28 octubre 2005

[Ieshivah.Net] MM #50 - Bereshit 5766 - Dignos de llamarnos "creadores"

Matók MiDvásh: prensa electrónica de Ieshivah.Net - Edición No. ¡Cincuenta!
Tishréi 5766, Parasha't Bereshít, desde Jerusalem
Edición dedicada a la sagrada memoria de Feigl bat-Biniamín z"l y de Tsví ben-Israel z"l,
y a las fuerzas oscuras del aburrimiento y la desazón no puedan jamás vencer a la luz que llevamos en el alma

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"... y os Icé sobre alas de águilas, y os traje hacia Mí..."
Dignos de llamarnos "creadores"
(Bereshít: Manual de Instrucciones)

Javerím, queridos amigos, Shalóm:

Lecturas imprescindibles para Bereshít (Bereshít -Génesis- 1:1 a 6:8)
Parashát Bereshít, por Gal Einai  /   Parashát Bereshít, del proyecto EscuchaIsrael  /  Parashát Bereshít, por Rav Shimon Elituv  /  Parashát Bereshít (2), por Rav Shimon Elituv  /  Parashát Bereshít, por Rav Shlomo Wahnon en Mesilot.Org  /  Parashát Bereshít, por Rav Pynchas Brener  /  Parashát Bereshít, por Rab Amram Anidjar  /  Parashát Bereshít (2), por Rab Amram Anidjar  /  Haftarát Bereshít, con fonética, canto y traducción

Antes de Bereshít, no hay nada. Y todo está en Bereshít.
Bereshít, el llamado "Génesis", es el punto del tiempo en que sucede la Creación ex-nihilo: a partir de nada, es creado lo que hay.  

Hay dos traducciones literales para "Bereshít", la primer palabra de la Toráh. Es igualmente válido traducirla por "en el principio", como "con el principio". En el primer caso, se nos está diciendo que al inicio de la labor, E-lokím creó los cielos y la tierra. En el segundo, que éstos fueron creados a través de que el Creador utilizara y pusiera "el principio" en acción. Al respecto, agrega Rash"i que la Toráh recibe el nombre de "reshít" = cabeza o inicio.

En el Zohar, nos enseña inequívocamente Rabí Shim'ón Bar-Iojai que fue con la Toráh, el plano previo y arquetipo, que realizó Hashém la Creación. Antes de este inicio, sólo tenía existencia una vida espiritual e intemporal: Hashém, el origen y la potencia de todo, y Su Toráh (creada 974 generaciones "potenciales" antes de la Creación del mundo, según aprendemos en el Tratado de Shabát 88b), en existencia perpetua sin espacio. Cuando decidió el Creador hacer lugar a las formas materiales de la existencia, contempló cuatro veces la Toráh (una por cada nivel que se disponía a crear: Atsilút -emanación-, BriAh -creación-, Ietsiráh -formación- y 'Asiáh -acción-); la Pronunció, entonces, poniendo al verbo en actividad; y por fin, se entregó a la labor de Creación.

/ Ha caído la noche. Reina la oscuridad, refugio de los deseos que resplandecen. El estudioso se refugia en su pequeña buhardilla, templa el ritmo de su alma con un buen disco de música suave; el vapor tenue del café se entrelaza con el humo del cigarro puro, que al cruzar los haces de luz de la portátil, se desgrana en verdes tenues y azules desprendiéndose de las nubes gris plomo.

Entrecierra los ojos por un instante, y luego concentra su atención en el voluminoso libro que se extiende ante él. Hay que construir una historia con los datos que el libro expone. Hay que tornar su información entendible y realizable, por vía de aplicarla a una historia humana, sensata, que lata con los corazones de los hombres y sea evocada por ellos. Repasa los datos una y otra vez; la última vez en voz alta, para fijarlos en el aire fragante, en las paredes añosas de su biblioteca. Por fin, lo aparta de sí, y vuelto hacia la hoja blanca, se dispone a crear. /

 

El gobierno, el dominio, la regencia, no requieren de más voluntad que aquélla de quien ejerce la fuerza, y nada que no disponga de ésta se le puede oponer. Mas la majestad exige la existencia de súbditos que la profesen. Se puede dominar todo lo que hay, mas no es posible ser "rey de nadie". El Rey, por consiguiente, necesita un mundo sobre el que reinar. Y de allí que, como hemos aprendido (Tratado de Brajót 33), todo se encuentra en manos de Hashém, menos la "irAh", la numinosidad, el respeto a Su majestad, que resta librada al albedrío de los hombres.

Para la verdadera unión de todo lo posible, para que el influjo sagrado de Hashém se haga patente y luminosa realidad, es necesaria la fidelidad de los hombres. Y todo el mundo que los hombres dominarán habrá de ser programado de modo tal que la más plena realización y la grandeza, y la elevación de aún lo más bajo hasta el trono del Creador, sean posibles y aún propicias.

/ Comenzaba a jugar con los personajes, a conocer sus íntimas inclinaciones, a seducirlos con el rumbo que iba tomando forma en su historia. Es un hombre, y ha recorrido las historias y las culturas buscando este instante de definición. De entre los pliegues de la memoria, rescató de pronto la metáfora del rey solitario que se quería universal, de "El Principito" de Saint-Exupèry, cuando éste aterrizó en su planeta:

"-Aproxímate para que te vea mejor -le dijo el rey, que estaba orgulloso de ser por fin el rey de alguien. El principito buscó donde sentarse, pero el planeta estaba ocupado totalmente por el magnífico manto de armiño. Se quedó, pues, de pie, pero como estaba cansado, bostezó".

Se prometió que sus personajes tendrían conciencia de su condición. Que conocerían sus límites. Porque la vida de quien ignora sus límites tiende a despeñarse en ilusiones vanas. /

 

Nos enseña el Or HaJaím que toda la Creación tuvo lugar únicamente en el primer dicho (en el primer verbo) de la Toráh: "creó E-lokím los cielos y la tierra"; y continuó luego, durante seis días, con su formación y disposición final. En palabras del Or HaJaím: "es como un hombre que se propone construir un palacio; para empezar, prepara  piedras y madera y tierra y cuanto es necesario para la obra completa; y se dedica luego a construir. Así el Creador barúj Hú, Creó todo lo necesario para el mundo con su primer verbo, y lo preparó, y todos los materiales se encontraban mezclados y desordenados. Y luego, comenzó a ordenar cada cosa dicha del modo que le correspondía, y puso todo a funcionar".

Y no sólo fue todo creado por el verbo primero, sino que en éste, todo fue simultáneo, sin antes ni después. "Iesh me Ain", existencia nueva a partir de la nada. Al punto que, como nos explica el Or HaJaím, en la palabra "shamáim" (=cielo, que se escribe con las letras shin-mem-iod-mem), la  shin no precedió a la mem, ni la iod fue sucesiva a la primera mem, ni la segunda mem fue posterior a la primera, sino que todo fue un único dicho, simultáneo en su orden y en su forma, sin progresión ni sucesión en absoluto.

/ Meditó largamente sobre la hoja en blanco. Pensó y vio los nombres, los colores, las personalidades, las historias, los paisajes, las emociones, las palabras que habrían de decir sus personajes. Sus amores, sus tristezas; sus pasiones. Sus instantes de melancolía. Cuando por fin tomó la pluma, el libro entero se hallaba escrito en su mente, y sólo debía desgranarse en las formas de la tinta sobre la extensión toda del papel. /

 

La Toráh es el mapa infinito de una historia perfecta. Desde la inabarcable visión del Creador, es el plano absoluto de todo lo que debe ser, para que Su potencia de belleza completa halle oportunidad en el tiempo; para que lo más elevado y sutil se instale y se revele también en la más densa realidad. Vista desde nosotros, es el manual de instrucciones para diluir la oscuridad del mundo material que habitamos, para disolver las cáscaras ciegas del mal y dar paso a la Luz primigenia. Tornarnos sagrados es advenir aptos para recibir la Luz; para ser recibidos en el seno de la luz.

Hay una magia que realizar, y tenemos la capacidad, desde un inicio, de ejercer la profesión de magos, tal como vemos aún en nuestra parasháh (Bereshít -Génesis- 1:27) que es creado Adám con el "tsélem" (la apariencia, las proporciones) y de acuerdo al "dmút" (la semejanza, la potencia en relación al mundo que habrá de gobernar) del Creador.

¿Cuál es la fórmula secreta de esta magia? Hay que tomar la materia densa y tornarla digna de la chispa espiritual. Hay que conectar lo bajo y oscuro con lo alto y luminoso, para que las Alturas nos atraigan hacia sí y nos brinden cuanto se requiere para la más plena felicidad; para la más transparente; para la más evidente.

Hay un código, un manual de la magia necesaria. Un mapa que indica con qué conectarnos y de qué desconectarnos (y es que si no hubiera la oportunidad del mal, si no hubiera de qué desconectarse, seríamos autómatas sin albedrío). Hay modos de asemejarse a la luz, y vías para sumirse en la oscuridad. Hay "tikún"=enmienda y "nitúk"=desconexión, y ambas tienen las mismas letras tav-iod-kuf-nun, pero en orden diferente: la energía será la misma, pero de acuerdo a cómo la utilicemos, los resultados de nuestra acción pueden ser esencialmente distintos, y aún opuestos.

/ Quería que sus personajes se sintieran a sus anchas; que pudieran actuar con naturalidad. Y recordó de pronto otro pasaje, cuando preguntó el remedo de rey al Principito:

"-Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina, y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?
-La culpa sería de usted -le dijo el principito con firmeza.
-Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar - continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables". /

 

En su comentario a la primer palabra de la Toráh, indica Rash"i en nombre de Rabí Itsják que no parecía haber necesidad de que la Toráh comenzase por la Creación, sino mucho más adelante, recién en el pasaje "Este mes, para vosotros..." (Shemót -Exodo- 12:2), donde aparece la primer mitsváh, el primer precepto: el primer estatuto de la magia concedida a los hombres. Mas no estamos llamados a ejercer a ciegas esta magia sino que, cual anunció el rey Shlomóh -Salomón-, "lo que hay es lo que habrá" (Kohelet -Eclesiastés- 1:9) y "lo que habrá, ya hubo" (id. 1:15). Conocer el inicio unitivo pauta una finalidad de reunificación; saber del origen sagrado nos indica el camino hacia lo sagrado. Hashém pone en nuestras manos herramientas que habilitan el libre ejercicio de nuestro albedrío, y pone en nuestro conocimiento también la razón y el objeto de nuestras vidas.

/ El tiempo de meditar había transcurrido ya. Por largas horas, días, meses, sólo se oyó en su refugio el rasguido de la pluma contra el papel, y de a ratos apenas, la quejumbre de la silla cuando el estudioso cambiaba por un momento de posición, sin distraer su mirada del papel.

Por fin, agotada en letras aquella idea germinal, culminó en un punto el párrafo final de su libro, y se abstuvo de toda palabra que indicara un fin. Se recostó sobre el respaldo, y una sonrisa inundaba sus ojos y dotaba a su rostro de un resplandor que en ese instante preciso nadie podría ver, pero que soñó y rogó se reprodujera en los rostros de sus lectores, cada vez que culminaran la lectura de lo que él acababa de escribir.

Porque supo que esa culminación era solamente un inicio. Hasta ahora, él mismo había sido el verdadero protagonista de su obra. Desde ahora, eclipsada su figura, tocaba a la historia que había soñado para la información que debía revelar, comenzar su tránsito de mano en mano, de mente en mente, de vida en vida. Su libro, su obra vital, se inscribiría desde ya en innúmeros corazones e incidiría en sus vidas, en su modo de latir, en cómo otros hombres se verían a sí mismos, en cómo percibirían al mundo, en qué harían consigo mismos y con él. Ahora comenzaba la historia de verdad, y nada más maravilloso podía él soñar, que el rostro de sus lectores resplandeciendo, al culminar la lectura, con esa luz secreta que ahora, sin testigos, reflejaba el de él. /

 

Nuestra parasháh abarca desde el instante primero hasta el año 1.556 de la Creación, nacidos ya los tres hijos de Nóaj (Noé), cuya generación fue la primera del mundo en no conocer personalmente a Adám, el primer hombre, prototipo de todo cuanto la humanidad habrá de desarrollar más adelante, y agente de cuanto habremos de enmendar en el Tikún Olám que nos ocupa, en nuestra generación, en nuestros días, para atraer por fin la plena Luz de la GueUláh, la transparencia final de la Verdad, el Shalóm entendido como la cumbre máxima de bien y de belleza en la más regocijante plenitud.

Es nuestro tiempo de leer la obra. Se ha dicho que todo buen lector es un "re-escritor" de lo que lee, porque una obra adquiere vida y sentido en aquél a quien está destinada. El código en nuestras manos, es el turno de que le tornemos realidad. Por la generosidad infinita de Hashém la Toráh en nuestras manos, para que edifiquemos desde ella el verdadero sentido de nuestras propias vidas, y ejerzamos el camino en que confluyen la belleza y el bien para generar la más alta expresión de la felicidad.

Sea la Voluntad de Hashém que, en este año que acabamos de estrenar, en este nuevo ciclo de lectura y estudio de la Toráh, alcancemos a percibir el resplandor de la Verdad, y resplandezcan en mitsvót, en acciones de justo bien y de belleza nuestros rostros, y atraiga el canto de nuestras almas al Mashíaj, muy pronto en nuestros días, Amén.

Shabát Shalóm,
y mis brajót para todos,

daniEl I. Ginerman
Editor

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