23 febrero 2006

parashah: Parashát Mishpatím, por Rav Daniel Oppenheimer - Lo Sé Todo

Parashát Mishpatím, por Rav Daniel Oppenheimer - Lo Sé Todo
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Thursday, 23 de February de 2006, 15:07
 

Parashát Mishpatím
Lo Sé Todo

por Rav Daniel Oppenheimer

Para los que somos un poco mayores, este título (Lo Sé Todo) era más que conocido en nuestra niñez, pues era el nombre de una famosa enciclopedia para niños. Efectivamente, nacemos curiosos, queremos saber todo, e incluso no falta gente que realmente (o así lo tratan de mostrar) invariablemente “saben todo” de todo, y siempre tienen su opinión formada (ciertamente con mucha seguridad) sobre cualquier tema que se presente.

 

Por otro lado, los que somos un poco más modestos - reconocemos que no sabemos todo. Sin embargo, si somos creyentes, aprendimos a concebir que sí existe Quién sí lo sabe todo - absolutamente todo, aun lo más recóndito de nuestros pensamientos - y no somos nosotros, ni tampoco ningún otro ser humano.

 

Este es un tema recurrente, en particular en las Tefilot (rezos) de Rosh HaShaná y Iom Kipur, en la que se destaca el hecho que D”s conoce lo que son todas nuestras verdaderas intenciones, propósitos y planes.

La noción de la que hablamos está expresada en numerosos pasajes del TaNa”J, de los cuales citaremos algunos:

(Irmiahu 23:24) “¿Se ocultará alguno, dice D"s, en escondites que Yo no lo vea? ¿Acaso no lleno Yo, dice D"s, el cielo y la tierra?

Asimismo en Mishlé (Proverbios 15:3) “los ojos de D”s están en todo lugar mirando lo malo y lo bueno”.

En Divrei HaIamim I (28:9) “D”s inquiere en los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos” y en Tehilim (Salmos 44:21) “porque Él (D”s) conoce los secretos del corazón”.

Estamos tratando - entonces - uno de los pilares de la creencia del judío: el décimo axioma (codificado por el Ramba”m) que nos enseña que D”s sabe absolutamente todo lo que hace cada ser humano, como así también los motivos que lo mueven a actuar de cierta manera.

 

Esta información sería irrelevante en la práctica diaria, si no fuera que este principio se suma al concepto de que los seres humanos poseemos una conciencia moral, que también tenemos obligaciones éticas, y que sin embargo, somos libres en nuestro modo de actuar, y que al final de cuentas hay Quien nos juzga por nuestras acciones.

Siendo así - que nuestras acciones son trascendentes, incluidas nuestras intenciones - y que hay Quien las evalúa con esmerada exactitud, y que premia y castiga por ellas (tal como reza el décimo primer axioma), esta Omnisciencia Di-vina (tal como invocan los pasajes del TaNa”J mencionados) implica que el Juicio de D”s siempre será perfectamente exacto.

 

Por lo tanto, aun cuando las personas podemos - desafortunadamente - intentar engañar (y realmente llegar a embaucar) a otros - y hasta a nosotros mismos - aparentando ser nobles y bondadosos, no hay nada que el ser humano pueda esconder de D”s, Que Sabe y Recuerda hasta aquello que el propio ser humano olvida con el tiempo, dado que con Él no hay olvido.

 

Escuchemos nuestras propias palabras. ¡Cuántas veces creemos que vivimos en un mundo injusto! ¡Cuántas veces sospechamos que D”s “se olvidó” de nosotros o (menos frecuente) de alguno, o que “no está presente” en cierta situación…!

 

Para contrarrestar esta actitud instintiva, la Torá menciona este tema muy frecuentemente, en particular en conexión con las leyes. Analizaremos algunas de las citas de Shmot (Parshat Mishpatim) que van a enriquecer nuestra comprensión de este concepto.

 

D”s está presente en cada acto: si un acreedor tomara como garantía de un préstamo la única ropa de un necesitado, se la deberá devolver todas las mañanas para que tenga con qué salir a trabajar. Si no se la devolviera, entonces: “y si él clamara (a D”s, porque se la retiene el acreedor), escucharé pues Soy misericordioso” (Shmot 22:26).

D”s escucha, sabe e interviene.

 

Nuevamente:

“No oprimiréis a la viuda y a los huérfanos (son los que más están expuestos al abuso de la sociedad). Las consecuencias son muy graves: “y será que si los subyugaras, y será que clame a Mí, escucharé su súplica. Se encenderá Mi ira, y os mataré con la lanza, y se convertirán vuestras esposas en viudas y vuestros hijos en huérfanos” (Shmot 22:22/23).

 

Acá vemos - como dice lo dice el décimo-primer axioma - que todas las acciones del ser humano trascienden y que D”s retribuye al hombre de acuerdo a sus acciones: Premia por el bien y castiga por el mal.

 

Los jueces tienen el deber de juzgar las situaciones con la evidencia que tienen ante sí, y con los medios que la propia Torá les adjudicó para investigar los casos que se les presentan. Si bien los jueces humanos deben ser honestos, sin preconceptos y a la vez perspicaces en su tarea, no siempre poseen toda la información verdadera, pues pueden no existir testigos oculares presentes en el lugar de los hechos. Después de llegar a una determinada conclusión exonerando al procesado de culpa, uno de los magistrados cree que tiene una evidencia que volvería a abrir el juicio (en contra del acusado). En tal caso, la Torá advierte: ¡No puedes volver atrás! (Shmot 23:7).

A ojos del espectador está ocurriendo una arbitrariedad. ¡El culpable sale impune! “No es así” - dice D”s a continuación, pues “ki lo atzdik rashá” - Yo (D”s) no lo eximo - tengo muchos medios a Mi disposición para hacer llegar el castigo apropiado - la muerte si correspondiera - a quien atañe (Rash”i). 

 

En otro fragmento de la misma Parshá la Torá hace alusión a que detrás de los eventos que suceden a diario entre los seres humanos está la Mano de D”s que providencialmente hace llegar a cada uno al sitio en que debe estar para participar de alguna situación que trasciende lo que el propio individuo cree.

 

Si una persona mató a otra sin premeditación (o sea: sin querer), la Torá ordena la pena del exilio para el homicida culposo en una de las ciudades de refugio (habían 6 ciudades de refugio en la tierra de Israel de aquel entonces, más las ciudades propias de los Levitas). El exilio de aquel homicida se extiende hasta la muerte del Sumo Sacerdote (Kohen Gadol), que puede ocurrir poco o mucho tiempo después del hecho.

Cuando uno analiza el versículo (Shmot 21:13) que presenta esta situación, encuentra tres palabras que llaman la atención: “Ve ha Elo-kim ina leiado” - (D”s causó que esto llegue a sus manos…). Esto indica que el desdichado episodio fue el resultado del plan Di-vino, que determinó que él fuera el homicida culposo de la víctima.

Esto nos llama la atención: ¿por qué D”s haría esto?

Rash”i nos ayuda a entender, citando un pasaje de Shmuel I (24:13), en el que Avigail dice al rey David: “tal como dice la ‘enseñanza antigua’ (la Torá): de los malvados saldrá la maldad…”, significando que D”s hace que la persona que tiene la intención de actuar mal, reciba inconscientemente la tarea de ejecutar cierta fatalidad.

En nuestro caso, la persona autora del homicidio culposo ya había anteriormente llevado a cabo crímenes no advertidos por testigos, habiendo quedado impune de aquellos actos. Al tener que suceder este nuevo infortunio, D”s lo eligió para ser su protagonista.

 

Sin embargo, lejos de querer presentar un solo lado de la moneda, es menester citar uno de los versículos que demuestra claramente cómo hasta la más pequeña acción realizada por cualquiera - aun los animales que no tienen libre albedrío es reconocida por D”s, y es obviamente premiada.

En relación a la carne de un animal de especie permitida que fue agredido, y cuya carne se vuelve - como resultado - terefá (prohibida), la Torá ordena “arrojársela a los perros” (22:30). Pero: ¿por qué  precisamente a los perros? Responde Rash”i: (en nombre de Mejilta): para enseñarte que D”s jamás deja de reconocer el mérito de toda criatura.  Pues acerca de los perros, dice el versículo (cuando los israelitas se aprestaban a abandonar Egipto - Shmot 11:7) - “y a los israelitas ningún perro le sacudirá la lengua”

(los perros no tienen elección, y su “premio” es solamente una enseñanza para nosotros: no olvidemos que hasta el más minúsculo de los gestos es registrado y gratificado por D”s.

 

Sin embargo, a pesar de lo expuesto, y aceptando que “no sabemos todo”, tenemos el sentimiento que hay malvados - muy malvados - en el mundo, que terminaron sus vidas de modo pacífico y tranquilo (o por lo menos así pareciera ser), y eso nos deja una sensación de que sí existe la impunidad en este mundo. ¿Es posible que fuera verdad?

 

Sepamos que aquí no termina la historia. Tanto el premio como el castigo se dan en el Mundo Venidero que es completamente espiritual. Este mundo en el que vivimos es un mundo de prueba, para que mediante la obediencia a D”s, logre la persona llegar a estar cerca de Él eternamente en el Mundo Venidero, que es el mayor placer al que puede aspirar un ser humano. Sin embargo, esto quedará para una futura entrega.


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