01 setiembre 2006

parashah: Parashát Ki-Tetsé, por Rav Daniel Oppenheimer - El Guet

Parashát Ki-Tetsé, por Rav Daniel Oppenheimer - El Guet
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 31 de August de 2006, 23:40
 Parashát Ki-Tetsé
EL GUET


por Rav Daniel Oppenheimer

Andrés estaba feliz. Casi por error, se enteró que Mariana a quien conoció desde hace tiempo en un baile y de quien estaba enamorado, era judía. En realidad, no es que le molestara tanto a él porque nunca había terminado de entender la diferencia entre ser judío y no serlo. Pero, respetuoso de sus padres y, por sobre todo por el cariño al abuelo, es que hubiese preferido evitar ocultar una situación que les hubiese sido desagradable. El tema era que nunca había escuchado el apellido “Cassuto” (de su novia) antes y dudaba de si la muchacha era, o no, judía.
Fue Mariana la que se “jugó” al mencionar que su “abuelita” se había escapado del guetto y que le había contado lo difícil que había sido la vida de pogroms en Rusia. Un poco de investigación de por medio, reveló que ante la ley judía, Mariana era efectivamente judía. Así que fueron felices y se casaron “por templo”. Para los encuestadores, éste era un caso menos de “asimilación”.

Todo siguió feliz hasta que dejó de serlo. ¿Por qué iban a ser una excepción en un mundo de tanta discordia? Si tantos se separan, por algo será. Por lo tanto, después de “amarse” cada vez un poquito menos, peleándose también Andrés (que “le salió el indio”) y Mariana (que tampoco era siempre tan tranquila). Fueron a hacer los trámites correspondientes en el juzgado y se acabó. “Por suerte” no habían chicos de por medio, así que siguieron su vida cada uno por su lado.
Mariana conoció en el trabajo a otro “buen muchacho”, por casualidad, también judío. Ni a uno, ni al otro le interesó el tema del “casarse por templo” (la abuelita de Mariana ya vivía en un mundo mejor), aparte que era caro, por lo cual el Registro Civil fue más que suficiente. Se “casaron” y tuvieron dos nenes, que con el tiempo ya no fueron tan nenes y se interesaron por sus orígenes judíos. (Son esas cosas que les pasa a los chicos curiosos). Fueron a un “Club Judío”, de allí a una biblioteca judía. Pasaron unas vacaciones en Israel, se hicieron de amigos judíos que iban a cursos, vivieron los atentados y se les despertó esa chispa judía que los instó a buscar sus raíces y estudiar sus fuentes.
Empezó con el tema de los alimentos Casher. Luego vinieron los Tefilín. Más tarde, se iniciaron en la observancia del Shabbat. Y al final se enrolaron en una Ieshivá. Los padres, siempre democráticos, aceptaban los cambios mientras no los molestaran a ellos con “sus cosas”. Un día, conversando con su rabino, salió el tema del matrimonio previo de su madre. El rabino se puso pálido. Tenía ante sí un caso serio de mamzerim (que por ley judía, tiene muy limitada la opción de matrimonio). A su vez, aun si a los padres no les fuera relevante, al vivir sin Guet del matrimonio previo estaban cometiendo la grave violación de “Eshet Ish” (adulterio - una mujer legalmente casada con un hombre conviviendo con otro).
Al enterarse, Mariana se puso mal. Jamás alguien le había explicado algo acerca de la importancia del Guet (divorcio judío) y de sus consecuencias tan graves de no llevarse a cabo…

Si Ud. piensa que este relato es un caso aislado, querido lector, pues sepa que está muy equivocado. Lamentablemente, la ignorancia de la Torá y la desidia por enseñarla, provocan a diario situaciones como ésta. Y el problema crece continuamente. Algunos casos son creados por ignorar totalmente que el Guet existe y que es obligatorio. Otros, porque uno de los cónyuges utiliza este medio (la necesidad de llevar a cabo el Guet para rehacer su vida) para extorsionar al otro cónyuge y lograr un rédito económico de la persona a quien “amaron”, o simplemente por “venganza”...
Una de las “costumbres” reinantes en la actualidad, es condición de “separados” (“ni chicha, ni limonada”), en la que (posiblemente por la tan mentada “pelea”) no viven juntos, pero no llegaron a divorciarse. A ojos de muchas personas mal informadas, en este espacio se puede entablar lo que sería una futura relación. De una manera u otra, esta omisión se convierte en retroactivamente irremediable.

