11 julio 2008

parashah: BALAQ - Un Asunto de Kavanah, por Malcah Canali 5767

BALAQ - Un Asunto de Kavanah, por Malcah Canali 5767
de Josefina Navarro - Friday, 11 de July de 2008, 20:45
  
B''H
 
Aquí les comparto el comentario del año pasado de Malcah correspondiente a esta semana, Balaq.
 
 
B''H
De Malcah para la Quebutzah
 
Comentario a la parashah Balaq
30 de junio de 2007
14 de Tamuz de 5767
 
 
BALAQ
UN ASUNTO DE KAVANAH
 
 
     Si hay algo que singulariza la parashah de Balaq entre todas las demás, es ciertamente la tremenda polémica que ha suscitado, y sigue suscitando, entre los estudiosos de la Torah. Estamos acostumbrados a ver los distintos textos toráicos sometidos a innumerables interpretaciones que, por lo general, más que contradecirse, se complementan las unas a las otras, pero aquí la contradicción toma una dimensión descomunal que llega, en algunos casos, a rozar la mala fe, por lo menos a mi modesto entender. ¡Quiera Hashem perdonar el atrevimiento de acusar al prójimo! Pero, hay un texto, un texto escrito y comprobable, que dice todo lo que dice y no sólo una parte, separada de su contexto. La honradez exige respetarlo.
 
     Veamos pues lo que dice este texto. En resumen, es lo siguiente, que sucede después de la muerte de Aarón, cuando los hebreos ya han llegado a Transjordania. Al comprobar que los Emoreos no quieren dejarles pasar, emprenden una acción bélica y la ganan. También vencen a Og, rey de Basán. El soberano Moabita Balaq, asustado, manda llamar a un célebre adivino, o vidente,  tal vez hechicero, para que vaya a maldecir a Israel. Contrariamente al deseo de Balaq y de sus mensajeros, Balaam (Bil'am, en hebreo) no se deja comprar por los regalos que se le ofrecen y contesta, como hombre piadoso, que lo consultará con el Eterno. La respuesta de Hashem es: "No irás con ellos, no has de maldecir al pueblo porque es bendito". Como era de esperar, Balaq no se conforma con semejante decreto y las presiones sobre Balaam se multiplican. Por fin, el Eterno le autoriza a obedecer al rey en estos términos: "Solamente lo que Yo te dijere has de hacer".
 
     Se marcha pues, Balaam, montado en su burra, pero ésta, a mitad de camino ve al Ángel del Eterno con la espada desenvainada y, por tres veces tira al suelo a su amo que no se ha percatado de la presencia sobrenatural. La burra es un animal, un ser ingenuo, ve con los ojos del corazón, no con los ojos de la mente, razonadora y bastante soberbia, por esto alcanza a ver lo que el adivino no llega ni a sospechar. El episodio es de todos conocido, así que no lo analizamos más en el marco de este brevísimo comentario.
 
     El Ángel reitera a Balaam la orden de no decir sino las palabras que el Eterno le dicte y, después de unas últimas tentativas para tratar de congraciarse a su enojadizo soberano, Balaam bendice a Israel con un poema de grandísima belleza, cuyas primeras palabras suelen figurar a la entrada de nuestras sinagogas y que son: "¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Yacov, tus moradas, oh Israel!" Por mucho que Balaq lo vuelva a intentar con toda clase de artimañas, Balaam seguirá bendiciendo a Israel. Balaq y Balaam acaban volviendo cada uno a su casa... por caminos distintos según toda probabilidad.
 
     El insólito episodio que acabamos de resumir ocupa tres capítulos enteros de Bamidbar. Es pues un texto largo y, además, rico en indicaciones bastante detalladas sobre el comportamiento exótico de los pueblos que moran al este del Jordán a la llegada de los Bnei – Israel (Hijos de Israel).
 
     Antes de pasar a examinar los argumentos que alimentan la polémica a la cual aludíamos al principio de este comentario, merece la pena detenerse unos instantes en estos ritos "exóticos" descritos en el texto. Primero, habremos de apuntar que si bien Israel es protagonista del relato, no se le ve en ningún momento actuar o manifestar intención. Los coaligados, Balaq y los ancianos de Midian hablan de Israel, Balaam habla de Israel y el Eterno habla de Israel, pero Israel se calla, en todo el relato en el que se decide su condición de bendito o maldito, Israel no tiene ni voz ni voto. ¿Por qué? Pues porque hablar, manifestarse, ya lo ha hecho. Ha vencido a unos enemigos terribles que se interponían en su camino. Ahora ha dejado de ser sujeto para pasar a ser objeto. Él no ve si no que es visto como bendito por el Eterno y maldecible por sus enemigos. Se le menciona como una masa informe, pero peligrosa y amenazante. Sus enemigos, con o sin razón, le prestan la intención de asolar todo el territorio, mientras que el Todopoderoso, según el oráculo que emite por boca de Balaam, "No vio iniquidad en Yaacov y no vio perversidad en Israel". El Eterno garantiza las buenas intenciones de Israel.
 
     Este momento tan especial en que nos vemos reducidos al silencio por alguna peripecia que nos deja impotentes, con una mudez forzosa frente a otros que exponen con entera libertad la opinión que tienen de nosotros, todos lo hemos sufrido, o gozado, a no ser que los suframos o gocemos en el futuro. También cabe la posibilidad de que ignoremos durante muchísimo tiempo que el tal momento ha existido. En la parashah de Balaq no hay una sola palabra que permita suponer que Israel esté al tanto de lo que se está fraguando. Me imagino que, al leer estas líneas, muchas personas evocarán recuerdos personales y evocarán para sus adentros: "¡Cómo me quedé cuando me enteré de lo que andaban diciendo de mí, de las intenciones que me prestaban, de cómo me veían!".
 
     Pues sí, la mirada del Otro existe, depende de sus esquemas mentales, de sus creencias, de sus costumbres, en suma, de su cultura, que tal vez desconozcamos por completo, pero que puede ser fuente de maldición. Preguntémonos un minuto cuál es la imagen que nos hacemos de los inmigrantes. Esta misma mañana, en el autobús, una señora decía a su vecina de asiento: "¡Nos están invadiendo!" Tenía, más o menos, el discurso del rey de Moab, quien olvidaba que si Israel había peleado con los pueblos vecinos era simplemente porque estos se habían negado a dejarle transitar pacíficamente por su territorio. Olvidan este hecho Balaq y los ancianos de Midian y piensan que Israel está dispuesto a saquear su territorio. Entonces su corazón se anega en negras intenciones y recurren al deseo de maldecir. Es el equivalente de: "¡Vienen a comer nuestro pan!". También a producirlo. Pero esta segunda parte se deja a un lado, porque en los procesos de intenciones sólo impera el miedo, y no por maldad de los acusadores que, la mayoría de las veces, son personas sensibles y caritativas, sino por falta de confianza en la robustez de la propia identidad.
 
     Esta actitud de los moabitas y de los madianitas, por lo general, es aceptada como inevitable por los exegetas y simples lectores de la parashah. Lo que sí choca y escandaliza a algunos es que Balaam proceda de un pueblo que acostumbra a entregarse a unos ritos que califiqué de exóticos y que son totalmente ajenos a la mentalidad hebrea. Balaq es idólatra, venera a Baal, así cree en el poder de la magia. Los idólatras no suelen confiar en su dios, sino que tratan de manipularle. Lo cual para el Eterno es abominable. Los amantes de la magia, sea esta blanca, negra, gris o del color que sea, son profundamente pecadores por esto: no comprenden que nadie, absolutamente nadie, puede disponer del Todopoderoso. La magia supone que determinados ritos coaccionan a D.os.
 
     En el texto que estamos comentando la cosa queda patente. Balaq está convencido de que, según el punto de vista desde el que se coloquen Balaam y él, o sea desde un lugar físico determinado y observando sólo a una parte del pueblo, el hechizo será eficaz y la maldición proferible. Nos extrañamos muchos al leer este relato, pero si nos tomamos la molestia de trasponerlo a nuestros días, las similitudes nos dejarán atónitos ¡Cuántas veces, en nombre de la ciencia se nos justifica la abominación! Matar a un ser humano para que viva otro, o sea, obligar a D.os a actuar de determinada manera por medio de una técnica "bondadosa". ¡Cuántas veces se nos viene con la historia del punto de vista! Nos dicen que, en vez de inculcar a nuestros hijos el sentido moral, debemos colocarnos en su lugar y pagarles los caprichos. El deber, nunca; el derecho siempre. Es cuestión de punto de vista. En cuanto a ver sólo una parte... esto ya es un arte que, en los últimos decenios, ha llegado a su apogeo. Dirigirse a una parte de la población, corromperla, utilizarla y esclavizarla en nombre de la comodidad para que luego contamine a sus conciudadanos se hace a diario. La parashah de Balaq nos ilustra sobre estas tácticas, así que los ritos exóticos merecen una parte de nuestra atención. Cuando la Torah se explaya sobre algún tema no es para distraernos con parafernalia cinematográfica, sino para proporcionarnos enseñanza vital y evitarnos caer tanto en las trampas más burdas como en las más sofisticadas. Lo de los puntos de vista, a menudo es una trampa ¿burda o sofisticada? En el fondo, poco o importa.
 
     Dicho lo cual, nos toca ahora hablar de la polémica levantada entre los jajamim (sabios del judaísmo, los doctores de la Ley e incluso los modernos exegetas) por la consideración que conviene darle a Balaam. Y aquí nos vamos a encontrar en pleno proceso de intenciones.
 
     Los argumentos básicos son los siguientes: ¿quiso realmente Balaam bendecir a Israel? ¿Puede el adivino de un rey idólatra bendecir al Pueblo Elegido? ¿No tenía acaso, Balaam la intención profunda de maldecir a Israel? lo cual viene a significar que habría engañado al Eterno.
 
     A todos estos ácidos interrogantes sobre las intenciones de Balaam, trataremos de contestar con la mayor sinceridad y total honradez, con el afán de expresar el sentimiento del corazón, cual burrita ignorante, pero confiada en su ingenuidad.
 
     Si Balaam deseaba maldecir a Israel ¿por qué no aceptó los regalos que le ofrecían los enviados de Balaq? El texto dice: "Os responderé según la palabra que me comunique Hashem". No cabe la menor duda: El D.os de Balaam es el Eterno, el Protector de Israel, el Santísimo Tetragrama. La respuesta del Eterno es contundente: "No vayas con ellos". Balaq manda otra embajada y Balaam se muestra aún más altivo que la primera vez diciendo que aunque le diera Balaq su casa entera llena de plata y oro, no podría desobedecer al Eterno. Balaam es un profeta, nadie lo puede dudar: recibe directamente la Palabra Divina, pero tampoco quiere enojar al rey. Intenta endosar al Eterno la responsabilidad de sus propias decisiones. Ésta es su debilidad y esto explica la amonestación del ángel.
 
     Si hablamos de intenciones, es probable que nos acerquemos más a la verdad pensando que la inconfesable intención de Bil'am no era maldecir a Israel, sino librarse de responsabilidad y, por lo tanto, de las posibles represalias de Balaq.
 
     En hebreo, la palabra "intención" se dice "kavanah" y se escribe "kaf, vav, nun, he", letras que suman 81. Este mismo número lo suman las letras de "anoji", es decir, "Yo" en forma intensiva, la que utiliza Hashem cuando se refiere a Sí Mismo y que utilizan los hombres cuando se dan demasiada importancia. Ahora bien, las letras de "anojí" también se pueden leer "anají" que significa "vertical" y simbolizan entonces la elevación espiritual. De estas similitudes podemos colegir que la kavanah puede apuntar tanto a la unión con el Creador como al egoísmo más bestial. La palabra "kavanah" también comparte valor numérico, o sea ontológico, con "kihún" que es el sacerdocio (el cohen es el sacerdote). La kavanah señala para cada persona el grado de relación directo que ella tiene con el Eterno. La kavanah de Bil'am, según lo analizado en líneas anteriores no era totalmente pura. Al igual que los magos e idólatras, pero en mucha menor medida y con sincera, aunque imperfecta piedad, él intentó manipular al Eterno. Si Hashem le autorizó a bendecir a Israel fue, probablemente, porque le tenía gran simpatía y compasión. Al fin y al cabo, el pobre hombre ni era hebreo ni iba a estar incluido en la bendición que derramase sobre Israel. A su kavanah le faltó una medida para que se le pudiera considerar un auténtico sacerdote, un cohen que está envuelto en la bendición de la cual es conducto. Volvió en paz a su casa porque el Eterno le protegió, pero hay motivos para pensar que no tuvo ningún contacto ulterior con Israel porque la Torah no le menciona más.
 
     Cuando la kavanah es pura, transforma a la persona que la tiene en un "mahul" (mem, he, vav, lamed = 81) un ser humano circunciso, es decir cortado de la simple dimensión carnal y abierto a lo espiritual, digno de sentarse en un trono (kisé: caf, sámej, alef = 81) para vivir en conformidad (hilúm: he, lamed, vav, mem = 81) con su naturaleza (teb'a: tet, bet, 'ayn = 81).
 
     La pureza de nuestra kavanah es la que nos hace Hijos de Israel, seres que el Eterno bendice por boca de los Cohaním y, también, de los justos que moran entre las naciones. Nuestra kavanah Amigos, es alegría para Hashem, hayamos nacido hebreos o no.

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