Refugios de argentinos en los dos lados de la frontera de Fabian Spagnoli - Sunday, 6 de August de 2006, 13:07 | |
Muchas familias en Medio Oriente tuvieron la posibilidad de volver al país y lo hicieron, pero otros, por distintas razones, decidieron quedarse y vivir la guerra desde adentro. Muchos argentinos que viven en Israel o en el Líbano tuvieron la posibilidad de volver al país y lo hicieron, pero otros, por distintas razones, decidieron quedarse y vivir la guerra desde adentro. Gloria Vázquez es una médica cordobesa que vive desde hace casi cinco años en la ciudad israelí de Nahariya, donde decidió permanecer por su trabajo y porque ella y su familia ya tienen su vida instalada allí. Lo mismo decidió Fadi el Shaer, un odontólogo, también cordobés, que vive en Beirut, en el Líbano, desde 1994. A pesar de vivir en distintos países, sus vidas hicieron un giro al mismo tiempo. Desde hace tres semanas, cuando comenzaron los bombardeos entre el ejército israelí y Hezbollah. Gloria Vázquez, su esposo y sus tres hijos pasan sus días en un refugio subterráneo junto con otra familia argentina. El lugar, que está debajo del edificio donde viven, tiene un salón grande -usado como dormitorio, cocina y sala de estar-, un salón más chico -donde ubicaron las computadoras- y dos baños. "De a poco fuimos bajando nuestras vidas acá, al refugio", contó Gloria Vázquez, vía telefónica. Desde ese día, hace tres semanas, conviven allí diez personas. Para sentirse "más en casa" bajaron la línea telefónica, conectaron Internet y la televisión, llevaron sus camas y los juegos de los chicos. Un día en el refugio La vida en el refugio es casi siempre igual. "Rezamos prácticamente toda la mañana. Al mediodía, desde la municipalidad, nos traen la comida, ocupamos el tiempo en la computadora y vemos televisión. Los grandes tratamos de ver las noticias cuando los chicos duermen para no estar todo el tiempo pensando en lo que nos está pasando", explicó Vázquez, y contó que todos, grandes y chicos, juegan juntos "para pasarla lo mejor posible". Además, relató que, por la noche, los chicos se duermen y los mayores se quedan despiertos hasta las 3 o 4 de la mañana. "Es muy difícil dormir", transmitió. Cómo lo viven los más chicos "Tratamos de que los chicos lo tomen lo más natural posible, aunque esto de natural no tiene nada, por eso bajamos su vida acá", contó Vázquez, una pediatra de 46 años. Ana, de 15 años, suele chatear con sus amigas de la Argentina y de Israel. A Juan, de 14, lo visita un profesor de religión, ya que septiembre empezará a estudiar en un seminario para ser rabino. La más pequeña, Mavi, de 9, muestra sus mejores dotes como artista con muestras de dibujos y pinturas. Además, relató que se apoyan mucho en la religión y que eso los ha fortalecido. "Tratamos de decirle que Dios sabe por qué hace las cosas. Dios nos pone en algún momento, en algún lugar y por algo es", transmitió. Del otro lado de la frontera, la vida de los civiles es muy parecida. El temor a los bombardeos se vive de la misma manera. El mismo miedo en El Líbano Fadi el Shaer, de 42 años, está casado con una libanesa, tiene un hijo recién nacido y trabaja en su propia clínica. Desde que comenzaron los ataques, debió irse, junto con su familia, a su casa de verano que tiene en la montaña, a 1500 metros de altitud, a unos 60 km de la capital libanesa. "Desde la montaña escuchamos cuando la aviación está por bombardear. Yo trato de bajar uno o dos días a la semana a atender en mi clínica los casos más urgentes, nada más", contó. "Hay pueblos arrasados" Por vivir en la parte católica de la ciudad puede transitar por las calles, pero debe tomar recaudos. "La vida cotidiana cambió. Como odontólogo no trabajo más, sólo un día por semana. No hay puentes, no hay caminos, hay pueblos arrasados. Por la falta de comunicación, nuestra vida diaria se complica porque cada vez la nafta es más escasa y los camiones que transportan comida temen ser bombardeados", transmitió Fadi el Shaer. Bombardeos A pesar de no recibir ataques directos en la parte de la ciudad donde viven, escuchan la ofensiva. "El 12 de julio empezaron los bombardeos, estábamos en Beirut, a un kilómetros del barrio que fue bombardeado y no pudimos dormir en toda la noche. La frecuencia de los bombardeos era de segundos. Uno oye los bombardeos de los aviones y la respuesta de Hezbollah, no sabe diferenciar cuál es cuál. Es algo contínuo", explicó. Fuente: La Nacion.- |
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