20 setiembre 2005

Kolót: REFLEXIONES SOBRE EL INTEGRISMO ISLÁMICO Y SU GUERRA CONTRA OCCIDENTE.

REFLEXIONES SOBRE EL INTEGRISMO ISLÁMICO Y SU GUERRA CONTRA OCCIDENTE.
de iair menachem - Tuesday, 20 de September de 2005, 12:07
 

REFLEXIONES SOBRE EL INTEGRISMO ISLÁMICO Y SU GUERRA CONTRA OCCIDENTE.

 Lic. Patricio A. Brodsky

28/7/2005

“...El terrorismo musulmán no es comparable
acualquier otro terrorismo perpetrado por europeos
ensuelo europeo y padecido también por europeos,
elterrorismo practicado por musulmanes
 no va en busca de una reclamación

sinoque busca la aniquilación total del otro,
deldiferente, del que se atreve a pensar por sí mismo.”

Rafael T. Pérez

 
Uno de los teóricos mas importantes de la guerra, el general prusiano KarlVon Clausewitz en su libro “De la guerra”, define que el acto que marca el comienzo de la guerra es la acción defensiva; ya que en tanto no hay defensa hay avasallamiento; por lo tanto la defensa, la resistencia, marca la presencia de dos contendientes. Si analizamos el discurso del terrorismo integrista islámico, vemos la presencia de un discurso “justificador” de sus acciones como una Jihad defensiva. En efecto, en la “declaración de guerra” contra occidente de Bin Laden vemos que, al igual que el nazismo en 1939 caracteriza su agresión contra occidente como un “acto en defensa propia” (el 30 de enero de 1939 Hitler culpó a “los judíos” de intentar llevar a cabo la guerra que ocho meses después el propio Hitler provocaría) contra una supuesta “cruzada” de la “alianza cruzado-sionista”. Independientemente que esta supuesta “previa agresión” sea una fantasía de neto corte paranoide, lo cierto es que tanto el nazismo como el integrismo islámico la sienten como vívida y real, y contra ella reaccionan con toda la violencia de la que son capaces estas ideologías eminentemente tanáticas.

Cada vez se vuelve más evidente que los herederos del “socio árabe” de los nazis –HajAmin Al-Husseini-, también se han transformado en herederos de la judeofobia nazi y de su radical desprecio del prójimo.

Encontramos ciertas posibles analogías entre la interpretación Salafista[1] del Islam que realiza el integrismo islámico y la ideología que fue capaz de construir una sociedad basada en la  destrucción radical del otro, el nazismo.[2]

El integrismo islámico poseerá elementos que lo colocarán, de hecho, como los ‘herederos’ del nacional-socialismo. El principal y más claramente expresado es su desembozada judeofobiala cual, a pesar de tener una motivación original de corte político (conflicto árabe-sionista desde fines del siglo XIX en adelante), hoy en día ha asumido formas más modernas de tipo racial-biologista que lo emparientan con el nazismo; de hecho, la judeofobia árabe es una mixtura caótica de distintos argumentos antisemitas. En efecto, el antijudaísmo árabe concentra en sí todas las formas históricas de judeofobia, las religiosas, las pseudocientíficas y las políticas.

En ambas ideologías hallamos un pensamiento enajenado que lleva a sus portadores a despreciar tanto su vida como la de los demás. Por eso denominamos a esta mirada la Cultura del Tánatos. Para ambas ideologías existe una visión altruista, una épica que valora positivamente el sacrificio en aras de un objetivo superior, en el caso de los nazis será el triunfo absoluto de la “Raza Aria” y la construcción del “Reich de los Mil Años”; mientras que en el caso de los fundamentalistas islámicos será la muerte en batalla en una Jihad (guerra santa) liberadora del Waqf (tierra santa) ocupada por los infieles para así poder garantizarse la vida eterna junto a 70 vírgenes (siendo muy irónico uno podría decir que los asesinos terroristas musulmanes están impulsados por el onanismo) y Alá en el Paraíso. En un campo la palabra del Führer conducía a la muerte heroica, en otro campo, análogamente, la propia vida es desdeñable ante la palabra de Alá, expresada en las Fatwas[3] (meras interpretaciones) de los Muftis[4] (especialistas) en una región del mundo donde el analfabetismo alcanza al 80%[5] y por lo tanto quien interpreta lo hace en nombre de fieles que no están en condiciones, ya no de interpretar, sino siquiera de leer el Corán.

Tanto el nazismo como el integrismo islámico han construido las miradas más alienadas, más cosificadasde los sujetos; tanto de los demás como de sí mismos, de esta manera, para los nazis los arios eran piezas “sacrificables” de una maquinara bélica, sacrificables por el bien común (de igual forma se regía por criterios de “utilidad”-“inutilidad” que los condujo, finalmente a montar una industria del exterminio de aquellos sujetos definidos como “nuda vida”). En la concepción yihaiddista, el Shahid (“mártir”) se inmola[6] (se sacrifica voluntariamente), considerando su cuerpo como un arma; un “instrumento”[7] de la Yihad (de la guerra santa). Ambas culturas consideran un valor positivo el “sacrificio” (la inmolación) individual. En relación a la mirada acerca de ‘El Otro’, ambas sociedades ubicarán a los judíos como el paradigma del mal absoluto, ideología que puede apreciarse en su discurso deshumanizador de dicho colectivo social.

El eje de ambas miradas consagra al judaísmo como el mal absoluto en una confrontación global por la hegemonía contra las fuerzas del bien (lugar asumido como propio primero por los nazis y hoy por el integrismo islámico).

Ayer, mientras el nazismo ocupaba país tras país de Europa desplegando su arsenal de legislación judeofobicaque presagiaban lo que sería la Shoá, los dubitativos y cobardes líderes europeos acordaban ceder ante Hitler con la esperanza de saciar su insaciable voracidad colonialista y buscando mantenerse a salvo de su depredación. La cobardía europea (o peor aun su silencio cómplice) costaron al pueblo judío 6.000.000 de víctimas. Hoy en día, apenas seis décadas de finalizada la peor de las muchas máculas de la historia europea, la humanidad se halla nuevamente ante el dilema de una forma extrema de soberbia narcisista (el integrismo islámico) que nuevamente clama y exige a la humanidad una cuota de sangre judía y esta vuelta, nuevamente, vemos que los europeos, en esta oportunidad su “progresismo” apoya con entusiasmo este reclamo y pretende transformar a los judíos (esta vez encarnados en Israel y el sionismo) en el “pato de la boda” pretendiendo ser “neutrales” en una guerra en la que se han visto envueltos; las lamentables declaraciones de Tony Blair acerca del origen de los atentados en Londres son un claro ejemplo en este sentido.

El proyecto nazi apuntaba, centralmente en la construcción de un imperio racialmente “ordenado”, hegemonizandomundialmente en un orden fuertemente estratificado con una “jerarquía racial” en la cual los judíos no tenían lugar alguno. El proyecto del integrismo islámico apunta, en lo central, a la construcción de un imperio panislámico (un gran Califato como el de Saladino), homogéneo en lo religioso, dominando globalmente en un mundo sin un Estado judío (y en algunos casos sin judíos). Mientras que la “Solución Final de la Cuestión Judía” ocupó un lugar central en la ideología y en la práctica política nazi, hoy en día la “Solución Final de la Cuestión Israel” es el eje sobre el cual pivotean la ideología y la práctica política, no sólo del integrismo islámico, sino, lamentablemente como se puede apreciar en discursos y escritos, de grandes sectores del Islam.

Otra de las características comunes es la aspiración a establecer una hegemonía universal basándose, en el caso de los nazis, en una supuesta “pureza racial” que les otorgaba “derechos naturales” sobre las demás “razas”; mientras que para los integristas islámicos su aspiración a la hegemonía tiene raíces religiosas, supuestamente la palabra de Alá expresada en el Corán. El fundamento último de ambas concepciones ideológicas es la “pureza” y su supuesta “superioridad” (en un caso racial, en otro divina). Debemos, asimismo, dejar sentado que este proyecto de dominación global, al igual que las formas ideológico-políticas anteriores en el mundo islámico, desde el social-fascismo “socialista” del Partido Ba’ath hasta el clerical-fascismo integrista islámico tienen una base nacionalista (pan-árabe) y judeofóbica extrema que lo emparienta con el nazismo; el objetivo de todas estas ideologías ha sido la conformación de una única nación islámica (homogénea cultural y religiosamente).

En ambas sociedades (la nazi y la integrista islámica) la pertenencia a la comunidad delimitará la posesión o no de privilegios dentro de sociedades con un alto grado de estratificación; es menester aclarar que la sociedad islámica es de un carácter más “democrático”, menos elitista que la nazi, ya que uno puede convertirse al Islam y pasar a formar parte de la Umma(comunidad), mientras que la concepción racial nazi clausura esta posibilidad definitivamente. Para los nazis sólo un Ario podía ser ciudadano del Reich, para el Islam, sólo los creyentes pertenecerán a la Umma y sólo ellos, de acuerdo a la Sharia, tendrán plenos derechos, el resto sufrirá cierta conculcación de derechos y tendrá que cumplir con obligaciones especiales (pago de impuestos adicionales, peores condiciones de existencia, etc.).

