Resumen de la ParasháÉxodo 6:2-9:35
| Di-s se revela a Moshe. Utilizando las "cuatro expresiones de redención", El promete sacar a los Hijos de Israel de Egipto, redimirlos de su servidumbre, para después adquirirlos como Su pueblo elegido en el Monte Sinaí; luego El los llevaría a la tierra que le prometió a los patriarcas como su eterno legado. Moshe y Aarón hablan con el Faraón repetidas veces para demandarle, en nombre de Di-s, "Deja salir a Mi pueblo, para que me sirvan en el desierto". El Faraón se niega en todas las veces. El bastón de Aarón se vuelve una serpiente y se traga los bastones mágicos de los brujos egipcios. Di-s envía una serie de plagas sobre Egipto. Las aguas del río Nilo se vuelven sangre; una plaga de ranas asota la tierra; piojos infestan todos los hombres y bestias; hordas de animales salvajes invaden las ciudades; la peste mata a los animales domésticos; dolorosas ampollas afligen a los egipcios. Para la séptima plaga, fuego y hielo se combinan para descender del cielo como una lluvia devastadora. Aún, "el corazón del Faraón se endureció y no dejaba a los Hijos de Israel ir, como Di-s había dicho a Moshe". | LAS PLAGAS DE EGIPTO (Primera parte) La salida de egipto está mencionada en nuestra Tora más de cincuenta veces! También tenemos un precepto de recordar todos los días la salida de egipto, nos ponemos los Tefilin en la mano y en la cabeza, como para que el recuerdo no se nos "escape". Y dice el Ramban: muchos preceptos nos hacen recordar la salida de egipto, todo para que "entre" muy dentro nuestro, y para todas las generaciones este gran testimonio, y que no podamos olvidarlo, para no dar lugar a los "renegados" a decir nada en contra de la fe en el Creador. Hay algo muy especial en la salida de egipto. Dice el "Jinuj" que no haría falta que la salida de egipto esté presente en tantos preceptos ya que es la gran base y la columna fuerte de nuestra Tora y de nuestra fe. ¿Por qué? Porque es una demostración irrefutable de la renovación del mundo, de que existe Un Solo D-s, que quiere y puede, que en su mano está el poder cambiar lo que hay en cualquier momento, como hizo en egipto, que nos hizo señales nuevas y muy grandes. Esto puede hacer callar a cualquiera que pretenda decir algo en contra de nuestra fe... El dominio de Hakadosh Baruj Hu sobre la Creación fue totalmente demostrado en egipto. Las plagas son una muestra de Su Poder y por eso es tan importante recordarlas, recordar la salida de egipto, para fortalecer más nuestra fe. El libro "Tenuat Musar" cuenta sobre el rab Israel Misalant ztz"l que llegó en una ocasión al hotel donde solía parar cuando salía de viaje, y de pronto vio que el dueño del hotel se había apartado mucho, pero mucho, del camino de la Tora. Cuando el rab le preguntó el por qué de semejante cambio, el hotelero le contestó que había tenido un par de charlas con un "renegado" que paró en el hotel unos días y comenzó a hablarle sobre "premio y castigo". Para darle más fuerza a sus mentiras, este hombre sacó de su bolso, un pedazo de carne "no casher" y pregonó: "si es verdad que existe el premio y el castigo, cuando esta carne entre en mi garganta, que la misma carne me haga morir atragantado..." Introdujo la carne en su boca, se la comió a la vista de todos y no le pasó nada... Terminó de comer y dijo con total desvergüenza: "ya ven, nadie supervisa nuestros actos..." Desde ese momento, terminó de contar el dueño del hotel, quedé "confundido", toda mi fe se derrumbó... (es conveniente aclarar que su confusión fue un error, ya que no podemos esperar que Hashem castigue los pecados en forma inmediata, por el contrario, con Su Piedad y Su Favor siempre intenta no castigar y espera nuestro verdadero arrepentimiento). Rabi Israel no quiso ahora contestarle al hotelero, pensó que debía esperar una oportunidad especial para contestar, y sabía que esa oportunidad llegaría en cualquier momento. No pasó mucho tiempo, sólo algunas horas, y la hija de este señor volvió muy contenta a casa, porque se había graduado con dos "sobresalientes" en la escuela, uno en "matemáticas" y el otro en "canto". Cuando escuchó esto, el rab llamó a la niña y le pidió que le cante algo, para ver qué tan buena era y si realmente merecía esa calificación. La niña le dijo al rab que no cantaría nada, que la nota obtenida era "suficiente" prueba de que ella tenía condiciones. El rab mandó a llamar al padre y le dijo que su hija era muy maleducada. Cuando el padre le preguntó a la hija qué ocurría, la niña dijo: tengo un diploma, ¿acaso tengo que cantarle a todo el que me pida porque no creen en lo que dice mi diploma? Esto le pareció al padre una buena respuesta y aquí rab Israel supo que era "su momento" para hablar: La respuesta de tu hija es tu respuesta a ese "renegado" que te hizo tambalear. Hakadosh Baruj Hu demostró Su Fuerza, Su Control general y particular a todos los pueblos, por medio de los milagros que todos vieron en la salida de egipto. Este es el mejor "documento" que atestigua mejor que cualquier testigo sobre la base de la fe. Por supuesto que aparte de esto, también hay en la historia muchas más demostraciones, como el caso en que estuvo Eliahu con los falsos profetas en el monte Carmel, o lo que sucedió en los días de Mordejai y Ester, y muchos más... ¿Acaso podemos que pedirle al Bore Olam, que cuando un "salame" se come algo "taref" lo estrangule en el momento para demostrarnos que hay juicio y hay Juez, sólo porque él no cree en los "documentos"? Por todo esto, vemos que hay una santa obligación y a su vez un gran mérito: reflexionar y repasar cada año sobre los milagros que sucedieron en egipto y así fortalecer nuestra fe, que es algo muy necesario en el transcurso de toda nuestra vida. El "Keli Iakar" y el "Malbim" nos explican detallada y espectacularmente la clasificación que hizo rabi Iehuda a las diez plagas: "Detzaj Adash Beajab". Antes de comenzar con la plaga de la sangre, la primera del primer grupo, está escrito "...para que sepas que Yo Soy Hashem". Las tres primeras plagas, "Detzaj" vienen a enseñarle al faraón, y a nosotros, en todas las generaciones, que hay un Bore Olam, que existe. Y también es una respuesta al faraón, que había preguntado "¿quién es Hashem, para que yo tenga que escuchar su voz?" (Shemot 5,2), una respuesta clara a una pregunta sin sentido. Para la primera plaga del grupo "Adash", la plaga de las fieras, tenemos el siguiente prólogo, dice el versículo: "...para que sepas que Yo Soy Hashem, El que domina la tierra". ¿Vos, faraón, creés que gobernás el mundo? Hakadosh Baruj Hu le responde: El mundo lo gobierno Yo! Y después de que entendimos que Hashem existe y tiene control sobre el mundo, sepamos, como introducción al tercer grupo de plagas, "Beajab", "...que no hay nadie como Yo en toda la tierra". Antes de la caída del granizo, Hashem le enseña al faraón su categoría de unicidad, con el grito "no hay otro fuera de El". Veamos ahora, como Jazal nos explican cada una de las plagas de egipto, para fortalecer nuestra fe y entender... Sangre-DAM El rio Nilo, era una de los tantas idolatrías de la antigüedad, pero, para el faraón y para todo egipto, era una de las principales. Por eso, Hakadosh Baruj Hu, lanza su primera "bomba", su primera plaga, para demostrar que hay un Unico D-s que gobierna también sobre el del faraón y sus ídolos. Aharón Hacohen golpea con su vara las aguas del río, a la vista del faraón y todos sus sirvientes, y una enorme cantidad de agua se transforma instantáneamente en sangre. Pero no solamente se veía el agua como sangre, sino que el agua se "transformó" completamente en sangre, se veía como sangre, se olía como sangre y tenía gusto a sangre, por eso murieron todos los peces... Y no todo terminó en el río, en ese mismo momento, todas las aguas de egipto se transformaron en sangre, los ríos, lagos, tanques, los vasos, hasta el agua que corre por dentro de los árboles, hasta la saliva dentro de la boca... Puede resultar muy difícil para nosotros imaginar lo que es vivir sin agua, y más si donde debería haber agua hay sangre. Una verdadera situación de emergencia. No había una gota de agua para tomar, para cocinar, para lavarse. En todo lugar de egipto en que hubo en algún momento agua, ahora había sangre. Los egipcios, con desesperación, buscaron nuevas fuentes de agua, nuevos manantiales, cavaron pozos cerca del río, y nada... Y los egipcios, de pronto, vieron que los iehudim sí tenían agua. Eso los "golpeó" más fuerte y les demostró que los iehudim "tienen" un Bore Olam. No tuvieron alternativa, fueron a pedirle agua para tomar a los iehudim. Los egipcios llenaban sus jarros, volcaban el agua de los recipientes de los iehudim. Ni bien terminaban de llenar su jarro y lo separaban del recipiente del iehudi, veían que sus jarros estaban llenos de sangre. Al ver esto, los egipcios pidieron que sean los iehudim los que llenen sus recipientes, pero tampoco servía, al pasar a manos del egipcio todo se hacía sangre. Un egipcio tuvo una idea brillante, le dijo a un iehudi: vamos a tomar los dos del mismo vaso (con una "pajita" cada uno, y no hagas como si tomás, keilu, tomá de verdad, agregó el rab Shlomo Levinstein Shlita). Y la idea brillante no fue brillante, el iehudi tomó agua y el egipcio tomó sangre!!! Unicamente pudieron tomar agua después de "comprar" el agua a los iehudim. Por eso está dicho en el Midrash Raba (Shemot 9,9) que la plaga de la sangre enriqueció a Israel. El hecho de que de un mismo vaso, el iehudi tome agua y el egipcio sangre, es una demostración fehaciente de que "todo fue creado con Su Palabra". Toda la inmensidad de la Creación, en general, hasta una gota de agua, en particular, sale de la Palabra del Bore Olam. Por eso, quien pudo decir que tenía agua en su vaso, vio como el agua pasó a ser sangre. Todos vieron que hay una "Fuerza" superior, mucho más poderosa que lo que el faraón y su pueblo suponían. Ranas-TZFARDEA Después de que el faraón pudo ver como existe Hakadosh Baruj Hu, y que además destruyó a su adorado D-s, llega la plaga de las "ranas", para demostrar que su "gran adoración", además de estar golpeado, está totalmente sometido al Bore Olam, y cumple su orden haciendo subir ranas de su lecho para que cubran toda la tierra de egipto. Y esto ocurre, precisamente, después de que el faraón profana el Nombre de Hashem y dice "...no sé quién es Hashem" (Shemot 5,2), viene ahora el mismo río, su propio ídolo, y le informa al faraón que sería bueno santificar el Nombre de Hashem. El mismo río saca de su interior cosas que demuestran la existencia del Creador, y las ranas, santifican el Nombre de Hashem ingresando hasta en los hornos de las casas de los egipcios... "Y subió la rana", Jazal nos dicen que una sola rana, bien grande, salio del río. Los egipcios la vieron, y se propusieron golpearla hasta matarla, pero al golpearla, comenzaron a salir de ella montones de ranas. Los egipcios corrieron tras ellas, las golpearon, y de cada una de ellas, salieron ranas a montones hasta cubrir todo egipto de ranas. La biología nos enseña sobre la vida de las ranas. Habitan en lugares muy húmedos y durante el día, suelen ocultarse y no mostrarse, ya que son un alimento fácil para otras especies. Pero las ranas de egipto cumplían con la orden del Bore Olam, por eso andaban por lugares secos y a la luz del día. Toda la tierra de egipto se llenó de ranas, no existía un rincón en todo egipto donde no se escuchara el ruido que hacían. Al principio subieron y fueron al palacio del faraón, ocuparon su cuarto, su trono y también su cama. Después fueron a las casas de los sirvientes del faraón y por último se multiplicaron en todas las casas. No solamente entraron en las casas de barro y ladrillos, también en las casas que se consideraban herméticas, cubiertas de mármol, pudieron entrar, gracias a la orden que "las ranas le dieron al mármol": hacenos un lugar para entrar, que estamos cumpliendo el pedido del Bore Olam. Y se hicieron agujeros en el mármol y las ranas pasaron a través de ellos y subieron a las casas (Midrash Raba, Shemot 10,4). Cuando un egipcio servía un vaso, éste estaba lleno de ranas. Cuando una egipcia amasaba y preparaba el horno, las ranas entraban en la masa y se la comían, y después ingresaban al horno. Nos cuenta el Midrash Hagadol que le dijeron al faraón que se ponga los mejores atuendos reales para recibir a la gente más distinguida del país. En ese momento, subieron las ranas y entraron por la parte trasera del cuerpo del faraón y salieron por su boca. Lo mismo hicieron después con toda la gente. Y una rana, desde el intestino del faraón hablaba y desde los intestinos de la gente las demás contestaban. La rana preguntaba: ¿cuándo saldremos de acá?, y una rana le decía a su compañera: no saldremos hasta que venga el hijo de Amram (Moshe Rabenu) y haga un rezo por nosotras. Por eso el faraón llamó a Moshe y a Aharon. Así sufrían los egipcios esta plaga, llenos de vergüenza!!! Piojos-KINIM La tercera de las plagas que atestigua sobre la existencia de Hashem, es la plaga de los piojos. Vinieron los mismos "Brujos" y dijeron: "éste es el dedo de Hashem", con lo que reconocieron su existencia y coronaron al Bore Olam. Y este fue un reconocimiento más valioso que cientos de testigos, los brujos, que eran las personas más poderosas y sabias del país más fuerte de la tierra, reconocen a toda voz que esta plaga viene directamente de Hashem. El "Tana debe Eliahu" escribe que había catorce clases de piojos, de día y de noche, que "pinchaban" a las personas y a los animales. El Malbim agrega que ningún remedio hacía efecto sobre ellos, y que no duró una semana como todas las plagas, sino que continuó durante toda esa generación. También toda la tierra de egipto estaba cubierta de piojos... Continuaremos, bs"d Leiluy Nishmat León ben Isabel z"l – Rina bat Matilde z"l "El Midarsh cuenta..." Moshé, el hijo de Amram, luego de haber matado un egipcio, por defender a sus hermanos judíos, había huido a Kush escapando del Faraón, quien quería su cabeza, por el asesinato cometido. Allí fue coronado rey, tras el fallecimiento del anterior monarca, y tenía mucho éxito en su reinado, conduciendo a los habitantes del lugar con justicia, rectitud, e integridad, por lo que lo amaron todo el tiempo que se prolongó su mandato, sintiendo todos los habitantes harto temor frente a él. Aconteció en el año cuarenta desde su asunción al trono, estando Adoniá la reina, que había sido la esposa del anterior rey, a su lado, la cual le había sido dada a Moshé por esposa, y todos sus ministros en derredor, en ese momento, la dama dijo delante de ellos: "¿Qué es esto que han hecho todos los habitantes de Kush desde hace ya muchos días, pues saben que durante los cuarenta años que este hombre gobierna sobre esta tierra, en todo ese tiempo a mi no se ha acercado, y a los dioses de Kush no ha adorado?. Y ahora, escuchen por favor pobladores de Kush: que no gobierne más este individuo, quien no es de vuestra carne. He aquí, Manjris, mi hijo mayor reinará sobre el pueblo, pues será bueno para vosotros servir a vuestro señor, en vez de servir a un varón extraño, siervo del rey de Egipto". El estudio de esta edición sea un intermediario para la pronta recuperación de Moshgán bat Shoshana, Iaakov ben Miriam Tziona y Jaim ben Sofía. Escucharon, todo el pueblo, y todos los ministros de Kush, la totalidad de las palabras habladas por la reina Adoniá, y se pusieron todos de acuerdo hasta la noche. Por la mañana madrugaron, y nombraron rey de ellos a Manjris, hijo de Kikanos, el anterior monarca, aunque todos temían hacer algo a Moshé, pues Hashem estaba con él, y recordaron el juramento que le habían proferido. Por eso no le hicieron mal, sino que cada uno de los habitantes de Kush le entregaron numerosos presentes, y lo enviaron con gran honor. Moshé salió de esa tierra, y tomó su camino, siendo por entonces de sesenta y siete años de edad cuando abandonó ese lugar. Pues de Hashem provenía también esto, al aproximarse el momento de sacar a los hijos de Israel de Egipto. Moshé se dirigió a Midián, pues temía regresar a Egipto, por causa del Faraón. Moshé llega Cuando llegó, se sentó junto a un manantial de aguas, y en ese momento salían las siete hijas de Reuel a pastorear el rebaño de su padre. Ellas se acercaron al manantial, y extrajeron agua para las ovejas. Pero vinieron los pastores de Midián y las echaron, aunque Moshé se levantó, las salvó, y dio de beber a sus animales. Ellas fueron hacia su padre y le dijeron: "Un hombre egipcio nos salvó ante los pastores, y también extrajo agua para nosotras y dio de beber a las ovejas". Reuel preguntó a sus hijas: "¿Dónde está?. ¿Por qué abandonasteis al varón?". Y envió para que lo traigan a la casa, y coma pan con él. Así aconteció, y Moshé le relató sobre su huida de Egipto, y su reinado en Kush durante cuarenta años, tras lo cual tomaron el poder de él, y lo enviaron en paz, y con grandes honores. Cuando Reuel hubo escuchado esas palabras, pensó en su corazón: "Colocaré a este hombre en la cárcel, y a través de esto, ganaré sus corazones, pues debe haber escapado de ellos". Reuel lo atrapó, y colocó en prisión, donde estuvo encerrado por espacio de diez años. Pero durante su permanencia en ese sitio, Tzipora, la hija de Reuel, se apiadó de él, y le suministraba pan y agua todos los días. En tanto, los hijos de Israel aun se hallaban en Egipto, y realizaban allí trabajos forzados, viéndose por aquel entonces muy endurecida la mano de los hostigadores sobre ellos.
