06 junio 2008

parashah: BEJUKOTAY - La Agonía de la Tierra, por Malcah 5768

BEJUKOTAY - La Agonía de la Tierra, por Malcah 5768
de Josefina Navarro - Friday, 6 de June de 2008, 18:53
 

B''H

shalom javerím, aquí les comparto el comentario de este año correspondiente a Bejukotai. Este shabbat leemos Naso, pero estamos en medio de la operación de "puesta al día", así que espero sabrán disculpar el retraso.

              ה "ב

Malcah para la Quebutzah                                                                                                                                    24 de Mayo de 2008

Parashat Bejukotay                                            19 de Iyyar de 5768

                                                                                      34 del Omer

 

 

"La Agonía de la Tierra"

 

Cuando parecía que todo estaba dicho sobre las consecuencias buenas o malas que la conducta de los Benei Israel les atraería por efecto de la satisfacción o del enojo de HaShem, según ellos hubieran cumplido o no con Sus mandatos, he aquí que la última Paráshah de Vayqra constituye, después de un breve y claro recordatorio de las bendiciones ligadas a la obediencia piadosa, un espeluznante recorrido por la catástrofe que engendraría una rebelión pertinaz contra la Torah.

 

Cualquiera está en su derecho preguntándose a qué viene, por parte del Eterno, semejante acceso de furor cuando el pueblo ya está prevenido de los castigos que le aguardan si se empeña en pecar.

 

Una observación detenida de los textos, sin embargo, nos ofrece la clave de la Ira que se desencadena en Bejukotai. El versículo 14 del capitulo 26, o sea el primero de cuantos contienen los anatemas, es elocuente al respecto. Su décima tercera palabra es "(Tinasu)", es una frase condicional, y significa "si despreciareis".  "Si despreciareis mis estatutos". El número 13 siendo el de La Unidad nos indica que la ira Divina está provocada por un ataque totalmente malintencionado a la Santísima Esencia.  Ya no nos encontramos frente a la simple irresponsabilidad, fruto de la atracción que suele ejercer la aparente facilidad de la trasgresión sobre mentes deslumbradas por el brillo chillón de todo lo pasajero, o por los socorridos pretextos de tipo:  "!No será para tanto!", "El Eterno es magnánimo, perdona el desliz"… ¡Ni va a ser tan mezquino como para castigar siempre y por todo! etc.…"No, ahora nos encontramos frente al desprecio de la Unidad Divina expresado en un discurso que, hoy en día, nos resulta muy familiar y que, más o menos, se puede resumir de la siguiente forma: "Nadie nos va a dictar a nosotros leyes ni estatutos. La Torah es un conjunto de sandeces que nos entorpece la existencia, lo mejor es olvidarse de ella". Es el desprecio que poco a poco se va extendiendo al conjunto de la sociedad, obligando a la gente piadosa a aceptar el papel de cobarde retrógrada que le dejan los jerifaltes  de la soberanía Humana sobre la buena marcha del universo.

 

Es este desprecio lo que provoca el desencadenamiento de la divina cólera descrita en Bejukotai y que se centra en la tortura infligida a la tierra.

 

La tierra, aunque muchos no lo advierten y otros, a menudo lo olvidan, goza de especial predilección por parte de HaShem. Él la llama por dos nombres, el primero es "aretz" que la designa en su conjunto, o sea como planeta, como territorio y como suelo, mientras que el segundo, "adamah", se refiere sobre todo a la superficie eventualmente cultivable, a la arcilla que se utilizará para formar el hombre y que, por consiguiente es parte de "haaretz" (La tierra).

 

La palabra "Haaretz" es la séptima y última del primer versículo de  la Torah. Completa el primer ciclo de siete, ciclo que es el fundamento de la Creación. En este sentido, la tierra, "Haaretz" no sólo representa la culminación de la obra sino que se perfila como ligada al Shabbat, el cual manifiesta la satisfacción  del Elohim por haber creado al mundo.

 

Esta palabra "Haaretz", por cierto, también es la primera del segundo versículo que así reza: "Vehaaretz" (y la tierra) para indicar el lazo indestructible que une las dos menciones del planeta. Vehaaretz es pues la octava palabra de nuestra Torah.

 

No podemos por menos de observar que el número 8 es 2 3. . Aquí irrumpe la tercera dimensión, tan característica del universo tal y como lo aprehendemos los seres humanos.