Tanto el nazismo como el integrismo islámico han tenido pretensiones de establecer una hegemonía universal, desde esta óptica algunos analistas señalan que nos encontramos combatiendo la cuarta guerra mundial[8], en esta oportunidad, la guerra tiene un carácter global y, al igual que la Segunda Guerra Mundial –contra los nazis- y la Tercera Guerra Mundial –la Guerra Fría contra el comunismo-, asume la forma de una confrontación entre el Totalitarismo (representado por el integrismo islámico) y el Antitotalitarismo (representado por las democracias occidentales, en particular por Israel –principal enemigo del integrismo islámico según sus propios dichos-). Inclusive, si uno se remonta hacia atrás en la historia podría localizar el origen de la guerra global actual en el expansionismo originario del Islam durante los siglos VI al VIII en los cuales esta religión emprendió una Jihad que los llevó a expandirse en una guerra religiosa de conquista desde la Península Arábiga hacia el Este hasta Indonesia, hacia el Oeste hasta Al-Andaluz (España), hacia el Sur hasta Etiopía y hacia el norte hasta Chechenia. Asimismo recordemos que los intentos de expansión sobre la Europa cristiana continuaron hasta el siglo XV cuando las tropas turcas fueron derrotadas en los Balcanes.

El analista de política internacional especializado en Medio Oriente Fernando Iglesias nos da la pauta para entender que la ideología de Al-Qaedatiene bases nacionalistas (aunque asuma una forma religiosa).[9] Entendamos que a pesar de que para cada uno de estas ideologías piensa alternativas de desarrollo muy diferentes (por ejemplo unos lo piensan coexistiendo con occidente, mientras que otros consideran a la convivencia incompatible), el elemento unificador de todos ellos será su odio manifiesto hacia Israel y el Sionismo y su deseo de destrucción de ambos (llegado en algunos casos a expresar sin ambigüedades su judeofobia, inclusive llegando a reivindicar a Adolf Hitler).

Encontramos en la opinión pública occidental, en particular entre los europeos, una dualidad moral que los impulsa a considerar a la ETA, al IRA, al igual que a Al-Qaedacomo organizaciones terroristas; mientras que a organizaciones de tipo similar: Brigada de Mártires de Al-Aksa, Hamas, Hizbollah, Jihad Islámica, etc., las clasifica como organizaciones de “resistentes” a la “ocupación” que combaten por su “liberación nacional”. Inclusive esta dualidad llega al punto de considerar a la OLP durante la década de 1970 (cuando atentaba en Europa) como terrorista, mientras que hoy, a dicha organización (la cual no cambió ni sus programas, ni sus métodos, ni sus objetivos, ni su dirigencia, etc.) la considera como una organización de “resistentes” a la “ocupación israelí”.[10] Los mismos hechos son clasificados de diferente manera de acuerdo con el lugar donde se lleven a cabo. En efecto, mientras que los ataques indiscriminados contra civiles en Europa son nominados como acciones terroristas, cuando acontecen en Israel se ven “justificadas” por su clasificación como acciones de “resistencia” contra la supuesta “ocupación”, mientras que los terroristas (en Europa), milagrosamente se tornan “militantes”, “resistentes”, etc.

Hay suficientes elementos jurídicos para considerar los atentados suicidas como crímenes contra la humanidad. A partir de 1945 se han promulgado varios tratados que definen los crímenes contra la humanidad, comenzando por la Carta de Nuremberg, artículo 6, inciso c.

Allí se dice: "El asesinato, el exterminio, la esclavitud, la deportación u otros actos inhumanos cometidos contra cualquier población civil, antes o durante la guerra?" son crímenes contra la humanidad.

Otro eslabón fuerte es el estatuto de la Corte Penal Internacional, que entró en vigencia el 1° de julio de 2003. Contiene las últimas codificaciones sobre estos delitos. Define como crimen contra la humanidad "la participación en un ataque generalizado contra una población civil y con el debido conocimiento de dicho ataque". Puede ser responsable de semejante delito un Estado y también una "organización que alentara o promoviera dichos ataques".

La tendencia que prevalece en el derecho internacional indica que las personas responsables de violaciones graves a los derechos humanos incluyen a los que ordenan, planifican, aprueban, instigan y prestan colaboración. Tienen responsabilidad individual por sus actos y deben ser llevados a la Justicia.