En aquellos tiempos Por aquel entonces, Hashem flageló al Faraón, tornándolo leproso, desde la punta de sus pies, hasta la cabeza, por causa de la dura opresión que causaba a los Hebreos, pues Oyó Hashem la plegaria de Su pueblo, los hijos de Israel, y llegó a El, el clamor de ellos, producto de la cruenta labor a la que eran sometidos. Aunque pese a su enfermedad, el Faraón no cedió, y mantenía la mano dura sobre los Hebreos, volviéndose contra Hashem, e incrementando severidad a las condiciones de trabajo de los hijos de Israel, amargando más aun sus vidas. En momentos de Hashem provocar sobre el rey de Egipto la lepra, el mandatario consultó a sus sabios y brujos, para que lo curen. Ellos le dijeron, que si coloca sobre la carne afectada, sangre de niños pequeños, de esa manera sanará. El Faraón escuchó el consejo, por lo que envió sus siervos a Goshen, hacia los hijos de Israel, para que tomen de ellos a sus tiernos hijos. Los enviados día tras día, iban a donde se hallaban los Hebreos, y arrancaban por la fuerza a los pequeños de los brazos de sus madres, a quienes traían al Faraón. Una criatura diaria era requerida por el rey, a la cual los médicos degollaban y colocaban su sangre sobre las zonas afectadas. El número de chicos matados por el Faraón, ascendió a trescientos setenta y cinco. Pero Hashem no Oyó a los médicos de Egipto, y la enfermedad aumentaba progresivamente.
El mandatario padeció esta afección durante diez años, y su corazón se endurecía cada vez más ante los hijos de Israel. Diez años después Luego de transcurrida la década citada, Hashem aumentó su dolencia, pues se agregó al flagelo, sarpullido que produce quemazón, y enfermedad estomacal. En ese tiempo, vinieron dos de sus siervos de la tierra de Goshen, donde se encontraban los hijos de Israel, y dijeron al Faraón: "Hemos visto a los Hebreos que no realizan su labor impetuosamente, y holgazanean". Cuando el rey egipcio oyó estas palabras, se enfadó muchísimo con los hijos de Israel, más, al estar irritado por el dolor de su enfermedad. Entonces dijo: "Ahora que saben los judíos acerca de mi enfermedad, se burlan de nosotros. Por eso apresúrense, preparen mi carruaje e iré a Goshen, entonces veré la burla de los hijos de Israel y sus ofensas que me propinan". Sus hombres prepararon la carroza, y lo montaron sobre un caballo, ya que no lo podía hacer solo, y tomó con él veinte jinetes, y diez hombres a pie, con quienes fue hacia los hijos de Israel, a Goshen.
Cuando llegaban al límite de Egipto, el caballo del rey pasó por un sitio muy estrecho y alto, por el sendero de los viñedos, el cual estaba cercado por un lado y en el otro había un precipicio. Los corceles se dieron prisa en ese lugar, por lo que llegaron a desplazarse los unos a los otros, hasta que el del rey fue embestido, cayendo por el precipicio, mientras el mandatario permanecía montado sobre su animal. En la rodada, el caballo, y el carruaje cayeron sobre el rey, quien gritaba desconsoladamente, pues sentía gran dolor. En esa caída, sufrió heridas en su carne, y la rotura de huesos, además, no podía montar, pues de Hashem provenía esto sobre él, siendo que el Creador Oyó el clamor de Su pueblo, los hijos de Israel, y la aflicción de ellos. Por eso, los siervos del Faraón lo cargaron sobre sus hombros, turnándose un tramo cada uno, y lo regresaron a Egipto, volviendo asimismo los jinetes con él. Lo acostaron sobre su cama, y el rey supo que su muerte se aproximaba. Lloraron frente a al faraón Llegó hasta él su mujer Elparanit, y lloró delante del mandatario, y también él lo hizo. Llegaron en ese día todos los hombres importantes y los ministros, quienes vieron al Faraón en esa situación tan mala, por lo que lloraron junto a él. Por eso, le aconsejaron sus ministros, que nomine a uno de sus hijos para que lo reemplace en el cargo, siendo que poseía tres varones y dos mujeres, a quienes alumbró Elparanit, su esposa, aunque tenía otros hijos, que fueron paridos por sus concubinas, siendo estos los nombres de los tres antes citados: el primogénito, Ataray, el segundo, Adycam, y el tercero, Morión. Sus hermanas se llamaban: la mayor, Batia, y la más pequeña, Akuzit. El primogénito, de nombre Ataray, era bobo, temeroso, y torpe en todo sentido, en cambio Adycam, era astuto y muy sabio, conociendo todas las ciencias de Egipto, aunque su aspecto era muy desagradable, petiso y gordo, siendo su altura de un codo y cuarto. Al ver el rey a su hijo Adycam astuto y sabio en toda cuestión, decidió nombrarlo para que sea rey en su reemplazo, cuando fallezca. Por eso tomó para él por mujer a Guedida hija de Abilat, siendo ella de diez años de edad, y tras unirse en matrimonio le parió cuatro hijos. Posteriormente, él mismo tomó otras tres mujeres, naciéndole ocho hijos varones, y tres de sexo femenino. La enfermedad progresó en el Faraón, y su carne comenzó a heder, tornándose como la de un cadáver que yace arrojado en medio del campo, en días de verano, al rayo del sol.
El rey apreció que la enfermedad se agravó mucho, por lo que ordenó que sea coronado Adycam, para que reine en su reemplazo. Al cabo de tres años, pereció en medio de vergüenza y aberración, por su estado, tras lo cual sus siervos lo transportaron, y enterraron en el cementerio de los reyes de Egipto, en la ciudad de Tzoam. No lo embalsamaron como estilaban hacer con los reyes, por causa que hedía, y lo sepultaron en forma humillante, pues pagó Hashem maldad por su maldad que hizo a Israel durante todos sus días. Murió bajo humillación, y ofensa, y reinó Adycam, su hijo en su reemplazo. Asumió joven Cuando asumió al poder, Adycam era de veinte años de edad, y su mandato se prolongó por espacio de cuatro años, siendo el momento de su asunción, en el año doscientos seis desde que Israel había descendido a Egipto. También fue llamado Faraón, al igual que sus antepasados, en tanto que los sabios de allí, le pusieron por nombre "Abuz", que significa "petiso" en la lengua hablada en ese lugar, y le asignaron este apodo, por ser el nuevo mandatario de muy baja estatura, además, su barba le llegaba a los tobillos, siendo su aspecto bastante malo. Adycam se sentó en el trono que había ocupado el anterior Faraón, y condujo al imperio egipcio basándose en su sabiduría. Pero su conducta frente a Hashem fue deplorable, y actuó con mucha mayor severidad sobre el pueblo de Israel, más de la que habían ejercido todos sus antepasados, tornando cada vez más pesado el yugo sobre ellos. El rey fue con sus siervos a Goshen, para endurecer el trabajo sobre los judíos y además les dijo: "Terminen vuestra tarea cada jornada, y no disminuyan en nada lo que hacían en los días de mi padre". Y colocó sobre los Hebreos alguaciles, de sus propios hermanos, nominando asimismo a sus siervos, encargados de ellos. Determinó además, la cantidad de ladrillos que debían producir cada día, y luego regresó a la capital de Egipto. En ese entonces, los encargados de los alguaciles hebreos, ordenaron a estos, acorde a la solicitud del Faraón: "Así dijo el rey: realicen vuestra labor cada día, y acaben lo que deben hacer, además, cuiden de producir la cantidad de ladrillos estipulada, y no hagan faltar nada, pues si eso llegare a acontecer, pondré a vuestros niños pequeños en su reemplazo". Y tal como fue ordenado, los encargados del Faraón hacían con los hijos de Israel, pues día a día controlaban cuantos ladrillos hicieron de menos, e inmediatamente se dirigían a las mujeres hebreas, y les arrancaban de sus brazos la cantidad de niños equivalentes a lo que hicieron faltar, colocándolos en la construcción, en reemplazo de los ladrillos que sus padres agotados no pudieron acabar. Y el desesperado clamor y llanto de sus padres y madres al escuchar a sus hijos llorar desde el interior del muro donde habían sido insertados brutalmente, no era escuchado por los siervos del Faraón, quienes proseguían ejecutando la orden de su rey, sin contemplaciones de ningún tipo. Luego los encargados de los Hebreos endurecieron más aun su cruel opresión, y obligaban a los judíos mismos a colocar a sus niños en el muro, y echar material sobre ellos, quienes al hacerlo, lloraban amargamente, y sus lágrimas se deslizaban sobre el cuerpo de sus tiernos hijos. Esta cruenta tortura fue llevada a cabo por los egipcios durante muchos días, sin que nadie se apiade de los niños hebreos. La cantidad de chicos introducidos en los muros en reemplazo de ladrillos alcanzó la cifra de doscientos setenta almas, parte de los cuales fueron arrastrados vivos y dispuestos en la construcción, y otros ya sin vida, fueron colocados allí. En tanto los hombres de Israel al ser mucho más dura la labor sobre ellos, más aun de lo que tuvieron que soportar bajo el mando del anterior Faraón, por tal razón, su respiración se había vuelto entrecortada.
Ellos habían pensado: "Con la muerte del Faraón, y la asunción de su hijo, nuestra labor será más aliviada". Pero no fue así, sino que los requerimientos eran cada vez mayores, por lo que los Hebreos suspiraban, y su clamor por el duro trabajo, llegó hasta Di-s, Quien oyó la voz de ellos, y su clamor, por lo que recordó Su pactó que realizó con Abraham, Itzjak y Iaakov. Contempló en ese momento Di-s la opresión de los hijos de Israel, y su duro trabajo al que eran sometidos día a día, mencionando que los salvará.
En tanto, Moshé, el hijo de Amram, aun se hallaba en prisión por aquellos días, en casa de Reuel el Midianita, y Tzipora, su hija, secretamente le daba pan jornada tras jornada, acción que se prolongó durante los diez años que permaneció en esa condición. Diez años más tarde
Aconteció al cabo de una década, cuando transcurría el primer año de reinado del nuevo Faraón, Tzipora dijo a su padre Reuel: "El hombre Hebreo que has colocado en prisión hace ya diez años, no hay nadie que reclame por él, por eso, si está bien ante tus ojos padre, envíame por favor, y veré si aun vive o ha fallecido". El padre no sabía que ella le llevaba alimento cada día, y esto respondió a su hija: "¿Es posible que suceda algo así, afligir a un individuo durante diez años sin comida ni bebida, y que aun viva?". Su hija le respondió: "Has oído que el Di-s de los Hebreos es Poderoso y Temible, que además hace a ellos maravillas a cada instante. El salvó a Abraham del horno encendido en Ur Kasdim, y a Itzjak de la espada de su padre, cuando se dispuso a ofrendarlo, a Iaakov, del ángel, cuando se trenzó con él en Maabar Iabok, y también al hombre este Hizo muchos milagros, cuando lo Salvó del río Nilo, de la espada del Faraón, y de los habitantes de Kush, y también del hambre Puede salvarlo y hacerlo vivir". Las palabras de su hija fueron consideradas apropiadas por Reuel, por lo que consintió con ella, y fue a ver que sucede con el individuo que había sido puesto en prisión. Una vez allí, advirtió que el prisionero se halla de pie, y alaba y ora al Di-s de sus padres. Reuel, tras contemplar lo que acontecía, envió sacar al individuo del pozo, cortar su cabello, cambiar sus ropas, y le sirvieron pan. Luego de esto, Moshé descendió al jardín de Reuel que se encontraba detrás de la casa, y oró allí a Hashem, su Di-s que hizo con él muchas maravillas. Cuando elevaba su plegaria, divisó un bastón de zafiro clavado en el jardín. Se aproximó a él, y vio que se halla gravado sobre el mismo, el nombre de Hashem, Di-s de los ejércitos. Tras leer lo que decía, estiró su mano, y lo tomó, desenterrándolo como quien arranca una hierba silvestre que creció entre las plantas. Este era el bastón, con el cual fueron realizadas todas las maravillas de Di-s luego de haber creado los cielos y la tierra, y todas sus huestes, mares, ríos, y todos sus peces.
Y fue cuando expulsó Di-s a Adam del jardín del Eden, que este tomó el bastón en su mano, y salió a trabajar la tierra de la que fue tomado. Posteriormente, el mismo llegó hasta Noaj, que lo entregó a Shem, y a sus descendientes, hasta llegar a manos de Abraham el Hebreo. Luego, cuando Abraham dio todo lo que era de él a su hijo Itzjak, entregó también este bastón. Y aconteció cuando Iaakov huyó a Padam Aram, que lo llevó en su mano, y cuando regresó a su padre, no lo abandonó. También cuando descendió a Egipto, lo llevó con él, y lo entregó a Iosef. Cuando falleció Iosef, y vinieron los ministros de Egipto a su casa, el bastón llegó a Reuel, el midianita, quien cuando abandonó Egipto, lo llevó con él, clavándolo en su jardín. Todos los hombres fuertes de Keinim fueron sometidos a la prueba de intentar tomarlo, al solicitar a Tzipora, su hija, pero no pudieron, por lo que el mismo quedó insertado en el jardín de la casa de Reuel, hasta que venga quien pueda superar el examen. Y cuando el dueño de casa vio el bastón en manos de Moshé, se sorprendió enormemente, dándole a su hija Tzipora por esposa. Ella, se condujo por el mismo camino que las hijas de Iaakov, no le faltó nada de la rectitud de Sará, Rivka, Rajel y Lea, alumbrando a él un hijo, al que llamó Guershom, pues dijo: "Peregrino ('Guer'), fui en una tierra ajena". Solo que por decreto de Reuel, no circuncidaron el prepucio del chico. Luego, le nació otro varón, a quien si circuncidaron, y fue llamado Eliezer, pues dijo Moshé: "el Di-s de mi padre me Ayuda y me Salvó de la espada del Faraón" (ese es el sentido del nombre Eliezer, o sea "Di-s - ayuda"). Por su parte, el Faraón continuaba incrementando rigurosidad a los trabajos forzados a los que sometía a los hijos de Israel, siendo esta vez, más duro que todas las anteriores, pues ordenó difundir por todo Egipto: "No provean más paja al pueblo para que elaboren los ladrillos. Ellos irán, conseguirán la materia prima, y harán su trabajo, y no disminuirán un solo ladrillo de lo que producen hasta ahora, porque son negligentes en la labor". Los Hebreos escucharon la nueva orden, motivo por el que se condolieron, suspiraron, y clamaron a Hashem, con el alma angustiada.
Y Hashem oyó el clamor de los hijos de Israel, y contempló la presión a la que los sometían los egipcios, por lo que deseó venganza por Su pueblo y Su heredad, escuchando la voz de ellos. Dijo por consiguiente, que los sacaría de la opresión de Egipto, para otorgarles la tierra de Kenaan por heredad. Moshé por entonces era pastor En aquellos días, Moshé pastoreaba los rebaños de Reuel, el midianita, detrás del desierto de Sin, y llevaba con él, el bastón que había tomado del jardín de su suegro.
Un día, escapó un cabrito del rebaño, tras el cual salió Moshé, llegando hasta el monte de Di-s, en Joreb.
Cuando estuvo en ese lugar, Hashem se le reveló a través de la zarza. Moshé alzó su vista, y el citado vegetal estaba completamente encendido, abrazado por las llamas, aunque el fuego no quemaba la zarza, ni le hacía daño alguno. Este hecho lo sorprendió sobremanera, y quiso saber por que razón la planta no es quemada por el fuego, por eso se aproximó al sitio, para develar la incógnita. Y fue en ese momento, cuando Hashem lo llamó, a través de una voz que surgía desde el interior del fuego, y le ordenó descender a Egipto, hacia el Faraón, para liberar a Israel de la esclavitud. Le dijo: "¡Ve, regresa a Egipto, pues han perecido todos los hombres que solicitaban tu vida, y habla al Faraón, para que envíe a Israel de su tierra!". Y le enseñó Hashem, a realizar señales y maravillas en Egipto, para que las ejecute frente al rey de allí, y sus hombres, para que crean que Di-s lo envió. Moshé oyó todo lo ordenado por Hashem, regresó a su suegro, y le relató acerca de la cuestión. Itró (o sea Reuel) le respondió: "¡Ve en paz!". Entonces Moshé se dispuso a emprender el viaje a Egipto, tomando con él a su mujer e hijos.
En medio del trayecto, en el sitio donde hicieron escala para descansar, descendió el ángel de Di-s, y pretendió quitarle la vida, por no haber circuncidado a su hijo primogénito, transgrediendo el pacto establecido por Hashem con Abraham, pues oyó Moshé las palabras de su suegro, quien le ordenó no circuncidar al primer hijo, razón por la cual no lo hizo. Pero Tzipora vio al ángel de Di-s que reclama la vida de Moshé, y comprendió que es por causa de no haber practicado la circuncisión a su hijo Guershom, por lo que se dio prisa, tomó una piedra filosa, y ella misma cortó el prepucio del niño, salvando de este modo a su marido, e hijo de manos del ángel de Di-s. En tanto, Aharón, el hijo de Amram, y hermano de Moshé, que estaba en Egipto, había ido en ese día al río Nilo, y se le reveló Hashem en ese lugar, diciéndole: "Ve por favor, al encuentro de Moshé, al desierto". Aharón así lo hizo, se encontró con su hermano en el monte de Di-s, y lo besó. Luego alzó sus ojos, y vio a Tzipora y sus hijos, tras lo cual dijo: "¿Quiénes son ellos?". Moshé le respondió: "Son mi mujer y mis hijos, que me dio Hashem en Midián". Pero no pareció esto bien a Aharón, por lo que le dijo: "Envía a tu esposa e hijos a casa del padre de ella". Moshé escuchó las palabras de su hermano, e hizo tal como dijo, los envió de regreso a casa de Reuel, hasta que Hashem recuerde y saque a Su pueblo de la tierra donde eran esclavos. En tanto Moshé y Aharón fueron a Egipto, a la congregación de los hijos de Israel, y les hablaron todas las palabras de Di-s, tras lo cual el pueblo se alegró mucho. Este era el comienzo de la liberación, aunque primeramente Moshé y Aharón hablarían con el Faraón, quien no dejaría salir al pueblo, y eso causaría el envío de las plagas propinadas por Hashem que afectarían Egipto, tras las cuales, ya sin fuerzas para oponerse, dejaría en libertad al pueblo de Israel, quienes saldrían con mano alta y victoriosa, a plena luz del día, para ser libres, e ir a conquistar la Tierra Prometida. Shabat Shalom R' David ben Israel Fuentes utilizadas: 1-Sefer Haiashar http://judaismohoy.com/article.php?article_id=-1&group_id=31# La justicia, un arma invencible En el libro del Génesis se declara: "Ciertamente sábelo, porque peregrina será tu simiente en una tierra que no es la de ellos, y los esclavizarán y los afligirán cuatrocientos años" (Génesis 15:13). En el libro de Éxodo se declara: "Dios oyó sus exclamaciones y Dios recordó Su pacto con Abraham, con Isaac y con Jacob. Dios vio a los Hijos de Israel; y Dios supo y entonces atendió sus súplicas" (Éxodo 2:23:25). Se aprecia que las suplicas de los Hijos de Israel provocaron que Dios se revelase mucho antes de lo estipulado; y que se disponga a liberarlos antes de cumplirse el tiempo que había sido fijado. Advertimos en este suceso el gran poder de la oración, la cual posee la capacidad de despertar a la Bondad Suprema y conseguir que se manifieste en el mundo en forma revelada. Sin embargo, aun no conocemos si este efecto señalado acontece con cualquier tipo de oración, o con uno específico. Para esclarecerlo consideraremos que existen distintos modos de orar y diferentes condiciones para hacerlo. Pues uno puede orar exteriormente, de la boca hacia fuera, pero interiormente no siente ninguna cercanía con Dios. Otra forma sería sentir en el corazón que se está dirigiendo a Dios y en ese estado derramar la súplica ante Él. Cuando uno orare de este modo óptimo citado, con concentración y compenetración, también pueden existir diversas condiciones en el ser humano que expresa su plegaria. Por ejemplo, un individuo, de nombre Jaime, puede orar de corazón íntegro a Dios para que sane a su hijo que se encuentra gravemente enfermo. Y al mismo tiempo, otro hombre, llamado Salomón, también ora a Dios de corazón íntegro para que sane a su hijo que se encuentra gravemente enfermo. Ahora bien, Jaime, antes de orar, estuvo en su negocio textil, donde trabaja cada día. Allí atiende a los proveedores que le abastecen de la materia prima, y es usual en él hacerlos volver varias veces antes de pagarles lo que les adeuda. Asimismo, es común que atienda a los clientes, y en innumerables ocasiones les entrega mercadería que no corresponde con lo que habían solicitado; también suele estafarlos, cobrándoles más de lo pactado. En cambio Salomón trabaja como fontanero, y siempre es leal con sus clientes. Jamás se escuchó el rumor de ninguna acción inmoral por él cometida. Siendo así ¿quién tiene mayores posibilidades de que su plegaria sea escuchada y respondida? ¿Acaso ambos por igual? Si fuere así ¿dónde está la justicia? Evidentemente que el hombre digno y justo tiene muchas mayores posibilidades de que su plegaria sea escuchada. Debido a esta circunstancia, debemos concluir que las plegarias descritas en el versículo que relata el clamor de los integrantes del pueblo que se encontraban en Egipto, estaban respaldadas por buenas acciones que les permitían emitir una plegaria pura. El sabio Baal Haturim confirma este teoría y la avala. Señala que ese clamor era respaldado por las plegarias de los patriarcas. Pues si bien es cierto que ellos ya habían fallecido, igualmente sus almas no dejaban de orar a Dios para que se apiadare de los Hijos de Israel y los liberare de la asfixiante esclavitud a la que estaban siendo sometidos. Y los patriarcas habían sido personas ejemplares, dueños de una conducta intachable, y una bondad digna de alabanza. Eran hombres justos que emitían una oración totalmente pura, amparada por acciones nobles y dignas. Surge de lo expuesto, la gran importancia de la bondad y la justicia, ya que consiste en el medio que permite ser escuchado directamente en lo Alto. Un panorama alentador Veamos que tiene que ver esto con la redención, como la que