¿Qué puede hacer Ud.?
Pues - en primer lugar - difundir el tema para que el público conozca acerca de la trascendencia del Guet. Asimismo, cuando conoce algún caso de una pareja que lamentablemente se separa, llevarle esta inquietud. Lo más factible es que, entre la desilusión el agravio y quizás algo de vergüenza, en un principio no estén interesados en escuchar, pues lo sientan como una intromisión en su vida particular. Y si una de las partes se lo acepta, es muy probable que la otra se lo rechace (porque el abogado - quien no vive de los casos en que reina el Shalom Bayit - se lo recomendó...). Sea muy prudente y cauteloso en su estrategia - especialmente si una de las partes lo puede llegar a considerar a Ud. como partidaria o amiga de la otra, para que este tema no se convierta en un tema adicional en las diferencias que los separa. Si no sabe cómo transmitir la idea del Guet, consulte con alguien entendido.

El divorcio en si, mencionado en la lectura de Parshat Ki Tetzé (Dvarim 24:1), aun cuando sea tan frecuente en nuestros tiempos, es el último recurso de una pareja que no puede acordar los términos para conducir una vida de armonía y mantener así un hogar y una familia. El Talmud expresa que hasta “el altar vierte lágrimas” por quien divorcia a la esposa de su juventud. Esto dista de la levedad y ligereza con la que se deshacen los matrimonios en la actualidad. Por lo tanto, se trata de evitar en lo posible que se llegue a tal situación. Los criterios superficiales de esta época, hacen que la gente llame “amor” a simples pasiones coyunturales. La gente cree que esta fogosidad y entusiasmo son suficientes para formar una familia. Obviamente, esto no es así, y estos amores no pueden ser duraderos, pues las pasiones en si son sentimientos egoístas que distan de ser, si no es que contradicen, al verdadero amor.
Asimismo, ciertamente la mayoría de los divorcios se podían haber evitado, si las personas tuvieran una educación modesta y espiritual, pues en casi todos los casos que se escucha, no existe un tema de fondo que volvería incompatible a la pareja, tan así que imposibilitaría una vida con armonía en conjunto.
Quiero destacar en este contexto, que los contactos esporádicos y promiscuos de hombres y mujeres (no quiero denominarlos “vínculos”, pues no merecen siquiera ese significado), están prohibidos por la Torá y - aparte - son un factor determinante en la destrucción de la familia. La incidencia de posteriores divorcios es mucho mayor en las personas que han convivido antes del matrimonio, de los que han sido castos.

La pareja que contrae enlace de acuerdo a la ley de la Torá, (que involucra su noviazgo, manera de conocerse, etc.) tampoco está exenta de desafíos que puedan hacer peligrar su matrimonio (más aun, viviendo en la sociedad consumista que nos rodea). No obstante, con la ayuda de los Madrijim (guías) que los preparan para casarse y, si los contrayentes establecen un vínculo sano de confianza con un maestro que los guíe en su vida, al menos poseen un recurso importante que puede evitar en la gran mayoría de los casos que su amor termine en desastre. El hogar judío fue y no dejar de ser la preocupación principal que nos debe importar, pues constituye la fortaleza del pueblo de Israel. Durante dos milenios nos hemos sostenido como pueblo frente a los embates constantes de persecución, masacre y exilio, gracias a la firmeza de nuestros hogares.

Es menester tomar en cuenta que la escritura de un Guet es una cuestión muy sensible y delicada, y requiere de mucha experiencia y práctica, razón por la cual son contados los rabinatos que se dedican a hacerlo. Un Guet incorrectamente escrito o mal entregado, puede crear más dificultades que un error cometido en una Jupá.
Si bien el tema que tratamos hoy es sumamente patético, debemos tratarlo con la atención que merece, y - al mismo tiempo - rezar porque aprendamos a convivir en paz y armonía, en particular dentro de nuestros hogares.

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