Para esta legislación ya carecen de mérito las justificaciones cómplices de los atentados suicidas, tales como decir que se hacen en represalia por otras violaciones de los derechos humanos. A quienes opinan de esa forma, les sugiero remitirse al artículo 33 de la Cuarta Convención de Ginebra y al artículo 56 del Protocolo I, que prohíben en forma categórica las represalias contra civiles. También carece de mérito argumentar que son parte de la lucha por la liberación nacional, porque el artículo 14 del mencionado Protocolo I adicional también los condena por la misma razón. No vale argumentar que responden a la disparidad de poderes entre las facciones, porque la Convención reafirma que la desigualdad de recursos no invalida la aplicación del derecho internacional humanitario a favor de los civiles. En otras palabras: no hay excusas para cometer atentados contra civiles, no hay excusas para ser permisivos con los criminales suicidas, no hay excusas para los instigadores del odio ni hay excusas para llamar mártires a los asesinos, porque en verdad los mártires son los civiles inmolados arbitrariamente por sus alevosas bombas.
[11]

No hay ninguna excusa aceptable para no llamar a los asesinos terroristas por su nombre, y esto independientemente de la nacionalidad de sus víctimas y del terreno en el cual perpetren sus crímenes.

Adicionalmente, acerca de la clasificación de los terroristas como “resistentes”, “militantes” y otros eufemismos similares debemos decir que no comprendemos el cinismo europeo, ya que, además de que la legislación internacional, como señala Aguinisen la cita de arriba, los propios terroristas islámicos se encargan de dejar suficientemente explícito el hecho que su objetivo no es acabar con la “ocupación”, sino con el Estado de Israel.

...Juro que el estado israelí desaparecerá de la tierra palestinaantes o después. Ése es mi juramento... y no es un sueño. Es un juramento. Palestina es nuestra y no suya. Y los judíos que han venido de todas partes del mundo hasta Palestina deben regresar a sus lugares de origen antes de que les maten y empiecen a lamentar lo que han hecho... Cualquier persona que vive en Israel es un objetivo justo... Todos están ocupando tierra palestina. Nosotros, como raza musulmana, estamos en contra de matar mujeres y ancianos, en contra de matar gente inocente. Pero me gustaría dejar algo bien claro. Cualquiera que ocupe un pedazo de tierra palestina merece la muerte. Tenemos el derecho a matar a cualquiera que ocupe nuestra tierra. Creemos en el ojo por ojo y diente por diente. Aquel que inicia las hostilidades es el injusto. Cuando los judíos regresen a su país original, allí de donde vinieron, América, Polonia o cualquier otro lugar de Europa, entonces quizá nos planteemos perdonarlos y dejar de matarlos. Pero mientras permanezcan en nuestro país, tenemos derecho a matarlos.[12]

El territorio ocupado no es sólo lo que usted me dice. Israel es ilegal. Un metro cuadrado de tierra ocupada es una existencia ilegal... Nuestra tierra no es sólo la franja de Gazao Cisjordania. Nuestra tierra es todo Palestina... Desde el río hasta el mar, de norte a sur, de Egipto hasta el Líbano. Esta es nuestra tierra sagrada, es lo más sagrado para el Islam y no aceptaremos que esté ocupada por nadie, ni por judíos, ni por cristianos. Ni siquiera los musulmanes seculares habrían de establecer un Estado en esta zona, porque es waqf islámico.[13]

“De la misma manera que Ramalá, Gaza, Nablus y Jenin son ciudades palestinas, también lo son Haifa, Nazareth, Jaffa, Ramie, Lod, Beersheva, Safed y otras ciudades palestinas... Los judíos sionistas son extranjeros en esta tierra. Ellos no tienen derecho de establecerse o de vivir en ella. Deberán buscar otro lugar en el mundo para establecer su Estado y su falsa entidad... Deberán dejar sus hogares... No creemos en la llamada “Paz con Israel” porque no se puede hacer la paz con Satán. Israel es el Satán más grande.”[14]

“Nuestro enemigo es un enemigo débil. El pueblo palestino sabe que hay un Estado que se estableció a través de la coerción y debe ser destruído. Ésta es la posición del palestino.”[15]

“Nosotros los palestinos conquistaremos todo, incluida toda Jerusalén (...) Nosotros, de la OLP, ahora concentraremos todos nuestros esfuerzos en quebrar psicológicamente a Israel en dos campos (...) Dentro de cinco años tendremos entre seis y siete millones de árabes viviendo en el Margen Occidental y en Jerusalén. Todos los árabes palestinos serán bien recibidos por nosotros. Si los judíos pueden importar todo Tipo de etíopes, rusos, uzbekosy ucranianos como judíos, nosotros podemos importar todo tipo de árabes también. [La OLP planea] eliminar al Estado de Israel y establecer un Estado puramente palestino. Haremos intolerable la vida a los judíos mediante una guerra psicológica y una explosión poblacional; los judíos no querrán vivir entre nosotros, los árabes.”[16]

