28 setiembre 2005

Kolót: La calidad humana de un bando.... y ya conocemos la del otro

La calidad humana de un bando.... y ya conocemos la del otro
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Monday, 26 de September de 2005, 23:26
 
La verdadera historia detrás de Dorón Almog.
Almog se hizo 'más conocido´ la semana pasada luego de regresar de Londres antes de dejar el avión que lo llevaba de Israel ya que una Corte quizo enjuiciarlo por crimenes de guerra contra palestinos.



por

Almog con su hijo.

El Mayor General Dorón Almog ha tomado parte en algunas de las más arriesgadas operaciones militares de Israel: él fue el primer comandante paracaidista de reconocimiento que aterrizó en la huída de Entebbe, señalizando el camino para los aviones israelíes que estaban por llegar, y dirigiendo la captura de la torre de control del campo aéreo en la asombrosa operación de rescate de 1976.

Él participó en el traslado aéreo clandestino de los 6.000 judíos de Etiopía a Israel en la década de los 80.

Y en su puesto más reciente, como jefe del Comando Sur en el período 2000 – 2003, él evitó cada uno de los intentos de los terroristas de la Franja de Gaza de infiltrarse a Israel.

Pero si se pregunta a Almog, de 53 años, cuál fue su misión más difícil, él dirá que no es nada que haya hecho en el ejército.

“Cuidar a mi hijo, ese es el desafío más grande que he enfrentado jamás”, dice el prolijo general, sentado en su patio, mirando a su hijo, Erán, entusiasmado en su piscina de bebé. Erán tiene 20 años. Usa pañales, sólo come comida de bebé, y no puede hablar. Es autista y mentalmente retardado.

Erán nunca ha dicho “Papá” o “Mamá”. Pero cuando Almog llama a su hijo, él alza la vista hacia él, con sus ojos brillantes.

“En Entebbe habíamos tenido que volar 2.600 millas, matar a los terroristas, liberar a los rehenes y volar nuevamente a casa”, recuerda Almog. “En una misión militar los objetivos están claramente definidos. Si uno completa todas las etapas de la A a la Z, la misión es un éxito. Pero con Erán, la etapa A es interminable, y ni siquiera está claro qué se podría definir como “éxito”.

Tareas que son ordinarias para la mayoría de la gente son penosas para un chico que no habla o responde. “Cuando lo llevo al dentista necesito atarlo a la silla. Cuando le compro zapatos nuevos tenemos que imaginar si le son cómodos o no. Erán depende de nosotros para que descifremos sus necesidades, hablemos por él y seam! os su lazo con el mundo”.

Almog remarca que cuando nació su hijo, él y su esposa tuvieron el tipo de expectativas que tienen todos los padres, que su hijo fuera exitoso, aún más exitoso que lo que sus padres – un ascendente astro militar y una directora de escuela - habían sido. Pronto fue evidente que eso no sería así. Los médicos dijeron a la pareja que Erán sufría de daño cerebral.

“Hubo amigos que nos aconsejaron que lo enviáramos a algún lado”, recuerda Almog. “Creo que la decisión más significativa que tomamos fue criarlo, amarlo y no avergonzarnos nunca de él”.

En el fondo, dice Almog, la decisión lo cambió. Fue conocido no sólo por sus sobresalientes dotes militares, sino también por su compasión y determinación de ayudar a los menos afortunados – rasgos no siempre asociados con los héroes militares.

“Criar a Erán me ha hecho un ser humano mejor. Al verme constantemente forzado a preguntarme qué necesita, me he vuelto una persona más sensitiva, m! ás en armonía con aquellos con limitaciones”.

Como Jefe del Comando Sur, Almog lanzó una serie de programas revolucionarios para ayudar a los sectores más débiles de la población del Neguev, la región del país más privada económicamente.

Un programa proporciona enriquecimiento educativo para los beduinos ,quienes constituyen un cuarto de los pobladores de la región pero tienen el nivel más bajo de logros educacionales. Muchos beduinos sirven el Ejército de Defensa de Israel. La iniciativa de Almog capacita a aquellos que no tienen diplomas de educación secundaria para recibirlos y completar estudios universitarios.

