17 agosto 2005

Matók MiDvásh 22 - ReEh 5764 - Empieza por celarte a tí mismo

HOY NUESTROS SABIOS NOS DEVELAN:
EMPIEZA POR CELARTE A TI MISMO


"No compitas con quienes hacen mal para hacer como ellos el mal; no celes a quienes cometen injusticia convirtiéndote en hacedor de injusticia.
Está escrito (Mishlei -Proverbios- 23): No cele tu corazón a los pecados sino sea tu celo por IrAt Hashém (por el conocimiento luminoso de Hashém que lleva al temor), todo el día".

Talmud Bablí, Tratado de Brajót 7b

En el contexto de una discusión acerca de como debe comducirse un hombre justo en relación a los malvados, se argumenta que no se debe corregir ni reprender a quien obra mal, ya que está escrito en Tehilím (Salmos) 37: "No compitas con el malvado, ni celes a quienes cometen injusticia".

La guemará sale al paso de este argumento, aclarando: Lo que hallas escrito en Tehilím, está referido al examen de conciencia que debes hacerte cuando nazca de tí salir al cruce de alguien que obra mal, con intención de corregirle y reprenderle.

Muchas veces, los hombres demuestran un gran celo por lo sagrado, un celo que se traduce en violencia para quien actúa de modo incompatible con el bien. Ese celo, en ocasiones, les lleva a adoptar actitudes violentas. La guemará viene a advertir y prevenirnos: puede suceder -y con frecuencia sucede- que tal celo no sea esencialmente sagrado, sino que nazca de la contradicción entre tu propio instinto -tu deseo de cometer acciones que no se compadecen con el bien- y tu conciencia de cuánto destruirías con ello -y aún tu temor del eventual castigo-. A partir de tal contradicción, te reprimes en tu deseo de hacer lo que no está bien, y sólo en la reprensión violenta de quien sí lo hace halla desahogo tu frustración. Esta situación se parece, formalmente, al instinto que lleva a un ex-fumador a ver al humo de tabaco como un engendro maldito, y a los fumadores como cultores del mal a quienes hay que reprimir. Es la propia inseguridad, el temor y la frustración que el propio pecho alberga, la causa de este tipo de celo; y claramente, no es propiciado ni permitido por la Toráh.

El verdadero celo sagrado, en cambio; ese celo de Pinjás ben-Elazár (ver en parashát Pinjás) que le lleva a arriesgar la propia vida ante la percepción del mal que tiende a destruir cuanto ha edificado el bien; ese celo que se apoya en el verdadero Jésed -en la verdadera y más amplia misericordia y piedad-; ése es el celo válido de la Toráh, y debe estar en tu conciencia, como expresa Mishlei, "durante todo el día".

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