente a Beha'alotjah, espero lo disfruten. Shabbat Shalom.

B"H

De Malcah para la Quevutzah

Sábado 14 de Junio de 2008

                                                                     11 de Siván de 5768

BEHA'ALOTJÁ

EL ENCENDIDO DE LA MENORAH

 

 

     En el judaísmo, como en todas las culturas, por cierto, la presencia de una llama en lugares u ocasiones que se asocian con la santidad, representa la elevación espiritual. La llama siempre va hacia arriba, es decir hacia el cielo. Lo elevado se suele vincular con lo excelso y  lo bajo con lo abyecto. Se habla corrientemente de ideas o sentimientos elevados y nobles, oponiéndoles a las pasiones más bajas y abyectas. Estamos enunciando banalidades, es cierto, pero lo hacemos con la intención de recordar que los Benei  Israel tenían estas verdades fundamentales interiorizadas en su psique en el momento en que se acercaron al santuario recién construido para asistir al encendido de la Menorah  por Aarón, hermano de Moshé Rabenu (Moisés, nuestro maestro). Estaban conscientes de estar  efectuando un movimiento ascensional que, al ser punto de referencia, determinaría toda su vida ulterior. La Torah dejaba de ser un simple texto, magnífico, incomparable, totalmente santo, pero un texto, al fin y al cabo, para manifestarse como fuego, o sea como una luz surgida y alimentada de continuo desde abajo, como devota réplica a la luz venida del Cielo y que mantiene la Creación. Las siete llamas que suben hacia el Cielo, son la aceptación fervorosa y cotidiana (hay siete, una para cada día de la semana) de la Torah por los hombres. La Torah no sólo baja de las alturas, sino que también sube hacia ellas.

       En este sentido, es importante conceder toda la atención que merece al título de nuestra Parashah. En efecto, la palabra "bea´alotjá", que se traduce muy bien por "cuando enciendas", proviene de la raíz áyin, lámed, he, que significa "subir, ascender", de forma que la traducción literal sería "en tu hacer subir" o, en castellano correcto: "cuando eleves". Este es el mensaje esencial que el Eterno nos transmite en los primeros versículos del capítulo 8º de Bamidbar: el Santuario, con su Menorah, es Residencia de la Presencia Divina Que baja hacia los Benei Israel, pero las siete llamas de la Menorah representan el amor del pueblo que asciende hacia su Creador y Protector.

         Las llamas son fuego y el fuego siempre debe ser alimentado. La llama va hacia arriba, pero sólo arde si, desde abajo, se la mantiene viva. Debieron de recordarlo nuestros antepasado s, cuando vieron a Aarón proceder al encendido, que esta tarea de mantenerla viva, en lo material les correspondía a los Hijos de Leví, pero que, en lo espiritual, también les incumbía a ellos. Por eso, en los versículos siguientes, figura la orden de que los Hijos de Israel pongan sus manos sobre los Levitas, mientras éstos se acercan al santuario. Esta, como todas las imposiciones de mano, es transmisión de energía al recipiendario.

          Una vez más, podemos comprobar el enorme interés de Hashem para que los Hijos de Israel se sientan presentes, ellos, personalmente en el Santuario, que comprendan que les está destinado a ellos. El Eterno no necesita ninguna morada construida por los seres humanos, el mundo entero es Suyo, pero los hombres sí necesitan un punto focal hacia dónde dirigir de continuo sus anhelos para reavivar en sus corazones la llama sagrada que los mantendrá en el camino del recto proceder y de la indestructible esperanza.

         Otra cosa muy significativa del texto de "Bea´álotejá" es la palabra "nerot" que sirve para denominar una lámpara, un candil, una antorcha etc. y que es la utilizada por el Eterno en nuestro texto. Designa, a la vez, la luz y el artefacto que la contiene. No es casualidad. Las nerot (lámparas) de la Menorah (candelabro) han sido fabricadas con sumo cuidado por los mejores artesanos de Israel, siguiendo unas instrucciones muy precisas, pero son obra humana. Están hechas según unas normas perfectas que garantizan su efectividad en el palpitar tanto del Corazón Divino, como  en  el movimiento cósmico, pero no dejan de ser una obra humana. , de pertenecer al mundo de la Creación, o sea de la dualidad. Siendo la "nun" una consonante ligada a la percepción mientras que la "resh" lo está a la dualidad (es la segunda letra de "Bereshit ( En el Principio) el vocablo " ner"(=lámpara, luz …) entraña la implicación siguiente: captar la dualidad, es decir, la condición humana.  El "ner", pues, es hechura humana y  tiene doble significado: es, a la vez, la luz y lo que la contiene. Con el empleo repetido de esta palabra, El Eterno nos indica que lo realmente importante no es la llama sino el corazón que la alberga. Arderán en el Santuario las luces que sepamos encender y alimentar en la intimidad del alma. Las luces de la Menorah son obra nuestra. Nunca debemos olvidarlo. Son luces humanas que se han de elevar hacia los Cielos. l Nos recordarán  que si cumplimos con esta misión de hacer subir hacia el Creador nuestra fogosa buena voluntad, algún día volveremos a labrar las nerot de oro puro según las instrucciones que El nos impartió, el Santuario, de nuevo, se hará visible a nuestros ojos. Hashem Se manifestará en la nube, incandescente de noche y mostrará Su predilección aceptando la inclinación de las luces que hagamos subir hacia El. En este beso de la sensualidad espiritual volverá muestra alma a fundirse con su Amado y todas las tribulaciones quedarán olvidadas.

         El segundo versículo de Bea'alotjá no ha terminado de acaparar nuestro  interés. Traducido entero dice: "Cuando enciendas las lámparas del candelabro, hazlo de modo que alumbren hacia adelante." Es de suponer que la Menorah debía estar ligeramente inclinada hacia la parte delantera, o sea,  hacia los fieles presentes en el santuario, lo cual refrenda lo que hemos venido comentando hasta ahora de la dedicación del culto a los Benei-Israel, pero esto, ya no es el punto esencial. En este momento,  Lo es la expresión "el mul", empleada para decir "hacia adelante".

         Advertimos de inmediato que esta preposición, "mul" es también raíz del verbo "lamul" que significa circuncidar. Desde luego, la circuncisión se practica en la parte delantera del cuerpo, como la ruptura del himen en la  mujer. Tanto en un caso como en el otro, se trata de un corte con el pasado que obligará al ser que lo recibe a abrirse al porvenir, a mirar hacia adelante. Para el  judaísmo, el futuro es el tiempo santo por excelencia. Todos nuestros pensamientos y todas nuestras acciones deben estar orientados a conformarlo y vivirlo con gozo: No olvidemos que Hashem se nombra "Seré Quien Seré".

          Semejante predilección por el futuro es perfectamente lógica. Cuando recordamos, examinamos, nos detenemos en considerar el pasado, los recuerdos que evocamos no deben ser pura nostalgia o dolor, porque entonces nos aniquilan, destruyen nuestras energías y nos engullen en la confusión de la no-vigencia. La misión del pasado es ayudar a construir el futuro. Así, cuando relatamos la vida de nuestros patriarcas, deseamos igualar sus virtudes, llegar a ser como ellos. Abraham Abinu no es el pasado, es el futuro. De poco nos valdría contarnos su historia los unos a los otros, si no fuera para ensalzar su ejemplaridad. Hablamos de él a nuestros hijos para enseñarles a comportarse lo más dignamente posible. Si no se mira hacia adelante, se penetra en el reino de la muerte.

          Cuando invitamos a nuestros pequeños a revivir la historia de nuestro pueblo, centrada en la salida de Mitzraim (Egipto), durante la noche de Pésaj, no lo hacemos por afán de narrarles unos acontecimientos gloriosos que nunca volverán a producirse, sino para enseñarles que, en cualquier situación de opresión y de angustia, por atroz, por inhumana que sea, podremos contar con la intervención de Hashem. El siempre nos librará de nuestros verdugos, siempre nos sacará de la esclavitud. Todos cuantos explotaron nuestros sufrimientos han visto desaparecer su civilización o su "invencible organización", mientras que nosotros permanecemos y renacemos de continuo. El rebrotar de la identidad judía, actualmente, en nuestra amada Sefarad es uno de los ejemplos más conspicuos de esta realidad, sin hablar de nuestro retorno a Eretz Israel, que es el milagro de la era actual. La salida de Egipto, no es el pasado, es el futuro.

          A este respecto, es preciso observar que, en la Parashah, nada más terminar con las indicaciones relativas al ceremonial indispensable para acercarse al santuario en el que arden las siete lámparas de la menorah, El Eterno Se explaya sobre la celebración de Pésaj (la Pascua), fiesta estructurada sobre el número siete que es el de la semana y no hay conjunto temporal  más ligado al porvenir que los días de la semana. Una suceda a la otra, la anuncia. En cuanto sale el shabbat, nos decimos los unos a los otros: "Buena semanada nos dé el Dio".

          Lo que ha sido será. Lo tenemos claro. Nunca hay que anclarse en el pasado, hay que mirar hacia adelante, como las lámparas del santuario. Sin embargo, muy a menudo, los impíos intentan utilizar esta profunda verdad con gran perversidad, para darnos a entender que la devoción al porvenir nos exige abandonar "las viejas creencias ", adoptando otras, que son las suyas. Si nos dejamos engañar, las utilizarán para esclavizarnos. Entonces, conviene evocar nuestro pasado para conocer nuestro porvenir.

          Lo que no se debe hacer nunca es anclarse en el pasado para dejar de avanzar hacia nuestra meta. Un cuento meso-oriental muy profundo (no sé con certeza si es o no es judío, pero  tiene gran predicamento en nuestras familias…A mi esposo de bendita memoria, le gustaba enormemente. Refiere la historia de un joven caballero que debe penetrar en un castillo encantado, o sea, en el paraíso, pero sólo podrá lograrlo si, a lo largo del camino, no vuelve la cabeza para mirar atrás ni una sola vez, porque, de hacerlo, se quedará petrificado como todos cuantos lo han intentado antes que él, y han fallado viéndose transformados instantáneamente en estatuas, inmóviles y vociferantes, a ambos lados del camino. Su liberación depende por completo de la victoria del caballero. Si él penetra en el castillo, ellos serán de inmediato liberados del hechizo y lo saben. Sin embargo, hacen cuanto les dicta la envidia para evitar el triunfo del héroe. No paran de vituperar, de insultarle, de tratar por todos los medios de conseguir que el también se transforme en estatua. Como lo podéis imaginar, el esforzado caballero (o la noble dama ¡vayan vuestras mercedes a saber!)no cederá, nunca mirará hacia atrás sino que entrará en el castillo y devolverá la libertad a quienes en ningún momento dejaron de invectivarle.

          Esta es nuestra misión en este mundo: caminar mirando hacia delante, como las lámparas encendidas por Aarón. ¡Bendito Sea Hashem por habérnosla encomendado!    

                                                                                                                                                      

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