parashat Ki-Tetse: Cuando olvidar vale la pena - por Rav Moti Maarabi de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 11 de September de 2008, 09:50 | |
Ki Tetse: Cuando olvidar vale la pena por Rav Moti Maarabi "Estos son los preceptos para cuyo cumplimiento la Torá no asigna límites: Peá (rincones de un campo en cultivo, que no debían ser cosechados durante la siega, reservándolos para los necesitados y extranjeros desprovistos de tierras), las primicias (primeros frutos de la tierra, que se traían como ofrenda al Templo), el Reaión (ofrendas que se traían al Templo de Jerusalém en ocasión de las 'Fiestas de Peregrinación': Pesaj, Shavuot y Sucot), la beneficencia, y el estudio de la Torá" (Mishná Peá I:1). El mes de Elul, "Tiempo de Misericordia y Perdón" para el pueblo de Israel, asume un significado muy particular no sólo en cuanto a la relación con D-s, como lo indica su nombre, sino también a la de nuestros vínculos con nuestros prójimos. A lo largo del mes, último del calendario hebreo, debe existir una suerte de "tornar corazones" entre los integrantes del pueblo judío. Así lo entendieron nuestros rabinos, cuando al querer hallar ese símbolo, "leían" en cada letra de las cuatro que componen el nombre Elul en hebreo, un mensaje doble, a saber: E (equivalente a la letra "alef") = Ish; L (equivalente a la letra "lámed") = Le-reéu; U (equivalente a la letra "vav") = U-matanot; L (equivalente a la letra "lámed") = La-ebioním. Vale decir: "Cuando cada Hombre (ish) se torne hacia su prójimo (le-reéu), y cuando se dan regalos (matanot) para los indigentes (ebionim)"; así también este mes, significaba con sus letras un caro concepto que anidaba en el sentimiento profundo de nuestros Sabios, insinuando tanto el vínculo con el Creador, como así también para con sus congéneres: E (equivale a la "alef") = Aní; L = Le-dodí; U (equivale a la letra "v"cuando no es vocal) = Ve- dodí; L = Lí. Es decir: "Aní Le-dodí Ve-dodí Lí" - "Yo soy de mi amado y mi amado lo es para mí". El mes propone, el hombre dispone. Y entre ambos, asoma mágicamente en el tiempo nuestra Torá, donde el privilegio de la vida no le es concedido a unos pocos, y construye un puente -vital, atemporal y ético-, entre ese tiempo que nos propone y la sociedad que se predispone a vivir ese momento con integridad. Así, accederemos una vez más a través de la presente perashá "Ki Tetsé" - "Cuando salieres", a esos aspectos donde cuidadosamente el texto bíblico nos propone "ganarnos la recompensa" de ser un poco más humanos, por medio del cumplimiento de preceptos que, tal cual lo perfila la Mishná (recopilación de la tradición Oral del pueblo judío, Siglo III de la Era común), "No se les asigna límites"(es decir, no se nos dice de cuánto deben ser ni de cuánto deben constar; preceptos no cuantitativos). De este modo, quedarán expuestos en el capítulo 24, y a partir del versículo 19 hasta el 22 (tan sólo cuatro versículos son suficientes, insinuaría la Torá, para comprender la Tsedaká...) los criterios básicos que -en cuanto a los donativos a los pobres- deberemos implementar. La Torá nos habla de: ..."cuando segares tu mies en tu campo, y olvidares alguna gavilla en el campo..." ¿Qué hacer en ese caso?... "No vuelvas para recogerla". Debo dejarla. No volver tras de mí. Debe quedar allí donde quedó. ¿Para quién? "...será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda...." establece nuestra Torá. Y si prevalece en nosotros la duda, si es que vale la pena obrar de este modo, nos lo aclara el final del versículo: "...para que Te bendiga el Señor, Tu D-s, en toda obra de tus manos". Pero allí no termina la tarea. Es sólo el comienzo. El otro espacio lo constituye: "...cuando vareares tus olivos... No recogerás las ramas que hayas dejado tras de ti..." Nuevamente se me indica no retroceder. Nuevamente los beneficiarios serán el "extranjero, el huérfano y la viuda". Y por último, el tercer recinto de productividad