06 enero 2006

parashah: Parashát Vaigásh, por Rav Daniel Oppenheimer: Mi primer maestro (premio y castigo)

Parashát Vaigásh, por Rav Daniel Oppenheimer: Mi primer maestro (premio y castigo)
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Friday, 6 de January de 2006, 00:21
 
Parashát Vaigásh
MI PRIMER MAESTRO
(Premio y castigo)

por Rav Daniel Oppenheimer

¿Se acuerda Ud. quién fue su primer maestro? A ver... en la escuela primaria. No. En Jardín de Infantes...No nos referimos a aquel maestro. El primero de todos. ¿Sabe Ud. quién fue? Siéntese bien. Fue y es D”s mismo. “¿Cómo?” – dice Ud. “¡D”s es D”s y un maestro es un maestro! ¿Qué tienen que ver uno con el otro?”
Intentemos analizar las cosas juntos y luego iremos a los ejemplos. Le aclaro ya, que si bien intentaré simplificar las ideas para facilidad del lector, ciertos conceptos son ciertamente complejos para quien no está acostumbrado a esta línea de pensamiento.
D”s creó al ser humano libre. Es decir que si bien D”s domina todo lo que sucede en el universo, no inhibe al hombre de que intente hacer y deshacer como crea correcto o como le plaza. No obstante, el hombre tiene como objetivo elegir el bien, y su vida debe consistir .n esta búsqueda. ¿Cómo puede llegar el ser humano a conocer lo que está bien? ¿No corre el riesgo de elegir todo lo que contradiga la voluntad de D”s? La respuesta radica en que D”s oportunamente le dijo a Adam y a Noaj cuál debe ser su conducta. También a los judíos les dio las órdenes y les transmitió frente al Monte Siani qué está bien para ellos y qué está mal. Sin embargo, a fin de que las personas puedan elegir solas este camino, sin inhibición, D”s no se manifiesta abiertamente, sino que oculta Su existencia. De este modo, pueden recibir luego la recompensa por la dificultad que tuvieron al optar por lo deseado en razón de que estaban expuestos a escoger lo opuesto. De ser ostensible la presencia de D”s, el ser humano no tendría la opción de obrar mal y, por ende, no podría recibir recompensa por actuar bien.
Esta sería entonces la “dificultad” o el desafío que nos propone D”s: conducir al ser humano libre, sin abrumarlo con Su Presencia manifiesta y guiarlo para que éste seleccione y prefiera el bien.
(Para profundizar más este tema, recomiendo la lectura del libro “Si tu fueras D”s” del Rabino Arye Kaplan sz”l)
 
Veamos ahora el aspecto educativo del ejemplo que D”s nos dio mediante Su conducta con los seres humanos, cuyo testimonio nos transmite la Torá y cuyos ejemplos podríamos poner en práctica en nuestra vida cotidiana. Pues los padres y los docentes, tenemos un desafío similar a D”s. Queremos y debemos educar a nuestros hijos y a nuestros alumnos en el camino correcto, pero no podemos obligarlos a que hagan lo que les decimos. Es nuestra gran aspiración que sigan el camino que les marcamos, aun después de que hayan dejado nuestra área de control. A la vez, junto con el amor que sentimos por ellos, queremos inculcarles reglas claras de disciplina. ¿Cómo podemos manejar una tarea tan compleja?
 
D”s mismo nos dio varios ejemplos en la Torá, algunos de los cuales pasamos a analizar. El tema que deseo analizar con Uds. hoy, es el del premio y del castigo – en particular este último. Siendo que como padres, aplicamos este recurso con frecuencia (a mi parecer personal y de acuerdo a lo que leí en ciertos textos, exagerada), es bueno estudiar el modo en que nuestro Padre lo aplica con los seres humanos. En este caso, debemos ocuparnos de las situaciones previas a que se encare el supuesto "crimen" con el malhechor, de la forma de dirigirse al implicado, y de las circunstancias posteriores al castigo.
 
