Parashát Mishpatím, por Rab Menajem Abdeljak - El PUnto Blanco II | |
Parashát Mishpatím EL PUNTO BLANCO II por Rab Menajem Abdeljak La semana anterior hablamos acerca del Punto Blanco, la capacidad de distinguir el punto positivo de cada uno de quienes nos rodean y también de las personas con quienes nos encontramos casualmente. También habíamos explicado, tomando como modelo la actitud de Moshé hacia Itró, que éste es el camino para extraer de las personas todo su potencial positivo y puro. Hoy aprenderemos, Beezrat Hashem, a divisar el Punto Blanco en nosotros mismos. El Talmud (Taanit 21b) relata que Aba, el enfermero, recibía diariamente salutaciones celestiales. Abayé, de los grandes sabios del Talmud, las recibía en vísperas de Shabat y Rabá, tan sólo en víspera de Yom Kipur. Entonces Abayé se sintió mal ya que no lograba entender por qué un médico podía disfrutar de mayor privilegio que él, quien consagró toda su vida al estudio y enseñanza de la Torá. Hasta que recibió una aclaración del Shamaim donde le informaban que él no podía hacer lo mismo que el enfermero. Éste enfermero, tenía una vestimenta especial que le colocaba a las mujeres cuando debía hacerles las prácticas medicinales. La misma cubría todo el cuerpo, dejando solamente una abertura exacta para el procedimiento. De esta manera, preservaba el Tzeniut, la dignidad de las mujeres. Como segunda virtud, Aba no cobraba personalmente a sus pacientes, sino que cada uno lo hacía personalmente en una caja situada en la entrada. Para efectuar el pago, había que introducir la mano en la caja y entonces, el que podía pagar lo hacía y el que no, tomaba dinero. Desde ya que Abayé no podía hacer esto mismo, ya que no se dedicaba a la medicina. Pero seguramente, existe la posibilidad de perfeccionarse en esos mismos aspectos desde otro ángulo. ¿Qué significa que Abayé no puede hacer lo mismo que Aba? Rabí Jaim Vital, en el Etz Jaim, hablando acerca de la creación, expone que desde el comienzo de la creación, no hay un día igual a otro, ni una hora a la otra y tampoco un segundo a otro. Por consiguiente, el que nace en éste instante, no será parecido en absoluto al nacido el segundo próximo. Del mismo modo, explica que la creación de cada uno es una necesidad imprescindible y finaliza con esta frase: La función de la Jelbená en el Ketoret no la puede hacer la Leboná. (El Ketoret es un incienso que se preparaba en el Bet Hamikdash. La misma estaba compuesta de once especies, de las cuales la Leboná era la más exquisita y la Jelbená la más ruda) Y es con esta introducción que se interpreta lo que dijo el Nabí Ieshayahu, (60:21) Veamej kulam Tzadikim Y tu pueblo, son todos Tzadikim. Cada Tzadik tiene una exclusividad a la cual ningún otro Tzadik puede acceder. Igualmente, cada Iehudí tiene esta particularidad, un nivel de Kedushá y una misión a la cual nadie tiene llegada fuera de él. Entonces Abayé, con toda su grandeza, no podía hacer lo mismo que el enfermero, pero no por su incapacidad, sino porque no era su papel a cumplir, sino el de Aba. De esta manera, aprendemos un fundamento, todos tenemos nuestro Tzadik personal que es aquella fuerza puntual con las que nos dotó Hashem al enviarnos al mundo. Al enfocarnos en ella y esforzarnos por explotarla y desarrollarla, llegaremos a cumplir con la intención para la cual fuimos creados. Para localizar nuestro Tzadik personal, hay que buscar aquella Mitzvá ó buena conducta que mayor sentimiento tenemos hacia ella y explorar nuestras habilidades y pasiones particulares. Cuando lleguemos a descifrar esto, debemos saber que no es casualidad, sino que es una clara señal de Hashem para que sepamos cual es el punto sobre el cual debemos trabajar y mediante el cual traeremos Su Reino sobre nosotros y sobre el universo entero. Esto lo que vemos con respecto a David Hamelej. Cuando él era pastor, tuvo que pelear contra un león y un oso para salvar a un cordero de ser depredada. Más adelante, cuando se ofrece para enfrentar a Goliat, le hace referencia al rey Shaul sobre éste episodio y dice: vino un león o un oso y tomó un cordero de la manada . (Shemuel 1,17:34) En éste versículo, la palabra cordero está escrita con la letra Zain (Ze) que significa esto, en vez de Sin (Se), cordero. El Midrash explica que David tejió una vestimenta con la lana del cordero salvado y se lo mostró a Shaul al momento de ofrecerse para vencer al gigante Filisteo. Resulta que David pensó, en aquella oportunidad que pudo espantar a los depredadores, que si Hashem le dio esa fuerza, seguro podía utilizarla algún día para salvar al pueblo Judío de algún mal. David, al encontrar que existe ésta virtud en él, la recordaba y la tenía presente siempre, esperando la oportunidad de llevarla a cabo. Éste es el método. Conocer nuestras virtudes y buscar la forma de desplegarlas. Hay que tener mucho, pero mucho, cuidado de no querer imitar a nadie. No tengo porqué estudiar Torá como tal, ni hacer Tefilá como aquel, ni tener la paciencia de éste otro o el nivel de Jesed de fulano. Es cierto que debemos anhelar llegar al nivel de los Tzadikim, pero es en otro concepto. Es tan sólo en el sentido que hay que aprender que así como ellos desarrollaron todo su potencial, así queremos hacerlo. Pero desde ya que cada uno tiene su meta y nadie puede ser igual a otro. Para llegar a esto, es decir, a conocer y descifrar correctamente cuál es nuestra función, hace falta mucha Tefilá. Pedirle a Hashem que demos en la tecla y que no tomemos un rumbo desacertado. En síntesis: ¿Hay que concentrarse en destruir el mal dentro de nosotros? ¿Debemos dedicarnos a ver qué mal hicimos o hacemos? ¿Tengo que ser como tal Tzadik? La respuesta es un rotundo NO. Hay que rogar mucho para que encontremos EL PUNTO BLANCO particular, localizarlo, alegrarse con él y colocarle la lupa encima para ampliarlo al máximo. No es correcto sentirse inferior por no poseer capacidades y virtudes como otros, se debe ser consciente y creer que las herramientas que nos dio Hashem son exactamente suficientes para ser aquel Tzadik que me corresponde ser. SHABAT SHALOM |
24 febrero 2006
parashah: Parashát Mishpatím, por Rab Menajem Abdeljak - El PUnto Blanco II
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario