28 octubre 2005

Kolót: Fotografías y testimonios de judíos que sobrevivieron al Holocausto llegan a Colombia

Fotografías y testimonios de judíos que sobrevivieron al Holocausto llegan a Colombia
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Wednesday, 26 de October de 2005, 22:46
 
Fotografías y testimonios de judíos que sobrevivieron al Holocausto llegan a Colombia

enviado por TNUA TZEIREI LE TORAH -Jovenes Por la TORAH- B/quilla - Cartagena <comhebrea@hotmail.com> al foro Sefaradi

sobrevivientes

El teatro Faenza sirve de marco sobrio pero a la vez emblemático a las fotos de Diettes. Es un espacio que evoca la época en que ocurrieron estos acontecimientos.

Fueron reunidas por la fotógrafa Érika Diettes, con el apoyo del Museo Art Déco. Un documento de un hecho que no es tan lejano de nuestra historia.

Max Wistnizer, sobreviviente judío de la Segunda Guerra Mundial, prefirió la elocuencia del silencio para expresar lo que le evocaba el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial. La hoja en blanco que la artista Érika Diettes le había entregado para expresar lo que ese tiempo le evocaba la devolvió intacta, ni siquiera la firmó.

Diettes entendió rápidamente que su gesto decía tanto como las dos páginas que escribió Inge Chaskel, también sobreviviente de ese cruel y horroroso momento de la historia mundial reciente. Por eso mantuvo intacto su testimonio y le tomó una foto, como lo hizo con los otros 30 que obtuvo de judíos que lograron salir con vida de esta tragedia y luego llegaron a un país para muchos desconocido, del que apenas habían oído hablar.

Marca histórica

"El Holocausto es para nosotros los colombianos una imagen cinematográfica", dice para explicar porqué decidió organizar la exposición Silencios, que se lanza simultáneamente con un libro del mismo título este miércoles, en el Teatro Faenza, de Bogotá.

La idea le llegó por casualidad, pero a tiempo para la conmemoración de los sesenta años del final de la Segunda Guerra Mundial. "Mi esposo es judío y un día, cuando falleció su abuela, encontré una foto de ella subiendo al barco que la traía a Colombia. La fecha era julio de 1938, apenas unos tres meses antes de la noche de los cristales rotos (9 al 10 de noviembre de 1938, el episodio que marca la oficialización por parte de los nazis de su política de discriminación y más tarde de exterminio de los judíos). Fue algo impactante porque nunca me había planteado que la Segunda Guerra Mundial tuviera que ver con Colombia. No pensé que una señora que hace mercado en Carulla era sobreviviente de Auschwitz o Buchenwald".

Comenzó una búsqueda que poco a poco se fue transformando en una exposición. "El primero que encontré fue Max Kirschderg, con él tuve mi primer enfrentamiento al número tatuado. Era algo casi burdo, como escrito a la carrera con marcador. Fue muy duro porque él era periodista y simplemente me dijo, 'no hay nada que yo le pueda decir sobre la guerra’".

Un testimonio la fue llevando a otro y así el proyecto se fue creciendo. "Me reuní con los rabinos de las tres comunidades de Bogotá y ellos me dieron los datos de los que faltaban. Encontré sobrevivientes en Medellín, Cali y Barranquilla".

Diettes es una artista de la imagen que ha trabajado a lo largo de su carrera el tema de la humanidad. Por eso, centró todo en los rostros de estos hombres y mujeres, casi todos entre los 70 y 90 años. "Quería penetrar de alguna manera una intimidad negada". Las arrugas y el pelo cano no son muy diferentes de las de cualquier ser humano, pero sus ojos sí dejan ver las cicatrices de un episodio que marcó a fuego la historia reciente de la humanidad.

Para algunos, su testimonio del Holocausto se resume en dos nombres, los de sus padres, que murieron en un campo de concentración, para otros el de un hermano, para la mayoría es el milagro de estar vivos y la urgencia de que esto no se repita nunca más. Algunos optaron por el agradecimiento como Rubén Vodovoz, quien, a pesar de haber nacido en 1914, dice que tiene 58 años, porque decidió comenzar un nuevo conteo a partir de su llegada a Colombia.

Recordar no es fácil, no porque olviden, sino por todo lo contrario. Sus historias son dramáticas, como la de Ramón Blass, un judío francés al que un sacerdote católico ayudó a esconder pero luego le sugirió que se convirtiera para facilitar las cosas. El y su familia se fueron más al sur y allí los escondió otro sacerdote, un día no volvió y duraron casi dos años escondidos. Cuando salieron se enteraron de que su 'salvador' había sido ahorcado y le habían colgado un cartel: "Por ayudar a los judíos". O la historia del que estaba a punto de subir a un tren que lo llevaría directo a la cámara de gas y en ese momento los aviones aliados descargaron un montón de bombas y en medio de la confusión salvó su vida. O la de Inge Chaskel, que a los 16 años formó parte del grupo encargado de llevar a los niños judíos al barco que los llevaría a Inglaterra en lo que se conoció como kinder transport. Años después, tres de ellos se convertirían en premios Nobel. Ella conserva hoy el lazo y el cartón con el número con el que identificaban a los pequeños.

La minuciosidad de Diettes y la creatividad de Carlos Alberto González, su galerista, los llevó a escoger el Teatro Faenza como el espacio ideal para esta muestra. González tuvo la idea porque la arquitectura del teatro tiene que ver con la época en que sucedieron los hechos que evoca Diettes. Además, González encontró en su sugerencia el as bajo la manga para lanzar el primer evento de su proyectado museo Art Déco, que ya tiene casi listo y espera inaugurar el año entrante.

"El teatro es perfecto, está en obra es cierto, pero también tiene algo de ruina. Es un poco como en los tiempos de la guerra. Evoca esa destrucción y deterioro del ser humano", dice Diettes, observando cómo sus fotografías se alternan con las polvorientas sillas de uno de los escenarios más emblemáticos de Bogotá.

Para este trabajo esta artista caleña logró el apoyo de la comunidad judía, entre ellos el escritor Marco Schwartz, reciente ganador del Premio Norma de novela. Este barranquillero colaboró con un texto en el que habla del trabajo de Diettes y lo que él, como descendiente de judíos, recuerda de lo que le contaban sus familiares.

"Mucho se ha contado sobre el genocidio en el que murieron las dos terceras partes del pueblo judío. Bastante menos se sabe sobre la vida que llevaron después los supervivientes en sus países de destino. En ese sentido, el trabajo de Diettes posee un valor testimonial que va mucho más allá de cualquier consideración sobre la calidad de su hacer fotográfico, que en todo caso es excelente. No apela Diettes a sensiblerías fáciles o a imágenes escabrosas para cumplir su cometido, sino que lo hace con una fórmula sencilla y cargada de fuerza: una foto en primerísimo plano del superviviente y otra foto del brazo del personaje exhibiendo algún objeto simbólico, incluido, en algunos casos, el número tatuado de Auschwitz. Todos los hombres y mujeres que accedieron a posar tienen algo en común: esa mirada de serena tristeza que siempre observé en mis tías Etka y Anya, incluso cuando reían. Son miradas que parecen decirnos: ‘Yo conocí un horror que ninguno de ustedes ha vivido y no podrá comprender jamás’".

El trabajo de Diettes demuestra que la Segunda Guerra también pertenece a la historia local, que no es algo que se inventaron, como en la película Cortina de humo, los estudios de Hollywood, pues, sesenta años después, testigos de ese horror caminan por las calles de Bogotá, Barranquilla o Medellín.

ANDRÉS ZAMBRANO D.
Editor de cultura

Fuente: El Tiempo- Colombia

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