03 marzo 2008

contextos: Re: La Mujer sin Nombre

Re: La Mujer sin Nombre
de Josefina Navarro - Monday, 3 de March de 2008, 02:11
 

B''H

Y para finalizar nuestro estudio sobre LA MUJER SIN NOMBRE

la última perla del biendecir de Malcah y Diego Yacoov¡

Job efectúa pues una regresión a los orígenes y lo hace empleando palabras cuyo género gramatical es masculino, pero que evocan el femenino: v.g.ירחyareaj- por ser la luna y elnombre אלהEloah- por su terminación que suena en el registro del femenino. A esta confusión inicial entre masculino y femenino sucede la aparición de la luz (capitulo XXXI, versículo 3). En el versículo 5, el nombre Eloah deja lugar a la forma שדי -shaddai- que si bien es masculina, no deja de encerrar la palabra שד  -shad-que significa "mama, ubre" y se encuentra profusamente en Shir Hashirim. Job se aferra a la seguridad que le infunde la presencia femenina oculta, encubierta, pero eficiente que hizo de él un hombre fecundo, un padre... y aquí llegamos a la primera y única mención algo cariñosa que Job hace de sus hijos. De sus hijas no habla….

Si mis lectores me perdonan el tomarme una libertad que quizás parezca incongruente en medio de tan serio análisis, introduciré aquí dos reflexiones que, a mi entender, guardan estrecha relación con la observación que venimos haciendo. La primera la hizo una compañera, hace unos años, en una reunión de la CEMI y era: "Mi marido, que era periodista, me decía a menudo: "cuando tú lees un periódico, no te fijes nunca en lo que dice, esto tiene muy poca importancia, fíjate en lo que no dice, esto es lo importante", " Y la segunda salió de la boca de un psiquiatra y psicoanalista israelí que me dijo el verano pasado: "a ti, en tanto que lingüista, te apasiona estudiar lo que la gente dice, pero a mí casi siempre, me importa más lo que calla que lo que dice". Ahora al escribir estas líneas sobre el silencio de Job, pienso que se las enviaré ¡a ver... lo que dice!

Mientras tanto vamos a volver a nuestro personaje. Él que había entonado su endecha maldiciendo su condición de varón (CapítuloIII, versículo3), inicia su labor de reconstitución personal buscando la clave del éxito en los tiempos de la esperanza, pero sin llegar a identificar lo femenino en el regazo del alma humana.

Semejante a Adán cuando era capaz de nombrar las criaturas que encontraba a su paso, pero era incapaz de comunicar consigo mismo, Job consigue nombrar y enumerar sus acciones y comportamientos, verse con los ojos de quienes se beneficiaron de sus mercedes, pero no consigue encontrar significado alguno a su destino, cuya fugacidad había atribuido en elIer versículo del capítuloXIV al hecho de haber nacido de mujer y que asume ahora como voluntad Divina inexorable (CapítuloXXX, versículo 23).

Hay en este versículo tan noblemente patético en el cual Job acepta la muerte que puede sobrevenirle sin que haya llegado a entender el sentido de su vida, algo muy emocionante que nos remite al sentimiento que, probablemente, fue el de Adán cuando Di-s le adormeció.

El caso es que, a partir de esta sumisión a la sentencia de muerte, Job cambia imperceptible pero inexorablemente de registro y se adentra en el examen de conciencia propiamente dicho. Durante los ocho últimos versículos del capitulo XXIX, se expresa en lenguaje de agonizante:"esperé luz y me llegó oscuridad" pero, entre estertores y espasmos, acaba por abrirse paso la exclamación que yacía en las profundidades del inconsciente con la misma fuerza con la que habla brotado, al principio del relato, el grito de su esposa cuando le incitó a morir.

Igual que Adán en su despertar, Job se encuentra ahora frente a lo femenino pero, contrariamente a nuestro Primer Antepasado que pudo gozarse sin trabas en la contemplación de su mujer, él que es un varón inscrito en el devenir de la Humanidad fuera del Gan Edén, debe empezar por reconocer y proclamar su inocencia: nunca ha seducido a una mujer ni ha sido adúltero. Esto es lo que le permite desafiar al Juez Supremo exclamando: "¡ Si yo he pecado que se extinga mi descendencia!", o sea "que desaparezca el fruto de mi virilidad" y, a continuación: "si me he dejado seducir por una mujer... ¡que mi mujer muela para otro y que otros la cubran!

Hemos llegado al versículo 10 del capítuloXXXI, es decir a la última mención que Job hace de su mujer.

