Parashát Beshaláj, por Rav Menajem Abdeljak - El Man, y Boré Meoré Haésh de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Friday, 10 de February de 2006, 01:40 | |
Parashát Beshaláj EL MAN Y BORÉ MEORÉ HAESH por Rav Menajem Abdeljak Con la salida de Shabat, en la Habdalá, nos establecieron nuestros sabios decir la Berajá Boré Meoré Haesh (Que creó la luz del fuego). Esto se debe a que el fuego comenzó a existir recién a la salida del primer Shabat de la creación y no como parte de ella durante los seis días. Cuando Hashem creó el mundo, el primer día ya hizo la luz, mientras que sólo el cuarto vemos la creación de las luminarias. Dicha luz, nos explican nuestros sabios, era una luz tan especial que al ser cometido el pecado de Adam Harishón, el sexto día de la creación, Hashem decidió conservarla para uso exclusivo de los Tzadikim. Sin embargo, en honor al Shabat, Hashem sólo la quitó al finalizar el mismo. En ese momento, Adam se halló en la oscuridad y comenzó a pensar cómo iluminarla. Hashem lo inspiró y logró, frotando dos rocas, extraer el primer fuego de la historia. Pero aún no queda claro la necesidad de agradecer a Hashem por ello a diferencia del resto de la creación. Tal vez debamos también bendecir el lunes por las aguas, el martes por los vegetales, etc. Es decir, no vemos que nos hayan encomendado los Jajamim a hacer lo mismo el resto de los días de la semana. Explica Rabí Natán de Breslev en su libro Likuté Halajot que esto se debe a que el fuego, como lo hemos dicho anteriormente, no fue creado directamente por Hashem. En consecuencia, es el símbolo de la fuerza humana y de las aparentes leyes naturales fuera del control Divino. Es por eso, pues, que comprendieron nuestros sabios la necesidad de esta Berajá como reafirmación de nuestra convicción sobre la conducción y la intervención absoluta de Hashem sobre todo el universo y cada uno de sus detalles, aún en aquellos que aparentan ser obra humana. En esta Perashá leemos: Y dijo Moishe a Aarón: Toma una vasija y pon en ella un Omer de Man y colócalo delante de Hashem, para que sea guardado para vuestros descendientes. Como Hashem lo mandó a Moshé y Aarón lo puso delante del Arón Haedut para guardarlo. ¿Por qué guardarlo? ¿Qué mensaje implica esto? Veamos algunos de los aspectos que la Torá nos cuenta del Man. En primer lugar vemos que descendía diariamente, sin poder guardar de un día al otro. Y no sólo estaba vedado el almacenamiento, sino que aquellos que lo hicieron, no tuvieron éxito ya que se les alteró y se agusanó. Además, si alguien recogía más de la medida indicada o viceversa, igualmente no tenía ni más ni menos de un Omer por cabeza. Y en tercer lugar, al momento de salir a recogerlo, variaba según cada quién. Los Tzadikim lo hallaban en la puerta de sus carpas, los intermedios alrededor del campamento y los perversos más lejos aún. De la misma manera se dividían en tres grupos en cuanto a la presentación del Man: pan, masa y grano. (Talmud Iomá 75a) Es decir, por un lado vemos que Hashem les hacía llegar diariamente sus alimentos hasta la puerta y pronto para ingerir, sin necesidad de esforzarse. No obstante, algunos debían salir a buscarlo a la distancia y luego procesarlo. El sentido de esto es: Hashem prepara y tiene en cuenta el sustento de cada criatura desde las liendres hasta el más grande animal sin que para él esto implique al más mínimo esfuerzo y si algo falta, es por parte del destinatario. Aquel que sus méritos lo justifiquen, podrá percibir éste beneficio sin mayores esfuerzos, mientras que otros se esmeran y se desgastan para obtenerlo. Evidentemente, nosotros no tenemos suficientes méritos como para recibir todo servido de la mano de Hashem. Es debido a eso que necesitamos esforzarnos y destinar tantas energías para conseguir el sustento. Pero en todo momento, el jarrito del Man nos recuerda que los frutos no dependen de nuestra astucia sino de lo que Hashem decida y entienda a bien concedernos. Nadie recibe ni más ni menos de lo que le toca, como el Man. No hace falta pensar que va a pasar, como con el Man. Si nos cuesta, tiene relación directa con nuestra conducta, al igual que con el Man. Y por sobre todo, no nos olvidemos nunca que todo viene de la mano de Hashem., tal cual lo vimos claramente en el Man.
El día quince del mes de Shebat, más conocido como Tu Bishbat (TU = siglas de las letras: Tet, de valor numérico nueve y Vav, de valor seis = Quince), es el Rosh Hashaná de los frutos de los árboles. Para esta fecha, en el hemisferio norte, ya han caído la mayoría de las lluvias del año y comienza la savia a subir a los árboles. Los frutos que crecerán a partir de hoy, son considerados producto del nuevo año. Todos los frutos prontos hasta hoy, se diezmarán por un lado, mientras que los que los que maduren después de esta fecha, por otro lado. También de esta fecha dependen los años de Orlá. La Torá establece que los frutos del árbol no pueden ser ingeridos hasta tanto llegue a tres años de edad. Por lo tanto, si los frutos maduraron antes de Tu Bishbat, se le considera al árbol un año de edad a pesar que en la práctica haya sido plantado hace tan sólo meses. Leyes y Costumbres. Está prohibido ayunar y no se dice Tajanún ni en Shajarit ni en Minjá, como así tampoco en Minjá de su víspera. Éste día se acostumbra comer frutos de árboles. Favoritamente los nombrados en la Torá como los frutos bendecidos de Eretz Israel: Uva, higo, granada, oliva y dátil. (Debarim 8:8). También se prefieren las frutas oriundas de Eretz Israel, de cualquier clase. Universalmente, se procura conseguir la mayor cantidad posible de especies, por lo general quince. Hay costumbres de recitar los quince capítulos de Shir Hamaalot (Tehilim 120 al 134 inc.) antes de cada una de las especies. En caso de ser más de una quincena, se recitará por los primeros quince. Teniendo en cuenta que el Etrog (Fruto cítrico oriental. De las cuatro especies utilizadas en la festividad de Sucot) crece en el hemisferio boreal, es un día especial y oportuno para pedir por un buen Etrog para el próximo Sucot. |
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