14 diciembre 2005

parashah: Parashát Vaishláj, por Rav Daniel Oppenheimer: La lucha por un galut cómodo

Parashát Vaishláj, por Rav Daniel Oppenheimer: La lucha por un galut cómodo
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Wednesday, 14 de December de 2005, 16:30
 Parashát Vaishláj
LA LUCHA POR UN GALUT COMODO


por Rav Daniel Oppenheimer

Pedir perdón. Tan fácil... o tan difícil. Nos ocurrió a todos. Por cuestiones serias (dijimos algo ofensivo) o por temas triviales le pisamos el pie al otro sin querer). Debemos, en estos casos, disculparnos.
El papa también decidió pedir perdón. No en nombre propio obviamente sino en nombre de la iglesia. ¿Por qué? Pues, si Ud. no está versado en la historia judía universal, fuimos acusados por el clero de casi todo lo que Ud. se podría imaginar. De practicar brujería, de utilizar sangre de niños cristianos para elaborar Matzot, de profanar la ostia, de envenenar los pozos de agua y la más habitual, la de ser un pueblo deicida (haber matado a su dios). Las consecuencias de estas acusaciones falsas frente a las turbas enardecidas tuvieron como consecuencia pogromos, masacres, expulsiones, bautismos forzados, autos de fe y muchísimas penurias indescriptibles más. Dado que la mayoría de nosotros no las vivimos ni tomamos un libro de historia judía en mano, no las conocemos (¿o no las queremos conocer por el riesgo que al leer sobre esto nos contagiemos?)
Sin embargo, pide perdón. No hay absolutamente nada malo en eso. Al contrario. Es una señal en la dirección positiva. El pedir perdón no va a quitar retroactivamente el dolor de huérfanos y viudas, ni va a alivianar a las víctimas que ya no viven la dureza de la tortura. Es más, siguen en pie los recuerdos beatificados de quienes habían sido las supuestas víctimas de la maldad judía como el niño Simón de Trento, etc. Tampoco va a desaparecer el antisemitismo fomentado tan intensamente por el clero con raras excepciones durante 2.000 años y que ya está instalado en la sociedad. No obstante, nos alegramos, y muchos lo harán de sobremanera al escuchar que se nos trata de "hermanos mayores", con el reconocimiento y la tolerancia que tanto ansiamos durante siglos. Tolerancia. ¿La hay?
¿Podemos hablar de tolerancia? Tolerancia significa que hay una total aceptación para que el otro sea libremente tal como desea ser. Si los misioneros cristianos aún están llevando a cabo su tarea con suma diligencia precisamente en los lugares en los cuales más habitan los judíos - a quienes no les falta su propio credo – como, por ejemplo, en Israel y en Rusia, es porque esa tolerancia no es genuina. En todo caso, el reconocimiento pasa por el hecho que los métodos violentos no debieran haberse utilizado, pero aún no se condena la intolerancia en sí. La ideología no se ha modificado.
 
Cuenta el Talmud que cuando los Sabios debían realizar una gestión ante el gobierno romano, estudiaban antes de presentarse la Parshá de Vaishlaj, la cual nos habla acerca del enfrentamiento entre Ia'acov y Eisav. Si bien el tiempo transcurrió, no se modificaron en su esencia los protagonistas ni las ideas de esta lucha. Los preparativos de Ia’acov cuando se acerca el momento crítico pasan por su gestión diplomática (al enviar a Eisav un generoso obsequio de ganado), por su estrategia (al dividir su campamento en dos para facilitar la huida en caso de ataque) y sus plegarias a D"s.
Sin duda, este último ingrediente, la plegaria, es el más “judío” de todos. Pues aun si en la política universal puede que se guíen solamente por la diplomacia y por la fuerza militar, en el caso de los judíos, es el vínculo con el Todopoderoso mediante nuestra conducta moral y la observancia de la Torá, el que fija nuestra supervivencia entre las naciones. Sin embargo, nuestra constante lectura de los medios laicos nos hace parecer como si D"s no tuviese nada que ver con la realidad judía.
Volvamos a Ia'acov. Eisav se sensibiliza y no arremete. El encuentro entre Ia'acov y Eisav resulta ser pacífico. Eisav hasta le ofrece a Ia'acov ser su escolta y acompañarlo hasta Seír, hogar de Eisav. Ia'acov agradece el gesto pero lo rechaza aduciendo que no se puede empujar a los niños y al ganado que no aguantaría el ritmo de los hombres de Eisav. Así que "muchas gracias, pero no". No quiero la agresión..., ni la asimilación. Déjame ser como soy. No quiero ni tu cara agresiva ni tus gestos de amistad exagerados. Quiero ser como sé que debo ser.
Los Sabios del Talmud entendieron esto muy claro. Hoy parecen haber muchos "líderes" que no lo ven de esta manera y que buscan y se sienten honrados con ser llamados a encuentros ecuménicos, y ¿por qué no?, oficiar en colaboración con clérigos de otras religiones en matrimonios mixtos. ¿Hay mayor "Kuved" que ser reconocidos como pares con sus colegas de enfrente?
En nuestra búsqueda por un Galut cómodo, de cinco estrellas, no hay límite a la locura, la ignorancia de la historia y la falta de escrúpulos. Quisiéramos que no estuviésemos en Galut. Es lógico. ¿Acaso somos masoquistas? Por lo tanto, nos sentimos molestos con cualquier síntoma de exclusión, de discriminación, de pintadas, de declaraciones despectivas...
Cuando Napoleón y luego el gobierno prusiano otorgaron a los judíos la emancipación y todos se alegraban con esta nueva adquisición, el Jatam Sofer contó la siguiente historia:
"En cierta ocasión un monarca se encontró con que se había formado un grupo de personas que lo querían derrocar. Para peor uno de los involucrados era su mejor amigo. Dada la amistad, no ejecutó a su ex-amigo como a los demás, sino que lo sentenció a la cárcel hasta que se le pasara la furia. La cárcel era sumamente incómoda y deprimente y el amigo rebelde esperaba que fuese liberado pronto. Un buen día escuchó que el monarca se acercaba a la cárcel. Su corazón se llenó de esperanza. El monarca ordenó que se mejoraran las condiciones de la celda para que el preso viviera en mejores condiciones. Éste último se echó a llorar. Alguien le preguntó por qué lloraba, a lo cual contestó: 'Hasta ahora tenía esperanzas de salir. Si ahora me mejoran las condiciones de la celda, entonces de aquí no salgo jamás'."
El Galut no deja de ser un síntoma de nuestro alejamiento del Todopoderoso. Los supuestos acercamientos y facilidades nos deben hacer llorar. Nuestro anhelo no es quedarnos aquí, ni en esta situación espiritual de alejamiento de D"s, que es la razón principal de los sufrimientos físicos.
Ia'acov se preparó en lo estratégico y en la diplomacia. Pero sabía muy bien separar el trigo de la paja. No nos equivoquemos y sigamos aspirando a la Gueulá genuina.

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