12 julio 2006

parashah: Parashát Pinjás, por Rav Daniel Oppenheimer - La Confianza (una luz al final del túnel)

Parashát Pinjás, por Rav Daniel Oppenheimer - La Confianza (una luz al final del túnel)
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Wednesday, 12 de July de 2006, 01:36
 Parashát Pinjás
LA CONFIANZA

Una luz al final del túnel


por Rav Daniel Oppenheimer

La vida tiene sus altibajos. Todos sentimos muchas veces que nos encontramos en un callejón sin salida. Al enfrentarnos a situaciones que creemos que nunca habíamos experimentado anteriormente, sentimos que esta vez la circunstancia es tan grave, que “de esta no vamos a salir”. Sin embargo, en casi todos los casos, en última instancia y de alguna manera sí, salimos.
¿Cómo llamamos a esa sensación del “peor momento de mi vida”? ¿Existe la posibilidad de evitar llegar a esas situaciones?
¿Cómo las encaramos?

Existen otros escenarios en los que tenemos la percepción de que “no vamos ni para atrás ni para adelante”. Estamos agobiados por la eterna presión del día a día, de tener que cumplir con obligaciones interminables en términos económicos, sociales, rituales, etc. y estamos virtualmente exhaustos. Tenemos la impresión de transitar un círculo vicioso y no ir hacia ningún lugar, y por la mente se nos cruza la pregunta: ¿Para qué? ¿Cuándo va a haber un respiro?

Suele suceder que tenemos un “ataque” de inspiración y queremos hacer algo “bueno y útil” para la comunidad o para una institución. Lo comentamos con algún conocido para que nos acompañe en nuestra gesta. Pero, de inmediato nuestra ilusión se nos cae: “no vale la pena” - nos dicen - “¡Para qué el esfuerzo, si igual siempre termina siendo lo mismo...!”
¿Qué tienen en común todos estos casos?

En hebreo las podemos catalogar bajo el término de Ieush, o sea, desesperanza, el equivalente a la falta de confianza. Ser pesimista es grave. Se debe luchar para no caer en la desilusión.
¿Desilusión de qué? Del hecho en sí, de saber que como ser humano se debe intentar, y seguir intentando superarse, tener ideales, crear proyectos, asumir responsabilidades - y entender que sí es incumbencia de uno. Comprender que nuestra obligación no es lograr, sino intentar crecer y construir.
Esta noción surge de la fe en que somos seres creados por el Todopoderoso con el objeto de llevar a cabo una misión. A partir de los axiomas que explican la cosmovisión de la Torá, se entiende que todo lo que sucede en este mundo, ocurre porque Él lo decidió. Los logros - o la ausencia de ellos - no son nuestros para atribuirnos o apoderarnos de ellos. Cuanto más clara y enraizada esté esta conciencia en nosotros, tanto menos el dolor provocado por los aparentes fracasos.

Nuestra sociedad exitista y altamente competitiva, logró formar más perdedores que ganadores, pues impuso una suerte de “standard” por el cual solamente recibe reconocimiento auténtico y aclamo aquel que llega a obtener el título de campeón. A todos los demás, se los considera como “pobrecitos” que se quedaron en el camino por no poder llevar a cabo sus aspiraciones. Las consecuencias de sentirse desdichado, pueden ser terribles, pues mucha gente no logra volver a levantar cabeza después de esta clase de caída.

Quienes nos desempeñamos en la tarea de la formación de niños en escuelas, podemos apreciar hasta qué punto la creencia de los alumnos en que “no se puede”, o que “jamás van a llegar”, se convierte en el mayor obstáculo para desenvolverse de acuerdo a su potencial.

La actitud de desconfianza automática en “todo” - no es nueva. Se le atribuye a Kayin (hijo de Adam y Java, quien asesinó a su hermano Hevel) la frase “let din, ve'let dayan” (no hay justicia, ni hay juez). Kayin no quiso aceptar el dictamen Di-vino que rechazó su ofrenda. La sensación - objetiva o subjetiva - de injusticia, es muy difícil de sobrellevar.