aconteció en Egipto en aquel entonces, y como la que aguardamos en nuestros días, la Redención final. El exilio de Egipto estaba estipulado que durase 400 años, sin embargo, después de 210 años de estadía en ese lugar, los Hijos de Israel se disponían a salir en libertad. Pues aconteció que: "Dios habló con Moshé y le dijo: «Yo soy El Eterno. Aparecí ante Abraham, Isaac y Jacob como El Shadai, pero por Mi Nombre El Eterno no Me hice conocer ante ellos. Además, establecí Mi pacto con ellos para darles la tierra de Canaán, la tierra de su residencia, en la que habitaron. También oí el gemido de los Hijos de Israel, esclavizados por Egipto, y recordé Mi pacto. Por eso, diles a los Hijos de Israel: "Yo soy El Eterno, y Yo os sacaré de bajo la carga de Egipto; Yo os rescataré de su esclavitud; Yo os redimiré, con brazo extendido y con grandes juicios. Yo os tomaré para Mí como pueblo y seré Dios para vosotros; y vosotros sabréis que Yo soy El Eterno vuestro Dios, Quien os saca de los sufrimientos de Egipto. Yo os traeré a la tierra por la cual alcé Mi mano para dársela a Abraham, Isaac y Jacob; y os la daré por herencia. Yo soy El Eterno"» (Éxodo 6:2-8). Detengámonos en la expresión: "Aparecí ante Abraham, Isaac y Jacob". El exegeta Rashi señala: "refiere a los patriarcas". Y uno piensa: ¿Acaso no se yo que los tres hombres mencionados son los patriarcas de Israel? ¿Qué es lo qué viene a enseñar Rashi, el exegeta bíblico más renombrado, con su acotación? Seguramente que no podemos siquiera suponer que ha dicho algo en vano. Pues analizaba minuciosamente cada palabra que incluía en su exégesis. Es común que cuando surge una pregunta de este tipo en la exégesis de Rashi, hay detrás de ese concepto en cuestión un mundo entero de revelaciones fascinantes. Veamos que hay detrás nuestro asunto: Obsérvese que el nombre del patriarca Isaac está indicado en el título de nuestra sección, denominada: "Aparecí". Pues esta palabra en el original hebreo está escrita de este modo y este es su valor numérico: Veamos ahora el nombre de Isaac en su original hebreo y su valor numérico: Se aprecia que el valor numérico del nombre de Isaac coincide con el titulo de nuestras sección, que indica la revelación de Dios, quien se disponía a liberar a los Hijos de Israel (Baal Haturim en Éxodo 6:3). Resultaría pues, que Dios se reveló a los patriarcas, y sucedió algo especial con Isaac, que posibilitó la liberación de Egipto. Ahora bien, ¿qué actitud destacada realizó el patriarca Isaac para lograr que en su mérito se liberase al pueblo de Israel anticipadamente? Los patriarcas oraban continuamente todo el tiempo que los Hijos de Israel se encontraban en el exilio, para que Dios se apiadase de ellos y los liberase. El Eterno les preguntó a los patriarcas: ¿quién de vosotros está dispuesto a que sea modificada y disminuida una letra de su nombre? Abraham y Jacob no quisieron aceptar, considerando que la totalidad de las letras de sus nombres eran necesarias. Pero Isaac estuvo de acuerdo y propuso: por ley mi nombre debería escribirse así: (Tal como aparece en Jeremías 33:26 y otras fuentes). Y acepto que sea disminuida la letra "Shin" y sea cambiada por "tzadi", para que la diferencia sea descontada a los Hijos de Israel del exilio. Así se escribe Isaac con la letra "Tzadi" en lugar de la letra "Shin" El misterio de la reducción del tiempo Veamos ahora cómo surge la diferencia del nombre de Itzjak que aminora el exilio: Este es el valor numérico de Isaac con la letra "Shin": Este es el valor numérico de Isaac con la letra "Tzadi": Restamos: 418 – 208 = 210 Se obtiene el valor 210, que es la cantidad de años transcurridos hasta que Israel salió de Egipto, en lugar de los 400 años originales que habían sido determinados (Véase Jomat Inej de Jidá). Una reflexión orientada al futuro Se aprecia que la bondad y la justicia -tzadaká- acelera la redención. Y ahora estamos esperando también la redención definitiva, la que nos libere de todos los flagelos y nos permita vivir felices y en paz por siempre. ¿Cómo será posible conseguir qué este momento llegue pronto? Seguro que con buenas acciones y actos de bondad y justicia, como aconteció con la generación que salió de Egipto, respaldados por la acción de los patriarcas. Y en el Talmud consta que también respecto a este momento, Isaac actuará a favor de su pueblo de modo especial. Esto es lo que se menciona en el tratado de Shabat: En el futuro se revelaría a Abraham para decirle: "tus hijos han pecado". Y ésta iba a ser la respuesta de Abraham: "Amo del universo: bórralos para santificar tu nombre". Después Dios se revelaría a Jacob para formularle la misma pregunta. Y éste respondería: "Amo del universo: bórralos para santificar tu nombre". Posteriormente Dios se le revelaría a Isaac, para decirle: "tus hijos han pecado". Y la respuesta de Isaac iba a ser: ¿Mis hijos y no tus hijos? Considera que cuando ellos dijeron: "Te obedeceremos y escucharemos", Tú los llamaste: "Mi hijo primogénito" (Éxodo 4:22). ¿Y ahora dices que son mis hijos y no tus hijos? De todos modos, ¿cuánto pecaron? Consideremos que la vida promedio de una persona son setenta años. Y tomemos en cuenta que hasta los veinte años, Tú no los castigas. Como está escrito: "En este Desierto caerán vuestros cadáveres; todos vosotros que fuisteis censados en cualquiera de vuestros censos, a partir de veinte años de edad en adelante, a los que provocasteis en Mi contra" (Números 14:29). Siendo así, quedan sólo cincuenta años en los que pudieron haber pecado. Pero debemos restar aun a esa cifra 25 años que estuvieron durmiendo. Ya que sumando todo el tiempo que una persona duerme en su vida, arroja un resultado de 25 años. Es decir, quedan solamente 25 añ |
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