Parashát Bereshít, por Rav Daniel Oppenheimer - Analizando aquel primer homicidio de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Friday, 20 de October de 2006, 00:09 | |
Parashát Bereshít Analizando aquel primer homicidio por Rav Daniel Oppenheimer Lamentablemente vivimos en una sociedad violenta. Dentro de esa violencia (gran parte de la cual es verbal y emocional) que se traduce en actos agresivos físicos, entre los cuales encontramos la tortura y el homicidio, el deseo de herir a otra persona manteniéndola en vida o querer hacerla desaparecer. Tantos casos escuchamos por relatos de primera persona o de los medios de comunicación, hasta que llega el momento en que perdemos la sensibilidad hacia estos flagelos y los consideramos parte integrante de la vida, deseando que nunca nos toque a nosotros o a los que están cerca nuestro. De ahí, el continuo clamor por la falta de seguridad en ciertos estratos de la sociedad. Sin duda, que cada agresión tiene sus propios motivos y no comienza ni termina en el acto agresivo en si. Si bien no deben servir de pretexto que lo convalide, existen muchísimos factores previos en la vida del agresor y del agredido que llevan a cada acción violenta. El común denominador en casi todos los casos de homicidio es el menosprecio por el valor de la vida. Cuando nos referimos al "valor de la vida" pensamos en el potencial inestimable que posee todo ser humano en cada momento, mientras el aliento lo acompaña. ("Kol haNeshamá... - por cada vez que respiramos, Te agradecemos - D"s). ¿Resulta extraño que en esta primer lectura de la Torá encontremos un homicidio perpetrado entre dos hermanos que nacieron de los primeros padres de la humanidad - Adam y Javá (Eva)? Sin embargo, sepamos que todas las historias que nos relata la Torá en el libro Bereshit (Génesis) son para enseñarnos acerca de las características humanas, para conocer nuestros puntos fuertes y débiles y cumplir con nuestra tarea Di-vina adecuadamente. Así nos dice la Parshá de esta semana: "Zé Sefer Toldot haAdam..." (Este es el relato de los acontecimientos de la humanidad...), a lo cual explica el Talmud que es un "Klal Gadol", una regla importante para comprender el contexto en el cual se debe cumplir la Torá. Es decir, que no se pueden comprender las leyes de la Torá sin entender previamente la naturaleza del hombre que las debe obedecer. Pues entonces, no se trata en Bereshit de historias exóticas de "seres primitivos" (justo por el contrario, los Sabios consideran a Adam, el primer hombre, como uno de aquellos que tuvieron el conocimiento más profundo de la esencia de la vida). Tampoco se nos pide que juzguemos sus acciones, pues vivimos en condiciones totalmente distintas a ellos (como así también a las condiciones de vida de gente de hace apenas una generación). Cuando los Sabios analizan los relatos de la Torá, lo hacen con el objetivo de mostrarnos los rasgos y actitudes que compartimos con los personajes bíblicos a fin de aprender a conocernos mejor a nosotros mismos y poder así conducirnos de acuerdo a la ley de la Torá. Volvamos entonces a la historia del homicidio de Hevel. Ya en su nacimiento, la madre, Javá, le había puesto el nombre Caín a su hijo mayor haciendo alusión a "Kaniti" = he llegado a poseer. Dos cosas. Una, tomemos conciencia que los nombres influyen sobre el carácter de los niños. El nombre de la persona es su identificación y los padres expresan mediante el nombre sus ideales y el modelo de vida que proponen a su hijo. Puede ser un nombre de un antepasado, cuyos pasos se espera sean un ejemplo para el joven, o, por otro lado, puede ser un nombre que "esté de moda", lo cual también es un mensaje... Segundo, aunque muchos padres no lo admitan públicamente, expresan con sus actos aquel mismo sentimiento que manifestó Javá respecto a "poseer a su hijo". No somos dueños ni de la vida, ni del futuro de nuestros