tampoco será "presa del olvido": "...cuando vendimiares tu viña, no rebuscarás tras de ti". No debo "volver a buscar". Mi primer intento, meticuloso o no, ya es suficiente. También aquí, el extranjero, el huérfano y la viuda necesitan recorrer la viña. Pero cabe la pregunta: ¿cuál es el objetivo del mandamiento? Podríamos pensar, a priori, en el apoyo material al débil y mendigo. Pero no. No creemos que la finalidad sea precisamente ésa, al menos desde el punto de vista social. ¿Por qué? Nos induce a pensar de este modo, el hecho de la cantidad ínfima que proporcionan la espigadura y la gavilla olvidadas, que no podrán satisfacer las necesidades materiales de estos tres sectores, profunda y sensiblemente carenciados. Más aún llama la atención, lo fortuito en el cumplimiento de tales preceptos. No sólo eso, creemos que es inaceptable, hacer depender la imprescindible ayuda al menesteroso, de... ¡la casualidad del olvido! Estamos, eventualmente, ante el único precepto que no depende de la voluntad humana. Y tal vez, la única oportunidad en la cual no hay intención (Cavaná) en el cumplimiento del mismo. (¡Nadie olvidará algo suyo y tan prioritario como el alimento en su propio campo!). Por lo tanto: ¿cuál es el propósito último de esta noble ordenanza? Y nos respondemos: tal vez debemos buscar el propósito de la misma, en la ausencia de intención de ella. El Sefer HaJinuj (obra referida a los 613 preceptos, donde se explican sus motivos, fundamentos y principales normas. La identidad del autor se desconoce, habiendo quienes la atribuyen a Rabí Aharón HaLeví, sabio Barcelonés del Siglo 12), sugiere que la raíz del precepto encierra la idea de "la educación del individuo, o más bien, la educación de la conciencia del individuo" - "She-ikné bazé Néfesh Tová" - "Para que pueda forjarse un Nefesh (la totalidad de su ser vital), un alma buena y generosa". Es decir, que D-s quiso que el pueblo de Israel, sea ornamentado, adornado (para ser embellecido) con toda virtud, buena y cara, para que posea un "Alma generosa y espíritu dadivoso". ¿Cómo podemos explicarnos todo esto? Se nos sugiere que hay Acciones -"Guemilut Jasadim"-, o sea, todos aquellos actos que provienen de la Bondad ilimitada. Cuando estas acciones -Jasadim- forman parte de nuestra dinámica espiritual, nuestro Nefesh, nuestra Alma resultaría quedar "Impresionada" por la buena actitud, y así se tornaría cada vez más y más bondadosa, permitiendo al Jesed crecer en nosotros, transformándose de ese modo (el alma) en el receptáculo ideal para la Bendición del Eterno "...Para que Te bendiga el Eterno, Tu D-s, en toda obra de tus manos". Por tanto, sepamos discernir un criterio básico: los motivos para los preceptos que tienen que ver con lo social, en cuanto a lo equitativo, o mejor dicho, a la equiparación en el plano de las necesidades vitales que hacen a cada ser humano; decíamos, que los preceptos no sólo son ordenados para mejorar la situación de los pobres, sino y fundamentalmente, para educar a los más pudientes... Debemos intentar, cada día de cada año, "adquirir una alma bondadosa". No basta con nacer bueno. El Jesed, la bondad, es un atributo que como cada uno de nosotros, debe acompañar nuestro crecimiento físico y moral. No hay casualidades. El olvido que nos plantea la Torá, es activo: ¡No nos olvidemos de que somos humanos! No pretendamos "llenar nuestras almas" recogiendo hasta el último beneficio de nuestro trabajo, pues de esa forma la "estaremos vaciando" de su esencia: la generosidad... Por eso, tal vez, la Torá nos pide: "¡No te vuelvas para atrás...!" Retroceder es descender de tu escala espiritual, de ese "Ruaj nedibá", de ese espíritu dadivoso que te habrá de mostrar... ¡cuánto has crecido! A veces es bueno olvidar. Cuando mi olvido me "permite recordar" cuán humano debo ser, para deberme al pueblo judío, a su Torá y por sobre todo ¡a D-s! |
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