“Nuestra guerra contra Israel y los judíos no ha terminado y no terminará hasta el establecimiento de un Estado Palestino en la toda la tierra Palestina.”[17]

“Palestina es una y no puede ser dividida. No existe diferencia alguna entre Haifa y Nablus. Lody RamAlá, Jerusalem y Nazareth o Gaza y Ashkelon, todo pertenece a los palestinos musulmanes. La persona que intente dividir Palestina es un traidor y criminal que debe ir al infierno.”[18]

“Los participantes afirman que la estrategia que debería ser adoptada al lidiar con este asunto no puede ser basada en la coexistencia con el enemigo sionista (...) sino en la erradicación del mismo de nuestra tierra.”.[19]

“Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo borre, tal y como él antes borró a otros.”.Del Programa político de Hamas(Preámbulo).

Artículo(12) (Tenemos como objetivo) La completa liberación de Palestina, y la erradicación de la existencia económica, política, militar y cultural del Sionismo.” Del programa político de Al-Fatah.

 

“Artículo(13) (Tenemos como objetivo) Establecer un Estado democrático e independiente con total soberanía en toda la tierra palestina, con Jerusalén como su capital, protegiendo los derechos legales e igualitarios contra cualquier discriminación racial o religiosa.” Del programa político de Al-Fatah.

“Artículo(19) (La) lucha armada es una estrategia y no una táctica, y la revolución armada del pueblo árabe-palestino es un factor decisivo en la lucha de liberación y extirpación de la existencia sionista, y esta lucha no cesará a menos que el estado sionista sea demolido y Palestina sea completamente liberada.” Del programa político de Al-Fatah.

“Palestina, con las fronteras que tenía durante en Mandato Británico, es una unidad territorial indivisible.”De la Carta Nacional Palestina (Artículo 2).

La Tierra de Palestina es un Waqf Islámico (posesión sagrada del Islam) consagrada para futuras generaciones musulmanas hasta el día del Juicio Final. Nadie puede renunciar o abandonar a ninguna porción de ella.”. Del Programa político de Hamas(Artículo 11).

La inclusión de esta larga retahíla de citas la realizo con la intención de mostrar que existe una intención y un programa sistemático manifiesto de luchar contra Israel y no contra la ocupación como alegan los “opinadores” occidentales y que este objetivo no es una mera declaración incidental y marginal.

La discriminación contra Israel se agrava si tenemos en consideración el hecho que mientras que en occidente los terroristas realizaron cuatro atentados exitosos en cuatro años (WTC, Atocha, y dos veces en Londres) y consideramos que en Israel en el mismo período se realizaron muchísimos mas:

De los datos del ShinBet surge que en los 4 años de conflicto fueron heridos 5.598 israelíes, de ellos 82% civiles. Los palestinos llevaron a cabo 138 atentados suicidas y más de 13 mil atentados con disparos de armas de fuego.[20]

Es curiosa esta escala moral de la opinión pública europea la que los lleva a considerar a las víctimas europeas del terror como víctimas del terrorismo, a las víctimas israelíes “bajas de guerra”, mientras que cientos de miles de asesinados en otros lugares del mundo (Irak, Sudán, Jakarta, Estambul, etc.) en atentados que no son dirigidos contra intereses occidentales, ni siquiera son clasificados (no “existen”). Esta discriminación entre las víctimas del mismo terrorismo sólo pueden justificarse desde el prejuicio y la ignorancia, o bien, la malintención y la hipocresía.

A diferencia de los nazis, quienes tenían un sustento territorial, el integrismo islámico se caracteriza por su dispersión geográfico-espacial y social (tienen presencia en más de 60 países en muchos de los cuales hay “células dormidas” de radicales musulmanes “occidentalizados” en apariencia a la espera de ser llamados a la Yihad). Los integristas tienen presencia en el seno de las comunidades musulmanas de todo el mundo, permaneciendo ocultas y esta es, precisamente una de las características más particulares del radical-islamismo, su carácter difuso, su “invisibilidad” que les otorga un aura de omnipresencia. Además, contrariamente a organizaciones terroristas anteriores cuya característica distintiva era el alto grado de centralismo político, militar, operativo y financiero, la red Al-Qaeda es una constelación de organizaciones minúsculas, cerradas en sí mismas, descentralizadas. Un analista comparaba a Al-Qaeda con la transnacional Mc Donalds, a similitud de ésta, aquella otorgaría una especie de “franquicia”, otorgaría “licencias” para operar con autonomía en su nombre, pero siempre respetando normas básicas de funcionamiento.

En relación con la confrontación global que hoy nos amenaza debemos hacer una serie de aclaraciones. Debemos ser concientes que si bien el Islam ha sido incapaz de generar en su seno una democracia liberal moderna de corte occidental, y tal vez sea hora de admitir que pretender que sociedades de corte tradicionalista, profundamente reaccionarias y autoritarias asuman valores que hoy están “naturalizados” como universales en occidente pero que hace doscientos años no existían. Si bien hoy se reconoce en occidente que valores como la democracia y la plena vigencia de los derechos humanos tienen una validez “universal”, no debemos perder de vista que la universalización de estos valores fue un largo proceso no exento de confrontaciones, en algunos casos de suma violencia. Digamos, solo a modo de recordatorio que la igualdad de derechos electorales de la mujer en occidente es un fenómeno tardío, al igual que la democracia en la mayor parte del mundo (colonizado por los europeos hasta las décadas de 1960 y 1970). Occidente, ya se ha olvidado de este lento proceso de construcción de la democracia y el respeto de los derechos humanos más elementales habiendo “naturalizado” dichos valores como universales y eternos.

Al respecto, en otro artículo decíamos que:

Europa, particularmente a partir del advenimiento de la modernidad, fue produciendo una profunda escisión entre su discurso y su práctica. Mientras, por un lado, declamaba su ideología de valoración “universal” de los derechos del hombre, por otro lado, su práctica se centraba en la exclusión de gran parte de la población mundial (esos derechos no alcanzaban a mujeres, judíos, nativos de las colonias, esclavos, etc.). Podríamos considerar que esta ideología tenía una base tan narcisista y megalómana que consideraba “universal” la extrapolación del propio ego, negando –de esta manera– la existencia de otros múltiples sujetos.

A modo de ejemplificación de lo que consideramos el “doble discurso” de la modernidad quisiera citar algunas cuestiones.

Como hemos dicho más arriba, el derecho al voto de las mujeres es una conquista tardía, arrebatada –en general– luego de una larga lucha política. Al menos fue así en los países más desarrollados.

A modo de ejemplo, veamos las fechas de conquista del voto femenino en algunos países[21]: Alemania, 1918; Argentina, 1947;Australia, 1902 (los aborígenes no lograron tener plenos derechos hasta 1967);Austria, 1918; Bélgica, 1919; Brasil, 1934; Canadá, 1918; Checoslovaquia, 1918; Dinamarca, 1915 (tanto mujeres como hombres); Escocia, 1918; España, 1931; Estados Unidos, 1920 (los aborígenes tuvieron derecho a votar recién en 1924); Finlandia, 1906; Francia, 1946; Gales, 1918; Holanda, 1919; Hungría, 1918; Inglaterra, 1919; Irlanda, 1918; Italia, 1919; Luxemburgo, 1919; Noruega, 1913; Polonia, 1918; Rumania, 1935; Suecia, 1919; Suiza, 1971; Turquía, 1930; Unión Soviética, 1918; y en Sudáfrica: blancas, 1931, hindúes y “de color”, 1984; negras, 1994.

De igual modo, la total igualdad de derechos de los judíos fue una conquista tardía, a saber[22]: Alemania, 1871; Bulgaria, 1878; Canadá, 1832; España, 1910; Estados Unidos, 1789; Francia, 1791;Holanda, 1796; Imperio austro-húngaro, 1867; Imperio otomano, 1908; Imperio ruso, 1917; Italia, 1861; Reino Unido, 1856; Serbia, 1878; y Suiza, 1874.

Afianzada la dominación –y la identidad–, y construida la dominación político-cultural del liberalismo modernista, éste se ha apropiado del concepto de “democracia”, cuando –en realidad y como hemos visto en el párrafo anterior– ésta ha sido no una concesión, sino una conquista política tardía. De hecho, en América Latina hemos sufrido hasta no hace mucho sucesivas violaciones a las libertades políticas. Ello se debe a que, una vez tornada hegemónica una ideología, ésta logrará naturalizarse y volverse “sentido común”. La identidad colectiva, la memoria histórica y sus representaciones sociales aparecerán como eternas, ahistóricas. La dominación será global.[23]

La pregunta del millón es si estos valores, según la mirada occidental, universales pueden ser impuestos por la fuerza al mundo islámico o si ellos deben transitar su proceso de democratización en sus propios tiempos. ¿Acaso no es un rasgo autoritario intentar imponer por la fuerza su propia visión?.¿Se acaba con el canibalismo comiéndose al caníbal?. El periodista y analista de Medio Oriente Daniel Pipes en un artículo de crítica a un libro de Reuel Gerecht reproduce algunas pautas del libro “The Islamic Paradox” de éste último, en el artículo de Pipes podemos leer que:

¿Cómo debe Washington tratar el continuo ascenso del islamradical entre los musulmanes sunníes de lengua árabe? La respuesta de Gerecht emerge de las historias en contraste de Irán y Argelia.