Comencemos señalando que en la medida en que se pudiera evitar la aplicación de una pena, es importante considerarlo como último recurso. D”s esperó para aplicar el castigo 120 años desde su decisión de que la humanidad que había creado Lo había decepcionado. Habían llegado al punto de “no retorno”. El diluvio era inminente. Noaj había trabajado largos años en medio de las burlas de la gente, construyendo el arca. Los animales de todos los confines del mundo ya estaban congregados dentro del arca, como así también acopiado todo el alimento que serviría de subsistencia para ellos y para Noaj con su familia para la duración de un año. ¿Ya estaban echadas todas las cartas? Aún no. “Y fue la lluvia sobre la tierra” (Bereshit 7:12). Explica Rash”í que aún cuando comenzó a llover, no se trataba de un diluvio. Esa lluvia podía ser un aguacero de bendición. Hasta el último momento, D”s esperó para que el castigo anunciado no se convirtiera en realidad.
 
Después del gran diluvio de la época de Noaj, la humanidad cayó en falta nuevamente permitiéndose ser mal guiada por el demagogo Nimrod. Comenzaron a construir una torre enorme con el objetivo de desafiar a D”s (ver el Ajdut # 48 “Un pueblo unido...” y 206 “Qué hay detrás de los ideales?” por más detalles sobre este tema). Nuevamente D”s debía intervenir. Sin embargo, ¿cuántas veces pensamos que sabemos exactamente lo que está sucediendo, tomamos decisiones... para luego enterarnos de que estábamos equivocados? D”s quiso darnos una lección al respecto: antes de involucrarse, dijo que: “y bajó D”s a ver...” (Bereshit 11:5). Estas mismas palabras se utilizan en la Torá cuando D”s habla con Avraham y le avisa lo que está por suceder antes de destruir la ciudad de Sdom: “debía bajar y ver...” (Bereshit 18:21).
Primer paso antes de aplicar el castigo: No acuses antes de tener la certeza de que realmente ocurrió aquello de lo cual se le acusa (que estaba conciente al actuar, sabiendo claramente lo que debía hacer o dejar de hacer, conociendo lo severo de su acto y actuando con premeditación)
 
Moshé, al enterarse que D”s iba a castigar al pueblo por haber fabricado el becerro de oro, buscó toda clase de argumentos atenuantes para morigerar lo severo del pecado (Shmot 32:11). ¿No será que el oro y la plata que les regalaste en demasía al salir de Egipto fue lo que provocó que llegaran a esta situación”? (Talmud Brajot 32.)
 
Sigamos. Tanto Adam como Caín desobedecieron el mandato Di-vino: En el caso de Adam esto sucedió cuando comió del árbol que no debía. En cuanto a Caín, mató a su hermano. Los que estamos acostumbrados a reacciones inmediatas (“actuar en caliente”), hubiésemos respondido de inmediato y con dureza ante estos crímenes. A D”s no Lo apura nadie. Él sabe que es contraproducente rechazar la actitud equivocada del malhechor de este modo, y comienza el diálogo conversando de manera suave. Dado que todos podemos llegar a errar, el objetivo consiste en que intentemos resolver el error por nuestra propia cuenta, sin intervención ajena y reconociendo nuestra responsabilidad en lo hecho. A Adam, D”s le preguntó: “¿Dónde estás?” (Bereshit 3:9). A Caín le cuestionó: “¿Dónde está Hevel tu hermano?” (Bereshit 4:9)
¿Por qué razón D”s habló de esta manera? “Para entablar con ellos diálogo” (Rash”í). Es decir: para no confundirlos y para que puedan reflexionar y corregir solos y reparar lo que habían hecho. Solamente aquel que tiene en mente lo mejor para su hijo, o para su alumno puede mantener la calma al barajar la conversación.
 
