04 julio 2006

parashah: Parashát Balák, por Rav Daniel Oppenheimer - La Gran Evasión ("Trapitos al Sol")

Parashát Balák, por Rav Daniel Oppenheimer - La Gran Evasión ("Trapitos al Sol")
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Tuesday, 4 de July de 2006, 15:15
Parashát Balák
LA GRAN EVASIÓN
“Trapitos al sol”

por Rav Daniel Oppenheimer
Uno de los fenómenos al que nos fuimos acostumbrando los humanos que vivimos en el siglo XX y XXI, es la creciente exposición que tenemos unos frente a otros, dada la mayor movilidad que poseemos en horarios y velocidad, a raíz de la posibilidad de comunicarnos a través de la telefonía, el hecho que cada vez más personas pasamos a vivir una vida urbana, etc.
De esta manera nuestra vida particular se tornó más manifiesta y situaciones que solían ser privadas en el pasado, cobran estado público en el presente.

El “periodismo” no cesa de dar a conocer aspectos y detalles de la vida personal de cierta gente, aun cuando no es imprescindible para nadie saberlas, pues ese es el medio por el que “venden más”. Ya no hay nada que se pueda caratular como “indiscreción” y cuanto más osada la temeridad de lo que se publique, tanto más interesa a los lectores. Es así, que los programas que se dedican a difundir las intimidades de la gente, lograron que este flagelo se vea legitimado a través del “rating” más alto que poseen.

Si queremos, podemos intentar analizar cuáles son los motivos de tal curiosidad para conocer la vida de los demás. La curiosidad es un obsequio Di-vino, imprescindible para el desarrollo humano, pero en este caso, podemos intuir que mucha gente quisiera “vivir la vida del otro”, dado que muchos sienten que su propia vida es (injustamente) "sufrida", y siempre la imaginan ver “más verde” del otro lado del cerco.

Las conjeturas de lo que supone cada uno respecto a la vida del otro son ilimitadas. Pero, dentro de esas presunciones, está la posibilidad de alejarse de la realidad de uno mismo, que pesa y que demanda la responsabilidad de encarar los desafíos y vagar por lo que se imagina en la vida del otro: ¿qué mejor huida del compromiso que esta?

Por otro lado, vemos crecientemente que muchos aceptan hacer ostentación ante los demás. Progresivamente se va instalando en la mente colectiva que “uno no existe a menos que sea visto y reconocido por el resto”, y esta mentalidad ayuda a que haya una colaboración desde tantos ángulos para que se eliminen los vestigios de la privacidad.

La intromisión en la intimidad ajena por parte de terceros - por un lado, y la predisposición a exponerse por parte de quienes lo creen vital para su fama, reconocimiento o rédito económico por el otro, forman una especie de complicidad, asistida por los medios que viven de esto.

En Parshat Balak, encontramos al profeta midianita Bil’am bendiciendo al pueblo de Israel (en contra de su propia voluntad). En una de las bendiciones, al ver al pueblo de Israel asentado en el “orden de sus tribus”, y con las tiendas dispuestas de manera que desde la puerta de una de ellas no se pueda mirar dentro de la tienda del vecino, Bil’am recitó (Bamidbar 24:5): “Ma tovu ohaleja Ia’acov...” (¡qué hermosas son tus tiendas Ia’acov!). Claramente los Sabios nos quieren transmitir con este comentario la importancia y gravedad que envuelven la intrusión en la vida ajena y la intromisión en la intimidad de los demás.
Bil’am sabía que la nación Moav, que lo contrató para maldecir a Israel, no podría lograrlo, considerando las virtudes de Israel, y en particular la que acabamos de mencionar. Por lo tanto, aconsejó a los moabitas y midianitas exponer a sus mujeres para seducir a los hombres con la idolatría del culto al “baal peor” (Bamidbar 25:3). ¿A qué debe este servicio pagano precisamente este nombre? Pues los adoradores de ese culto “poarim”, se exhibían ante él (Talmud Sanedrín 106sonrisa. O sea, que estamos hablando de la “cultura del destape”, la falta de inhibición y recato - lo opuesto a una de las virtudes que exige la Torá.

Cuando nos referimos a la virtud de la discreción y la reserva, esto también tiene derivaciones en otras áreas.
En el Talmud Bava Batra se definen las medidas de la distancia establecidas por los Sabios entre construcciones lindantes de los vecinos, dado que la posibilidad de mirar dentro de la propiedad del otro se considera un daño.

Dentro de esta idea, no podemos omitir la prohibición del "espionaje comercial", o sea, descubrir secretos de la empresa competidora (aprovechando la inversión que realizaron los otros para luego quitarles la ventaja que ese conocimiento les proporciona). En el siglo X, el líder de la generación Rabenu Guershom me’or haGolá estableció un "Jerem" por el que se prohibe leer correspondencia ajena.

Los conceptos que acabamos de verter son difíciles de digerir en una sociedad que se caracteriza por su exhibicionismo y por demostrar públicamente que lo ve aceptable y adecuado (por acción o por omisión).

La pregunta obvia que surge en la mente de mucha gente al considerar lo que hemos expuesto, es: entonces ¿la Torá quiere que no me importe la vida del otro? - ¡¿Cómo debo hacer para ayudar a otra persona si desconozco lo que sucede en su ámbito íntimo, y no me solicita asistencia?!
Creo que la respuesta correcta es que en realidad cada uno ve lo que realmente quiere ver.

¿Dónde vemos eso?
En Pirkei Avot (5:22) se pone al patriarca Avraham en yuxtaposición con Bil’am Hay tres puntos que se mencionan allí. El primero (que nos es relevante en este contexto) es “ain tová” (el “buen ojo”). ¿Qué es el buen ojo, y cómo se lo manifiesta?
Avraham veía lo que tenía que ver: respecto a su esposa Sara, dice (cuando llegó a Egipto y su belleza se convirtió en un inconveniente) que “ata iadati” (Bereshit 12:11) ahora supe de la belleza que te caracteriza. Dado que había recato ("tzeniut shebeineihem") entre ellos (el amor que los unía no dependía del atractivo físico), el atractivo no había sido una cuestión para “ver”.
Pasaron transeúntes cerca de su tienda un día de sumo calor, a tres días de haber llevado a cabo su Brit Milá, ya avanzado en años. Avraham los vio, y los volvió a ver. (vaiar/vaiar Bereshit 18:2)). Hay un ver circunstancial, y hay una mirada que provoca acción, si se requiere.
D”s informó a Avraham que destruiría la ciudad de Sdom.
No era secreto para nadie qué sucedía en aquella ciudad. Eran años de maldad que le habían otorgado su mala fama.
Avraham no se dejó llevar por su pasión por la justicia (bien merecida por parte de los sodomitas, y con aval Di-vino) y pretendió hallar allí, alguna buena gente allí “ulai iesh jamishim tzadikim betoj ha’ir” (Bereshit 18:24 - búsqueda que terminó infructuosa).

El tema que tratamos hoy, da para mucho más. Sin embargo, nuevamente podemos percibir cómo la Torá nos demanda llevar una vida más noble, y que seguramente en muchos casos, este requerimiento nos hará nadar contra la corriente.
Sepamos, empero, que al obrar con esta cautela y moderación, estaremos elevando nuestras vidas a otro plano, y que las consecuencias directas de esta manera de proceder, nos llevará a una vida pura y sublime.
Es verdad: nos permitirá mirarnos más introspectivamente, pero justamente por eso, dejaremos de evadir enfocar la razón por la cual hemos sido puestos en este mundo.

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