10 noviembre 2006

parashah: Vaierá

Vaierá
de Patricia Starkloff - Thursday, 9 de November de 2006, 23:46
 

BS"D

Parashá Vaierá

Di-s les da a Abraham y a Sara un hijo, Itzjak.

Los hijos no son nuestras "posesiones".

Ellos son criaturas que Di-s nos ha entregado en "consignación".

Los hijos no vienen a "realizar" los sueños de sus progenitores

Nuestros hijos, no vienen ni a suplir nuestras carencias y/o aburrimientos, ni a llenar nuestros infinitos agujeros negros. Ellos no son responsables de completar nuestras asignaturas pendientes de éxito, amor, o sustento. No son nuestros bufones y tampoco nuestro libro de quejas.

Los hijos llegan a nuestro hogar porque, literalmente, Di-s los manda.

¿Para qué?

Para que nosotros podamos ser "dadores". Para que podamos emular los caminos del Todopoderoso.

¿Cómo emulamos a Di-s?

Les damos a nuestros hijos un hogar, un ámbito donde ellos se sientan cálidamente recibidos, donde puedan crecer, fortalecerse para servir al Creador desarrollando todo el potencial que el Eterno puso en sus almas.

Esto se hace posible, cuando los progenitores "amamos" a esta criatura que se manifiesta distinta a nosotros. Los hijos no vienen a ser un clon de los padres, el hijo es un ser único, un hijo es alguien privilegiado, Di-s está pensando en él.

Dice el Rey Shlomó, el más sabio de los hombres: "Educa al joven según su manera de ser..."

Para obedecer con el mandato de Di-s de ayudar a nuestros hijos a cumplir su tarea en este mundo, es fundamental conocer "su manera de ser".

Un padre judío, debe ser un modelo vivo de Torá y Mitzvot, debe ser coherente entre lo que expresa con la palabra y lo que hace, pero eso no es sino el principio de la educación de su hijo, el padre debe reconocer en esa criatura lo valioso, lo singular, la semilla que él, como tutor, debe ayudar a madurar.

Algunas semillas necesitan sombra, y otras, mucha luz, unas necesitan grandes cantidades de agua, y otras, tierra árida, unas aire fresco y otras húmedo, unas mucho cuidado y otras menos ataduras, cada una debe ser cuidada "según su manera de ser". Nuestro hijo, no es un bonsái. No vino para que lo recortemos según nuestro parecer. Los hijos vienen a revelar un secreto, un tesoro Divino.

La enseñanza de Abraham que legó a todos sus herederos, es la de comprender que el hijo es de Di-s. Se lo pedimos a Di-s, para asociarnos con Él en la creación y desarrollo de un nuevo ser humano. Pero el hijo, es de Di-s.

Y sólo el aceptar a nuestros hijos con "su naturaleza" nos permitirá educarlos para que siempre estén en el camino correcto, para que encuentren su senda particular que los comunica con su Padre Divino.

Cada criatura tiene una misión que cumplir, y Di-s, en Su inmensa misericordia, nos ofrece a los padres, el rol de facilitar a nuestros hijos el cumplir la misión que vienen a concretar.

Entonces, cuando el padre educa a su hijo con la certeza de estar supervisado por el Dueño del capital, y se entrega al hijo con bondad y rigor en armonía, el amor que le prodiga, la ternura, la comprensión, los límites, son todos elevados porque está asociado constantemente a la Voluntad Divina

A Él le debemos la gracia de tenerlos y Abraham, el padre de multitud de naciones, lo comprende hasta sus últimas consecuencias.

Todos somos hijos de seres humanos, todos somos ese hijo que como Abraham Avinu, debe abandonar la casa paterna para transformarse en Patriarca. Los hijos vienen para irse. Vienen para comer de nuestros ejemplos, para beber de nuestra sabiduría.

Como dice el Rebe: "De la madre se aprende quién es uno y del padre se aprende qué se vino a hacer". De la madre se recibe la esencia, eres judío o no, del padre se recibe cómo es tu participación en el mundo, eres Cohen, Levi o Israel. Y somos los padres los responsables de preparar a nuestros hijos para un despegue exitoso y bendito

Tengamos la edad que tengamos seguimos, nosotros mismos, siendo hijos y debemos saber que hay un momento donde el hijo debe desplegar sus alas, a eso vino, si tuvimos o tenemos padres que acompañan el despegue, haremos un Lejaim, pero si (Di-s no lo permita), los padres son un ancla que no nos permite elevarnos hacia nuestra misión esencial debemos, con respeto, romper los grilletes, asirnos al Trono de Gloria, y salir de la tierra de donde nacimos, para construir un nuevo hogar, un hogar apto para nuestras almas.

Así lo hicieron Abraham, Sara, Rivka, Rajel, Lea y los millones de iehudím que decidimos retornar al camino de Torá, y así lo hacen la inmensa cantidad de Jasidim que dejan la comodidad de sus hogares para llevar a todos los rincones del planeta la Verdad de la Torá.

Los hijos crecen y se dirigen a la realización de nuestro objetivo máximo, hacer de este mundo una Morada para Di-s.

Brajá VeHatzlajá

Patriicia (Déborah) Starkloff


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