Es fácil pensar que la pérdida de identidad se da bajo circunstancias difíciles y que para agradar o encajar en algún lugar uno debería olvidar sus creencias y convicciones. A Iosef, hijo preferido de Iaakob y, a su vez, odiado por sus hermanos, le podría haber sucedido exactamente eso que describimos más arriba. Es más, a medida que iba ascendiendo en importancia y poder en cada lugar que estaba, podría haber asumido que era mejor olvidarse de quien era para aprovechar las circunstancias y tener aún más poder. La historia de Iosef es bien conocida y a suscitado muchos comentarios a lo largo de la historia, pero cada acto de Iosef vale la pena releerlo y analizarlo mil veces ya que éste personaje es tan enigmático y misterioso como valiente, capaz, sabio y sensato a la misma vez. Leemos al final de nuestra Parashá, luego de la famosísima venta de Iosef después de haber contado sus sueños, como Iosef llega a la casa de Potifar, oficial del faraón, y se encuentra con la esposa de su amo que quiere aprovecharse de la situación ya que Iosef era muy bien parecido. Hoy en día, desgraciadamente, muchos hubiesen aprovechado la misma situación para lograr mayor consenso dentro de la casa y seguir escalando mientras pasa un buen rato con la esposa del jefe, por lo menos hasta ser descubierto. Iosef, ejemplo de rectitud y convicción, se niega terminantemente a ese juego ya que sabe que las cosas que van contra la Voluntad Divina no perduran, a pesar que el rechazo le provocó una caída muy dura. Bereshit (Génesis) 39:7 23: "
vatisá eshet adonav et eineha el Iosef vatomer shijbá imí: Vaimaen vaiomer el eshet adonav hen adoní lo iadá ití má babait
veló jasaj mimeni meuma ki im otaj baasher at ishtó veeij eesé haraá haguedolá hazot vejatati le-El-him:
Vatitpesehu bebigdó lemor shijbá imí vaiaazob bigdó beiadáh vaianos vaietzé ajutza:
Vaikaj adoné Iosef otó vaitnehu el beit hasohar
" "
alzó la mujer de su señor sus ojos a Iosef y le dijo: 'acuéstate conmigo'. Y no quiso Iosef y dijo a la mujer de su señor: 'he aquí que mi señor no sabe conmigo lo que en la casa hay
y no vedó de mí ninguna cosa salvo a ti, porque tú eres su mujer. ¿Y como haría esta gran maldad pecando ante D-os?'
y lo agarró por sus vestiduras y le dijo: 'acuéstate conmigo'. Y dejó sus ropas en sus manos y huyó y salió afuera
Y tomó el amo de Iosef y lo puso en la cárcel
" Vemos que Iosef tenía siempre presente a D-os en todo lo que hacía, y su problema principal no eran los sentimientos de su patrón, que seguramente también le importaban, sino que esa sería una grave transgresión a los ojos del Eterno. En la historia de Janucá pasó algo más o menos parecido. Cuando Vespasiano quiso profanar el Sagrado Templo de Ierushalaim, el Beit Hamikdash, y poner ídolos, casi nadie se le oponía porque pensaban que sería inútil. Muchos creyeron que helenizándose conseguirían mejor trato y una posición más encumbrada tal vez. O que las vicisitudes del hambre y la opresión no llegarían a ellos. Vieron una oportunidad perfecta para asimilarse y "librarse" de las mitzvot, del yugo del Eterno, para someterse ante el yugo de la tiranía de Vespasiano y su gente. Solamente podría romper con tan apabullante augurio alguien con las agallas y la firmeza de Iosef. Alguien al que le importase más la Voluntad Divina que la propia conveniencia, el bienestar del pueblo por sobre las bienaventuranzas propias. Así fue que la familia de los Jashmonaím arengó al pueblo al ver como un judío renegado ofrecía sacrificios a los ídolos helenos en altares contraídos para tal fin. Ellos decidieron, al igual que Iosef, que se debía resguardar la integridad propia para no manchar la dignidad del Eterno ante nadie y bajo ninguna circunstancia. Nosotros tenemos ejemplos innumerables para saber que camino elegir. Tenemos de los buenos y de los malos ejemplos, éstos últimos casi a diario, para saber que es mejor para nosotros y como ejemplo para nuestros hijos. La luz que irradia la Torá y Janucá con sus velas puede ser la fuente que necesitamos para terminar de comprender hacia que camino debemos apuntar. Quiera D-os que seamos iluminados con esa luz y sepamos conducirnos con decencia y sobriedad, pero con firmeza y valor para mantener nuestra fe y nuestros ideals. |
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