30 julio 2008

parashah: MATOT - El Secreto de la Concordia, por Malcah 5768

MATOT - El Secreto de la Concordia, por Malcah 5768
de Josefina Navarro - Wednesday, 30 de July de 2008, 19:38
 

 

Parashah Matot – El Secreto de la Concordia

B"H

Sábado 26 de Julio de 2008, que es 23 de Tamuz del año 5768 de la Creación del Mundo por Haqadosh Baruj Hu

De Malcah

 

 El título de la parashah que vamos a leer y meditar durante la semana entrante, "Matot", es el plural de "mateh", nombre masculino que significa "bastón, Báculo, cayado, palo, cetro", incluso "tallo, rama," en sentido propio y, en sentido figurado, "clan, rama familiar, tribu"- Esta última acepción es la retenida en nuestro texto: "Matot" son las Tribus de Israel. La apariencia femenina de este plural es interesante porque nos recuerda que las tribus no están compuestas únicamente por varones y que sin las mujeres no se multiplica ninguna población. Por otra parte, cabe señalar que estas mismas consonantes: "mem, tet, he", con vocalización diferente, forman la palabra "mitah", que es "cama" y, también "féretro". Nos encontramos, aquí ante una confusión ortográfica que resulta ser un resumen de la vida humana según la concepción israelita: Desde el Tashmish ha mitah (relaciones sexuales) hasta el reposo en el féretro, los Benei Israel pertenecen cada uno a una tribu. El israelita es posesor expresión de una identidad desde antes de su concepción. Siglos después de la promulgación de la Torah, el profeta Jeremías enunciará el siguiente oráculo en el primer capítulo de su libro que, por una no-coincidencia llamativa constituye la haftarah de Matot: " Antes de que Yo te formara en el vientre, te conocí ".(la haftarah es un texto extraído de Profetas o Escritos que se lee en la sinagoga justo después de la Torah y que guarda cierta relación con la parashah de la semana) Su pertenencia a una tribu determinada revela a un hijo de Israel la autenticidad de su esencia y le sitúa en un conjunto dotado de un pálpito peculiar. Para el Eterno, el Pueblo Elegido es el conjunto de las Doce Tribus: Hemos podido comprobar ya, en los capítulos que tratan de la ubicación de cada una de ellas alrededor del Tabernáculo, que les ha dotado de una individualidad muy marcada, puesto que tienen una misión específica, la de Dan, por ejemplo, es proteger la retaguardia, lo cual exige unas cualidades, unas habilidades distintas a las de Yehudah que abre la marcha. Dan tiene que mirar atrás con gran circunspección, mientras que Yehudah, libre de semejante lastre puede dedicar toda su atención a lo que tiene o que le viene delante.

 Hay doce tribus, como hay doce meses en el año, o sea, que están ligadas al movimiento cósmico, hasta tal punto que los aficionados a la astrología pueden decirnos con qué signo del zodíaco se corresponde cada mes hebraico y nuestros sabios también nos proporcionan la lista de las correspondencias entre meses y tribus: Es la siguiente: Nisán con Yehudah, Iyar con Isasjar, Siván con Zabulón, Tamuz con Rubén, Av con Shimeón, Elul con Gad, Tishrí con Efraim, Jeshván con Manasé, Kislev con Benjamín, Tévet con Dan, Shevat con Asher y Adar con Naftalí.

 Ahora, volviendo al despliegue de estas tribus alrededor del Tabernáculo, constatamos que están ordenadas en cuatro grupos de tres, cubriendo los cuatro puntos cardinales. La conclusión que, una vez más, se impone a nuestro raciocinio es que todo lo referente a las 12 tribus es fundamental y forma parte del Plan de la Creación.

 Con lo antedicho se pone de manifiesto que la concordia debe reinar entre las tribus. Ellas se necesitan las unas a las otras y forman una unidad que, de ser indestructible, les garantizará una perpetua supervivencia y el éxito en todas sus empresas. No es pues de extrañar que, en la frontera de la Tierra Prometida, cuando a los Benei-Israel no les queda sino atravesar el río Jordán para penetrar en ella, El Todopoderoso dicte a Moshé una serie de reglas destinadas a propiciar entre los miembros de las tribus y entre las mismas tribus, una convivencia pacífica destinada a evitar los conflictos destructivos y le lleve a superar un legítimo acceso de ira para dar un ejemplo de diplomacia digno de ser recordado por las generaciones.

 Veremos al estudiar el desarrollo de la parashah que la clave de la concordia, su secreto, reside en le fidelidad a la palabra dada. Por esto, el texto empieza con la regulación de los votos, que son el paradigma de la palabra dada. El asunto es delicado porque, mientras un voto es formulado por una persona dueña de sus decisiones, no hay ningún problema, el voto es válido y se ha de cumplir, pero cuando ha sido formulado por una mujer sometida a la autoridad de un padre o un marido, la cosa se complica. El Eterno, en cualquier caso, protege a la mujer, ordenando que si su padre o su esposo la ha oído pronunciar el voto y no se ha opuesto antes del final del día, ya no podrá oponerse, pero si se opone en este lapso de tiempo, él es responsable del incumplimiento. No entrará la discordia en la familia, porque nadie podrá reprocharle nada a la mujer. La protección de la iniciativa femenina en el seno de la familia es de primerísima importancia en cualquier sociedad, sobre todo si es de tipo patriarcal, porque la familia tiene tendencia a oprimir a la hembra, casi siempre en nombre de los principios más excelsos, pero sin ninguna piedad.

 A continuación, asistimos a un episodio guerrero contra los Midianitas, terrible y, aparentemente, pero sólo aparentemente, desligado de la legislación anterior. Hashem exige a Moshé que, antes de morir vengue a los Benei-Israel de los Midianitas que se han portado como enemigos suyos. El, por cierto no puede participar en la batalla porque tiene un deber de agradecimiento con este pueblo que le acogió cuando huía de Egipto, pero sabe que la obligación de velar por la seguridad de los futuros moradores de Canaán es absoluta: Así, pues, manda al ejército a emprender una acción bélica. Los Benei-Israel salen vencedores, pero Moshé se enfurece porque no han exterminado a las mujeres que fueron responsables de la depravación de las israelitas después del oráculo de Balaam que, por lo visto, las llevó a pensar que podían permitírselo todo. Moshé ordena que se las extermine. Con esto nos demuestra que, si bien hay que proteger siempre a la mujer decente y piadosa, hay que ser implacable con la que siembra un ejemplo infame. Esto también es garantía de convivencia armoniosa. El pertenecer a una de las 12 tribus no es ningún compromiso del que un individuo pueda deshacerse. En todo caso, para conseguirlo, tendría que abandonar su vida en el seno de Israel y marcharse a residir en medio de extranjeros. En Eretz Israel es imprescindible y obligatorio respetar la Torah que es el vínculo unificador.

 Vamos a pasar ahora a comentar un asunto que cuenta entre los más pintorescos, pero también entre los más relevantes de la historia de Israel. Lo constituye la petición de las tribus de Rubén y de Gad de establecerse definitivamente en Transjordania, en tierras de Ya´zer y Guil´ád que les dejaron deslumbrados porque las vieron extremadamente aptas para el cuidado de sus numerosos rebaños. Moshé, presa de la más violenta indignación, les increpa con verdadero furor, recordándoles la cobardía de sus respectivos representantes cuando, después de la expedición de espionaje, volvieron denigrando la Tierra Prometida y aconsejando al pueblo que no intentara conquistarla. El advierte una repetición de esta actitud tan negativa en la actual solicitud de permanecer en la margen izquierda del Jordán y manifiesta su temor de que los cobardes impongan de nuevo su punto de vista, imposibilitando la conquista del territorio designado para ser la morada de los Benei-Israel. Se le entiende. Las pretensiones de unas tribus que esgrimían los derechos de su ganado a pastar unas hierbas deliciosas para su paladar y ansiaban las pingüas ganancias que aquello les proporcionaría, aun a riesgo de dar al traste con toda la empresa que significaba el Éxodo, era un agravio descomunal para el anciano jefe y muy peligrosa para un pueblo que él ya había visto amilanarse.

 Sólo se calmó su cólera cuando los hijos de Rubén y los hijos de Gad le prometieron que nunca abandonarán a las otras tribus, sino que, por el contrario, permanecerían unidas a ellas y les ayudarían siempre en la guerra. Pronunciaron entonces unas palabras que emocionaron a Moshé. Dejaron de anteponer el bienestar de sus ganados a cualquier otra consideración y hablaron de sus hijos. Es cuando recibieron la venia del anciano jefe de Israel que les dijo: "Si hacéis tal cosa, si os alistáis para la guerra ante el Eterno, hasta haber desposeído a Sus enemigos y que todo hombre armado de vosotros cruce el Jordán y que la Tierra fuera doblegada antes el Eterno y ante Israel, esta tierra será posesión vuestra en presencia del Eterno: Pero si no lo hacéis, cargaréis con vuestro pecado y, ya sabéis lo que os espera. Construid, pues, ciudades para vuestros pequeños y apriscos para vuestros ganados, y obrad según lo que salió de vuestra boca." Moshé les dio y nos sigue dando esta lección: Israel es un pueblo de padres. Los hijos deben pasar ante todo, porque ellos son la garantía de la pervivencia del Pueblo Elegido para estudiar y practicar la Torah. Sin las generaciones venidera, nada tiene sentido. Ahora una vez garantizado el paso de Jordán y la solidaridad con todas las tribus, Moshé concede también una parte del enorme territorio anteriormente motivo de conflicto a una gran parte de la tribu a Manasé. O sea que Moshé no es ningún fanático, pero se sabe que los de Manasé les exigió los mismos compromisos que a Rubén y a Gad, en especial la prioridad concedida a los hijos sobre cualquier afán materialista.

  Esto nos dice la parashah Matot: Las Tribus deben perpetuarse porque son una expresión del orden de la Creación y de la Torah Para lograrlo deben vivir en buena armonía y el secreto de esta concordia reside en el respeto riguroso a la palabra dada, en la intransigencia con los corruptores y en la protección de los hijos.

 ¡Bendito Sea Haqadosh Baruj Hu Que tan bellas enseñanzas nos impartió!

 

 

 

 

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