01 setiembre 2006

parashah: Parashát Ki-Tetsé, por Rav Daniel Oppenheimer - El mejor amigo del hombre

Parashát Ki-Tetsé, por Rav Daniel Oppenheimer - El mejor amigo del hombre
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 31 de August de 2006, 23:22
 Parashát Ki-Tetsé
EL MEJOR AMIGO DEL HOMBRE

por Rav Daniel Oppenheimer

Este “Ajdut” quisiera dedicarlo a un mundo que nos es sumamente cercano, y que, sin embargo, nos suele parecer un tanto ajeno a nuestros deberes como judíos. Me refiero al mundo animal, al cual aluden numerosas Mitzvot de la Torá. ¡¿El mundo animal?! ¡Sí, señor! Muchas de las Mitzvot, las debemos practicar en relación con los animales. No nos vamos a dedicar en este momento a los Korbanot (ofrendas), (ni a la costumbre de muchos de visitar el zoológico en Jol HaMoed...) sino a la vida cotidiana. Sin embargo, antes de entrar en el tema de los preceptos puntuales, debemos ubicar al ser humano (que somos nosotros) en su posición frente a los animales. En el génesis del universo, se habla del ser humano como aquel que recibe las guías del Todopoderoso acerca del rumbo que debe tener el cosmos en su totalidad y la responsabilidad del hombre frente a las demás creaciones. En aquel momento trascendental, D”s le advirtió que “señoree sobre los peces del mar y las aves del cielo... (Bereshit 1:26 y 28)”. “Lo has hecho gobernar sobre Tu creación, todo has colocado bajo sus pies” (Tehilim 8:7-9). Nuevamente, después del gran diluvio que ocurrió en la época de Noé, D”s declaró (Bereshit 9:2) que “vuestro temor y pavor será sobre todo animal en la tierra y toda ave en los cielos...” (Bereshit 9:3) “todo reptil que vive, a vosotros servirá para comer, como la verdura de hierba...”. De estos versículos queda bastante claro, que el mundo animal está a disposición de los seres humanos para utilizar y para consumir. En los distintos escritos de los Sabios, encontramos que las creaciones se clasifican en cuatro categorías que son cada una superior a las anteriores: los elementos inertes, los vegetales, los animales y el hombre. Este último que se denomina “medaber”, o sea parlante, supera a todas. “¿Has visto alguna vez un bicho o ave que tengan un oficio?” - pregunta R. Shimon ben Eleazar en la Mishná al final del tratado de Kidushin (4:14) - “sin embargo, se alimentan sin aflicción, y estos no han sido creados sino para servirme, mientras que yo fui creado para servir a mi Creador (es decir que vivo en un plano mas elevado). ¡¿No debiera estar provisto mi sustentoa al menos tan disponible como el de ellos?! Sin embargo, he corrompido mis acciones y frustré mi manutención”. La visión de los Sabios en cuanto al rol honorífico y diferenciado del hombre frente al animal, es sumamente claro. “Si no hubiese sido entregada la Torá, hubiésemos podido aprender la conducta recatada de los gatos, la abstención del robo de las hormigas, la fidelidad hacia la pareja de las palomas y la conducta conyugal de las gallinas” (Talmud Kidushin 100sonrisa. “Iehudá ben Tiemá dice: Debes ser valiente (ante la adversidad externa) como una pantera, ingrávido (suave con la gente) como el águila, rápido (diligente con el cumplimiento de los preceptos) como el ciervo y fuerte (firme en las convicciones) como el león para cumplir la voluntad de tu Padre del Cielo” (Pirkei Avot 5:23, explicado a base de “Visions of the Fathers” de Rav Avraham Twersky M.D.- Artscroll/Mesorah)) “El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; mas Israel no quiso conocer... (Ieshaiahu 1:3) Dada su inteligencia, el ser humano debe poder contemplar (hasta discernir lo positivo de sus conductas) y emplear a todos sus subalternos en su propia misión divina, moral, libre y soberana, sin abusarlos en el modo que no corresponde. ¿Qué es lo que no corresponde? - pregunta Ud. Bien. La Torá nos hace saber, mediante varias leyes, que todo tormento y suplicio causado innecesariamente a los animales está prohibido. Si bien existe una discusión en la Mishná acerca de si esta prohibición es de orden bíblico o rabínico, la definición legal queda como la primer postura: Causar dolor superfluo (Tza’ar ba’alei jaim) al animal es una prohibición bíblica (Maimónides Mishné Torá, Hiljot Rotzeaj 13:8). El pueblo de Israel no ha conocido