Jana Beris BBC Mundo, Naharia, Israel |
Ibrahim Eljalat dejó el sur de Líbano tras la retirada del ejército israelí. | En un refugio subterráneo en la calle Shai Agnon de la ciudad fronteriza de Naharia, vive desde hace cerca de dos semanas una singular familia de ciudadanos israelíes. Son cristianos libaneses, que hace seis años, cuando Israel retiró sus tropas del sur de su país, huyeron de su aldea y cruzaron la frontera, instalándose en la ciudad de Naharia. Desde entonces, ésta es su casa. Ibrahim Eijalat (de 65 años) y su yerno, Yusef al-Hasuni (37), eran miembros del Ejército del Sur del Líbano, una fuerza compuesta originalmente por miembros de las distintas comunidades locales, aunque mayormente por cristianos maronitas. "Los verdaderos patriotas" "Nosotros éramos los verdaderos patriotas. Los traidores eran ellos", dice Yusef respondiendo a nuestro comentario sobre las acusaciones que miembros del grupo extremista Hezbolá lanzaba contra dicha fuerza, por ser aliados de Israel. Al irse Israel de la zona, tenían claro que bajo el control de la milicia proiraní de Hezbolá, no podrían vivir. "Sabía que sería una pesadilla y que la única opción era venir a Israel", cuenta Ibrahim. | Claro que no me olvido de Líbano, de mi aldea Ein Ebel, pero volvería únicamente si Israel destruye totalmente lo que ha hecho allí Hezbolá, que trajo sólo guerra y muerte a territorio libanés. | Este libanés que es desde hace cuatro años ciudadano israelí, tiene el corazón partido. "Claro que no me olvido de Líbano, de mi aldea Ein Ebel, pero volvería únicamente si Israel destruye totalmente lo que ha hecho allí Hezbolá, que trajo sólo guerra y muerte a territorio libanés". Vida subterránea En el refugio tienen el televisor prendido. Hala, de 29 años de edad e hija de Ibrahim, aún recuerda cómo de chica, en Ein Ebel, "esperábamos que pasen los tanques de los judíos, porque los soldados nos regalaban caramelos". | (Los libaneses) no tienen ni agua, ni luz... sólo miedo en el corazón | Se le desgarra el alma al pensar en sus compatriotas "porque no tienen ahora ni agua, ni luz, sólo miedo en el corazón", pero considera que "Israel tiene la razón en esta guerra, porque si a uno le atacan por la fuerza, no tiene más remedio que responder". Ibrahim trajo a su familia a Israel y no piensa moverse. No tiene ilusión alguna de que las cosas cambien y por eso, cuando se le pregunta sobre su sueño, aclara que no cree que se pueda realizar pronto. "Lo que quiero es que no haya Hezbolá en mi tierra, porque no han hecho más que destruir. Pero Líbano no podrá nunca sacarlos solo. Necesitamos la ayuda de Israel". Un conflicto de larga data Las cosas no comenzaron ahora, recuerda este antiguo soldado del ejército del sur. Manuela y su hermano Eliu juegan en un refugio antiaéreo de Naharia. | "Ya mis padres me contaban de las matanzas de cristianos y de cómo habían tenido que huir. Las cosas llegaron a un punto en el que tuvimos que pedir ayuda a Israel, porque solos no podíamos. Ellos nos ayudaron a defendernos, pero nuestra aldea, cristiana, está rodeada de aldeas de gran mayoría chiita. Así no podíamos vivir", señala Ibrahim. Hala recuerda, de niña, tener amigas musulmanas. "A mi me importa el corazón del ser humano, no su religión. Pero mi padre tiene mucho dolor en el corazón. A uno de mis hermanos lo mató Hezbolá y eso nunca lo vamos a olvidar". Hezbolá, el enemigo eterno BBC Mundo habló con la familia Eljalat dos días después del ataque en la localidad de Qana, en el que murieron aproximadamente 60 civiles, entre ellos 37 niños, tras un bombardeo israelí. Las imágenes que llegaron desde allá son dolorosas, comentan todos. "Pero yo estoy seguro de que Israel no ataca civiles intencionalmente y que eso fue un error", dice Ibrahim. La familia Eljalat culpa al Hezbolá por el actual conflicto en Líbano. | "En realidad, lo que pienso es que eso vino de Dios. En el pueblo de Qana vivió Jesús y había allí numerosos cristianos, hasta que Hezbolá los mató, los echó y se apoderó del lugar. Creo que por eso pasó ahora esto, vino de Dios", afirma Ibrahim. El sueño de dos casas Su voz sube de tono cuando habla de Hezbolá. "Yo sé cómo son y qué hacen. Allí en esas aldeas, todos los chiitas, desde pequeños, todos son de Hezbolá. Quieren atacar a Israel aunque no estaba en Líbano, quieren matar a los judíos y a los cristianos y fortalecen a Hezbolá, pero cuando hay muertos, dicen que son civiles, que no tienen nada que ver con Hezbolá". Eliu (6 años) y Manuela (9 años), los hijos de Hala y Yusef, hablan hebreo con perfecto acento israelí. El varón cuenta feliz que "ahora paso a 1º de escuela", mientras su hermana mayor se prueba sandalias de taco alto de Hala y aclara con sonrisa pícara que "son de mamá". Ambos afirman ser "libaneses e israelíes". Les gustaría conocer el lugar en el que nacieron. Pero lo que más quieren, afirman, es que "se termine ya esta guerra y vivamos en paz, así podremos tener al mismo tiempo dos casas: la del sur libanés, que dejamos, y Naharia, donde estamos hoy".
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