21 febrero 2006

parashah: Parashát Mishpatím, por Rav Daniel Oppenheimer - El factor crítico: Toráh min Hashamáim

Parashát Mishpatím, por Rav Daniel Oppenheimer - El factor crítico: Toráh min Hashamáim
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Tuesday, 21 de February de 2006, 21:17
 
Parashát Mishpatím
EL FACTOR CRITICO: TORA MIN HASHAMAIM

por Rav Daniel Oppenheimer

Uno de los tantos errores que se escucha cuando se está en contacto con la gente de la calle, es el concepto de las “corrientes del judaísmo”. En realidad el judaísmo no tiene ni nunca tuvo corrientes (más allá de que tantos judíos tengan sus comercios en la avenida que lleva ese nombre), pues cuando D”s dio la ley frente al Monte de Sinaí, estuvieron todos juntos y escucharon una sola cosa. La noción de la posibilidad de distintas opciones o alternativas en el modo de ser judío y la elección de cuáles leyes son más importantes que otras, fue creada para “legalizar” las modificaciones que introdujeron los judíos reformistas en sus comunidades desde hace 170 años y dan la apariencia que es cuestión de elección individual si se quiere ser “muy religioso”, “laico”, “tradicionalista” o “moderado”. Sería una decisión que depende de la preferencia personal de cada uno como si se tratara de la preferencia en lo político o en el equipo de fútbol favorito.

La Torá hace hincapié muchas veces en hacernos saber que la ley es una para todos (lo que no quita que existan “minhaguim” - formas de conducirse dentro de la ley - de los distintos orígenes de los judíos del viejo mundo por los decretos rabínicos posteriores).
No obstante, quienes intentaron reformar la Torá, tuvieron siempre un problema grave. La Torá está escrita hace muchos años y la ley es conocida por todos. ¿Cómo justifican entonces que lo que están haciendo también se llama “judaísmo”, cuando ya todos saben lo que es el judaísmo? Pues recurrieron a un engaño planteando la siguiente cuestión que toca un punto neurálgico dentro de la fe judía: “¿Quién dijo acaso que la Torá es realmente la palabra Di-vina? ¡Quizás la escribieron los seres humanos - muy sabios, inspirados y previsores por cierto - pero al fin, seres humanos - con quienes podemos disentir y cuya ley puede quedar desactualizada con el tiempo!”

Esta teoría no es en realidad un invento judío. Es la creación de un tal Julius Wellhausen (1844-1918) hijo de un cura luterano, quien aventuró que la Torá es una recopilación compuesta de distintos autores. Wellhausen justificó sus conjeturas a partir de los distintos nombres que se usan en la Torá cuando se refiere a D”s. (Obviamente, no sólo desconocía o no le importó que para nosotros, los distintos nombres de D”s aluden al vínculo de D”s con el pueblo de Israel, Quien a su vez se conduce con el pueblo acorde su comportamiento moral). Una vez que se enamoraron con esta hipótesis, toda la ley se tornó relativa y no quedó límite alguno a lo que se pueda “interpretar” dentro de la “Torá”. Es decir, que en aquellos círculos, cada uno actúa de acuerdo a lo que “siente” y luego lo llama o lo interpreta como “judaísmo”. (No hay que extrañarse entonces que la fiesta de Shavuot pase por desapercibida en muchos círculos, pues la Revelación Di-vina les es irrelevante).

En varios lugares del Talmud, se señala el hecho que, sin lugar a dudas, la Torá que poseemos fue dictada por D”s mismo y no escrita por seres humanos. Esto también forma parte de los trece principios básicos del judaísmo, que son obligatorios para todo judío conocer y afirmar como verdad absoluta.

No solo la Torá Escrita (que está en el rollo de la Torá en la sinagoga) es Di-vina desde su comienzo hasta la última letra, sino que, incluso, la Torá Oral en la cual se transmitió desde la época de Moshé cómo se observan en la práctica todos los preceptos de la Torá Escrita, es Di-vina.

Esto debiera ser obvio, pues no existe ningún precepto de toda la Torá que pudiéramos cumplir a partir de lo que solamente está escrito en la Torá, pues tendríamos muchísimas dudas por los detalles que en la Torá están ausentes.

Sin embargo, la Parshá de esta semana hace alusión a la Torá Oral en una manera muy singular. Se trata de la Mitzvá de Shejitá (la manera de faenar los animales). La Torá aquí nos indica que deberás carnear tus animales tal como te ordené. Ahora, si uno se pone a buscar en el texto de la Torá desde su comienzo hasta el final tratando de localizar aquella orden donde se dice cómo se debe carnear - no encontrará absolutamente nada. Este versículo demuestra entonces, que las leyes de Shejitá fueron entregadas oralmente y aquí se hace alusión a ellas.

El Rav Hirsch s.z.l., al comienzo de la Parshat Mishpatim explica que en realidad la Torá Oral es donde aprendemos a cómo ser judíos mientras que la Torá Escrita es como los apuntes breves que sólo los entiende para repasar aquel que escuchó el curso del profesor en su totalidad.

Lo más triste de toda esta historia es que en varias instituciones judías se les inculca a los alumnos que esta teoría de la “critica bíblica” es auténtica. En varias ocasiones me encontré con jóvenes quienes no saben absolutamente nada de la Torá, salvo aquello que se les “enseñó” en “cuadernillos” acerca de sus “contradicciones”. El resultado es infalible. Los alumnos pierden todo interés por la Torá y por su observancia. Es más fácil enseñar Torá a un judío desprejuiciado que busca conocer sus fuentes y sus pasados que a muchachos a quienes se les envenenó la mente para que sus propias fuentes le parezcan contradictorias. ¡Cuantas veces pensamos que el peligro de asimilación está afuera, cuando, como dice el profeta Ieshaiahu (49:17): “...quienes te destruyen y te asolan, de ti saldrán”! Cuántos padres, quienes en su inocencia e ignorancia, pero con conciencia judía de que la continuidad es importante, se sienten satisfechos que sus hijos estudian “Masoret” (tradición) en una escuela judía, pensando que de ese modo cumplen con su obligación de darle una educación judía a sus hijos, cuando en realidad están dando el toque de gracia definitivo a su alejamiento del judaísmo.

Cada vez que yo leo nuestra macabra historia me asombro de la fortaleza que tuvieron nuestros abuelos de la edad media para dar su vida por cada detalle de estas leyes. Sin duda, que no eran todos tan tontos como para sacrificar sus vidas por algo de lo cual no estuviesen total y absolutamente convencidos. Al mismo tiempo, quien abre el Talmud y lee aunque fuese un solo párrafo, se dará cuenta inmediatamente de la férrea convicción subyacente en el texto en que todo lo que está escrito en la Torá es la Verdad Di-vina y nada más.

Todos los días en los rezos matutinos, como así también en la bendición que se recita al ser honrado con subir a la Torá, agradecemos el haber recibido de manos de D”s “Torat Emet”: una Torá auténticamente Di-vina.

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