23 julio 2006

Kolót: La desdicha de un presidente mediocre envuelto en el pañuelo antisemita del terrorismo islamista

La desdicha de un presidente mediocre envuelto en el pañuelo antisemita del terrorismo islamista
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Sunday, 23 de July de 2006, 01:20
 

La desdicha de un presidente mediocre envuelto en el pañuelo antisemita del terrorismo islamista

 

Viernes, 21 de julio de 2006

tomado de "El Confidencial

Les diré, francamente, que es muy triste el modo en que una parte de la izquierda española se ha entregado en cuerpo y alma a la defensa de una ideología ultraderechista, fanática y mortalmente enemiga del modo de vida occidental como es el islamismo radical. Yo no sé si Pedro Zerolo, llevado por una sobredosis de frívolo oportunismo, es consciente de a quiénes y qué está defendiendo cuando convoca manifestaciones contra el Estado de Israel por sus acciones sobre Hizbolá en el Líbano. Pero si Zerolo viviera, por ejemplo, en Teherán, capital de Irán, un país que, junto a Siria, ha financiado la adquisición de misiles por parte de los terroristas de Hizbolá, y allí pretendiera salir del armario y abanderar la lucha, como hace aquí, por los derechos civiles de los homosexuales, la Justicia iraní le habría condenado, sin duda, a morir colgado en una plaza pública o, al menos, a penas de prisión eternas en cárceles de las que, en fin, vaya usted a saber si saldría alguna vez andando o con los pies por delante.

La única explicación que encuentro para comprender por qué el presidente Rodríguez y esa izquierda montaraz y ultramontana se enrolan en el cuello el pañuelo del fanatismo y la violencia terrorista, la única digo, es que este Gobierno, o mejor su presidente, transpira un resentimiento obsesivo hacia todo aquello que tenga que ver con Israel, Estados Unidos, el Cristianismo y la Democracia Liberal. Tiene que ser así, porque no puede haber otra explicación sensata al gesto de envolverse en el pañuelo palestino, con todo la significación de fanatismo y terrorismo que ese símbolo de la intifada conlleva. Fíjense, no tengo duda alguna de que Israel ha llevado a cabo una respuesta desproporcionada, en la medida que la misma ha causado muertes civiles, muchas de ellas niños –Hizbulá utiliza colegios y lugares públicos para situar sus emplazamientos de misiles, sabiendo que en los ataques de Israel morirán civiles-. Pero seamos serios antes de tratar este asunto desde la típica actitud demagógica antisemita: lo que de verdad nos estamos jugando no es la supervivencia del Estado de Israel, sino la nuestra.

El gesto de este presidente mediocre, incapaz de medir las consecuencias de sus actos, orgulloso de sí mismo y convencido de su propia capacidad para resolver todos los asuntos por delicados que estos sean, puede tener unas consecuencias incalculables para nuestro país. En términos generales, en la diplomacia internacional se nos hace el vacío, se nos ignora, desde que gobierna Rodríguez, pero su actitud manifiestamente antisemita puede acarrearnos no sólo la ignorancia, sino el desprecio de la comunidad internacional. No sería descabellado que, de continuar las afrentas del presidente a Israel, acabemos teniendo un conflicto diplomático que, evidentemente, alcanzaría a otros aliados del estado judío. Un país como España, que siempre ha servido de puente de diálogo y entendimiento entre el mundo árabe y la cultura judía, por propia reflexión histórica, se convierte ahora en un obstáculo, evidentemente salvable, en la tarea no sólo de buscar la paz en Oriente Medio, sino de asegurar nuestro propio futuro frente a una ideología que, como decía antes, busca nuestra aniquilación.

Lo que se está dilucidando en suelo libanés es algo más que la búsqueda de dos soldados israelíes secuestrados por Hizbulá... Lo que se está dilucidando es, probablemente, el nuevo marco geopolítico de la zona y, por extensión, de las relaciones internacionales referidas a Oriente Medio. Si gana Israel, será posible volver a reiniciar un proceso de paz que confluya en la configuración del estado Palestino y el reconocimiento por parte árabe del Estado de Israel. Pero si no es así, entonces todo Occidente se puede enfrentar a un nuevo periodo de estallido de la violencia antisemita y antioccidental amparado por los dos estados que han venido financiando y dando cobertura al terrorismo, Siria e Irán, y por la organización terrorista Al Qaeda. Shlomo Bem-Ami, en su libro Cicatrices de guerra, heridas de paz, afirma que el proceso ha llegado a un punto en el que es imposible lograr la paz por el camino que se había emprendido –la Hoja de Ruta del Cuarteto de Madrid-, que todo lo que se había venido utilizando hasta ahora desde el punto de vista diplomático se ha quedado obsoleto: “El abismo que separa a israelíes y palestinos ya no puede sortearse mediante botecitos; hace falta un dramático salto adelante”.

Es probable que la propia organización terrorista Hizbulá, haciendo un uso indebido del permiso que le da el Líbano para establecerse en su territorio, haya desatado ese dramático salto adelante situando los 10.000 misiles facilitados por Irán y Siria frente al territorio israelí, amenazando directamente a Tel Aviv. La única opción que le quedaba a Israel era defenderse, y así lo han entendido hasta las organizaciones pacifistas judías, muy activas en la defensa de los derechos de los palestinos, pero ahora volcadas en justificar el derecho de su país a defenderse de la amenaza terrorista. Pero seamos serios y no limitemos esto a un juicio a Israel y, sobre todo, no caigamos en la demagogia fácil de la izquierda cuando afirma que de todo esto tiene la culpa la Guerra de Iraq. Sí, y también de la muerte de Manolete. La desaparición de Israel, la derrota del Estado Judío frente al islamismo, tendría unos efectos catastróficos en términos de amenaza al mundo occidental, y eso es lo que está buscando el régimen iraní.

Israel es el muro que frena el avance del fanatismo islamista. Mientras todos los esfuerzos del terrorismo financiado por Irán y Siria se dirijan a luchar contra Israel, el resto del mundo occidental sigue más o menos a salvo de la última gran amenaza a la libertad después del nazismo y el comunismo. Pero no olvidemos que estos fanáticos se suicidaron en Nueva York, en Londres y, recientemente, en Bombay matando a centenares de personas. Su único objetivo es la aniquilación del judaísmo y de lo que ellos consideran la consecuencia del mismo: la cultura cristiana occidental. Por eso es inexplicable que un político como Rodríguez se atreva a caer en la demagogia fácil y cómoda de atacar a Israel y amparar a sus enemigos, porque, nos guste más o menos, los enemigos de Israel son los nuestros, y sólo la pervivencia del Estado Hebreo puede servir de contención a esta mortal amenaza.

Rodríguez ha demostrado esta semana la validez de aquel dicho según el cual “peor que un tonto, es un tonto que se cree listo”. Como presidente del Gobierno ya no representa a las personas de bien que quieren tener al frente de su país a gente responsable y con sentido común. Rodríguez ha hecho de la irresponsabilidad, virtud, ha dejado a los pies de los caballos a nuestra diplomacia, obligando al ministro Moratinos a hacer de bombero apagafuegos por toda Europa. Ni siquiera países tradicionalmente críticos con Estados Unidos y su política en Oriente Medio, como Francia, se atreverían nunca a desplegar el ejercicio de loca estulticia de la que, en los últimos tiempos, hace gala Madrid. Los españoles, los españoles que confían en una nación fuerte y capaz de tener presencia en el tablero de las decisiones internacionales, no pueden por menos que sentirse avergonzados y, sobre todo, preocupados.

 

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