Almog llevó a adultos levemente retardados de un hogar colectivo en el Neguev a la cercana base militar, donde trabajaron como voluntarios haciendo tareas simples de mantenimiento. El hecho de que fueran capaces de vestir uniformes y trabajar en una base levantó su autoestima y llevó a otros comandantes de base a solicitar esta fuerza de trabajo altamente motivada.

Almog llevó comida a comedores gratuitos, lanzó competencias de navegación para ciegos y llevó a 600 soldados a renovar y limpiar hogares de ancianos dos veces por año.

“Cada comandante de una unidad del Comando Sur tiene que presentar un plan anual detallando qué grupo con necesidades especiales ha adoptado y qué hará por ellos”.

Algunos de esos programas están siendo implementados ahora a nivel nacional.

La insistencia de Almog en hablar abierta y públicamente sobre su hijo ha ayudado a disipar algunos de los estigmas frecuentemente asociados con el retardo y el autismo.

Después de haber hablado por primera vez sobre Erán a los soldados del Comando Sur, un sargento mayor se aproximó a él unos días más tarde y comenzó a llorar. “Dijo que hasta entonces él había estado demasiado avergonzado para hablar sobre su hija retardada”, recuerda Almog. “Oírme hablar de Erán le dio cierto sentido de respeto y orgullo”.

Por muchos años Almog ha dedicado energía no sólo a cuidar de su propio hijo, sino también a mejorar el bienestar de todos los niños de Israel con severas incapacidades a través de su participación en Aleh.

Esta organización sin fines de lucro proporciona cuidados médicos de alto nivel y rehabilitación a unos 500 niños mental y físicamente discapacitados en todo Israel.

Desde los 13 años Erán ha sido atendido en una de las tres instalaciones de Aleh, el Centro Moriah de Gedera, un hogar para unos 90 chicos que sufren de parálisis cerebral y otras discapacidades severas.

Almog habla con admiración de los cuidadores de la institución: “Es gente sin ego y fortaleza sin límites. Hacen todo con amor”.

Profundamente impresionado por el cuidado que su hijo recibió, Almog movilizó fondos para establecer una nueva ala en el centro, la que fue llamada Beit Erán – en memoria del hermano de Almog que fue muerto en la Guerra de Iom Kipur. (El hijo del general también fue llamado así en su memoria).

Ahora, como presidente de Aleh Neguev, Almog está dirigiendo un proyecto para construir las primeras instalaciones para el cuidado de adultos severamente discapacitados – como Erán. La aldea de 100 dunams está en construcción cerca de la ciudad de Ofakim, en el Neguev y proveerá hogar a 200 adultos mental y físicamente discapacitados. Las espaciosas instalaciones incluirán una escuela de educación especial, un centro paramédico, un ala de hospital, taller para cuidados de rehabilitación y un marco ocupacional y profesional junto con un completo espectro de terapias – desde música y arte hasta hidroterapia y cabalgatas a caballo.

“La idea es proporcionar a esos alumnos una atmósfera familiar y cálida y , al mismo tiempo, ayudarlos a usar todo su potencial y volverse productivos”, explicó Almog.

El Estado de Israel ha adjudicado tierras para la aldea y lo ha adoptado como proyecto nacional acordando pagar la mitad del precio calculado – unos 43 millones de dólares. Almog, quien debe retirarse del Ejército de Defensa de Israel a fin de año, espera dedicarse aún más intensivamente a su proyecto favorito y está comprometido activamente en la recaudación de fondos.

Reflexionando sobre los desafíos que ha enfrentado Almog regresa a la analogía con Entebbe.

“En Entebbe”, dice Almog, “era posible liberar a los rehenes. Pero Erán y los que son como él pasan su vida entera como rehenes – rehenes de la sociedad y sus miembros más fuertes. No hay ninguna operación que pueda liberarlos”.
“Todo lo que uno puede hacer es tratar de darles un futuro mejor…”.

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