hijos. Sí, en cambio, tenemos la no fácil tarea de educarlos. En última instancia, si hemos sido un buen ejemplo para ellos en todo sentido (con sus actos, en muchas instancias demuestran ser los más implacables fiscales) y los hemos instruido y adiestrado para ser buenas personas, podemos rezar a D"s que nos permita sentir esa satisfacción (Najat) de verlos seguir siendo personas judías rectas. No obstante, la elección de vida será de ellos. Cain heredó ese deseo de poseer todo. Literalmente todo. Ver que su hermano Hevel compartiría el mundo con él, no lo dejaba vivir en paz. No faltan ejemplos en el Tana"j de personas que eran muy adineradas y a quienes el apetito de "algo más" les provocó la caída. Hamán no toleró el hecho que Mordejai no se prosternara ante él, aun cuando todos los demás lo hacían. El rey Aj'av permitió que se matara a su primo Navot quien no quería venderle su viñedo, y luego tomó posesión de él. La cosa se puso peor cuando Hevel no se sintió representado con la ofrenda que ofreció Caín, el primogénito, ante D"s, porque era deficiente en calidad e intención. Cuando D"s mostró la aceptación de la ofrenda superior de Hevel, la cual, a su vez, manifestaba su cualidad positiva de austeridad en sus ambiciones personales, Caín expresó su sentimiento que "Let Din veLet Daián" - "No hay justicia (en este mundo) y no hay Juez". Da lo mismo ser justo o no serlo... Lo peor de Caín, no fue su frustración de lo que había sucedido (VaIjar leKain meod), sino su falta de voluntad en resolver su futuro (VaIplú panav). (R.Sh.R.Hirsch sz"l). Caín hizo lo mismo que tantos otros en situaciones similares. Al no tener la voluntad de corregir su situación buscando la falencia en sí mismo, Caín salió a la pesquisa del "culpable". ¡Y quién podía ser más culpable que Hevel - aquel que puso de manifiesto su debilidad! Sepa, querido lector, que la mayoría de las veces en las que nos parece que el culpable de nuestro dolor es un tercero, en realidad estamos mirándonos en un espejo. Fue así que Caín eliminó a Hevel después de una discusión de la cual la Torá no nos relata cuál fue (existen tantos temas para polemizar - para aquel que quiere pelearse - que nos es indistinto cuál fue el pretexto que desencadenó el homicidio). Es importante destacar que al igual que después del pecado de Adam, D"s no incriminó directamente a Cain por lo que había hecho. Tanto en Adam (a quien le cuestiona acerca de "Aieka - dónde se encontraba", después de comer del fruto prohibido), como en Cain (a quien le preguntó acerca del paradero de Hevel), D"s comienza la conversación de manera que el interlocutor pueda reflexionar sobre lo que acababa de hacer mal ("Lehikanés imó bidevarim - entrar en conversación").D"s es el Educador de la humanidad. Mediante ciertas reglas que El implementa para no ponerse en evidencia en la vida de los hombres, D"s nos conduce a situaciones en las cuales podamos evaluar nuestras acciones y corregirlas. El error es posible por el libre albedrío, pero el castigo es evitable. En ambos casos, en Adam y en Caín, decidieron inicialmente no aceptar la propuesta y no hacerse cargo de su acción. Recién después que Caín se vio enfrentado con las consecuencias del homicidio, el castigo de ser para siempre nómada, sin tener acceso a su "propiedad" que tanto ansiaba, se arrepiente y le responde a D"s que el castigo será difícil de sobrellevar. Aun así, D"s le perdonó. Sin embargo, la Teshuvá (arrepentimiento) no es la misma cuando surge del miedo al castigo que cuando proviene del reconocimiento del mal en sí. Como dijimos antes, nuestra propia historia es distinta a la de los personajes de la Biblia, pero las actitudes hacia las frustraciones con las que nos encontramos y la mirada hacia nuestros errores, cuales fuesen, no distan de tener rasgos muy similares. ¿Cuándo vamos a aprender? |
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