21 febrero 2006

parashah: Parashát Mishpatím, por Rav Daniel Oppenheimer - El dinero... y yo

Parashát Mishpatím, por Rav Daniel Oppenheimer - El dinero... y yo
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Tuesday, 21 de February de 2006, 21:22
 
Parashát Mishpatím
El dinero... y yo

por Rav Daniel Oppenheimer

En el número anterior (“No robarás”), hemos comentado acerca de ciertos alcances que posee en la Torá la prohibición de robar.  Sin duda que el tema da para mucho más.  Esta semana, leemos en la Torá acerca de la responsabilidad que le incumbe a aquel que dañó, de resarcir a la víctima por los perjuicios ocasionados.  Nuevamente, encontraremos que la Torá es sumamente estricta al exigir que el agresor indemnice totalmente aquello que ha trastornado.  Esto se refiere tanto a pérdidas monetarias, como así también a lesiones físicas.
Encontramos en la lectura de Parshat Mishpatim, que aquel que golpeó u ocasionó una herida al otro debe pagarle por uno o varios de los siguientes conceptos, según el golpe en cuestión:
“Nezek”: es el pago por el daño permanente producido al compañero,
Shevet”, es el resarcimiento por el tiempo que la víctima no pudo trabajar,
“Tza’ar” es la compensación por el dolor del golpe o la herida,
“Ripui” es el reembolso de los gastos médicos, y
Boshet” es la restitución que desagravia la vergüenza que sufrió la persona luego de ser agredida
 
Todo esto que acabamos de mencionar es a grandes rasgos, pues el Talmud en el tratado de Babá Kamá explica minuciosamente cómo se _evalúa el daño ocasionado en cada caso.
 
No sólo se debe pagar por los daños a personas, sino que están incluidos los daños a la propiedad del prójimo.  No sólo es responsable la persona por el daño que ocasionó él mismo, sino que debe resarcir al otro por el daño que ocasionaron sus bienes que no estuvieron debidamente cuidados.  Si sus animales destruyeron en la manera habitual de hacerlo (por ejemplo, comieron de la cosecha del vecino), debe pagar por todo el daño.  Si dejó un fuego desatendido y éste se desplazó al campo del vecino causando destrucción en su camino, pues debe pagarlo todo.  Si cavó un pozo en una zona pública y causó daños, también en ese caso debe indemnizar a la víctima por sus daños.
 
La Mishná en Baba Kamá agrega a todo esto, que “Adam mu’ad le’olam”, es decir que la persona está permanentemente advertida y no puede excusarse con el pretexto de haber estado distraído o dormido cuando hizo el daño.
 
Asimismo, vemos en esta lectura semanal acerca da la responsabilidad que tiene quien está encargado de cuidar un bien ajeno (lo recibió prestado o lo recibió para hacer alguna reparación), si éste se pierde o destruye.  De acuerdo al caso, si recibiera algún beneficio indirecto o un pago por estar a cargo de dicho bien, puede llegar a ser responsable del daño que ocasionaron terceros - o no, si hubiese fuerza mayor.  No obstante, en todos los casos, si hubiese sucedido una “P’shiá” (descuido en la protección del objeto que se le dio para cuidar o utilizar) por parte de la persona responsable (o, mejor dicho, irresponsable) de cuidarlo, el encargado deberá hacerse cargo de pagar lo que se perdió.
 
En todos los casos que hablamos, no se modifica la ley si el daño fue ocasionado a un particular o al bien común, p.ej.  los objetos son del estado o el de una comunidad, consorcio, escuela, etc..  Curiosamente, solamente está exento aquel que dañó cosas que le pertenecen al “Kodesh” (santuario).  Es interesante notar, que en el Talmud se declara repetidamente que D”s tiene “lástima” por el dinero (=los bienes) de Israel.  ¡Qué bueno sería si tuviésemos nosotros aquel mismo criterio!  Es más: a D”s no le faltan recursos para compensar a una persona lo que le quitaron, y , aun así, no quiere que suframos dolor al carecer del dinero que nos costó tanto juntar...
 
Esto se advierte claramente pues si bien no hay un límite de cuánto uno debe estar dispuesto a perder para evitar transgredir una prohibición, sí existe un límite respecto a las Mitzvot activas (para mayor información halájica, se debe consultar una autoridad rabínica, aquí sólo queremos destacar el concepto en sí).
 
¡Cuánto sentimos que el dinero es nuestro y cuánto nos cuesta desprendernos de él!  El Talmud afirma, a su vez, que la mayoría de las personas incurren cotidianamente en prácticas que se asemejan al robo.  (Pues no distinguen claramente entre lo propio y lo ajeno, ni se preocupan por el daño que ocasionen a otros como si fuese propio)
 
En la escuela me enseñaron que el dinero sirve como “medio de canje” para poder comprar y vender con más facilidad, y como “común denominador de todos los bienes y servicios” para expresar el costo de las cosas.  Todo esto es teoría.  En la práctica la gente juzga a los demás por el dinero que poseen y el público en general busca su seguridad en el dinero.  Nuestra sociedad convirtió así al dinero en el eje central de su razón de ser y de su quehacer diario.
 
El Midrash en B’amidbar explica el porqué de las distintas denominaciones del dinero de aquella época.”Zuz” (de mover) pues se mueve de mano en mano.  “Mamón” (de “moné”=contar), pues la gente se pasa el tiempo contándolo.  “Ma’ot” (de “Me’et le’et” = de un día al otro) pues nunca permanece demasiado tiempo en las manos del mismo dueño.
¿Quiere hacer Ud.  una encuesta? Pregúntele a los encuestados que adquieren un billete de la lotería: “¿Qué haría Ud.  si se ganara los $10 millones?”
Se sorprenderá de las respuestas.  Comience indagándoselo Ud.  mismo...  En la Torá, no obstante, no somos más ni menos a causa del dinero que poseamos.  Yo soy yo, y la plata, es la plata...
 
El Mashíaj se describe en el Tana”j como un “Aní rojev al jamor” (un pobre montado sobre un burro). “Pobre” significa que será modesto. “Montado”, quiere decir que estará en dominio absoluto del “jamor” que, no sólo significa burro sino todo lo material (jomer = materia). Es decir, que se trata de una persona a quien lo material no le afecta pues para él, la materia está totalmente sumisa al espíritu del servicio a D”s que es lo trascendental.
 
“No por esfuerzo ni con el poder, sino por Mi espíritu’ - dice el Se-ñor de las Hues-tes”. Hay quienes creen que el valor del ser humano reside en su capacidad por generar dinero. El profeta afirma lo contrario. Ni el poder, ni las posesiones. Esas vienen y van de acuerdo a lo que D”s dispone (y nos prueba). ¡Si sólo fuésemos lo suficientemente éticos para utilizar correctamente lo que nos brinda! En el judaísmo, el valor del ser humano nunca estuvo indexado a lo que había en su bolsillo.
 
Se cuenta que cuando Alejandro Magno intentó pesar un ojo humano, se encontró con que excedía en peso a todo lo que pusiera del otro lado de la balanza.  Le explicaron los Sabios que nada alcanza a satisfacer el ojo humano.
“Un ojo puede ver muy lejos, mas una pequeña moneda puede cubrir toda su visión”, dijo un gran Sabio judío.
 
El Rabino Jaim Goldberg es una de las personas que más goza de la confianza de la gente. A través de los años ha distribuido millones de dólares de Tzedaká a los necesitados en Israel. Para lograrlo debió en muchas oportunidades emplear su ingenio y sentido común. No faltan en Ierushalaim las personas quienes creen que al haber otros en peor condición, no deben aceptar dinero de Tzedaká. Así fue el caso con Miriam y Moshé Gutstein, quienes apenas sobrevivían con el ingreso que recibía el del Kolel mientras que ella no tenía una preparación que le permitiera lograr un trabajo. Los Gutstein tampoco habían sido bendecidos aun con tener hijos. Otra familia, la de Braja y Biniamin Kamji, quienes tenían muchos hijo, a su vez, estaban muy necesitados y no podían afrontar el gasto de una ayuda económica para darle a la Sra. Kamji un merecido respiro. R. Jaim se les acercó y los convenció de tomar a la Sra. Gutstein como ayudanta para permitirle tener una entrada digna mediante un trabajo fijo. Él mismo, se preocuparía de proveer los fondos y solo pedía su “colaboración” y que mantuvieran el tema en reserva. Los Kamji aceptaron y R. Jaim traía mensualmente el pago para la Sra. Gutstein. Transcurrieron algunos meses y un día los Gutstein se acercaron a R. Jaim. “Mi señora está trabajando en casa de la Sra. Kamji hace ya un buen rato y se percató de la terrible condición en la que están viviendo. Los niños no tienen para comer apropiadamente y queremos colaborar. Dado que mi señora recibe puntualmente un sueldo, hemos separado cada mes una suma pero sabemos que no van a querer recibir dinero de parte nuestra. ¿Podría Ud. hacerle llegar este importe?...” (“Echoes of the Maggid” R.Paysach Krohn)

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