En Irán, los islamistas han gobernado el país desde 1979, incitando una alienación del islamradical que incluso ha alcanzado las capas más altas de la jerarquía religiosa. La revista Time, "veintiséis años después de la caída del shah, la cultura jihadista de Irán está acabada".

El islamismo ha resultado ser su propio mejor antídoto. (No es coincidencia, igual resultó el comunismo).

En Argelia, sin embargo, Gerechtconcluye que la represión del islam radical llevó al desastre. Mientras los islamistas estaban camino de una victoria electoral en 1992, el ejército entró en escena y abortó la votación, llevando a años de guerra civil. Washington accedió a este golpe de estado debido a lo que Gerecht llama la creencia de que "los regímenes dictatoriales que apoyamos, sin importar lo desagradables que fueran, eran más proclives a evolucionar políticamente en la dirección que queríamos que los fundamentalistas electos que en realidad no creían en la democracia".

Mirando atrás, Gerechtjuzga un error la política de Argelia. Una victoria electoral islamista en 1992 "podría haber distraído la pasión y energías" de esos muchos argelinos que asumieron la violencia. Como en Irán, el islamismo en el poder probablemente habría estimulado un rechazo a la ideología simplista de que el islam tiene todas las respuestas.

Concluye que Washington debe dejar a un lado sus dudas y animar a los islamistas sunníesa competir en elecciones. Dejar que lleguen al poder, que se desacrediten a sí mismos, que alienen a sus poblaciones objeto, y que después sean arrojados al cubo de la basura de la historia.[24]

La respuesta de Gerechtparecería ser dejar que el islamismo radical haga su proceso, y que las masas islámicas sufran el “encantamiento” y posterior “desencanto” de estas ideas. Entretanto, nuestro deber es buscar una fórmula intermedia entre la democratización absoluta (impuesta hoy a sangre y fuego por la globalización capitalista), y la imposición al resto de la humanidad de una interpretación extremista de El Corán (impuesta por la Jihad global del integrismo islámico). En el fondo nos hallamos inmersos en una pugna interimperialista entre dos contendientes: por un lado un imperio moderno con valores “universales” que intentan ser impuestos por la fuerza al resto de la humanidad utilizando, en términos generales, métodos coercitivos que tienen muy poco que ver con el programa de democratización que enuncian como objetivo. En el otro rincón se halla un imperio medieval, oscurantista en sus concepciones, con un programa de imposición universal de sus valores (Jihad global). Cada una de las fracciones en pugna intentó hacer pasar sus intereses particulares como intereses generales de una coalición ideológica, de hecho EE.UU. lidera las “fuerzas democráticas”, mientras que el integrismo islámico abroquela tras de sí el “frente globalofóbico”. Es menester aclarar que la primera coalición tiene elementos ideológicos comunes más firmes, en el segundo caso, como se dice vulgarmente, “no los une el amor sino el espanto” (el odio yaquilófobo).

La mayoría de los analistas internacionales nos indican que hoy nos hallamos sumergidos en una nueva conflagración mundial de carácter global. Si nos detenemos a analizar el conflicto que nos involucra, veremos que el integrismo islámico se halla embarcado en una doble confrontación, el primero de estos conflictos involucra una lucha por la hegemonía político-ideológica del mundo islámico, la cual, en términos del integrismo, debería concluir con la “purificación” del Islam de sus elementos modernistas y pro-occidentales y su reunificación en un gran Califato (imperio) pan-islámico y salafistaque prolongue la Jihad sobre occidente para expandir el Islam hacia el resto de la humanidad, por lo tanto, el enemigo del integrismo en este frente serán los gobiernos “apóstatas” (todo gobierno islámico que no comparta su mirada ultraortodoxa), ésta será su confrontación central; pero, por otro lado, un segundo frente de combate, pero no por ello menos importante, y que se deriva del primero, se dirige hacia los poderes “infieles” que, según su óptica, sostienen a los regímenes “apóstatas”, éstos países, definidos bajo el nombre genérico de la “alianza de cruzados y sionistas” (“Los ataques islamistas continuarán si Dios quiere, y que el mundo sepa que la guerra de los cruzados contra el Islam y los musulmanes está abocada al fracaso y no triunfará nunca como quieren los judíos y los cruzados”)[25], esta “alianza” será vista como un enemigo, particularmente por sus pretensiones de universalizar valores occidentales (como los derechos humanos de las mujeres y otras minorías, la democracia, etc.) que según la óptica integrista contradicen al Corán y a la Sharia.