 

Por otra parte, el segundo versículo nos brinda una precisión de sumo interés. "y la tierra estaba informe y vacía". Comprobamos que el Elohim no se preocupa prioritariamente de cómo están los cielos, sino de cómo está la tierra. Es ella la que realmente le interesa.  A lo largo de toda la torah nos prescribirá cantidad de mandamientos sobre el modo adecuado de tratarla y la siente tan entrañablemente unida a Su Santa Voluntad que cualquier pecado humano repercutirá sobre ella como un ataque despiadado.

 

Así, en el Gan Edén, advierte al hombre: "Maldita será el suelo a causa de ti". Pero lo que maldice es el Suelo, "Haadamah", no "Haaretz", el planeta, para Él cual conserva Su profundísimo y apasionado afecto.

 

Tanto ama el Eterno a la tierra que le concede el descanso "Shabbático", como se lo concede a Si Mismo y se lo exige al ser humano. Los primeros frutos de los árboles  serán devueltos a la tierra y no se deberá sembrarla nunca sin observar reglas muy estrictas que eviten las mezclas abominables y, por lo tanto, la impureza que acabaría emponzoñando el sueño, la capa de la atmósfera y, en conjunto, destruyendo el equilibrio ecológico. HaShem ama a la tierra. Cuando nosotros dejamos de amarla, cuando la explotamos, la despreciamos, despreciamos este objeto de la Divina Predilección a partir del cual fuimos formados. Es la abominación total.

 

Con todo lo dicho, se explica que, en la Paráshah Bejucotai que trata de furor divino ante el desprecio de los Benei Israel, no sólo por la tierra en general, sino por la parte del planeta que goza de Su Mayor Complacencia, la que es el corazón del mundo y que les ha entregado en heredad perpetua para que la utilicen y la cuiden con devoción y agradecimiento, se explica que las imprecaciones alcancen un grado pavoroso.

 

Ahora bien, el capítulo 26 de Vayqra al que nos estamos refiriendo, se inicia con promesas de buena observancia, cosa que el Eterno nunca deja de hacer antes de enumerar las maldiciones que acarrearía la mala conducta y en éste párrafo, Haaretz viene citada seis veces. En los últimos tres versículos del capítulo, que abren la perspectiva del perdón, viene citada dos veces. Pero en los versículos intermedios, que son los de la ira, la palabra Haaretz aparece trece veces. Siendo el número 13 el de La Unidad, queda clara la vinculación de la agonía de la tierra con un sufrimiento impuesto a la Unidad divina.

 

Al comprobar que Haaretz viene mencionada veintima veces (7 x 3) en el terrible texto de Bejukotay, constatamos, una vez más que la tierra y el Shabbat están unidos en la Mente del Eterno…quizás como dos esposos. Ya conocemos el apego de HaShem por el Shabbat.  El caso es que, en el capitulo 2 de Bereshit, después de la santificación del Shabbat, viene el versículo 4 en el que se citan dos veces los cielos y la tierra, pero con una particularidad: la segunda vez se nombra "Eretz" antes de "Shamaim".

 

El Eterno ama a la tierra, no admite que se la maltrate y la descripción que nos hace de su agonía cuando a victima de la tortura infligida por unos humanos desaprensivos que no la dejan descansar y la emponzoñan con mezclas prohibidas, es tanto más estremecedor cuanto que describe la situación actual de nuestro otrora tan hermoso y tan prodigo, planeta.

 

La tierra está agotada. Exige un respeto que se le otorga cada día menos, a pesar de las numerosas advertencias de ecologistas y de otras personas sensatas. Llagas nunca vistas y bestias salvajes la asolan. Aquí nos hablaron, hace unos meses, de una invasión de jabalíes, por citar una de las numerosas invasiones de bichos de variados tamaños y costumbres de las que nos podemos enterar  a diario. Las frutas y las hortalizas, saben a productos químicos y, a menudo, es preciso tirarlas en vez de comerlas.

 

La tierra agoniza, pero todos sabemos que HaShem no va a dejarla morir, que la sanará y nos la devolverá esplendida y risueña, por que siempre conoce al ser humano la posibilidad de arrepentirse. Pronto y en nuestros días, veremos la redención propuesta al final del capitulo 26 de Vaykra.

 

¡Bendito Sea Háshem, Creador del arrepentimiento y amante de Haaretz!      

 

 

 

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