Nuestros hermanos, arrojados de sus casas, en el más trágicamente posmoderno campamento de refugiados
Hace menos de una semana, estaban aún en sus casas, en los poblados que con esfuerzo y fe construyeron, trabajando la tierra de Israel que cedió a los amores de sus manos y se convirtíó, de páramo desolado en el más apasionado vergel. Hoy, el mal desnudo de escrúpulos y ausente de piedad, comienza a revertir el milagro, a poner la vida en manos de la muerte.
Algunos de ellos están, inverosímilmente, en un campamento de refugiados demencialmente posmoderno, en carpas con baños químicos, en una plaza frente a la estación de trenes Arlozorov, al norte de Tel-Aviv. También de allí los quieren desalojar. No tienen casa ni fuente de sustento. Y aún tienen fe. Y es tema de honor sostener con ellos nuestra fe.
Las fotos son de pésima calidad, sacadas en plena noche con la cámara de un celular. Ayer. Sirvan de ilustración para despertar nuestras conciencias solidarias, al menos.
Con vosotros, con rabia, orando y haciendo, y convocándote a tí también a la acción de Bien, a la demostración de Bien, a la producción de Bien, a arrinconar el Mal y extirparlo de dentro nuestro,
daniEl
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