'" Una primera lectura del versículo en toda su crudeza no permite, desde luego, ver en la arrogancia de Job frente al Creador, el menor impulso de amor por la esposa que, como ya hemos señalado, comparte su desgracia y nunca le abandona. Más que alma genela y objeto de apasionada entrega, él parece considerarla una moneda de cambio, posible esclava y trofeo de un vencedor, hipótesis reforzada por el versículo 12 que describe la calamidad engendrada por el pecado sexual en términos materialistas.

Sin embargo, entre el versículo 10 y el 12, está el 11 que, a los ojos de varios traductores y comentaristas constituye una glosa sin importancia, apenas merecedora de figurar entre paréntesis. Actitud tan despectiva ante un versículo bíblico es tanto más difícil de entender cuanto que el versículo en cuestión lo forma una secuencia de palabras muy cargadas de significado y cuya ambigüedad intrigó a los mismos masoretas. Textualmente dice: "Pues se trata de una infamia y de una trasgresión capital" pero lo dice en unos términos algo desconcertantes:  En efecto la palabra  זמה  -zimah- que designa la infamia y es femenina viene acompañada por el pronombre הוא  .hu-que es masculino mientrasque la palabra que es masculina, viene acompañada por el pronombre  היא  -hi- que es femenino. Los dos hemistiquios están unidos por la letra  ו  -vav- que, en hebreo, es la conjunción copulativa ("y") que representa el número seis. Por otra parte las dos consonantes "ו" y "י" que distinguen ambos pronombres personales, "él" y "ella" figuran cada una tres veces en el versículo, sumando pues seis entre las dos grafías.  Tal vez sea un acierto pensar que es un modo de atraer la atención sobre la "ו" que une los hemistiquios.

El caso es que, según las reglas de la gramática hebraica deberíamos encontrar "hi zamah vehu 'avón" pero tenemos un trastrueque evidente que nos sugiere la siguiente pregunta: ¿No será el mensaje del texto que anteponer lo masculino a lo femenino es un pecado que acarrea la consunción de bienes y frutos? No es imposible que Job esté viendo en su desprecio del derecho y del poder femenino el origen de todos sus males. En este caso deberíamos entender los tres versículos (10,II y 12) del capítuloXXXI referidos al adulterio, forzado o voluntario como representando el colmo del horror para un esposo que, tras la aparente frialdad del trato que da a su mujer, esconde un amor intacto cuya pureza se ve ahora realzada por el descubrimiento que él acaba de hacer de todo lo que ella significa. En semejante contexto, el anonimato de la esposa, que hasta el momento había sido la marca,  la señal indiscutible de  su otredad (el Otro... la Inquisición y el Nazismo nos  lo enseñaron… ni tiene identidad real ni tiene derecho a defenderse, ni tiene derecho a ser sino materia prima o abono), este anonimato se transforma ahora en privilegio de una mujer amada con una pasión profunda y pudorosa. Su anonimato es el velo que cubre el rostro de la  כלה–kalah- la novia que su Amado ya ha reconocido.

 Sí, incluso en que se encara con espanto la idea de que si él hubiera fallado, ella podría estar en brazos de otros, Job sigue ocultando a los oídos ajenos la identidad de su esposa.

Dejaremos ahora a nuestro personaje concluir su examen de conciencia con legítima satisfacción, terminándolo por dos palabras femeninas y nosotros constataremos que la Mujer sin Nombre ha cumplido

Con la misión que el Creador encomendó aחוה  -Javah- (Eva): ser una ayuda enfrente (incluso "en contra" de él), o sea, asumir su otredad.

Que Job lo advirtió y-se lo agradeció, nos lo revela el epilogo del poema donde se nos dice que la nueva dicha de la Job (la mujer permanece invisible, cual la rabanit en algunas congregaciones) se vio coronada por el nacimiento de catorce hijos que no son identificados y de tres hijas  a quienes su padre nombra con poéticos apelativos y concede parte de su herencia, como a los varones, además de enorgullecerse de su belleza, todo lo cual no deja lugar a dudas sobre la ferviente ternura y la admiración  que ha despertado en él el descubrimiento de la femenina magnanimidad.

El triunfo de Job lo constituye pues el hecho de haber engendrado lo femenino.  Seria interesante indagar en la implicaciones que encierra el numero 140 de los años que Job vive de los acontecimientos relatados en el texto, pero este modesto estudio debe tener término, así que nos limitaremos a observar que la primera y la ultima letra de este texto forman la palabra  אמא, es decir "Madre"

¡Bendito sea el Eterno que confió a la sagacidad de nuestros corazones espléndidos escritos de su Sabiduría!

Dicho queda, éste es el texto, aquí paró, pero ustedes pueden continuar el estudio¡¡

Bienvenidos al estudio de Job y su esposa, la mujer del paciente

Malcah y Diego Yacoov¡¡

Bendita sea Malcah y bendita la Memoria de Diego Yacoov¡¡

Baruj HaShem¡

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