06 enero 2006

parashah: Parashát Vaigásh, por Rav Daniel Oppenheimer: Viejos... son los trapos

Parashát Vaigásh, por Rav Daniel Oppenheimer: Viejos... son los trapos
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 5 de January de 2006, 23:53
 
Parashát Vaigásh
"VIEJOS" - SON LOS TRAPOS
por Rav Daniel Oppenheimer

Es una expresión conocida, y la gente la usa cuando habla de las personas mayores en forma despectiva. Lo cual no significa de ninguna manera que cuando se hable con otras palabras más presentables cambie la idea en su esencia. P.ej., en los medios se trata con frecuencia el tema de la "clase pasiva", lo que tampoco sería un término que halague a los mayores. Lo que sí nos están diciendo es, en términos productivos, que existen personas (los ancianos) que ya no "rinden", sino que sólo "consumen" y, por lo tanto, no son activos. Para la mentalidad de la sociedad que nos rodea, entonces, la vida podría ser dibujada como una curva en la cual los niños van educándose y creciendo hasta llegar a una edad madura. En estos años los jóvenes se van preparando "para la vida". De algún modo, la sociedad considera que este es un grupo que debe ser protegido ("en este país, los únicos privilegiados son los niños") brindándosele educación y oportunidades, en algunos casos. Más tarde, cuando ya pasó "los mejores momentos de la vida" va decreciendo en su capacidad de generar bienes y "le debe dejar el lugar a los más jóvenes".
En el mejor de los casos, la clase activa se preocupa (por solidaridad o para prever su propio futuro) que no les falte a sus mayores en sus necesidades básicas de comida, vivienda y salud. De todos modos, en raras ocasiones se los tiene en cuenta para considerar valiosa su opinión. En los peores casos, como ocurrió con los nazis, la Sonderbehandlung se ocupó de eliminar a todos aquellos que sufrían de enfermedades mentales o de sufrimientos crónicos (aparte de todas las demás atrocidades). De una manera u otra, la vejez es considerada un mal necesario y, si se pudiera evitar, terminando la vida en la plenitud de la fuerza y de la energía, cuánto mejor.
¡Qué distinto que es todo esto al pensamiento de la Torá! Sr. lector: relájese y escuche nuevamente cómo la Torá siempre revoluciona nuestra manera de pensar. Cuenta el Midrash (Bereshit Rabá 65:4), que nuestros patriarcas solicitaron a D"s que nos regale la vejez y la fragilidad que la acompaña. Lejos de verlo como algo negativo, la debilidad que antecede en muchos casos a la muerte, fue un pedido expreso a D"s para que la persona se pueda retirar de esta vida terrenal en forma ordenada. Dado que la muerte (que en realidad debiera ser vista como algo cercano y factible) es vista como un factor remoto - para uno mismo, el ser humano tiende a no pensar que le puede tocar en cualquier momento y dejar las cosas dispuestas y organizadas para su posterior ausencia.
Es verdad. También rezamos como el rey David (Tehilim 71:9) "no me abandones al momento de mi ancianidad...", lo cual puede significar, entre otras explicaciones, que la inconsistencia física de la vejez no redunde en la merma de la sabiduría adquirida a lo largo de los años. Tal como escribimos en números anteriores, el dolor y el sufrimiento en si, no son un valor. Sí cumplen, en cambio, un rol educativo en nuestra persona. En el caso de la vejez, un objetivo sería, pues, ocuparse de ciertas cosas que no se hizo en la juventud. "Y recuerda a tu Creador en tu mocedad..." nos advierte Kohelet (Eclesiastés 12:1). La Teshuvá óptima es aquella que se realiza cuando la persona está aún en su plenitud de fuerzas y cuando la tentación está aún en todo su vigor. Así lo dictamina el Ramba"m. Sin embargo, si uno tiene la oportunidad, nunca es tarde. Uno nunca se vuelve "pasivo", de acuerdo a la Torá. Volvamos a nuestros patriarcas para aprender algo más para nuestras propias vidas. Ia'acov extraña a su querido hijo Iosef de una manera tal, que quienes no tuvimos que atravesar el dolor que sufrió Ia'acov en todos los años de soledad, no podremos comprender jamás. Apenas escucha que Iosef está vivo y que, en medio de la corrupción moral egipcia, se mantuvo y educó a sus hijos en las enseñanzas que recibió de su padre, se apresta para ir a verlo personalmente. Ia'acov comienza a viajar y se detiene en Be'er Sheva para ofrendar Korbanot al Todopoderoso, Quien le permitió vivir ese momento, junto a su familia. En el sueño profético que ve a la noche, Ia'acov entiende que no sólo va a ver a su hijo y salvar a su familia de la terrible hambruna que atrarviesa el país, sino que se está dirigiendo y dando comienzo al exilio de Egipto. De ahí en más, los hijos "cargaron" a su padre en el remanente del viaje. Ia'acov ve lo que sus hijos - en su deseo de sobrevivir la "crisis económica" - no ven. Si bien, al momento de haber llegado a Egipto, tenían bien claro que su visita al país era de carácter temporario ("lagur ba'aretz banu"), el tiempo hizo lo suyo. Ia'acov vivió su vida en Egipto (VaIeshev) en forma provisoria, mientras que su familia se asentó y echó raíces (VaIeajazú) en el lugar.
Pasaron unos años. Iacov estaba cerca de su muerte y Iosef trajo a sus hijos para que el abuelo los bendijera. Ia'acov colocó sus manos sobre las cabezas de los jóvenes cruzándolas. Su derecha posó sobre la cabeza de Efraim, el menor. La izquierda sobre Menashé, el mayor. Iosef creyó que su padre se había equivocado y trató de cambiar las manos del padre. "Iadati, bni, iadati" (supe, mi hijo, supe), respondió Ia'acov. "Sé mucho de lo que Tú desconoces" (Bereshit Rabá 97:6). El Talmud considera de vital importancia la sabiduría de los mayores en numerosos lugares. "Dijo R. Shimón ben Eleazar: Si los ancianos te indican demoler y los jóvenes construir, ¡demuele!..." (Meguilá 31sonrisa. Ia'acov, a su vez, no tuvo la visión de su padre Itzjak, cuando éste era anciano: "y lloró por él” ( por Ia'acov, que hacía duelo por la desaparición de Iosef) - su padre (Itzjak -quien conocía el paradero de Iosef, pero sentía que no se lo podía informar a Ia'acov).
El cuerpo puede ya estar endeble. La fuerza lentamente lo abandona. La robustez de la juventud está ausente. Sin embargo, vemos que de acuerdo a la Torá, la ancianidad es la edad de oro, si la persona acumuló sabiduría en el transcurso de su vida. "Dijo R. Shimón ben Akashiá: La mente de los ignorantes, a medida que envejecen, se vuelve más turbia. Pero los Sabios de Torá, a medida que maduran, su sabiduría se va asentando" (final de la Mishná Kinim). Los años no vienen solos - dice la gente. Todo depende de la inversión que haya habido en ellos - dice la Torá. Sin embargo, a veces, la cosa puede ser al revés. "No mires el envase, sino lo que contiene", dice Rabi en Avot (4:20). Puede también ocurrir que el joven bebiera su conocimiento de la fuente de lo añejo (la experiencia), mientras que el anciano haya pasado su vida en forma totalmente vacía...A su vez, los sabios nos advierten de no perder el respeto por un anciano que por circunstancias de enfermedad, se tornaron seniles y perdieron la frescura de su saber. Simbólicamente, lo expresaron: Tanto las Lujot (tablas de la ley que bajó Moshé del Monte Sinaí) enteras, como así también las primeras rotas, estaban colocadas en el Arca del Bet HaMikdash.
La preocupación por la vida de los ancianos aun en circunstancias desfavorables y de mucho dolor, también responden a este modo de pensar. Mientras hay vida, hay oportunidad. Si físicamente, o aun mentalmente, el ser humano está limitado, su espíritu no caducó. En más de una oportunidad encontré que la prensa habla en tono despectivo cuando llegan noticias que en Israel consultan temas de importancia nacional con los Rabbanim y Roshé Ieshivot. Para la prensa son "ancianos monogenarios" más bien parecidos a los "Ayatolas" extremistas de los musulmanes y la consulta, en el mejor de los casos, sería una "cábala" de buena suerte. Nada que ver. Ningún Rosh Ieshivá impone su autoridad en la vida de la gente. Son las personas de Torá que saben consultar con sus mayores quienes por su estudio tienen una visión más profunda y abarcativa de los acontecimientos de la vida. La tecnología puede avanzar y el mundo puede parecer distinto desde lo superficial. En lo íntimo, sin embargo, la esencia del desafío humano, no se modifica. Se requiere una mirada sabia para poder trascender la cáscara y ver las cosas en su tamaño real. Una vez más, vemos cómo la Torá nos enseña a vivir la vida distinta a nuestro entorno. Cuesta mucho desprendernos de las ideas de moda. Los años no vienen solos. Dependen de nuestra inversión.


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