26 agosto 2005

MM #41 - Ekev 5765 - Israel: Un vientre en que se macere la Torah, para dar a luz la Redención

בס"ד

Matók MiDvásh: prensa
electrónica de
Ieshivah.Net - Edición No. XLI

Menajem-Av 5765, Parasha't
'Ekev, desde Jerusalem

Edición
dedicada
a la elevación del alma de Meir ben-Rajamim y Rajel, de bendita memoria,
y a despertar a los corazones de Israel, a abrir ojos del alma, a derribar a los opresores de Israel y producir la GueUláh

Edición Web: Foro Matok MiDvash (nos interesan tus comentarios)



"... y os Icé sobre alas de águilas, y os traje hacia Mí..."
Israel: Un vientre en que se macere la Torah, para dar a luz la Redención

Javerím, queridos amigos, Shalóm:

Lecturas imprescindibles para parashát Ekev (Devarím -Deuteronomio- 7:12 a 11:25)
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Parashát Ekev: clase de daniEl I. Ginerman en el Beit-Midrásh virtual
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Matók MiDvásh #21 a b c d e
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Parashát Ekev, por Rav Daniel Oppenheimer
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Parashát Ekev, por Rav Shimon Elituv
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Parashát Ekev, por Rav Shlomo Wahnon en Mesilot.Org
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Parashát Ekev, por Rav Pynchas Brener
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Haftarát Ekev, con fonética, canto y traducción

Nuestra parasháh comienza con la promesa de que conquistaremos la tierra de Israel, y la descripción de la gran bendición de que disfrutará el pueblo de Israel en su tierra.... por mérito de cumplir las mitsvót de Hashém, por mérito de "realizar" (tornar real en los hechos) la Toráh. Más adelante (Devarím -Deuteronomio- 8:11) se nos advierte no olvidar cuál es la fuente de la abundancia y la bendición que disfrutaremos en nuestra tierra: "Cuida de tí, no sea cosa que olvides a Hashém tu E-lokím.... y se enaltezca tu corazón y olvidarás a Hashém tu E-lokím que te Sacó de la tierra de Mitsráim (Opresiones) de la casa de esclavos.... y dirás en tu corazón: mi fuerza y el vigor de mi mano..." produjeron y consiguieron para mí todo lo que tengo.

Porque tal como se nos explica más adelante (8:19), si -no lo quiera Hashém- llegamos a "olvidar" cuál es la fuente de la bendición que disfrutamos, la bendición se extinguirá, y no tendremos modo de permanecer en nuestra tierra. A primera vista, parece sencillo hasta un grado terrible. Y no obstante, el verbo "olvidar", leit-motiv de toda la advertencia, merece algo de atención: ¿qué es, en qué se manifiesta, el tal "olvidar"?

El olvido se opone al recuerdo. Hemos escrito, en otras ocasiones, el sentido del "recuerdo" en el judaísmo. Recordar, en hebreo, se dice "lizkór", cuya raíz (zain-kaf-reish) es común a la palabra "zajár", que es el elemento masculino, el polo activo de la realidad (que se complementa con la "nekeváh", el polo femenino receptivo). El "zajár" vuelca en la "nekeváh" su simiente, y la "nekeváh" es quien la abriga, la cría, la desarrolla, hasta tornarla realidad, hasta convertirla en un ser completo capaz de interactuar con el resto de la Creación. Así es la relación del Creador con el pueblo de Israel en cuanto concierne a la Toráh: Hashém es el elemento activo masculino que "siembra" la Toráh en Israel, y el pueblo de Israel es quien debe llevar ese texto germinal a un estado de realidad concreta y sensible, manifiesto en el espacio y el tiempo. De esta manera, Israel actúa como conexión entre el Mundo Superior y el Mundo Inferior; receptivo, "nekeváh", en relación al Creador, y proactivo, "zajár", en la siembra de una realidad sagrada capaz de enmendar el mundo, de llevar a cabo el "tikún".

¿Qué es, entonces, "olvidar"? Olvidar es, sencillamente, dejar de convocar a nuestra vida la razón misma de la existencia, que es a una vez su finalidad trascendental. Estamos en el mundo para "atender, preservar y hacer" (al inicio de nuestra parasháh) la Toráh: atender, en tanto recibir; preservar, alude a la maceración de la simiente y todo el período del embarazo; hacer, por fin: parir, dar a luz, poner de manifiesto el producto del tesoro recibido, y dotarlo de las condiciones necesarias para que incida con su Luz sobre la tierra. Si "olvidamos", no evocamos, no invocamos y no convocamos. No producimos esa realidad que nuestro corazón añora. Si olvidamos, no dejaremos de desear una vida de bendición, de Shalóm y de abundancia; sólo que habremos dejado de producirla, y entonces, sencillamente, esa vida no tendrá lugar, y lo que tendrá lugar será el abismo oscuro que, a esta altura de la historia, vaya que nos ha tocado ya conocer, y gritamos hoy desde las heridas viejas del exilio y del dolor.

