06 agosto 2006

Kolót: (para comprender desde otro flanco lo que está sucediendo) La ³política profética² se impone en las Relaciones Internacionales

(para comprender desde otro flanco lo que está sucediendo) La ³política profética² se impone en las Relaciones Internacionales
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Sunday, 6 de August de 2006, 19:04
 
La ³política profética² se impone en las Relaciones Internacionales
 

de La Nación
 
Es menos un regreso a la ortodoxia religiosa que una explosión de
neo-ortodoxias

En su última edición, la revista norteamericana Foreign Policy analiza la
creciente influencia de las religiones en la política internacional y señala
que la modernidad, lejos de debilitar los sentimientos religiosos, los ha
potenciado. La novedad es que el actual surgimiento de la fe es menos un
regreso a la ortodoxia religiosa que una explosión de neo-ortodoxias
socialmente activas y dinámicas. La revista advierte que las neo-ortodoxias
más radicales pueden causar un cortocircuito rápidamente en el sistema
democrático obteniendo el poder y excluyendo después a los no creyentes. Por
Yaiza Martínez.

El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, con el Corán. La historia moderna
parecía abocada a un laicismo generalizado pero, cada vez más, los sistemas
políticos del mundo ven cómo Dios o los radicalismos religiosos se
introducen en decisiones, partidos y demás organizaciones políticas, señala
la revista Foreign Policy.

Foreign Policy (FP) es una revista fundada en 1970 que incluye entre sus
lectores a algunos de los líderes más influyentes en las empresas, los
gobiernos y otras áreas profesionales de Estados Unidos y de más de 160
países. Además de la edición en inglés, se publica en árabe, español,
francés, italiano y turco. Foreign Policy ha ganado los principales premios
de la industria editorial, incluyendo el "National Magazine Award" otorgado
por la asociación norteamericana de editores.

En su última edición, FP señala cómo el residuo aparentemente olvidado de lo
divino renace de sus cenizas para remover conciencias y para captar adeptos
y votantes, aprovechando los logros de la modernidad para conseguir sus
objetivos.

Nueva corriente

Desde la victoria de Hamás en las últimas elecciones de Palestina, hasta la
invasión de los evangelistas en la política estadounidense, se están dando
toda una serie de hechos a nivel mundial que señalan que existe una
corriente cada vez menos soterrada de lo que estos especialistas han dado en
llamar ³política profética², una corriente que ha ido tomando fuerza en las
últimas décadas, señalan al respecto Timothy Samuel Shah y Monica Duffy
Toft.

Los grupos religiosos son cada día más competitivos y cuando la gente,
frente a la democracia, debe elegir entre lo sagrado y lo secular, elige la
fe. Parece así que ³Dios está en racha²: renacimiento chií, luchas
religiosas en Irak, lucha contra el apartheid sudafricano liderada por
prominentes líderes cristianos, o poderío evangelista en las elecciones
presidenciales de Estados Unidos de 2004, hacen pensar que la democracia no
aleja del poder a los activistas religiosos, sino que, por el contrario,
incrementa el alcance de estos movimientos políticos proféticos. Quizá
surjan de la democracia, pero tal vez eso no los vuelva menos violentos,
señalan Shah y Toft.

En 2001, los secuestradores de los aviones que arrasaron las Torres Gemelas
de Nueva York lo hacían gritando ³Dios es grande². Así transformaron la
política mundial. "Estamos viendo cómo cada día más pueblos de todo el mundo
se encaminan en masa hacia un punto: el Dios Todopoderoso", declaró
Ahmadineyad en una reciente carta al presidente Bush.

En la modernidad, vuelta a la fe

Por tanto, el mundo actual parece un lugar acogedor para las creencias
religiosas, a pesar de que ahora es más moderno que nunca: disfruta de mayor
libertad política, más democracia y más educación que quizás en ningún otro
momento de la historia. Esta situación, al contrario de lo que se pensaba
hace unas décadas, no ha hecho que los países se vuelvan más laicos: los
diferentes tipos de fe han aumentado en todo el mundo y las mayores
religiones se han expandido a un ritmo que supera el del crecimiento de la
población global.

A comienzos de 1900, un 50% de la población mundial era católica
protestante, musulmana o hindú. A principios del siglo XXI, este porcentaje
ha alcanzado hasta casi el 64%, y la proporción podría estar próxima al 70%
en 2025.

Además, no sólo se está extendiendo la observancia religiosa, sino que los
fieles se están volviendo más devotos. Los países más populosos y de
crecimiento económico más rápido del mundo, incluyendo Estados Unidos, están
siendo testigos de un notable incremento de la religiosidad. En Brasil,
China, Nigeria, Rusia, Suráfrica y EE UU, el sentimiento religioso se hizo
más vigoroso entre 1990 y 2001.

El regreso de Dios con la aparición de la tecnología

¿A qué se debe el regreso de Dios? Según los autores del artículo, en gran
parte a la expansión global de la libertad: gracias a la tercera oleada de
democratización que se produjo entre mediados de los 70 y principios de los
90, así como otras más pequeñas de libertad que han tenido lugar desde
entonces, en decenas de países se le ha dado oportunidad a la gente de dar
forma a su vida pública de maneras que eran inconcebibles en los 50 y los
60. A medida que ejercían sus nuevas libertades políticas, surgió un patrón.

Así, lejos de erradicar la religión, la modernización ha creado una nueva
generación de movimientos inteligentes y adeptos a la tecnología, incluyendo
el protestantismo evangélico en Estados Unidos, la hindutva en India, el
salafismo y el islamismo wahabí en Oriente Medio, el pentecostalismo en
África y Latinoamérica, y el Opus Dei y el movimiento carismático en la
Iglesia católica. La religiosidad más dinámica hoy día no es tanto una
"religión de los tiempos antiguos" como radical, moderna y conservadora. El
actual surgimiento de la fe es menos un regreso a la ortodoxia religiosa que
una explosión de neo-ortodoxias.

Un denominador común de estas neo-ortodoxias es el despliegue de
organizaciones sofisticadas y con capacidad política que coordinan de forma
efectiva instituciones especializadas, así como las últimas tecnologías para
reclutar a nuevos miembros, fortalecer las conexiones con los antiguos,
prestar servicios sociales e impulsar sus intereses en la esfera pública.
Las comunidades religiosas también están desarrollando unas notables
capacidades transnacionales, apelando a gobiernos extranjeros y a organismos
internacionales que consideran simpatizantes de su causa.

Casi la mitad de las guerras son religiosas

En la actualidad, las neo-ortodoxias pueden emplear de forma efectiva las
herramientas del mundo moderno, pero ¿hasta qué punto son compatibles con la
democracia actual? Después de todo, los radicales religiosos pueden causar
un cortocircuito rápidamente en el sistema democrático obteniendo el poder y
excluyendo después a los no creyentes.

También es peligroso que la religión politizada pueda provocar un conflicto
civil. Desde 2000, el 43% de las guerras civiles han sido religiosas (sólo
un cuarto fueron inspiradas por la religión entre los 40 y los 50). La
ideología religiosa extremista es, por supuesto, una motivación de primer
orden en la mayoría de los ataques terroristas transnacionales.

Y aunque el balance no es totalmente negativo, dado que la religión ha
movilizado a millones de personas para que se opusieran a regímenes
autoritarios, para que inaugurasen transiciones democráticas, para que
apoyaran los derechos humanos y para que aliviasen el sufrimiento de los
hombres, lo cierto es que los movimientos religiosos de hoy día podrían no
tener tanto éxito en la promoción de la libertad sostenible.

La creencia de que los brotes de religión politizada son desvíos temporales
en el camino hacia la secularización era plausible en 1976, en 1986 o
incluso en 1996. Hoy día, este argumento es insostenible. Como marco para
explicar y predecir el curso de la política global, el secularismo es cada
vez menos sólido. Dios está ganando la batalla en la política global. Y la
modernización, la democratización y la globalización solamente le han hecho
más fuerte, según Shah y Toft..



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