28 enero 2006

parashah: Parashát vaErá, por Rav Daniel Oppenheimer - Idolos

Parashát vaErá, por Rav Daniel Oppenheimer - Idolos
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 26 de January de 2006, 14:59
 
Parashát vaErá
IDOLOS

por Rav Daniel Oppenheimer, para ajdut.com.ar

En una subasta de artículos de interés, la gente se aglomera para adquirir objetos pertenecientes a personalidades famosas. Puede ocurrir que lleguen a comprar una lapicera, una silla o un traje. Puede muy bien ser que la lapicera sea igual a cualquier otra de la misma marca, salvo que... perteneció a esa persona tan especial que aquella gente venera. Tal vez el precio de la lapicera en el remate sea 1.000 veces mayor al de otra igual nueva en cualquier comercio, salvo que... perteneció a esa persona.

A la salida del partido esperan los fanáticos del equipo de fútbol de su club preferido para poder saludar a los jugadores que habitualmente tienen que mirar por la pantalla o, a lo sumo, desde las tribunas. Si tienen mucha suerte, podrán quedarse con... la camiseta (transpirada y sucia) de uno de los jugadores...

Frente al hotel en el cual se está hospedando un cantante de renombre y fama mundial, esperan chicos y chicas (los “fans”) durante varios días para, posiblemente, poder: “ver a su ídolo en vivo y en directo”, y, en una de esas, les firme un autógrafo o se saque una foto con ellos. Habrá valido la pena la larga espera, quizás aun bajo la lluvia, para lograr tan preciado trofeo. ¿Y los que no tienen tiempo y dinero para dedicarle a todo esto? Pues existen opciones un poquito más baratas. En los kioskos, se venden semanalmente cantidades de revistas que dedican sus páginas a mostrar las casas, los automóviles, las vacaciones, las peleas, los escándalos y las vidas que llevan los ricos y famosos, sus “ex” y sus futuros/as parejas, etc.

En las épocas de los pueblos paganos, eran muchos los ídolos que se adoraban. Hasta el día de hoy, en ciertas religiones se adoran toda clase de santos de diversas denominaciones. Sin embargo, no cualquiera es un “santo”. En ciertos credos, para que se llegue a canonizar a un santo, es menester que haya podido realizar un milagro. Comisiones de teólogos e historiadores se reúnen para estudiar las evidencias del supuesto “milagro” del candidato y deciden si era genuino o no...
¿Y en las épocas de apogeo del nacionalismo? Se creó el himno a la bandera: “aquí está la bandera idolatrada...”

¿Por qué esa “necesidad” tan universal de venerar hasta el punto de idolatrar? ¿Qué dice el judaísmo en relación a esto? En muchos aspectos de la vida, los judíos tienen la tendencia a imitar lo que ven en su entorno aun cuando las ideas subyacentes contradicen al judaísmo, cambiando el nombre de los personajes para que la actividad parezca “judía” (Por ejemplo: “la elección de la reina Ester”, para imitar los desfiles de “Miss universo”, las Macabiadas para imitar las Olimpíadas, etc.). En este caso, ¿se daría la posibilidad que los judíos veneremos personas como lo hacen los paganos? Desde el comienzo de la lectura del libro de Shmot (Éxodo), encontramos un personaje de los que más influyó sobre la vida de los judíos y la humanidad en su totalidad: Moshé Rabeinu (nuestro maestro). La Torá cuenta sobre su salvación en la canasta a orillas del Nilo, de su valentía al defender a un hermano indefenso, de sus peripecias al escaparse de manos del Faraón y su vida en Midián donde contrajo matrimonio y de la orden Di-vina para que fuese ante el Faraón a fin de que liberara al pueblo de Israel. Desde ese momento en adelante, D”s haría muchos milagros por medio de Moshé. Tanto las plagas de Egipto y la partición del Mar Rojo, como así también la supervivencia del pueblo en el desierto inhóspito, marcaron una conducta sobrenatural. De pronto, encontramos que la Torá interrumpe la “historia” y nos hace un recuento de la genealogía de Moshé. Comenzando por los descendientes de la tribu de Reuven (primogénito de Ia’acov), siguiendo por los de Shimón, la Torá se detiene y enumera a los de Leví para llegar hasta: “Estos son Moshé y Aharón, a quienes D”s les ordenó...” ¿Por qué interrumpe la historia justo en donde crecía la intriga? El R.Sh.R.Hirsch sz”l contesta que la necesidad de recordarnos quién era Moshé, responde al riesgo de que en el futuro la gente venerara su memoria como la de alguien sobrenatural y mitológico en lugar de recordarlo como un ser mortal, de carne y hueso - como todos nosotros. A tal fin, la Torá nos recuerda quiénes fueron los padres, tíos y abuelos de Moshé y Aharón. Más adelante, al momento de fallecer, Moshé estuvo completamente solo: “y no supo persona alguna su lugar de sepultura hasta el día de hoy” (fin de D’varim - Deteuronomio 34:6).
Nuevamente, ¿por qué? La respuesta del Rav Hirsch es la misma. Los seres humanos tienden a convertir las tumbas de sus seres apreciados en lugares de culto. Ya antes de morir, los israelitas querían evitar su deceso. (D’varim 32:48, Rash”i) “en la claridad de aquel día - nos enseña que expresaron: quien nos extrajo de Egipto, nos partió el mar, nos alimentó con el Maná, nos brindó las aves (Slav), hizo surgir agua del manantial y nos enseñó la Torá - ¡no permitiremos que suba y fallezca! (mediante la fuerza de nuestros rezos - Sijot Musar)...” Si así fue la mentalidad y el apego del pueblo con su maestro Moshé antes de morir, ¿qué pasaría cuando falleciera?

