14 diciembre 2007

parashah: VAYIGASH - El Vacío, por Malcah Canali 5768

VAYIGASH - El Vacío, por Malcah Canali 5768
de Josefina Navarro - Thursday, 13 December 2007, 23:23
 

 

B''H

De Malcah para la Quebutzah

 

Comentario a la Parashah Vayigash

6 de Tevet de 5768

 

VAYIGASH

EL VACÍO

 

La copa, llamada en hebreo "gavi'a", que Yosef mandó colocar en la alforja de Benyamín para poder reprochar un robo al joven y así retenerle a su lado, estaba vacía, por lo menos aparentemente. En realidad estaba llena de intenciones y sentimientos. También era invisible. Benyamín y sus hermanos sólo la vieron cuando los Egipcios les acusaron de haberla robado. Se enteraron entonces de que el poderoso personaje a quien pertenecía la utilizaba para practicar la adivinación.

 No sabemos si Yosef adivinaba por hidromancia o por otro medio parecido, pero este pormenor es totalmente irrelevante para la comprensión del texto, puesto que a Benyamín le llega la copa vacía y le transforma a él en un vacío. Sería lógico que a este joven se le oyera indignarse, proclamar su inocencia y pedir, exigir justicia, pero no ocurre nada de esto. Ni siquiera nos consta que los hermanos mayores le hagan el menor reproche.

 Son ellos que asumen la culpa y es Yosef quien trata de obligarles a abandonar a Benyamín. ¿Tenía él la copa vacía en la mano cuando pensó en el abismo, en el vacío, que mediaba entre el momento en que, siendo inocente, había sido tirado a un pozo por sus hermanos y el momento presente, en que Benyamín, aparentemente culpable, gozaba de la protección de aquellos mismos hermanos, antaño tan despiadados? Lo más probable es que, al mandar colocar en la alforja del chico la gavi'a hakésef, la copa de plata, a la que tanto apego tenía, entre otras cosas, porque al permitirle adivinar, le confería un enorme poder, hubiera pensado únicamente en evitar una separación que le resultaba muy dolorosa. Nos objetarán, que en tal caso, no tuvo en cuenta el dolor de su padre. No es imposible que se planteara la eventualidad de que Yaacov, a pesar de su avanzada edad bajase a Egipto a por su niño. No debemos perder de vista que Yosef, en aquel momento era un hombre profundamente turbado. La copa viene a ser una expresión material de su alma, intuitiva, o sea que le permite adivinar, pero vacía del cariño de padre y hermanos. Transmite un mensaje subliminal que, lejos de ser una muestra de altanera perversidad, es una llamada de socorro, la única que se podía permitir un potentado que abrigaba, en el fondo de su corazón, la secretísima esperanza que, más o menos conscientemente, el joven Benyamín, hijo de Rajel como él, adivinara su desazón.

 Llegados a este punto, podemos preguntarnos, e incluso debemos preguntarnos, cuantas veces hemos encontrado esta copa vacía en nuestro equipaje y no nos hemos detenido en tratar de averiguar qué angustia representaba su vacío. Se suele decir que la Naturaleza tiene horror del vacío, pero la Naturaleza siempre obedece al Creador, de forma que, al no gozar de libre albedrío, no necesita disponer de un espacio liberado de utilidad predeterminada para recuperar la conexión con el Ruaj Jaim, el Soplo de la Vida, cuyo Poder es restablecer el orden de las voliciones en su autenticidad. El ser humano, sí, lo necesita, porque es pecador, de forma que, en mayor o menor medida, está siempre alterando las voliciones y, a menudo, va confundido por la vida. Por esto, decíamos que es importante registrar nuestro equipaje, nuestras alforjas mentales para descubrir la copa en la que anida el Espíritu de Vida, incitándonos a llenarla con la alegría de nuestra generosidad.

 Cuando te acusan con falsía, cuando te prestan intenciones perversos que nunca has tenido, pensamientos inicuos que jamás cruzaron por tu mente, acciones delictivas que no has cometido, ni siquiera en sueños, cuando los hijos por quienes te despellejas pretenden que les maltratas y apartan de ti a los pequeños, como si fueras un engendro maléfico… es la copa. Te la han dejado en el costal. Cógela, aspira su vacío… no repliques, no hables, llénate con el soplo de vida y verás como adivinas. Entonces sabrás como has de hablar.

 Gavi'a hakésef, la copa de plata, por cierto, es una expresión cuyas letras suman 250 como las de ran (resh, nun = 200 + 50) que significa cantar, regocijarse. Encontrar la copa de plata es anuncio de alegría.

 Benyamín, sin embargo, no lo encontró, la encontraron en su equipaje. El fue un simple vehículo y los acusados fueron sus hermanos tanto como él, incluso más. Por esta razón, en el relato, él pierde el protagonismo. Este lo asume Yehudah al dirigirse a Yosef en términos de una nobleza y de una sinceridad sin parangón.

  A este respecto, es muy llamativa la recopilación que hace de unos hechos y unas conversaciones que ya conocemos perfectamente. En la Torah, ninguna repetición es fortuita. El discurso de Yehudah constituye una síntesis de las relaciones que sus hermanos y él tuvieron con Yosef desde que llegaron a Egipto por primera vez y, al hacerlo, muestra que, aun sin saber con quién está hablando, ha adivinado cuan sediento de verdad se encuentra su interlocutor, a pesar de la mala fe que ha presidido su actuación. Yehudah es hombre honrado, muy recto, la autenticidad es su arma y le va a proporcionar el éxito al ablandar el corazón de Yosef.

 Este último, como ya hemos mencionado, es presa de sentimientos contradictorios. Otra cosa, además, sería completamente inverosímil. Lo único que tiene claro es que no va a perjudicar, por una cuestión personal, al país, al soberano y al pueblo que están bajo su amparo (se dice que el es un padre para Faraón) y que confía en él. A nosotros, nos incumbe, en este momento, dedicar un recuerdo emocionado y lleno de gratitud a Yosef hatzadiq por este comportamiento suyo que fue un precedente y un modelo para tantos judíos que, a lo argo de la Historia, fueron excelentes funcionarios y administradores en los países donde residían, que gozaron merecidamente de la confianza de soberanos y otros gobernantes y, a pesar de algunos calumnias chillonas, fueron muy a menudo el brazo protector del pueblo contra toda clase de abusos, por lo que es legítimo decir: ¡Bendita sea su memoria!

 Volviendo ahora al relato toraico, apuntaremos, en primer lugar, que Yosef estaba perfectamente informado de todos los movimientos de sus hermanos, mucho antes que llegaron a Egipto. Él era, en aquel entonces, el gobernante de la primera potencia del mundo mediterráneo y meso-oriental. Como cualquiera puede comprender, disponía de un ejército de agentes secretos que lo tenían al tanto de cuanto ocurría en los territorios vecinos. Esto no es ninguna especulación huera, los historiadores modernos coinciden en afirmar que todos los imperios de la Antigüedad tuvieron tales "Servicios de Inteligencia" y los utilizaron con habilidad. El espionaje no es ningún invento moderno.

 Yosef, pues, sabe desde el primer momento que sus hermanos están llegando a Mitzráim (Egipto). El texto, cuyo Autor cree en nuestra inteligencia, nos dice que tuvieron una entrevista con él, cosa bastante extraña si se trata de unos viajeros corrientes, como debía de haberlas por centenares cada día, ya que el hambre se había adueñado de varios países. El sentido común nos dice que el primer ministro no concedía audiencia privado con cada uno de ellos, ni a los jefes de las caravanas, cualesquiera que fueran.

 Para justificar el trato especial deparado a una familia procedente de Canaán, Yosef pretexta una sospecha de espionaje (¡ya decíamos que aquella actividad existía y nadie le parecía desaforado creer en ella!), de modo que los tiene asustados y a su merced. La pregunta que se nos plantea ahora es si Yosef está simplemente tratando de desquitarse al máximo o si hay algún factor suplementario, alguna motivación oscura que explica su conducta. La respuesta es inmediata: hay un vacío, y este vacío tiene nombre propio, es Benyamín.

 El cariño que Yosef siente por su joven hermano es intenso. Son hijos de la misma madre. Es muy posible que Yosef se estuviera preguntando durante años si los hermanos mayores habían dado a Benyamín un trato parecido al que le habían dado a él. Luego, debió de enterarse que el chico vivía… pero quedaba un vacío, un vacío afectivo. Dejó de hablar a sus hermanos cuando exigió la venida de Benyamín y adivinó que le quisieran o no le quisieran especialmente al mozo, por lo menos querían a su padre.

 Con esto y con todo, a Yosef le queda una incógnita por despejar: ¿cuáles serían los sentimientos de Benyamín hacía él? Nunca lo sabremos. Estos pormenores dignos de la prensa del corazón, a la Torah se le quedan ajenos. Lo que sí nos muestra y nos enseña son los caminos que se han de recorrer para constituir, y reconstituir eventualmente, la unidad familiar, base de la unidad nacional. En la parašhah de Vayigash  vemos cómo el discurso sincero, basado en el amor por el padre y nacido en la entrega al Santo Vacío, anulador de todos los perjuicios, es el medio excelente para conseguirlo. ¡ Baruj Hašhem!

 


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