Los grupos más radicales no ven más la Jihad como una liberación de los territorios musulmanes ocupados sino como una acción armada contra los regímenes impíos, sean musulmanes u occidentales.[26]

Debemos desfetichizarcierta mirada “romántica” que algunos sectores del “progresismo” occidental tienen sobre el integrismo islámico; de hecho, como se puede apreciar en los documentos y las acciones de los terroristas de este signo, su lucha nada tiene que ver con las luchas de “masas desesperadas y desposeídas”, más bien, y como se desprende de lo dicho más arriba, la confrontación global que hoy nos amenaza se inscribe, más bien, en una lógica de confrontación global interimperialista (concurren en ella dos concepciones enfrentadas, cada una de ellas con pretensiones de hegemonía global, una de corte imperialista clásico, dominio político-económico, representada por los EE.UU., y otra representando un tipo “nuevo” de imperialismo, la dominación religiosa).

En efecto, ante la abrumadora evidencia del conflicto que se está desarrollando ante nuestros ojos, una parte importante del “progresismo” occidental, en particular el segmento de los “formadores de opinión pública” (los denominados “comunicadores sociales”) ha optado por desarrollar una “ceguera selectiva”, de clarísimo sesgo maniqueo, según la cual los demonizadoscomo “malos” (EE.UU. e Israel) serían los responsables del conjunto de las miserias que aquejan a la humanidad (la encarnadura del mal absoluto), mientras que, al mismo tiempo, des-responsabilizan al terrorismo fundamentalista tornándolos “desamparados desesperados” que luchan en contra de la “injusticia y la explotación” a la que occidente los somete “imponiéndoles” tiranías y “ocupando” sus territorios. Esta mirada se halla muy lejos del devenir de los acontecimientos históricos, basta remitirse al Iran “revolucionario” y al Afganistán del Talibán para ver en acción la “justicia redistributiva” que ellos plantean; no sólo se incrementaron las desigualdades sino que, al mismo tiempo, estos regímenes fueron más tiránicos aún que las tiranías por ellos derrocadas; fueron las “dictaduras de la intolerancia”. El especialista sobre cuestiones islámicas Bernard Lewis en una entrevista publicada en Die Welt dijo que:

DIE WELT: ¿Ha mejorado la vida la revolución islámica iraní?

Lewis: No. El nivel de vida se ha deteriorado en todos los ámbitos. Hay menos libertad, un nivel económico menor. Sobre todo a las mujeres les va mucho peor. La edad legal para casarse era antes de 18 años. En esta república es de nueve años. Han legalizado el matrimonio de niñas siguiendo las leyes de la sharia islámica.[27]

 

Recordemos, además, cómo independientemente de las “ocupaciones”, terroristas islámicos cometieron matanzas brutales de turistas en su combate contra los “apóstatas” gobiernos de Argelia y Egipto (países que no han sido ocupados). O que el asesinato de Anwar El-Sadat, Presidente de Egipto que firmó la paz con Israel, nada tuvo que ver con dicho acuerdo, sino más bien con la “apostasía” de las reformas políticas que estaba intentando introducir para modernizar su país.

Estamos, pues, en presencia de una estrategia del fanatismo al servicio de una ideología de la Reconquista contra Occidente. Podemos buscarle causas económicas, sociales o políticas, pero sería una ilusión -que ya describió Tocqueville- pretender derrotar las pasiones y su desorden con la racionalidad como única arma.[28]

Adicionalmente, vemos que en los últimos años, en el discurso del “progresismo de izquierda” aparece una creciente tendencia a demonizaral estado judío. En efecto, hallamos un extenso muestrario de prejuicios y mendacidades que abarcan desde las filojudeofóbicas declaraciones de personajes como Mikis Theodorakis quien, asumiendo los discursos pronazis del mundo islámico definió al pueblo judío como “la raíz de los males que aquejan a la humanidad” hasta José Saramago con su banalización del genocidio judío cuando dijo “Ramalá es Auschwitz”; vemos aflorar, cual hongos luego de una lluvia declaraciones de un marcado sesgo discriminador tanto hacia el pueblo judío, cuanto hacia su identidad principal hoy en día: el sionismo (única ideología de liberación nacional de un pueblo condenada dos veces por la ONU bajo la acusación de ser una forma de racismo –cuando, por el contrario, lo que en realidad acontece es que el antisionismo es la forma contemporánea del racismo judeofobico; y por lo tanto las condenas al sionismo son declaraciones racistas).

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