Ocurre que cuando los miembros de una familia pelean, muchas veces por cosas sin demasiada trascendencia, esa familia se quiebra y se separa. A veces sucede que no se sabe a ciencia cierta cual es el motivo de la pelea, la rivalidad, el enojo o la molestia. Pero lo real es que se sabe que algo ocurrió para que la situación haya llegado hasta el punto actual. Todos queremos lo mejor para nuestros seres queridos, pero cuando no se tiene el mismo punto de vista ocurre que en vez de tratar de llegar a puntos de encuentro, se descalifica al otro sin escucharlo y sin querer acercarse. En esta Parashá encontramos que, ya desde la concepción misma, los hermanos Esav y Iaakob se peleaban, discutían, se enojaban y se descalificaban. Por supuesto que Rivká sentía que algo extraño sucedía dentro de su vientre, y sucedería más tarde cuando los dos fueran mayores. Por eso es que se siente apesadumbrada, molesta y desvalida, por eso es que requiere la asistencia Divina, Bereshit (Génesis) 25:22 - 24: "Vaitrotzetzú habanim bekirbá vatomer im ken lama ze anoji vatelej lidrosh et Ad-nai: Vaiomer Ad-nai láh shnei goim bebitnej ushnei leumim mimeaij iparedu uleom mileom ieematz
Vaimleú iameha laledet vehine tomim bebitná." "Y contendían los hijos dentro de ella, y ella dijo: Si es así ¿Para qué estoy yo? Y fue a consultar al Eterno. Y le dijo el Eterno: Dos pueblos hay en tu vientre, y dos naciones de tus entrañas se separarán; y nación de la otra prevalecerá
Y se cumplieron sus días para parir, y he aquí mellizos en su vientre." El malestar que sentía Rivká no era solamente por el embarazo en sí y las molestias del movimiento de los bebés. Era por la presunción que se confirmó con las palabras proféticas que le enunciaron, y el posterior nacimiento de los mellizos. Las peleas y enojos de Esav y Iaakob, si profundizamos bien, no eran del todo relevantes. Las preferencias de sus padres por cada uno de ellos ayudaron a aumentar esa rivalidad y sus peleas, pero en esencia no había nada verdaderamente malo o irresoluble con un diálogo. La venta de la primogenitura de Esav a Iaakob es un detonante más tarde, pero por la rivalidad ya existente entre ambos. La bendición que Itzjak le otorga a Iaakob pensando que éste era Esav es un resultado del poco diálogo que existía entre los hermanos y los mismos padres. No podemos encontrar, por lo menos por el relato bíblico, una causa real de las disparidades de los dos hermanos más que los distintos intereses personales, las distintas formas de ver la vida, los objetivos de la misma, y cosas similares. Son muchas diferencias, pero personales, sin influencia directa en la vida del otro. Son salvables en la convivencia esas diferencias. Tal vez lejos uno del otro, como Abraham y Lot, pero sin peleas y discusiones de por medio. Puede ser que la juventud de ambos jugó una mala pasada en aquella relación y los impulsos d las mocedades hayan llevado a ambos a actuar en forma vehemente. El tiempo ayuda a reflexionar y quedó demostrado - unas parashiot más adelante lo leeremos - en la actitud de ambos al encontrarse muchos años más tarde. Aunque el midrash nos dice otra cosa, según el relato de la Torá, ellos se abrazaron y lloraron al momento de verse en el camino de vuelta de Iaakob. El pueblo judío se caracteriza últimamente por el no dialogo. Cuando un extremo del ovillo se junta con el otro parecen dos polos que se repelen en vez de dos puntas de un mismo hilo que pueden unirse. Pareciera que no podemos sentarnos a dialogar para poder discutir como adultos y sin prejuicios, solamente para llegar a la verdad, como toda la vida se hizo en las Ieshivot (centros de estudio de Torá) en los que se discutía sin descanso hasta que se llegaba a la veracidad de las cosas. No queremos escuchar, cuando nos afecta a nosotros nos cerramos y descalificamos, no importan los motivos ni las circunstancias. Sólo vale mi opinión. Aprendamos que somos todos hermanos, que podemos dialogar como adultos, pero sin ideas que nos precedan para que podamos llegar a acuerdos desde la profundización, desde la verdad y lo correcto. Sólo así podremos abrazarnos fraternalmente como los verdaderos hermanos que somos. |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario