20 octubre 2006

parashah: Parashát Bereshít, por Rav Daniel Oppenheimer - El Huésped que se parece al Anfitrión

Parashát Bereshít, por Rav Daniel Oppenheimer - El Huésped que se parece al Anfitrión
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Friday, 20 de October de 2006, 00:15
 Parashát Bereshít
EL HUESPED QUE SE PARECE AL ANFITRION

por Rav Daniel Oppenheimer

¿Tuvo huéspedes en su casa en alguna oportunidad? Pues, como ya hemos escrito en algún Ajdut, es una gran Mitzvá recibir y agasajar visitas tal como lo hizo nuestro patriarca Avraham. Pero hay una clase de invitados muy especiales: aquellos que se sienten “como en casa” muy pronto. Eso es muy bueno. Esta gente no tiene vergüenza y uno está satisfecho que los visitantes estén cómodos. Sin embargo, hay algunos que son aun más especiales: los que se sienten “los dueños” de su casa. Con ellos uno está contento si uno mismo se siente – aunque sea – como un huésped...
 
Esta semana comenzamos la lectura de la Torá a partir de Simjat Torá, reemprendiendo el estudio comenzando con el libro Bereshit. D”s mediante, que el año que viene podamos celebrar Simjat Torá, satisfechos por haber alcanzado una comprensión aun más profunda de la Torá. Para eso hay que esmerarse. Este es el momento de establecer para su estudio horarios fijos a fin de conocer mejor nuestra Torá en el año entrante.
 
Pues entonces, emprendemos con Bereshit. Trata el génesis del mundo material y del ser humano. Se puede estudiar muchos aspectos de la Creación de D”s en esta Parshá. Esta vez nos concentraremos en la particularidad del rasgo humano tal como fue creado por D”s. Varias veces se habla de la creación de Adam (Adán) y Javá (Eva). Nosotros tomaremos todas las citas de la Torá indistintamente (Bereshit 1:26-28, 2:7 y 21, 5:1-2) a fin de aclarar el tema.
 
D”s ya había incorporado a todos los seres vivos y demás seres que integrarían este universo en los primeros seis días de la Creación. Se hallaban todos los elementos físicos y químicos, los astros celestiales, los vegetales y los animales. Cuando todo estuvo en su lugar, D”s declaró: “Hagamos un hombre - Adam”. Este término no se refiere únicamente al hombre varón en exclusión de la mujer (el “nombre propio” del primer varón fue Adam), sino al título “hombre” en su nobleza genérica de ser humano que abarca al hombre y a la mujer. Por lo tanto, la Torá denomina a ambos “Adam”.
¿De qué origen proviene el título “Adam”? Hay quienes opinan que el propio Adam concibió este nombre (así como lo pudo hacer al definir con los nombres hebreos de los animales, el propósito cósmico que tiene cada cual en la creación de D”s), a raíz que su procedencia física es extraída de la tierra (Adamá). Esto puede ser considerado, por un lado, como un fundamento válido para la conducta moral de la persona. Nunca debe olvidar el hombre su origen modesto y su existencia efímera: “de tierra eres y a la tierra volverás” (Bereshit 3:19). De modo similar lo expresamos también en la Tefilá “Unetané Tokef” de Rosh haShaná.
Por otro lado, sin embargo, no es muy laudatorio del género humano tener un título que hable solamente de su extracción física, pues esa es precisamente la proveniencia que comparte con los animales (Bereshit 2:19), quienes no gozan del Espíritu Di-vino que los torna Eternos (Kohelet 3:21). El nombre “Adam”, en cambio, señala su aspecto moral. Tal como D”s había enunciado previo a su creación, el hombre sería formado “beTzalmeinu, kiDmuteinu” (con nuestro raciocinio y con capacidad de asemejarse a D”s). Dado que el objetivo humano consiste en parecerse éticamente a su Creador (adamé leElión, en hebreo = me pareceré), el nombre Adam destaca exactamente esa cualidad (R.Sh.R. Hirsch sz”l).
 
La Torá hace hincapié en ilustrarnos ver la creación dual del ser humano: “Y formó D”s al hombre, polvo de la tierra, e insufló en él el Alma de Vida, y el ser humano se convirtió en ser vivo”. Polvo y Alma. El polvo vuelve a su origen con la muerte física del hombre justo. El Alma retorna a la Fuente de la cual ha sido formada (Kohelet Cap. 12:7)
El Alma dentro del cuerpo humano es paralela a lo que D”s es al mundo: “del mismo modo en que D”s llena el mundo, así el alma llena el cuerpo; del mismo modo en que D”s Ve y no Es visto, así el alma; del mismo modo en que D”s sustenta el mundo, así el alma alimenta el cuerpo; del mismo modo en que D”s es Puro, así también el alma; D”s Habita lo recóndito del mundo, y así el alma en el cuerpo: Que venga aquella que posee estas cinco virtudes y elogie a Quien Posee estas cinco” (Talmud, Brajot 10.). En esto consiste la Semejanza Di-vina a la que hicimos alusión (Gaón de Vilna).
 
Si analizamos de cerca el versículo que acabamos de citar, podremos concluir, asimismo, que el ser humano – a diferencia de los animales - se convirtió en un ser vivo únicamente después de haber percibido el alma Di-vina, lo cual lo convierte en superior a todos los impulsos animales, y lo cual lo convierte en un ser libre dotado de la habilidad de regir sobre todo lo que es terrenal en él. (R.Sh.R. Hirsch sz”l) “Quien sopla, emite lo que existe ya en él” – dicen los Sabios, lo cual significa que mediante este carácter de creación D”s le brindó al hombre algo de Su esencia, que es la libertad moral absoluta.
 
No debemos menospreciar el significado del objetivo de parecerse a D”s (lo cual nos puede aparentar un tanto abstracto, pero que en realidad posee implicancias muy concretas en el control de nuestras inclinaciones y en el trato con nuestros congéneres). El Midrash Rabá (Vaikrá cap. 24), en relación al versículo de la Torá que nos ordena ser santos (Vaikrá 19:2), indaga: “¿Tal como Yo (D”s)?” y responde: “Pues Yo soy Santo” – “(por lo tanto), Mi Santidad es superior a la que se exige a ustedes (el pueblo de Israel)”. El Rav Jaim Shmuelevitz sz”l (en Sijot Musar) destaca que de la misma sugerencia del interrogante del Midrash que mencionamos, por el que hubiese pensado que la exigencia de D”s es que seamos tan santos como él, se desprende que tal requerimiento sería algo “razonable”. Esto habla de la envergadura de lo que el Midrash nos cree capaces: ser Santos como D”s (Quien no está limitado por las restricciones tendenciosas humanas). Al mismo tiempo, esto no solamente representa una obligación, sino que es un privilegio y una recompensa: no hay mayor premio para el alma que aquel por el cual llegue a estar cerca de la Esencia de D”s y efectivamente de eso se trata la retribución que recibe el alma después de morir físicamente (Derej HaShem de R. Moshé Jaim Luzzatto Cap. 1:2:2) .
 
Uno se puede preguntar: ¿Porqué el ser humano aparece último en la escena de la creación? A esto hay al menos dos respuestas que no se cancelan mutuamente: una razón posible es que si el hombre se tornara arrogante, se le amonesta diciendo que hasta el más pequeño de los insectos le precedió en este contexto universal. Al mismo tiempo, el ser humano debe entender que si toda la creación le antecedió, esto se debe a que él es el Actor principal de quien depende el bienestar de todos los demás (como un “director de orquesta”). Esto le hace ver la gran responsabilidad de lo que le incumbe. Puede llegar a ser el causante de la total destrucción - como aconteció en la época del diluvio y, contrario sensu, puede llegar a presidir la convocatoria a que se manifieste la Gloria Di-vina en este universo.
Esto también responde a otra diferencia que hay entre el resto de la creación y la formación del ser humano: en todos los casos, una vez que fueron creados, D”s los declaró “Tov” (p.ej. Bereshit 1:4). Tov no es simplemente “bueno”, en términos relativos, sino “perfectos” respecto a su función. Cada elemento y cada ser son perfectos y poseen todas las características que requieren para cumplir su función – y no hay nada para agregarle a como D”s los hizo. No así el hombre. Él aun debe volverse Tov mediante sus buenas acciones. (Sefer HaIkarim de R. Iosef Albo)
¿Nos extraña observar que el hombre haya decaído y que su conducta se haya envilecido – frecuentemente - hasta parecer peor que los animales? Esto no es una falla en el modo de su formación “pues D”s hizo al hombre íntegro y ellos persiguieron muchas intrigas” (Kohelet 7:29).
 
Ud. vuelve a cuestionarse: ¿Porqué D”s habla en plural al referirse a la Creación del hombre que está por ocurrir (“Hagamos un hombre” – Bereshit 1.26)? ¿A quién, acaso, participaría de esa creación? – ¿no es Él, el Creador Único?
A esto, los Sabios también le dieron respuesta (citado en Rash”í). Efectivamente, el versículo siguiente menciona que D”s creó (en Singular) al hombre. Salvo que antes de crearlo “consultó” con los ángeles acerca del beneficio de este próximo paso. “¿Para qué?” – se pregunta Ud. Para que aprendamos nosotros, los hombres, a consultar aun con nuestros subalternos al tomar decisiones que afectarán su vida o su labor. Es posible que no podamos acomodar todas sus opiniones. Tampoco los ángeles estuvieron conformes con la determinación de D”s. Sin embargo, D”s no perdió la oportunidad de enseñarnos a ser humildes – y compartir las decisiones con quienes se pueden ver concernidos o perjudicados por ellas. (Para que no hubiese lugar a equivocarse – entendiendo hipotéticamente que habría la posibilidad de más de un Creador, el próximo versículo aclara categóricamente que “D”s creó al hombre a Su imagen...”)

Habíamos comenzado este Ajdut hablando de los huéspedes. ¿Qué clase de huéspedes somos nosotros en este mundo? Ya hemos mencionado que fuimos creados a imagen del Anfitrión. ¿Reconocemos quién es el Posadero y quién el huésped? ¿Le permitimos el lugar que Le corresponde en Su casa? Pues si tomamos conciencia de este aspecto de nuestra vida, entonces seremos buenos huéspedes – y nos podemos sentir en casa – sin vergüenza”


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