D”s castigó al pueblo de Israel por haber desconfiado de Él y de la promesa de llevarlos a la tierra de C’na’an. El pueblo lloró y aun así no mereció entrar a la tierra. Recién sus hijos entrarían, mientras que ellos – casi toda la generación - morirían en el desierto. Su perspectiva era ciertamente tétrica. En el versículo siguiente D”s les enseñó Mitzvot que se aplicarían recién cuando sus hijos ingresarían a la tierra de Israel. Aunque ellos no llegaran a verla, tenían la perspectiva de enseñar las Mitzvot a sus hijos para que ellos sí las cumplieran (Bamidbar 15:2).
“Aun si hablas con ellos en tono severo durante el juicio (para conocer la verdad), cuando los litigantes se retiran habiendo aceptado el fallo, deben ser considerados en tus ojos como si fueran santos” – dice el Pirkei Avot (Cap. 1:8) Esto se aplica también en nuestra vida doméstica. No es fácil permanecer cariñoso y afectivo durante el proceso del castigo. Cuesta mucho dar ánimo y aliento en esos momentos críticos – que es cuando más el hijo lo necesita, pues el hijo duda de su éxito en batallar en el futuro para poder cumplir con lo que debe hacer y así complacer a su padre. Duda también si es que su padre lo querrá, después de todo.
 
Una vez que Adam y Javá escucharon el dictamen de D”s y las derivaciones que sufrirían a consecuencia de haber comido del árbol que no debían, tuvieron que disponerse al nuevo orden de cosas. Sin embargo, quedaba una cuestión adicional por resolver: Adam y Javá sentían vergüenza por su desnudez. Los delantales que se habían puesto en un primer momento para cubrirse, resultaban inadecuados para la vida que seguía. Debían ahora abastecerse de ropa. Pero... ¿de dónde? Inmediatamente D”s proveyó de ropa a Adam y a Javá (Bereshit 3:21) a pesar que ellos habían sido los causantes de esta privación que sufrían, pues “Su misericordia es sobre toda Su creación...” (Tehilim 145:9) ¡aun si ésta pecó!
 
El pueblo de Israel perdió a muchos de sus integrantes en el desierto a causa de sus rebeliones en contra del modelo de vida que Moshé enseñaba por orden de D”s. Después de quedar reducido en su cantidad, D”s (Quien conoce perfectamente el número de judíos y no necesita un censo) mandó contar al pueblo como un pastor cuyo ganado ha sido atacado por una jauría de lobos. Esto queda ratificado en esta segunda enseñanza que pasamos a explicar:
Hace ya dos mil años que estamos viviendo en el exilio, siendo desterrados repetidamente de un país a otro, acusados de muchos cargos inverosímiles, masacrados y humillados. Muchas veces nos preguntamos: “¿Y dónde está D”s? ¿Por qué no nos ayuda?” Nos sentimos solos, expiando angustiados nuestros errores. Y verdaderamente: ¿Dónde está D”s? Los Sabios responden a esta pregunta en varios sitios: “D”s sufre con nosotros” (Ieshaiahu 63:9). Rash”í (Shmot 3:2) explica que esa es la razón por la cual D”s se le apareció a Moshé en un arbusto (simbolizando que compartía el sufrimiento del pueblo de Israel .esclavizado por los egipcios).
¿Y nosotros? ¿somos capaces de sufrir junto al hijo y al alumno rebelde cuando lo debemos castigar? ¿Podemos sentir empatía por él, por lo que le está pasando? Escuchemos, pues, las palabras del sabio Jazón Ish sz”l, quien instruyó a que “la sanción se debe realizar con un sentimiento profundo de dolor”.
 
No nos apresuremos a castigar al hijo o al alumno sin conocer profundamente el tema, tratemos de iniciar el diálogo con tranquilidad, de mantener el afecto, de afligirnos junto a él y luego de alentarlo para que pueda restablecerse en el futuro. Estas líneas de conducta son válidas a la hora de establecer una sanción, sin detallar aquí qué clase de sanción es la adecuada, lo cual requiere ser considerado en un capítulo aparte.
 
La Torá sintetiza la actitud con la que D”s educa al pueblo de Israel , comparándola con el ejemplo de un padre que encamina a su hijo (Devarim 8:5). ¿No es un mensaje que nos transmite la Torá, que lo que se espera de nosotros es emular a D”s, tomarLo como modelo?
 
Hemos tratado aquí una de las circunstancias más conflictivas de la educación: los castigos. La aplicación de éstos jamás produce placer - ni al que los debe suministrar, ni al que los debe recibir – pero representan uno de las capítulos más delicados de la educación.

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