cazadores de animales como lo fueron los “caballeros” de la Edad Media y la aristocracia de la Edad Moderna. Las corridas de toros y las riñas de gallos, pertenecen a otras culturas. Varias de las leyes que nos enseñan a tener consideración especial con la aflicción del animal, están en Ki Tetzé. Otras están ubicadas en otros sitios de la Torá. El orden que seguimos a continuación al enumerar los preceptos no corresponde a la secuencia en la cual se encuentran en el texto de la Torá. Veamos: “No deberás colocar un bozal al toro cuando está trillando” (Devarim 25:4): pues el toro ve las espigas que trilla, pero no puede comer. “No ararás con el toro y el asno juntos” (Devarim 22:10) según algunos: el asno mira cómo el toro rumia y vuelve a masticar, mientras él tiene la boca vacía. “No verás al asno de tu hermano o a su toro caídos en el camino... ciertamente lo ayudarás a levantarlos” (Devarim 22:4). Al encontrarse simultáneamente con esta última Mitzvá y aquella que ordena a asistir a otra persona a cargar los bultos sobre su asno, dado el dolor del asno caído, se deberá priorizar a aquel que sufre (Talmud Baba Metzia 32sonrisa. “Si te encontraras con un nido de pájaros en el camino... no tomarás a la madre que está con los hijos...” (Devarim 22:6). El tema no se agota aquí, pero alcanza para darnos a entender el compromiso que nos incumbe respecto al cuidado de estos seres que son inferiores a nosotros y que D”s puso a nuestra disposición. Antes de pasar a un incidente aleccionador del Talmud, sería útil agregar que los Sabios han desplazado ciertas leyes rabínicas en situaciones en que chocaban con Tza’ar ba’alei jaim. Rabi Iehudá HaNasí estaba estudiando, cuando un ternero - que estaban llevando para carnear - se escapo y ocultó bajo la vestimenta del Rab. R. Iehudá lo alejó y le dijo que fuera con sus dueños, pues para ese fin había sido creado. Desde aquel momento comenzó a sufrir espantosamente. Su padecimiento persistió por trece largos años y no se calmó hasta que ocurrió otro episodio: la empleada estaba limpiando la casa y, en algún rincón se habían refugiado unas crías de comadrejas. Cuando R. Iehuda vio a la empleada barriendo a las crías con la escoba, intercedió para protegerlas, diciendo: “Su misericordia (se extiende) sobre todas las criaturas” (Tehilim 149:9). En aquel momento, desaparecieron los sufrimientos que lo torturaban. (Talmud Baba Metzia 85.)
¡Qué importante esta lección! La mayor jerarquía del hombre, se traduce en mayor responsabilidad. Nuestros líderes: Ia’acov, Moshé y el rey David, fueron pastores. El Midrash nos cuenta que Moshé fue declarado digno de guiar a su pueblo, después que demostró su preocupación para con las ovejas. Por otro lado, Noaj (Noé), perdió su encumbramiento (de haber sido el salvador de la humanidad), cuando expresó al cuervo (que no quería alejarse del arca por miedo a arriesgar la continuidad de la especie): “¿Y quién, acaso, te necesita?”
El único espacio en que las proporciones de los sentimientos encuentran un equilibrio perfecto, es la Torá. En la edad contemporánea, nos encontramos con el extremo del absurdo, cuando los nazis, asesinos de hombres, mujeres y niños, prohibieron la Shejitá (modo ritual de faenar) por no responder a los lineamientos de su “sociedad protectora de animales”... El profeta Hoshea (13:2) los singularizó: “los que sacrifican personas, besan animales”.
La gente suele decir que el perro es “el mejor amigo del hombre”. ¡Qué triste! ¡Qué mal habla esto de nosotros. El perro suele ser fiel al amo (aun si fuera cruel y desalmado), pues responde al instinto que D”s le confirió. No tiene otra opción. ¿No debiera el hombre mismo ser “el mejor amigo del hombre” (su prójimo) por elección moral? ¿Es que solo en el animal, encuentra el hombre un “mejor amigo”? Posiblemente el versículo de Tehilim (49:21) nos dé la respuesta: “Cuando el hombre, que vive en su gloria, no quiere comprender (su potencial, prestigio y preponderancia espiritual con las consiguientes obligaciones), pues se compara a un animal sin vida” (“El animal no domina al hombre, sino cuando intuye que este se le asemeja” - Talmud Shabbat 151sonrisa ¿Será, quizás, que el ser humano perdió el timón?

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