En su comentario (de lectura imprescindible) a nuestra parasháh, Rav Daniel Oppenheimer habla del "temor al miedo". En nuestra parasháh, como en todo el libro Devarím, hallamos la descripción minuciosa y detallada de los horribles castigos que se desplomarán sobre nosotros, en caso de que "olvidemos" lo que debemos recordar. Instintivamente, al leer tales descripciones, sentimos miedo: miedo al castigo, miedo a la condena. Pero no es ese miedo lo que la Toráh espera de nosotros; antes bien, se parece ese miedo a formas de superstición menores, practicadas durante toda la historia por las diversas idolatrías. Lo que se espera de nosotros a partir de estas descripciones, es que comprendamos de acuerdo a qué reglas opera la realidad, y cuál es nuestro rol en ella: qué produciremos si "recordamos", qué se perderá si olvidamos. Como puntualiza Rav Oppenheimer: "En la medida en que una persona contempla la belleza de la Creación, y la importancia que D”s le dio a cada criatura, y - en particular - a él mismo, crece su responsabilidad en lo que le atañe a cumplir su misión en el mundo". Olvidar es estropear la oportunidad que se nos dio. "Atender, preservar y hacer", el proceso de tres etapas que se resume en la acción de "recordar" (que equivale a "activar" como hemos dicho), es producir la bendición y la abundancia y la belleza y el Shalóm, tal como lo hallamos prometido.

Nuestra parasháh nos explicará con extrema claridad la diferencia entre la tierra de Israel y la tierra de Mitsráim; ésto es: la diferencia radical entre una vida que produzca bendición por vía del ejercicio sagrado, y una vida de la que lo sagrado se ausente, y con ello, también la luz y la bendición se pierdan de nuestras manos. "Porque la tierra a la que te diriges para heredarla, no es como la tierra de Mitsráim de la que saliste, en la que plantas tu semilla y riegas con tu pie..." (Devarím -Deuteronomio- 11:10). La tierra de Mitsráim se alimenta de "recursos naturales", es regada permanentemente por el Nilo, y tal ha sido programado desde el inicio de los tiempos. De la tierra de Israel, en cambio, se nos dice que "siempre los ojos de Hashém tu E-lokím están en ella": la bendición y el sustento en la tierra de Israel no provienen de recursos "naturales", programados y presupuestados desde el inicio, sino que se genera cada instante, cada día, se produce desde la acción del pueblo de Israel, y se renueva también en nuestras manos. Y conocemos la historia: cuándo la tierra de Israel fue mayoritariamente un páramo estéril, y cuándo le tocó reverdecer.

Hoy, más que nunca, debemos re-aprender el arte del "recuerdo", debemos aprender a activar los canales sagrados. Hoy, cuando el corazón sangra ante la barbarie que se impone sobre nosotros desde dentro mismo de nuestro pueblo, cuando vemos que se nos miente y se destruye sin escrúpulos ni piedad, cuando tantos parecen estar del lado del "olvido" que atrajo siempre -Hashém nos libre- abismo y oscuridad, hoy precisamente, debemos aprender otra vez a recordar, aprender a atender-preservar-hacer, resignificar el dolor y tornarlo oportunidad de un nuevo despertar, de un amanecer fulgurante, que es lo que debiéramos lograr que se avizore en nuestro tiempo, tras el instante más oscuro de la noche. Hashém ilumine nuestros caminos, y los caminos de quienes violan hoy la sacralidad de pueblo y tierra de Israel, y nos enseñe los caminos de la verdadera y completa Teshuváh, y merezcamos la Redención completa, ya en nuestros días, amén.

Shabát shalóm, con mi bendición para vosotros,

daniEl I. Ginerman

Editor


Tiempo de iluminar la conciencia:
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Horror: La devastación de Kfar Darom

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Mas horror: hay que despertar y actuar contra el entronizamiento del Mal

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Sakín baLev (Un cuchillo en el Corazón)
: una película que el alma necesita ver para tomar conciencia real (en hebreo, con subtítulos en español). Lo que no debía ocurrir ya ocurrió, pero enmendar la realidad está en nuestras manos.


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