La postura de la Torá es, entonces, bastante clara. Los grandes de la Torá de todas las épocas fueron y son un ejemplo para aprender a conducirnos en nuestras vidas. El apego a ellos (uledavka bo = apégate a los Sabios de la Torá), es positivo en la medida que nos sirvan de modelo para imitar su esfuerzo para cumplir mejor la Torá. En ese sentido, es totalmente irrelevante si ocurrieron milagros evidentes en las vidas de los tzadikim, o no. Nosotros no nos postulamos de magos, pero sí debemos intentar ser buenos seres humanos. No es de extrañar que una persona o un grupo de personas que estuvo cerca de su maestro esté conmovido por su fallecimiento. La ley incluso nos indica que los alumnos deben cumplir con ciertas normas de duelo por el maestro cercano. Aun después que su maestro murió, el alumno recordará sus enseñanzas. No obstante, deberá encontrar un nuevo maestro y guiarse por él. Así lo muestran nuestros Sabios, cuando nos dicen: “Iftaj en su generación, como Shmuel en la suya” (ver Rash”i en Dvarim 17:9). Aun si a tus ojos el nuevo guía no alcanza las características del anterior, igual es el guía al que debes seguir. Un ejemplo más de lo que estamos hablando, se menciona en el libro de Shoftim (Jueces, fin del capítulo 8), al momento del fallecimiento de Guid’ón. Este había sido en vida aquel que salvó a los israelitas de manos del pueblo de Midian, los Midianitas después de la muerte de la profetiza Devorá. Por el arrojo que demostró, el pueblo juntó joyas que luego obsequió a Guid’ón. Con todos estos ornamentos, Guid’ón armó un “Efod”, que se supone es una vestimenta de adorno. ¿Puede haber algo más inocente que esto? Sin embargo, “se convirtió en un obstáculo para él y su familia” (ibid 8:27 - pues Israel lo idolatró después de su muerte). El mensaje ha quedado bastante claro. El ejemplo y la enseñanza siguen vivos. Por eso se dice que “los Tzadikim aun en sus muertes se denominan ‘vivos’”. Nada más.

Obviamente, al margen de lo que es nuestra Emuná que nos enseña que todos los justos van a volver a vivir en la época mesiánica. Dado que las interpretaciones incorrectas de estas y otras citas de la Torá, del Na”J y de los Sabios, dieron lugar en un comienzo a distintas deformaciones del judaísmo, es importante recalcar claramente la opinión de nuestros Maestros al respecto. Los tzadikim nos sirven de modelo únicamente porque fueron seres mortales de carne y hueso que se esforzaron en vida y lucharon contra sus pasiones para lograr ser seres puros. Tengamos en mente esto, para ser por siempre sus dignos alumnos.

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