19 agosto 2005

Kolót: "Un poco de historia" (2) acerca de árabes y judíos

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"Un poco de historia" (2) acerca de árabes y judíos
de EduPlanet Rectorate - Friday, 19 de August de 2005, 04:56

 
PARTE DOS
 
JAIME-ARGENTINA, en la lista "hebreos"
 

La diáspora más antigua.

 

El conflicto árabe-israelí involucra muchos asuntos problemáticos y ásperos. Quizás el que más resalta entre todos ellos es la cuestión del “derecho de los palestinos al retorno”. En los años recientes los árabes han impulsado este asunto para ponerlo en primer plano de su lucha por Palestina. Tal “derecho” es considerado como consabido no solamente entre los árabes sino también por muchos funcionarios de las Naciones Unidas y sus Estados miembros. Han quedado olvidados en toda esta discusión sobre los refugiados árabes palestinos, cerca de un millón de otros refugiados: los refugiados judíos que tuvieron que marcharse de los países árabes, los cuales en su mayoría fueron absorbidos por Israel. También han quedado desatendidos tanto la historia como el contexto de ambas corrientes de refugiados.

 

Los judíos han vivido en los que son en la actualidad países árabes, desde la destrucción del Primer Templo judío en el año 586 antes de la era común. Dichas comunidades judías, las más antiguas de toda la Diáspora, desembocaron en un final desdichado en los años de 1940 y los iniciales de la década de 1950, cuando los judíos fueron obligados a marcharse para salvar sus vidas. En 1945 eran aproximadamente 900.000 judíos los que vivían en comunidades esparcidas por el mundo árabe.

Hoy en día, allá son menos de 8.000, Algunos Estados árabes, como Libia, están completamente judenrein (vocablo nazi para significar “limpio de judíos”). En otros apenas han quedado unos pocos cientos de judíos ancianos.

De aquellos 900.000 aproximadamente 600.000 fueron absorbidos por Israel; el resto se fueron a Francia, Canadá, Estados Unidos, Australia y Sudamérica.

 

La historia de los judíos bajo el dominio árabe y musulmán es antigua y variada. Los judíos (y también los cristianos) eran considerados dhimmi, un grupo “protegido” de ciudadanos de segunda clase. El trato brindado a los judíos en países musulmanes estuvo signado por algunos períodos dorados de prosperidad, cuando los judíos servían como asesores de la clase gobernante; tales períodos fueron frecuentemente marcados por los progresos impulsados por los judíos en la medicina, el comercio y la cultura. También florecieron en ese entonces la filosofía judía y los estudios religiosos. Pero con frecuencia, sin embargo, los judíos eran agobiados con impuestos punitivos, obligados a vivir apretujados en vecindarios reservados tipo ghetto y relegados a los niveles más bajos de los estratos económicos y sociales. Pero con todo, no fue hasta la década de 1940 que los judíos residentes en los países árabes comenzaron a temer por sus vidas.

 

En alas de águilas.

 

En 1941, durante la festividad judía de Shavuot, 180 judíos fueron asesinados en un farhoud (pogrom) en Bagdad. Informes no oficiales afirman que 700 personas sufrieron daños y que los perjuicios a propiedades judías sumaron millones de dólares. Aquel farhoud dispersó ondas de choque a través de toda esa comunidad judía, pero no fue sino hasta después de 1948 que las condiciones se tornaron realmente insoportables.

Los judíos sufrieron una dura persecución económica que desembocó en una indigencia inferida como castigo a todos los sectores de la comunidad. En 1950 el gobierno iraqués despojó de la ciudadanía a los judíos y les permitió marcharse.

Emisarios para la aliá que estaban presentes en Irak en esa coyuntura, explicaron que “no caben dudas de que, detrás de todo esto, está el propósito de asumir las propiedades de los judíos.”

Fue por esto, precisamente, que el gobierno de Irak congeló todos los activos de los judíos, impidiéndoles acceder a sus cuentas bancarias y clausuró los depósitos de almacenamiento y las fábricas de propiedad judía. Llegaron informes de que judíos en las calles eran atacados por la policía, los agentes parapoliciales y los ciudadanos comunes, y que se les arrebataban todas sus pertenencias. Según declararon dos olim procedentes de Irak el 15 de marzo de 1951, “el espectro de morir de hambre se estaba acercando rápidamente.” La mayoría de los judíos de Irak fueron rescatados por Israel a comienzos de la década de 1950 mediante el “Operativo Ezra y Nehemías”. Los pocos miles que se quedaron allá sufrieron privaciones económicas, arrestos y acoso. Muchos trataron de huir en las décadas de 1960 y 1970.

En la actualidad esa antigua colectividad judía que en 1948 contaba con 90.000 miembros, ahora suma apenas cien.

 

Irák es apenas un caso entre muchos otros. Pero su historia es muy similar a la de muchas otras comunidades judías en países árabes. La comunidad judía egipcia vivió en una relativa calma hasta los años cincuenta, cuando el grupo de oficiales militares encabezado por el general Naguib y el coronel Gamal Abd Al-Nasser tomaron el control y Egipto comenzó a moverse hacia la Unión Soviética. Durante el transcurso de muchos años los judíos se habían vuelto exitosos comerciantes y sus locales de comercio, nacionalizados desde entonces, siguen funcionando en la actualidad. El 3 de noviembre de 1956 Nasser expropió toda la propiedad judía. Todos los trabajadores judíos fueron despedidos de sus posiciones en compañías que fueron expropiadas y los judíos comerciantes, profesionales y empleados gubernamentales ya no pudieron seguir ejerciendo sus anteriores funciones. El mensaje era claro: sería mejor para los judíos entregar sus propiedades y marcharse de Egipto lo antes posible. Entre noviembre de 1956 y junio de 1957 más de 22.200 judíos se fueron de Egipto. Ataques brutales contra los judíos siguieron constriñéndolos a irse del país. Más de 13.500 judíos egipcios llegaron a Israel en octubre de 1957. La persecución de los judíos continuó en Egipto, de modo que de una comunidad de 75.000 almas, hoy en día han quedado no más de 200. Se estima que las propiedades y activos que debieron abandonar suman unos 2.500 millones de dólares.

 

Hoy día no quedan judíos en Argelia. En 1948 sumaban 18.000.

 

En Marruecos, un país que protegió a sus judíos durante el Holocausto, apenas 5.800 quedan de los 286.000 que eran en 1948.

 

En todos los casos antedichos y en los de Siria, Libia, Túnez y Yemen, sus respectivos gobiernos llevaron adelante políticas de expulsión informal. La propiedad judía fue confiscada, los activos arrebatados, los medios de vida destruidos.

Las agresiones físicas contra los judíos quedaban impunes y de tanto en tanto eran perpetrados por la policía misma.

Los Estados árabes, durante sus esfuerzos concertados para forzar a los judíos a que se fueran, desarraigaron y destruyeron dos mil años de vida judía en la región.

 

Los judíos, ahora sin un centavo y con sus espíritus quebrados, se encaminaron a Israel. Algunos llegaron a Israel a pie, sobornando a los guardias de fronteras.

Otros fueron rescatados por los operativos de transporte aéreo emprendidos por Israel, como la “Operación Alfombra Mágica”, que trajo al Estado judío a 55.000 judíos del Yemen en el año 1949. Israel, un Estado recién nacido en esos años, aceptó a esos refugiados y se esforzó para absorberlos en su sociedad. Aunque el nuevo Estado cometió muchas equivocaciones en sus tempranos intentos para integrar y asentar a los refugiados, al fin de cuentas tuvo éxito. Los refugiados eran generalmente instalados en campamentos de tránsito (maabarot) de los que finalmente eran sacados y llevados a las ciudades establecidas, a las ciudades de desarrollo y a otros asentamientos poblacionales.

Los refugiados, que habían sido expoliados en sus países de origen de todas sus pertenencias, generalmente llegaban a Israel únicamente con las ropas que vestían y eran instalados en condiciones miserables en las maabarot, donde no tenían agua corriente ni electricidad. Los efectos de su huida forzosa y las dificultades de su absorción en Israel se siguen sufriendo incluso en la actualidad. Pero, por la otra parte, los hijos de esos refugiados son ciudadanos plenos del Estado de Israel y han ejercido un profundo impacto en la sociedad israelí. Hijos de los refugiados judíos procedentes de países árabes sirven en altos rangos de las fuerzas armadas (incluyendo al actual jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Shaul Mofaz), son ministros del Gabinete gubernamental y diputados a la Kneset. Figuran entre las estrellas del deporte israelí, sus celebridades musicales, y sus hombres de negocios exitosos. Y en el año 2000 Moshé Katzav, un inmigrante nacido en Irán que pasó sus primeros años en Israel en una maabará, fue elegido presidente del Estado de Israel.

 

Los refugiados árabes.

 

¿Y qué pasó con los otros refugiados? En 1948 digamos 650.000 árabes (las estimaciones varían entre 400.000 y 850.000) huyeron de la Israel envuelta en guerra. Muchos fueron alentados a hacerlo por líderes árabes que les prometieron que pronto iban a poder regresar victoriosos y reclamar su tierra. Pero los árabes perdieron la guerra. En vez de reasentar a sus congéneres árabes en países árabes, como lo había hecho Israel, los dirigentes árabes decidieron colocar a los refugiados en campamentos de desplazados, que todavía existen cincuenta años después. El problema de los refugiados árabes ha sido convertido en una de las cuestiones más espinosas del conflicto árabe-israelí y es resultado de una campaña deliberada para transformarlo precisamente en eso. El liderazgo árabe, nada dispuesto a reconocer al Estado de Israel y nada inclinado a absorber a los refugiados árabes en sus propios países, manipuló la situación de sus hermanos para continuar mediante ellos su guerra contra el Estado judío. En cuanto se hizo claro para los árabes que no iban a poder vencer a Israel en el campo de batalla, supusieron que iban a poder destruirla insistiendo en el “derecho al retorno” a favor de los refugiados árabes palestinos. Así, no solamente se ahorrarían las molestias de absorber e integrar a los refugiados en el seno de sus propias sociedades, son que iban a poder continuar su batalla contra Israel sin tener que recurrir a las armas ni arriesgarse a más derrotas humillantes. Una catarata de árabes a Israel podría alterar a su favor la estructura demográfica del país, a tal grado que ya no sería un Estado judío. Es por esto que si llega a ser establecido un Estado Palestino en Judea, Samaria y Gaza y se logra el reconocimiento del “derecho al retorno” de los árabes a la Israel dentro de las fronteras anteriores a 1967, los palestinos van a tener, a todos los efectos prácticos, dos Estados, mientras que los judíos no tendrán ninguno. Manipular a los refugiados de esta manera les ha rendido a los árabes una bonificación adicional, puesto que les ha facilitado sumar apoyo internacional para su causa. Los árabes han reconocido que no pueden ganarle a Israel en batalla pero si pueden atraer para sí la opinión pública mundial, quizás puedan conseguir sus objetivos por vía diplomática.

Es por esto que desprecian todas las concesiones ofrecidas por Israel respecto de territorios y continúan focalizándose en sus refugiados.

 

Perpetuando el problema.

 

La Historia está llena de ejemplos de transferencias de poblaciones y crisis de refugiados resueltas. Después de la Segunda Guerra Mundial, precisamente 57 años antes de escribirse estas líneas, habían en el mundo más de 60 millones de Personas Desplazadas (Displaced Persons – DP’s).

Ninguna de ellas sigue siendo refugiado hoy en día. Millones de alemanes de Checoslovaquia y muchas otras partes de Europa – valga el ejemplo – fueron enviados a Alemania. A una distancia de medio mundo, en la India y Pakistán, unos seis millones y medio de musulmanes se mudaron de la India a Pakistán; y una cantidad igual de hindúes y sikhs emprendieron el viaje opuesto cuando ambos países obtuvieron su independencia. El único problema de refugiados que todavía no ha sido resuelto, es el de los árabes palestinos.

 

La cuestión de los árabes palestinos no sólo no ha sido resuelta: se la ha perpetuado. En diciembre de 1948 las Naciones Unidas establecieron una agencia especial para ayudar a los refugiados: la United Nations Relief and Works Agency, conocida por la sigla UNRWA. Esta agencia de la ONU tiene 20.000 empleados y un presupuesto de millones de dólares. Pese a que ya existe una agencia de la ONU cuyo cometido es ayudar a los refugiados en todo el mundo: la del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, empero la Asamblea General creó aparte la UNWRA específicamente para los refugiados árabes, con el objetivo de “suministrar ayuda directa y programas de acción en colaboración con gobiernos locales” y “para consultar con los gobiernos del Medio Oriente en lo concerniente a medidas preparatorias del tiempo en que ya no sea asequible la asistencia internacional para ayuda y proyectos de emprendimientos.”

El mandato de la UNWRA expirará el 30 de junio de 2002.

La UNWRA ejercita los programas educacionales, de salud y de servicio social en los campamentos de refugiados y es ostensiblemente una organización apolítica humanitaria.

Sin embargo, desde los años de 1970 han habido evidencias de que los campamentos de refugiados son utilizados como bases terroristas y “aguantaderos” seguros y que los empleados de la ONU lo saben y a veces incluso ayudan a las células terroristas.

 

Tamaña parodia sólo puede ser comprendida en el contexto de las relaciones entre la ONU e Israel. Casi desde su creación el Estado de Israel ha sido tratado como el hijo bastardo de las Naciones Unidas. Inmediatamente después que Israel ingresó a las Naciones Unidas en calidad de Estado miembro, los Estados árabes y sus aliados se embarcaron, junto con la Unión Soviética y sus Estados satélites, en una campaña para desterrar y deslegitimar a Israel. Así fue que en 1975 la Asamblea General aprobó la infame resolución de “sionismo equivale a racismo”, cuyo disparate fue más tarde reconocido y rechazado el 16 de diciembre de 1991. No obstante, el esfuerzo para utilizar las estructuras e instrumentos de las Naciones Unidas a fin de continuar por esos medios la guerra contra Israel, sigue siendo evidente en la actualidad, como ha quedado demostrado en la reciente Conferencia de las Naciones Unidas Contra el Racismo (WCAR, según las iniciales de las palabras en inglés que componen esta sigla) reunida en Durban, Sudáfrica. Igual como los Estados árabes, que ninguno de ellos es democrático ni gran bastión, por cierto, de los derechos humanos, se apropiaron del lenguaje de la democracia y los derechos humanos para poder exorcizar a Israel, ellos también recurrieron a manipular la suerte que sufren los refugiados, en provecho de sus propios intereses. Pasando por alto la verdadera tragedia de los refugiados y el papel que ellos mismos, los Estados árabes, han desempeñado en la generación y perpetuación de su miserable condición, siguen manteniendo cautivos a los refugiados en el rol de ser su naipe definitivo y mejor en su esfuerzo para vencer finalmente a Israel.

 

Un intercambio de poblaciones.

 

Pero los hechos no apoyan la idea de repatriación palestina a Israel. Aparte de las consecuencias suicidas que eso implicaría para Israel, la repatriación de refugiados árabes crearía un a nueva normativa en los asuntos internacionales. En el período que enmarcó el nacimiento del Estado de Israel se registraron dos movimientos de refugiados: uno hacia Israel y el otro desde Israel. En realidad, se trató de un intercambio de poblaciones. ¿Puede hacerse que el reloj corra hacia atrás en todos los demás intercambios de poblaciones en el mundo? Tamaña idea no es considerada seriamente respecto de ningún otro caso en el planeta. No obstante, puesto que los regímenes árabes, asistidos por la UNRWA y una bien predispuesta Asamblea General de la ONU, mantienen a esos árabes en condición de refugiados y no los reasientan otorgándoles la ciudadanía y permitiéndoles así convertirse en miembros productivos de la sociedad, han ayudado a que el mundo se olvide de la verdadera génesis y circunstancias que rodean el problema de estos refugiados.

 

Es ya tiempo de remover el velo de silencio que rodea la historia de los refugiados judíos. Especialmente a medida que los árabes se están tornando cada vez más estrepitosos acerca de sus verdaderas intenciones y el “derecho al retorno” de los refugiados árabes palestinos, es importante hacer recordar que hubieron otros refugiados en el conflicto árabe-israelí .

Los refugiados judíos, empero, ya no son refugiados.

Son plenos y ufanos ciudadanos de su nueva patria.

Aunque fueron obligados a abandonar propiedades privadas y comunitarias por valor de miles de millones de dólares, y recuerdos de una vida que ya no existe, Israel no procura ningún “derecho al retorno” de los judíos a los países árabes.

Del mismo modo, rechaza que haya un “derecho al retorno” de los árabes a Israel.

 

Este importante punto ha sido reconocido en muchos ámbitos.

En 1978 John McCarthy, un experto en refugiados de la Conferencia Católica Unida (United Catholic Conference), hizo notar que si no fuera por la no cooperación de los Estados árabes, las crisis de refugiados árabes palestinos ya hubieran sido resueltas. Puntualizó McCarthy que a lo largo de treinta años la Catholic Conference había ayudado a reasentar a aproximadamente un millón de personas en todo el mundo. “Nosotros podemos reasentar a la gente si tenemos para eso la ayuda, mejor dicho el permiso, de los gobiernos. Pero hay que recordar una cosa: que los países árabes no quieren albergar a los refugiados árabes, (...) los que para ellos son apenas peones de ajedrez” en su juego político. 

En 1975 Sabri Jiryis. Director del Instituto de Estudios Palestinos, de Beirut, escribió en el diario de Beirut “Al Nahar” que:

 

“Está claro que Israel recurrirá a la cuestión (de la expulsión de los judíos de los países árabes) en toda negociación seria (...) acerca de los derechos de los palestinos. (...) 

Las argumentaciones de Israel van a tener aproximadamente la siguiente forma: Es cierto que nosotros, los israelíes, hemos provocado el éxodo de los árabes de su tierra en la guerra de 1948 (...) y tomamos el control de sus propiedades. Pero a cambio, sin embargo, ustedes, los árabes, causaron la expulsión de un número similar de judíos de los países árabes desde 1948 hasta la actualidad. La mayoría de ellos vinieron a Israel después que ustedes, los árabes, los despojaron del control de sus pertenencias de una u otra forma. Lo que aconteció, pues, es meramente una especie de «transferencia de poblaciones y de propiedades», cuyas consecuencias las dos partes tienen que soportar. Así fue como Israel obtuvo judíos de los países árabes y los países árabes están obligados, a su vez, a asentar a los palestinos dentro de sus propias fronteras y procurar una solución del problema.”

 

Conclusión.

 

El 28 de julio del año 2000 el presidente Bill Clinton sugirió una manera para que los dos problemas de refugiados, ambos de ellos, puedan ser finalmente resueltos. “Deberá constituirse, propuso, una especie de fondo internacional creado para los refugiados. Existe, pienso yo, cierto interés (...) por parte de ambos lados en disponer de un fondo que compense a los israelíes que fueron convertidos en refugiados por causa de la guerra que se libró tras el nacimiento del Estado de Israel.

Israel está colmado de gentes judías que vivieron anteriormente en países árabes y vinieron a Israel por haber sido convertidos en refugiados en sus propias patrias.” Su historia no debería ser ignorada ni encubierta. La tragedia de los judíos forzados a irse de los países árabes tendría que ser insertada en la agenda internacional y su importancia reconocida en toda resolución final del conflicto del Medio Oriente. Las ingentes sumas gastadas por Israel para la absorción y rehabilitación de los judíos procedentes de los países árabes deberían igualmente ser consideradas. Es importante, y debe ser recordado, que como consecuencia del nacimiento del Estado de Israel no se generó un problema de refugiados, sino dos. Es ciertamente trágico que los refugiados árabes están todavía alojados en campamentos de desplazados, a más de cincuenta años de haber dejado Israel. Pero se trata de una tragedia que ha sido perpetuada y explotada por sus propios líderes, con motivaciones políticas.

Ya es tiempo de arrojar luz sobre la verdadera naturaleza del tema de los refugiados y del intercambio poblacional del cual fue parte.

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