El Talmud nos enseña que a cada ser humano, cuando llegue a estar de pie frente al Trono Celestial, se le formulan varias preguntas. Una de ellas es: ¿tzipita li'Ieshuá? (¿tuviste esperanza? ¿haz anticipado la salvación de D”s? - Talmud Shabbat 31sonrisa
A simple vista, parecería tratarse de la esperanza por la redención total que ocurrirá con la venida del Mashíaj. Sin embargo, no se reduce a esa creencia únicamente. La asistencia Di-vina es ilimitada, y en todo momento y coyuntura, debemos saber que absolutamente todo depende de ella.

En la Haftará de Parshat Pinjas, el profeta Eliahu, que había luchado toda su vida en pos de la supervivencia espiritual de Israel, se encuentra en el Monte Sinaí solo ante una Revelación Di-vina singular. Izevel la reina, había mandado matar a todos los profetas genuinos y había importado a los sacerdotes del Ba’al para inculcar a los judíos dicha adoración. Eliahu logró reunir a todos los judíos del reino de Israel ante el Monte Carmel y demostrarles la Autoridad Única de D”s. Pero la situación no cambió (Melajim I 19:4). Eliahu ya sentía que no podía más: “kano, kineti” - he celado por Ti, pero los judíos permanecen tercos en su idolatría.
La respuesta de D”s no se hizo demorar: “Ve y nombra a Elishá” - si Eliahu ha perdido la esperanza de que Israel habría de modificar su actitud, ya no era la persona indicada para guiarlos.

En Parshat Pinjas, la Torá nos cuenta que las hijas de Tzlofjad pidieron a Moshé que se les diera la porción que hubiera correspondido a su padre fallecido en la tierra de Israel.
Rash”í (Bamidbar 26:64) comenta en este contexto que la proximidad de su pedido en los pasajes de la Torá con la mención de que no habían sobrevivido los hombres que desconfiaron de la posibilidad del ingreso del pueblo a la tierra de Israel, es para demostrar la diferencia de actitud entre los hombres y las mujeres. Mientras los primeros pedían: “Pongamos un líder y volvamos a Egipto”, las mujeres reclamaban: “¡dénos una parcela en la tierra prometida”.

La carencia de confianza es parte de la humanidad desde sus albores: la propia serpiente insinuó a Javá (y a Adam): “¿por qué D”s prohibió el consumo de este árbol? - ¡¿no será tal vez que no quiere que el hombre Le haga ‘competencia’?!” (Bereshit 3:5, Rash”i).

Sabemos que la confianza “no se compra”. Se adquiere con las demostraciones reiteradas de honradez y honestidad.
Cuando una persona confía en otra, lo hace - en realidad - en la creencia que el ser humano puede - y debe - emular a D”s y ser recto.

La confianza en las personas no es “en reemplazo” a D”s. En 1929, el mundo vio desmoronarse las bolsas de comercio de una manera sin precedentes. El Jafetz Jaim, en su momento, explicó que la especulación y el modo exagerado de fiarse en papeles, había sido en desmedro de la Confianza en el Creador, Quien provee el sustento de cada ser humano.

Claramente, nos habituamos a declarar culpable antes que inocente, a quienquiera del que tengamos la más mínima sospecha.
Las situaciones que vivimos en ciertos países con claros abusos de autoridad, impunidad y arbitrariedad, lograron hacer que se pierda la convicción en la Autoridad genuina, de D”s y de quienes tratan de hacer las cosas bien.

La confianza existe en los diferentes niveles y es un factor crítico para la subsistencia de la humanidad: la confianza en D”s, en uno mismo, y quienes lo rodean.
Como en tantas oportunidades más, encontramos cómo la Torá nos ayuda a corregir las actitudes erradas que asimilamos en un mundo que parece haber perdido la brújula

No hay comentarios.: